Ciclismo
Carlos de Andrés & Perico resumen todos los tics del ciclismo español
La pareja Carlos de Andrés & Perico son más de veinte años de ciclismo
Alerta spoiler, hay un momento en «El día menos pensado» en el que José Arrieta admite sentirse decepcionado con algunas personas, lo dice de forma casi seguida a las carcajadas de Perico, aderezadas por la incredulidad de Carlos de Andrés, en La Covatilla, y la estrategia del Movistar en la cima final de la Vuelta.
Sin haber hablado con el bueno de Arrieta, uno pensaría que su decepción tenía que ver con Perico y Carlos de Andrés, en especial con el ganador del Tour de 1988, quien en ese momento no pudo disimular lo dantesco de la imagen.
Aquello fue un punto de inflexión, desconozco si tendrá cierto recorrido, pero no cabe duda que la vuelta que le dio Perico a su balance del Movistar nos llamó la atención.
Y es que lo que es esta pareja, la voz del ciclismo en el ente público, Carlos de Andrés & Perico, es en gran parte la suerte y el resultado de lo que son los grandes pilares del ciclismo español, y en especial, estos años -con Purito y principalmente Contador retirado- el Movistar.
Cuando el mismo comentarista de TVE sale al plató con el logo de uno de los equipos que compiten en pantalla ¿qué se puede esperar?
Por eso la sorpresa de ver a Perico y su reacción en La Covatilla.
Sea como fuere no perdamos el norte, lo que pase con los telefónicos siempre será el hilo conductor para sus narraciones e interpretaciones de lo que pase en este Tour y luego en la Vuelta.
La casa tira, y el mecenas más.
La objetividad que esperamos en cualquier narración se diluye bajo esas siglas, al punto que, cualquier acción, estrategia o pizarra de los rivales es convenientemente minusvalorada.
Un tic muy propio, que Carlos de Andrés un día justificó por el tipo de audiencia y la gente que les escucha: «Narramos teniendo en cuenta la gente que está viendo la carrera«.
Eso nos argumentó un día, en pleno confinamiento, en una charla de una hora en la que, sinceramente, el locutor explicó, y muy bien, sus razones.
«Nos guste o no, esto es así. Tenemos audiencias de dos millones de personas en La 1 motivadas por mil razones para ver el Tour, por que es una tradición, por que les gustan los paisajes… ahora dime de esa gente ¿qué porcentaje de entendidos en ciclismo hay?«
Pero una cosa es que nos lo explique bien, y otra que nos convenza.
Que la audiencia de La 1, una audiencia millonaria que deja en anécdota la de Eurosport y Teledeporte, sea de una manera menos entendida y técnica que la de otros canales, no implica oír a Perico, por ejemplo, que «éste hoy se ha levantado bravo, por eso ataca».
Son cuestiones de gusto y profesionalidad que no nos convencen.
Perico hace tiempo que es un comunicador profesional, y muy bueno además, pues hemos podido verlo en persona, pero eso no le da pábulo para decir ciertas cosas, por muy poco iniciada que esté su audiencia, pues a comentaristas como Alex Corretja, por ejemplo, no lo imaginamos soltando ciertas cosas en sus narraciones de tenis.
Otra cosa es la desidia que a veces detectamos, especialmente en Carlos de Andrés, recuerdo que este comentario nuestro le llamó la atención y fue explícito.
Echamos en falta que nos vendan el producto.
Le dijimos a Carlos de Andrés ese mismo día que nosotros habíamos sido muchas veces críticos con las retransmisiones que hacía con Perico.
