Ciclismo antiguo
Memorias del Tour, la ensalada que Roche le aliñó a Perico
Aquel Tour 87 entre Roche y Perico son mis primeros recuerdos ciclistas
Dijon, hogar de la mostaza, al norte de Francia, decidió uno de los Tours más locos que recuerdo, el primero que recuerdo por cierto, el Tour 1987 entre Perico y Roche.
Si vamos a a raíz de mi amor por el ciclismo, sin duda aquella carrera resultó mágica.
Visto ahora, que no entonces, sí que puedo afirmar que se trata de una de las ediciones más increíbles jamás vividas.
La perspectiva que te da lo mucho que ha cambiado el ciclismo ofrece eso, una edición que recordada hoy suena casi a ciencia ficción,
Una carrera decidida en esa crono larguísima de Dijon, pero con episodios memorables.
Una salida desde la misma ciudad de Berlín, aún dividida por el muro, aunque cerca de ser derribado y una sucesión etapas que quedaron en la historia.
No había pasado ni un año que Bernard Hinault había dejado el ciclismo que los franceses celebraban el paso adelante de su nueva estrella, Jean François Bernard, en una de las exhibiciones más increíbles vistas en el Mont Ventoux.
En aquella famosa cronoescalada rodó tan fuerte Jeff, con el tiempo rueda amiga de Miguel Indurain, que dudo midiera bien el esfuerzo y sus consecuencias.
Porque en Villard de Lans, empezó la reconquista de los damnificados del Ventoux.
Fue un visto y no visto, un ataque famosos de esos de Fignon en el avituallamiento, Perico y Roche que se van por delante y acaban dejando el Tour en cosa de dos, entre ellos dos.
Recuerdo las emisoras de radio en Francia entrevistar a Perico, sus sensaciones ante los Alpes y la crono final, con el vivo recuerdo de la muerte de su madre, un año antes, teniendo que dejar la carrera al inicio de aquella famosa jornada de Alpe d´Huez entre Hinault y Lemond.
Esta vez Alpe d´Huez le daría un premio increíble, el maillot amarillo, poniendo su nombre en la leyenda esa que dice que quien sale de líder del Alpe, lo hará entrando en París.
Perico era consciente de ello pero el Tour habría de pasar por dos capítulos increíbles.
El más impactante La Plagne, una cima que no se ha subido muchas veces, pero que cuando ha aparecido ha dejado buenos titulares.
Permitidme os recuerde lo que escribí hace un tiempo
La Plagne era la última opción para Perico quien sin embargo tuvo que remar mucho y fuerte para poder mantener la baza de ampliar su ventaja, pues antes incluso de la subida final, antes de hecho de La Madeleine, su rival irlandés había tomado ventaja saliendo junto a Pedro Muñoz, inminente compañero suyo al año siguiente en el Fagor, obligando al segoviano a correr a la contra.
Hasta dos minutos tuvo que enjuagar Perico en La Madeleine para llegar con opciones al final, una subida a La Plagne que se hizo como uno de esos partidos sin opción a la vuelta.
A quince kilómetros de meta el Tour asistía al hoy inusitado lujo de ver al maillot amarillo atacar, acuciado por el poco tiempo que le sacaba a su rival -de ahí la importancia de una buena crono en el recorrido-.
Perico abrió rápido hueco, acarició el minuto que necesitaba pero las fuerzas se nublaron, mientras Fignon daba cuenta de Anselmo Fuerte por delante, el líder vio que la renta tocó techo y empezó a bajar.
Roche por detrás emprendió una caza furibunda que concluyó bajo el mismo arco de meta que cruzó acto seguido a Perico.
Vacío, el irlandés se desplomó, necesitando oxígeno y siendo retirado de meta en helicóptero.
¿Teatro? ¿teatro del bueno?
Conociendo a Roche cualquier cosa sería posible, de lo que no cabe duda es que con esa circunstancia se ahorró la atención a los medios y el colapso en la bajada, minutos, horas de recuperación que Perico no tuvo y que pudieron tener su influencia en la conclusión de la carrera.
Con ese descanso, con ese «savoir faire» tan de Roche, el irlandés salía vivo del último envite montañoso antes de rebañarle el Tour a Perico por unos segundos en la crono.
La mejoría que Perico experimentaría en las cronos a partir de ese desenlace sería brutal, llegando a ganar alguna en una gran vuelta, como la de Medina del Campo en la Vuelta de 1989.
Aquel primer Tour en mi memoria lo miro y veo que no hablamos del mismo deporte, que ha cambiado, sin duda, aunque a veces perdemos de vista que quienes cambiamos somos nosotros mismos, y con ello nuestras percepciones y sentimientos.
Abro aquí un pequeño hilo de artículos para recordar los Tours que he podido ver, incluidos los siete de quien ya sabemos, porque verlos, los vi.
Imagen: RTVE
Ciclismo antiguo
Eddy Merckx en el Giro: cinco triunfos y enormes polémicas
La corona de Merckx en el Giro tiene cinco joyas
Eddy Merckx, para muchos el mejor ciclista de la historia y del Giro, por ende, nació en 1945 en Meensel-Kiezegem, Bélgica.
Dicen que desde los ocho años ya andaba en bici y tenía como ídolo a Stan Ockers, una figura del Tour de Francia.
“El Tour lo era todo para mí”, diría años después.
Su verdadero nombre es Edouard Louis Joseph Merckx y fue ciclista profesional entre 1961 y 1978.
Durante esos años se ganó el apodo de “El Caníbal” porque quería ganarlo todo, y casi lo logró: 525 victorias en su carrera, incluyendo cinco Tours de Francia, cinco Giros de Italia y una Vuelta a España.
También ganó tres mundiales, casi todas las clásicas (menos la París-Tours) y batió el récord de la hora.
Un monstruo en vida.
Merckx y e Giro, binomio lleno de aristas
Su relación con el Giro fue especial: lo ganó cinco veces y dejó huella en cada participación.
En Italia lo adoran casi tanto como en Bélgica.
Eso sí, su carrera no estuvo libre de polémicas.
En tres ocasiones dio positivo en controles antidopaje (fencamfamina, norefedrina y pemolina), aunque él siempre defendió su inocencia.
A pesar de eso, su legado sigue siendo enorme.
Se retiró en 1978 y desde entonces ha recibido todos los honores:
Barón en Bélgica, Comandante de la Legión de Honor en Francia, y el trofeo UCI al mejor ciclista del siglo XX.
Hay velódromos, calles, estatuas, libros, cómics y hasta una marca de bicicletas con su nombre.
De vez en cuando, aún aparece como comentarista en carreras o sólo se deja ver para revuelo del personal.
“El Ogro de Tervueren” no solo está en lo más alto de la lista de los mejores ciclistas de todos los tiempos: es una leyenda viva.