Noticias de ciclismo
París-Roubaix: Un cuento de ciclismo
Recorrido y favoritos. La carrera de adoquines por excelencia, PARIS-ROUBAIX, ciclismo épico. El pelotón ciclista recorre las zonas de pavé más famosa del mundo.
Publicado
3 años atrásen
Por
Iban Vega

- Nuestros favoritos de la París-Roubaix
- Los Españoles en la París-Roubaix
- El recorrido de la París-Roubaix
- Los reyes de la París Roubaix
Cinco nombres para ser el diablo de Roubaix
Cada momento previo a una carrera como París-Roubaix se describe con ese cosquilleo de la cábala y la ansiedad de ver qué pasará y cómo pasará.
Porque Roubaix es una carrera que no sólo se explica con el ganador, y sí por los miles de cruces y azares que rodean el camino, por cada recodo, giro y hueco, se escribe la leyenda más incierta del mundo del ciclismo.
De ahí que dar cinco nombres se antoja un ejercicio de equilibrismo tan mágico como el de llegar íntegro y con ganas de contarlo al velódromo más lustroso del mundo, el velódromo de la fabril Roubaix.
Nuestros cinco favoritos para la París-Roubaix
Ésta es una historia que empieza por el dorsal uno, el ciclista que es como el dios Sol de su deporte, un sol que luce tenue, ciego, casi frío en esta primavera de 2019.
Como ese sol que ilumina pero no calienta, Peter Sagan se agarra al clavo ardiendo que le supone esta París-Roubaix, para enderezar una campaña anónima.
Siempre, el eslovaco encuentra asidero cuando más lo necesita, como en 2015, ganando el mundial en el momento de la vedad, como el año pasado, siendo el diablo de Roubaix.
A situaciones extremas, corredores extremos, Peter Sagan es el rey de la presión, le gusta le pone y en esta «Pascale» tiene un buen grado de ello.
Presión, esa palabra que le gusta tanto a Peter Sagan
Sagan y Van Avermaet saben lo que es ganar la París-Roubaix
La página pasa y vemos su «alter ego»: Greg Van Avermaet.
Cuántas veces los dos salieron de favoritos casi unánimes, ambos son de hecho los dos campeones vigentes de Roubaix.
Pero como Sagan, Greg Van Avermaet llega de vacío clásico a la París-Roubaix, y con una sensación doble en su contra.
Si a Sagan no le acompaña la forma, pero sí el equipo, a GVA no le acompaña la forma necesaria para romper, ni el equipo.
De la sagacidad que el flamenco sepa poner en la ruta, va a depender su suerte.
Ha ganado, tiene el molde hecho, le falta ese punto que hace dos años no le abandonaba.
El tercero de la lista es la debilidad de este mal anillado cuaderno, Zdenek Stybar.
Zdenek Stybar debería liderar el Deckeuninck
Si Flandes no le va al checo, un poco como le pasaba a Flecha, Roubaix es el anillo a su dedo.
Ha sido podio, pieza clave en favor de compañeros, tiene calidad, ganas de romper y un equipazo tras de sí.
Incluso en detrimento del sueño más lúbrico de Philippe Gilbert, Stybar debe ser la punta de lanza del Deckeunick, ese equipo que firma un cheque en blanco si se le asegura reinar en Roubaix.
Ésta será la última París-Roubaix para el Team Sky
A quince días de dejar el pelotón, los hombres de negro depositan en Luke Rowe la esperanza de no cerrar sus diez años en el pelotón sin un adoquín en sus vitrinas.
Y no ha sido pequeña la apuesta en Roubaix, a donde han llegado a alinear sus dos ganadores de Tour, Geraint y Wiggo.
Para Rowe, en cambio, sería la confirmación a un talento sin igual en el arte de rodar y exprimir los rivales en el llano.
No es un top en las quinielas, pero, estará ahí.
Tiesj Benoot es otro de esos corredores que siempre anda ahí, que bebe de la más rancia, entiéndase en el buen sentido, tradición flamenca por las clásicas que tendría aquí su bautismo de masas.