«Lo sé. No sigo mucho ni blogs ni redes sociales, pero una vez me llegó un artículo vuestro en que decíais que veíais desidia en mi trabajo, debo admitir que me impactó»
Recuerdo que lo escribimos durante un Tour, quizá el de 2016, y que fue nuestra percepción de ese momento
«Ese es el problema, que las percepciones a veces son crueles y alejadas de la realidad. No digo que no tuvieras esa sensación entonces, debo admitir que mi época de narrador combinada con la dirección de Teledeporte fue apasionante pero muy dura, con mucho trabajo. Hoy soy más pobre pero más feliz»
Y entró a rebatir…
«No es que quiera entrar a rebatir, sólo que me llamó la atención ese comentario. Recuerdo otro año muy duro de trabajo, el de los Juegos Olímpicos de Londres, a veces ese cansancio se puede extrapolar a las narraciones. Recuerdo una entrevista que me hicieron en el Tour 2011. Me llamó un periodista tras una etapa y me pilló de vuelta al hotel. No sé qué impresión debí causarle, pero el titular del día siguiente era tan demoledor que tuve que llamar al director del diario para que matizaran. Quizá en ese momento me pillaran cansado y el periodista sacara una percepción equivocada. El día que no quisiera seguir con este oficio, no tengo otra cosa que hacer que dejarlo»
Todos tenemos buenos y malos días, pero ¿deben trascender a una narración? Yo diría que no, igual que proferir chistes y chascarrillos, el relato se gana en la objetividad, en ser ameno -que no gracioso- y en la experiencia, y de eso ambos tienen mucho.
Ciclismo
El casi trébol de arcoíris de Mathieu Van der Poel
Con el de gravel, sólo le queda el arcoíris de MTB a Van der Poel para cerrar el círculo
Lo que vimos en el mundial de gravel en Lovaina me parece el anticipo de lo que va a ser la campaña de ciclocross en unas semanas: Mathieu Van der Poel batiendo a belgas, aunque esta vez por el arcoíris de gravel.
Lo comentábamos ayer, fue curioso que en el mundial de gravel y la Paris-Tours que frecuenta caminos de tierra entre viñedos coincidieran en la fecha y de paso la cita flamenca que quitara alguna estrella a la centenaria carrera francesa.
En todo caso no deja de ser el tercer maillot arcoíris en otras tantas disciplinas para Mathieu Van der Poel desde que se calara el de carretera en Glasgow, agosto del año pasado.
En este periodo, Van der Poel renovó por aplastamiento su título en ciclocross, situándose a uno para ser el mejor de todos los tiempos y ahora éste de gravel, que tarde o temprano debía caer de su lado sabedores que era el primer corredor en el que todos pensábamos cuando la competición irrumpió en el mundo del gravel.
La carrera de Lovaina, leo, porque no he podido verla, ha ofrecido esa estampa tan de mundial de ciclocross, de un maillot orange entre las celestes belgas, si bien hay voces que hablan de «Alpecines» muy proclives a echarle una mano al campeón final.
Aunque pueda existir cierta labor de equipo, en el gravel, las cosas acaban siendo siempre a título individual, y Van der Poel se fue haciendo la cena plato a plato desde bien lejos, dejando atrás corredores hasta quedarse solo con Florian Vermersch.
No sé si le vendría el fantasma de las Navidades pasadas o no, pero escaparse con el belga, le supondría un extra de emoción por aquella París-Roubaix, muy similar a la París-Tours del año pasado, en la que el mismo Florian y Sonny Colbrelli le dejaron tercero en el sprint del velódromo.
El arcoíris de gravel tiene un valora hoy muy testimonial, sin casi calendario para lucirlo, más que nada por que se centra en la carretera, pero veremos si en el futuro el hecho de Van der Poel sea campeón, como lo fue Mohoric o Gianni Vermersch, supone una carga de prestigio para la competición.
Van der Poel ya tiene un casi trébol, le falta el mundial de MTB, modalidad que ha arrinconado en cierta medida, quedándose a uno de las reinas Pauline Ferrand-Prévot (oros en MTB, ciclocross, ruta y gravel) y Marianne Vos (oros en pista, ciclocross, ruta y gravel) porque a Mathieu no le veo en un velódromo que no sea el de Roubaix.
Imagen: Alex Whitehead/SWpix.com – FB UCI
Ciclismo
Laporte, en la París-Tours para los álbumes
La Paris-Tours de Laporte puede ser la carrera más icónica de la temporada
No es la primera vez que utilizo este mal anillado cuaderno para explicar la admiración que me produce la mal llamada París-Tours, por salir de la bellísima filigrana gótica de Chartres y no de París, su historia y esta edición en el bolsillo de Christophe Laporte.