En una carrera que enloquece casi más en la cercana Flandes que en Francia, Benoot sería un ganador ideal por cumplir el buen manual del «randonneur de Roubaix»: duro, resistente y corpulento.
Le faltaría el cuarto vértice, la velocidad, para finales que acostumbran a ser en pequeños grupos, para finales que, de seguir el guión previsto, serían perfectos para Alexander Kristoff, el quinto de esta lista.
El noruego, lo podeos decir abiertamente, nos ha pasado la mano por la cara, ganó Wevelgem, abriendo un debate estéril y fue podio en Flandes.
Tiene todo lo que se le supone a un ganador de Roubaix, y se sobra un poco de cada.
Es el favorito de Johan Museeuw…
Si una carrera enamora y enerva a partes iguales, esa es la París-Roubaix
Rutas interminables así es la París-Roubaix, el norte de Francia, ambiente pesado, imágenes del siglo pasado, cualquier cosa, cualquier momento cambian la fotografía… el ciclismo se vuelve incierto en cada paso que hay entre París y Roubaix.
La llaman de todas las maneras.
La París-Roubaix puede ser el infierno del norte, también la “Pascale”, por eso que se corre en domingo de pascual, incluso la “Reina de las Clásicas”.
«La París-Roubaix empieza como una fiesta que acaba como una pesadilla» Guy Lagorce, periodista
Para nosotros son 250 kilómetros de sueño ciclista, un cuento que no siempre acaba bien, pero que engancha a todos, mayores, pequeños y no tan pequeños, gente de toda condición, porque las imágenes de la París-Roubaix no son patrimonio del ciclismo, esto es algo que excede el corazón ciclista, que se expresa en otros campos, en el geográfico, por las peculiaridades de esta esquina de Francia, en lo histórico, por hoyar esos caminos de adoquín de la época napoleónica y los campos de batalla de la primera y segunda Guerras mundiales, en lo humano, por la querencia de la gente del lugar de lo que tiene entre manos….


Foto: Claudio Montefusco
Os dejamos la entrevista que nos han realizado en https://pepediario.com/ donde repasamos la carrera Paris-Roubaix, con todo lo que conlleva.
París-Roubaix, el origen
La primera aventura del infierno del norte se va lejos en el tiempo.
En 1896 dos empresarios de lo textil, Théo Vienne y Maurice Pérez, éste con raíces españolas, se establecieron cerca de Roubaix, entonces un interesante centro económico e industrial.
De sus bolsillos saldría el dinero para un primer velódromo de 250 metros de cuerda.
Aquella instalación necesitaba de cierto bombo, de que la gente supiera que en el norte, gris y triste, había un velódromo para disfrute del personal.
«La París-Roubaix es una carrera horrible pero la más bella para ganar» Sean Kelly
El dúo de emprendedores sería trío con la llegada de Paul Rosseau, quien llegó con “L´ Auto” bajo el brazo para cuadrar el círculo y empezar a pensar en una prueba que diera realce a ese elemento que causaba furor en ciertos ámbitos: la bicicleta.
La primera edición de la París-Roubaix
Y así el día 19 de abril de 1896, siempre en abril, la París Roubaix nació para regocijo de Josef Fischer, primer ganador, un alemán que se embolsó 1000 francos tras 300 kilómetros.
La París-Roubaix nació como preludio de la mítica Burdeos-París, una de esas maratones de otros tiempos, que hace más treinta años que se dejó de hacer.


Foto: Claudio Montefusco
Hoy la París-Roubaix es el vestigio vigente aún de aquella época de ciclismo ingrato, salvaje, si se quiere inhumano, pero auténtico y real.
La historia del infierno del norte se pobló de diablos y diablillos que dieron ediciones memorables, dignas de los almanaques, como esa que ganó Peter Post, año 1964, quien rodó por encima de los 45 kilómetros por hora, una barbaridad en aquellos tiempos, con aquellas bicicletas, sobre esas carreteras.