Curiosamente, en el mismo día del Mundial de gravel hemos visto más porquería y barro en los caminos de viñas de Tours.
Una carrera que desde lejos sabíamos que iba a ser resultona y nos dio una excelente tarde ciclismo, ya en octubre, contando los días para que la temporada eche la cortina.
La victoria de Christophe Laporte en esta París-Tours es la redención a una temporada muy extraña para el francés, y por ende para su equipo.
Ausente en las grandes citas de la temporada, inédito en el Tour, la carrera que se le había dado a las mil maravillas años antes, sin opción para defender el título europeo, al menos le cae una de las clásicas más prestigiosas pero más desprestigiadas de la campaña.
Ganar la París-Tours debe ser un premio enorme para cualquier ciclista francés que esté medianamente versado en historia de ciclismo, como creo que es el caso de Laporte.
Grandes velocistas de todas las épocas llenan las casillas de sus 119 ediciones, en un clásico renovado que ha sabido encontrar, yo creo, el tono adecuado, pues los famosos «chemins de vigne» le han renovado el atractivo a una carrera en evidente declive a pesar de ofrecer uno de los finales más emocionantes del año en la avenida de Grammont.
La victoria de Laporte volvió a mostrarnos un ciclista que bien alienado es un puñal táctico para los rivales.
El francés juega como nadie su balance entre rodar fuerte y sprintar muy bien para adjudicarse pocas pero muy buenas victorias.
Esta vez en especial saco petróleo a la inexplicable táctica del Lidl con Mads Pedersen jugando a Pogacar muy lejos de meta y quemando sus opciones.
Dejarle al checo Mathias Vacek la tostada de jugársela con el francés del Visma fue demasiado en una jornada que, como la Roubaix de hace tres años, pasará a ser icónica y recordada en ese libro de carreras sucias y heroicas que cada vez menos episodios nos ofrece.
Que los ciclistas lleguen irreconocibles, que el barro se adueñe de la foto, que lleguen como los de antaño.
Todo eso, mola.
Imagen: A.S.O./Gautier Demouveaux
Ciclismo
Pogacar habría ganado la Vuelta pero…
La Vuelta ya es de lo poco que le queda por ganar a Pogacar
En la cada vez más certera y reiterada comparación entre Tadej Pogacar y Eddy Merckx, es sin duda el ciclista que más se ha aproximado al belga, incluso más que Hinault, hay una cosa que sucede con el esloveno que sucedió con Caníbal, y es que podemos relatar su palmarés comentando aquello que aún no ha ganado, entre otras cosas la Vuelta a España.
Es curioso que el idilio de Pogacar con las carreras de tres semanas empezara hace cinco años en la Vuelta a España, en la antesala del Covid, aunque marcando las pautas de lo que sería su futuro inmediato y no haya vuelto a esta carrera.
La jornada aquella de Gredos, atacando a más de 30 de meta, para asaltar el podio y llegar solo a meta, fue la carta de presentación de este corredor, que con ecasos veinte años se batía con Alejandro Valverde y Primoz Roglic, casi nada.
Pogacar pisó su primer podio en la Vuelta 2019, fue tercero y desde entonces acumula otros seis podios más, de ellos tres victorias y dos segundas plazas en el Tour más el Giro que ganó en mayo.
Así las cosas, la Vuelta a España aprece como la grande que le falta al mejor talento que hemos visto nunca.
El trofeo de la grande española se une a la Milán-San Remo y la París-Roubaix, si nos centramos en lo más vistoso del cilcismo, sin perder de vista la corona olímpica y alguna vuelta de una semana como Itzulia, Suiza o Dauphiné.
Lo demás Pogacar ya lo tiene.
He leído a mucha gente, por eso, incluso en nuestro podcasr Antonio Alix lo dijo convencido, que Pogacar habría ganado la Vuelta con una pata.
Es posible que eso fuera así, pero yo no lo veo tan fácil.
Para empezar en un deporte más que centenario, nadie ha ganado las tres grandes el mismo año y que Pogacar y los suyos no se lo plantearan tras el Tour seguro que tiene base firme.