La gesta de Post la dimensionamos si pensamos que hasta 2017 nadie rodó más rápido que él por el infierno. Fue Greg Van Avermaet, el campeón olímpico de Río de Janeiro, que rodó un poco, sólo un poco, más rápido que Post.
Por que el camino hacia Roubaix siempre tuvo adoquines e incluso entrenadores, pilotos de moto que llevaban el ritmo a los corredores, aunque la presencia de estos fue anecdótica de los primeros tiempos.
«La París-Roubaix es absurda» Bernard Hinault
Los grandes diablos de Roubaix
Si la París-Roubaix siempre ha tenido adoquines en la ruta, acostumbra a tener belgas en el palmarés.
No en vano de las 116 ediciones celebradas casi la mitad han ido a Bélgica.
Un total de 56 carreras han caído del lado de los belgas, quienes viven muy cerca de la meta y viven con una pasión la carera que rivaliza con la de los lugareños.
En lo más alto figuran, no podía ser de otra manera dos flamencos, muy flamencos.
“Monsieur Roubaix” ha sido tradicionalmente la bestia apodada el “Gitano” Roger De Vlaeminck, un corredor que hizo palmarés y fortuna en los setenta, cosa que significa que rivalizó con Eddy Merckx, prueba de su tamaño como corredor.
Roger De Vlaeminck ganó cuatro ediciones entre 1972 y 1977, se destacada por su corpulencia y un genio que mantiene intacto muchos años después, siempre cuestionando el presente, los corredores actuales y las estrategias.
Tom Boonen, el maestro de Roubaix
En los tiempos recientes la París-Roubaix quedó como el pulso indisumilado de los dos monstruos de las clásicas en el siglo XXI.
En el duelo Fabian Cancellara vs Tom Boonen, gana el segundo en el velódromo de Roubaix.
Alto, musculado, buen velocista en sus primeros años, excelso rodador, dotado de una visión de carrera casi periférica, Tom Boone igualó en 2012 a Roger De Vlaeminck.
Ese domingo de Pascua, Tommeke, como gusta llamarle, ganó solo su cuarta París-Roubaix, tras atacar a una eternidad de meta, reivindicando una figura imprescindible en la historia de la carrera porque Boonen ha ganado de todas las maneras en el velódromo más célebre del mundo.
«Algunos matarían a su madre por entrar primeros» Stephen Roche al entrar en el primer tramo de adoquín
Solo también el 2009, pues por el camino su ritmo fue demasiado para unos rivales que iban cayendo por la ruta, y acompañado en las dos primeras, 2005 y 2009, por Hincapie y Flecha en la primera, por Cancellara y Ballan, en la segunda.
Reyes de Roubaix
Fabian Cancellara es otro de los nombres acoplados a las duchas de piedra de la vetusta instalación de Roubaix, en su plaquita rezan tres triunfos los mismos que una buena ristra de corredores: Octave Lapize, el primero en firmar un trío de éxitos desde 1909 a 1911, Gaston Rebry, Rik Van Looy, Eddy Merckx, Francesco Moser y Johan Museeuw.


Foto: Claudio Montefusco
Este último fue uno de los ciclistas que hizo del pasto su huerto particular. Su primer triunfo fue aquel “amaño” del Mapei, marcando al león flamenco como el primero de los tres azules que llegaron solos a meta: Lefevere decidió desde el coche que ganara Museeuw por delante de Bortolami y Tafi.
Su tercera victoria se produjo en la ultima edición con lluvia de la París-Roubaix, en aquel lejano 2002, en una memorable cabalgada que Museeuw inició sobre el pavé, descolgando uno a uno cada uno de sus rivales para llegar a meta señalándose la pierna que casi pierde un año antes en el bosque de Arenberg debido a una caída.
Los franceses se ubican segundos, con la mitad de triunfos que los belgas. Entre sus ganadores destaca Bernard Hinault, vestido de arcoíris, como Peter Sagan en 2018.
El bretón llegó, vio y venció en Roubaix, maldiciendo el recorrido, su dureza y el peligro, pero dando la cara hasta el final, partiéndose el espinazo, en un sprint cuya dureza nos podemos imaginar, o no, batiendo a Roger De Vlaeminck, en la que podría haber sido su quinta corona, y a Francesco Moser, triganador en el lugar.
Si aquel día, a este malhumorado bretón le dejan prender fuego al lugar, no dudéis que lo hubiera hecho.
Entre los longevos de la carrera nadie como Raymond Impanis que corrió dieciséis veces la París-Roubaix.
Los españoles en la París-Roubaix
El ciclismo español, históricamente muy ajeno a estas carreras, brilla muy puntualmente en la París-Roubaix.
Sin victorias en el casillero, sólo dos corredores de este lado de los Pirineos han pisado el podio.
El primero fue el pionero en casi todo, Miquel Poblet, quien en 1958 fue segundo y en 1960, tercero.
Con los años, mucho más tarde, Juan Antonio Flecha construiría su singularidad con otros dos podios.
«Si entras el 24 en Arenberg ya has perdido» Alain Bondue
Su suerte quedó tocada por la convivencia con los dos grandes monstruos del momento, Cancellara y Boonen y cuando estos nos estaban, aparecían los segundos de abordo, como Stuart O´Grady.
La carrera que acaba en Roubaix pero que no sale de París
Como otras tantas carreras, la París-Roubaix marca dos hitos geográficos que no son del todo precisos.
Igual que la París-Tours ha salido en alguna ocasión de Chartres, o que la París-Niza lo hace desde alguna de las localidades de la “banlieue” parisina, la París-Roubaix sale de Compiègne, una ciudad francesa y afrancesada, 65 kilómetros al norte de la capital, cuyo atractivo en ser residencia de los reyes de Francia, con un castillo de la época de Luis XV.
El recorrido de la Paris – Roubaix
La salida desde Compiegne viene a redondear un recorrido sobre los 260 kilómetros de longitud en lo que una quinta parte son por adoquines, terreno minado para la épica y la tragedia que distingue la carrera respecto a las otras.
Estos son los 29 tramos de la edición de 2019:
29: Troisvilles-Inchy (km 97.5 — 0.9 km) **
28: Briastre-Viesly (km 108.5 — 3 km) ****
27: Viesly-Quiévy (km 101.5 — 1.8 km) ***
26: Quiévy-Saint-Python (km 116 – 3.7 km) ****
25: Saint-Python (km 118.5 — 1.5 km) **
24: Vertain to Saint-Martin-sur-Écaillon (km 127.5 — 2.3 km) ***
23: Verchain-Maugré-Quérénaing (km 136.5 — 1.6 km) ***
22: Quérénaing-Maing (km 140.5 — 2.5 km) ***
21: Maing-Monchaux-sur-Ecaillon (km 142.5 — 1.6 km) ***
20: Haveluy-Wallers (km 156.5 — 2.5 km) ****
19: Arenberg (km 164.5 — 2.3 km) *****
18: Wallers-Hélesmes (km 170 – 1.6 km) ***
17: Hornain-Wandignies (km 179 – 3.7 km) ****
16: Warlaing-Brillon (km 185 – 2.4 km) ***
15: Tilloy-Sars-et-Rosières (km 188.5 — 2.4 km) ****
14: Beuvry-Orchies (km 194 — 1.4 km) ***
13: Orchies (km 199 — 1.7 km) ***
12: Auchy to Bersée (km 206.5 — 2.7 km) ****
11: Mons-en-Pévèle (km 212 – 3 km) *****
Tramos de la París-Roubaix 10 al 29
10: Mérignies-Avelin (km 215.5 – 0.7 km) **
9: Pont-Thibault-Ennevelin (km 220 – 1.4 km) ***
8: Templeuve — L’Épinette (km 224 – 0.2 km) *
8: Templeuve — Moulin-de-Vertain (km 225 – 0.5 km) **
7: Cysoing-Bourghelles (km 232 – 1.3 km) ***
6: Bourghelles-Wannehain (km 234.5 – 1.1 km) ***
5: Camphin-en-Pévèle (km 239.5 – 1.8 km) ****
4: Carrefour de l’Arbre (km 242.5 – 2.1 km) *****
3: Gruson (km 244 — 1.1 km) **
2: Willems-Hem (km 251 — 1.4 km) ***
1: Roubaix (km 256 — 0.3 km) *
Comentarios sobre la París-Roubaix
«Es un circo y no quiero ser uno de sus payasos» Chris Boardman
Cada tramo de adoquín se cuenta al revés, del 29 al último, en las calles de Roubaix, cerca del velódromo, inaugurado en la edición del centenario, aquella que dominaron los Mapei y el dedazo señalando a Museeuw.