Entre la victoria en Francia y la siguiente carrera. en Quebec, pasaron casi dos meses sin competir para el esloveno, una dosificaicón que muchos no tienen en cuenta pero que seguro influye en su rendimiento estratosférico.
Correr las tres grandes para ganarlas fue una ocurrencia que puso muy de moda Oleg Tinkov hace unos diez años y nadie ha tenido opción a hacerlo.
Sepp Kuss el año pasado corrió Giro, Tour y Vuelta, ganando la última, y nunca más le hemos visto al mismo nivel.
Una cosa es decir que se puede ganar la Vuelta fácil, más viendo el nivel que ha tenido, y otra hacerlo y gestionar los costes en el futuro.
Si Pogacar y los suyos no se lo han planteado, por algo será.
Imagen: ©PHOTOGOMEZSPORT 2019
Ciclismo
Giro dell´Emilia: Pogacar y la segunda plaza
En el Giro dell´Emilia, otra vez Pogacar abrió la lucha por el segundo puesto lejos de meta
Así las cosas ya hemos visto a Tadej Pogacar con el maillot de campeón del mundo, el mismo que decíamos que no iba a lucir mucho durante este periplo, pero que por de pronto ya le hemos visto en el Giro dell´Emilia.
Ya sabéis, esta carrera son varios pasos por San Luca, la montaña que te sigue los pasos nada más pones el pie en Bolonia hasta acabar, a diferencia del Tour, a la vera de su bella iglesia barroca en la cima.
Son en concreto cinco pasos, subiendo paralelos a ese pórtico ininterrumpido hasta la cumbre y bajando de nuevo a Bolonia, para volver a ascender.
Pogacar atacó en el primero de los cinco y no fue algo anunciado y no sé yo si previsto, el equipo no le allanó el camino, simplemente sucedió.
Hubo río revuelvo nada más cruzar el arco del Meloncelo, con Remco Evenepoel cortejando la primera plaza, Pogacar tomó el mando y voló solo hacia su primer Giro dell´Emilia, cuyo podio ya había pisado varias veces sin probar aún el sabor del éxito a la sombra de San Luca.
Cualquiera que haya visto ciclismo este último mes, estaba cantando que Pogacar no iba a esperar ni siquiera a la penúltima vuelta, teniendo cinco para proponer un duelo imposible tan lejos de meta.
Matteo Jorgenson le vio partir y «arrivederci»…
Es otra línea más en la pared de la litera para Pogacar, que cuenta sus victorias por «solos» tan llenos de belleza como carentes de emoción para la primera plaza.
Cuando él ataca, se activa la lucha por la segunda plaza, como sabedores que no va a haber forma de contenerle.
Este año la lluvia y el mal tiempo han impedido ver muchas de las escenas ya familiares de este año, cuando parte Pogacar queda el vacío y el desconcierto ante una carrera completamente nueva para sus rivales.
Sucedió en la Strade y desde entonces va a recital sin grupo por carrera, en la Volta, en la Lieja, en varias etapas del Giro y Tour, en Montreal y la mejor de todas, en el Mundial.
Es tremendo que a su poder en la carretera se suma una capacidad de intimidación como pocas veces hemos visto, un movimiento suyo y todos bajan los brazos alrededor, alguno trata de seguirlo, vagamente como Jorgenson hoy, pero la carrera, en cuanto a la primera plaza del palmarés, va cerrando el abanico.
Lo que estamos viendo este año es tan bello como abrumador, el chaval nos cae bien, pero mata cualquier opción ajena de raíz y eso es bueno y malo al mismo tiempo.
Solo os digo una cosa, por vuestro bien y del ciclismo: Que Vingegaard recupere su mejor versión y sea capaz potenciarla el año que viene.
— JoanSeguidor (@JoanSeguidor) October 5, 2024
Por eso cruzo los dedos, que venga el Vingegaard de ls Tours pasados, un Van der Poel a modo dique en los terrenos flamencos, que alguien pare a este chico, porque lo suyo empieza a ser la carrera por el segundo puesto.
Imagen: Silvia A. Casali y Vebo Studios
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