En la ruta hacia Roubaix, la categoría de los pavés son por estrellas.
La fiesta se abre en Troivilles, con casi cien kilómetros en las piernas.
Es un dos estrellas de casi 1000 metros.
Le sucede un tramo cargado de simbolismo desde la edición de 2018, pues los tres kilómetros del tramo Briastre-Viesly se dedica a Michael Golaerts, quien perdió la vida por un paro cardiaco en ese mismo tramo.
En el tramo de la leyenda se sitúan los tres adoquinados cinco estrellas.
El primero, emblema de la carrera, del lugar y del ciclismo en general es el Bosque de Arenberg, una recta inmunda, en medio de un denso bosque, próximo a unas minas.
“Arenberg es la puerta del infierno” Juan Antonio Flecha
Está a casi cien kilómetros de meta, pero rompe el grupo y es escenario de batallas que se alargan hasta meta.
En los años buenos gente como Gimondi, Merckx, De Vlaeminck, Janssen, Planckaert o Vanderaerden lo pasaron delante.
Caídas horribles también acontecieron en el lugar, como en 1972 cuando cuarenta tíos se fueron al suelo.
El siguiente tramo de cinco estrellas viene casi sesenta kilómetros más allá.
Es Mons-en-Pévèle, tres kilómetros de pesadilla que se clava en las costillas y en lo más íntimo de la rabadilla.
El último ciclo de adoquines de la máxima categoría viene en otro nombre trufado de fama, Carrefour de l´ Arbre, dosmil metros y menos de veinte para meta.
«Cualquier gran palmarés que se precie debe llevar una París-Roubaix» Fausto Coppi
Los amigos de Roubaix
Hay un lema sencillo y francés: “Sans pavés, pas de course…”
Es el emblema que reza en el ADN de “Les Amis de la Paris-Roubaix”, una asociación de gente normal, corriente, de la zona que vela por el adoquín y su conservación.
Surgió hace unas décadas, como reacción a la progresiva pérdida de pavés a causa de la modernidad de Francia con nuevas carreteras y vías dejando el incómodo adoquín relegado a la mínima expresión.
En sus manos está parte de la salud de la carrera y el valor de la importancia de su arraigo con el territorio y el corazón de la gente.
Por que la París-Roubaix será un gran circo, ruido y fotos, muchas fotos, pero es una flecha, un golpe directo y sincero a la conciencia de esta esquina del hexágono francés.
La última…
París-Roubaix de 1985: Un periodista de la CBS se acerca a Theo de Rooij, holandés que perdió opciones de ganar por una caída.
Lleno de barro le dice el ciclista: «Es cojonuda esta carrera«.
El periodista, incrédulo, le suelta: «Trabajas como un animal, no tienes tiempo de mear, mojas los calzoncillos… corres con este barro, te caes. Es un montón de mierda«
«Seguro que sí, pero es la carrera más bonita del mundo» concluye de Rooij.
Imagen principal: FB de Paris-Roubaix
Ver la página oficial de París-Roubaix
Te puede interesar
Noticias de ciclismo
Tour 2022: No hay otro favorito que Pogacar
Publicado
7 días atrásen
1 de julio, 2022Por
Iban Vega

El Tour 2022 puede situar a Pogacar en la mesa de los grandes de siempre
Con Tadej Pogacar en el Tour 2022 sucede una cosa, si él está bien y sale ileso de las primeras dificultades, como diría Taxi Key » se acabó la historia».
El año pasado, con una semana de Tour consumida, recuerdo que llamamos a nuestro amigo Chema Rodríguez al calor de la exhibición alpina de Pogacar.
Muchos dicen que la primera semana del pasado Tour fue excelente.
En la misma vimos shows de VDP y Van Aert, pero principalmente exhibiciones atemporales de Pogacar, ganador en la crono y barriendo rivales con una sonrisa en el rostro entre la Romme y la Colombiere.
Volviendo sobre la conversación del que fuera creador de El Ciclista -diario que sale en el famoso spot de la canción de la Vuelta 2022-, le preguntamos si podíamos empezar a hablar de Pogacar en clave de leyenda.
La respuesta fue que sí «sin duda, es algo que vemos cada cierto tiempo, en una o dos generaciones».
El dominio que alcanzó Pogacar en el pasado Tour fue tan demencial que para el 2022 no se nos ocurre otro nombre que él, sólo él.
Es cierto que como casi todos los que volaron muy alto en este deporte existe una latente expectación de inicio.
Todos le vemos como favorito, pero repasando la lista de rivales, albergando la esperanza que Roglic pueda estar al 100% más todos los que vienen por detrás, creemos que Tadej puede pasar sus problemillas.
Y los pasará, le aguardan unas primeras etapas muy complicadas, mucho en las que él precisamente tiene más que perder que nadie.
Sólo por eso, somos cautos.
Pero como decía al principio, si el esloveno pasa ileso por los puentes daneses y el pavés que muere en la entrada de Arenberg ya me diréis quién es el guapo que le puede discutir el trono.
¿Queréis saber cómo es el armario de UAE Team Emirates para el Tour de Francia?
Tiene una carrera a su medida, encadenados de montaña en los Alpes en los que ya ha demostrado que no le tiembla el pulso para tomar riesgos y acabar con los rivales, lejos de meta.
Luego unos Pirineos algo más suaves, sin tanto encadenado, pero con la certeza de que, si llega con otros, les va a dar matarile en meta.
Para acabar una crono en la que si tiene que jugarse los cuartos, lo hará sin mayor problema.
Ahora mismo es el ciclista franquicia del pelotón, su edad no es problema, su forma de encajar la carrera y las dificultades es admirable, yo sólo le veo vulnerable en el inicio.
Todos miramos también su equipo, pero este UAE, que pierde al lazarillo de los adoquines Matteo Trentin, es un equipo que poco o nada se puede cuestionar.
Pogacar tiene al lado suyo ciclistas que le pueden acompañar muy hasta arriba en las grandes etapas, combinado con auténticos trotones para los minutos de la basura.
El UAE no tiene el brillo, ni el tronío, que diría Ares, de Ineos o Jumbo, pero es compacto y no está compuesto por cualquiera
No sé si habrá tercer Tour para Tadel, pero ojo que de haberlo, el chavalillo que dice que la prioridad es pasarlo bien llamaría a la puerta de los grandes de siempre.
Ya come entre alguno de ellos, pero tres Tours… eso es un nivel en el que ahora mismo se prodigan otros tantos ciclistas: Philippe Thys, Louison Bobet y Greg Lemond.
Imagen: A.S.O./Pauline Ballet
Opinión ciclista
Orbea Girona Gravel Ride: En busca de ese punto épico
Publicado
1 semana atrásen
28 de junio, 2022Por
Iban Vega

En 78 kilómetros, la Orbea Girona Gravel Ride rodea Les Gavarres
El gravel pretende el ciclismo democrático, en el que todos tengan su terreno, su opción, la Orbea Girona Gravel Ride es el guiño de la Sea Otter Europe a ese ciclista que sale sin mirar el reloj porque la vista se pierde en el paisaje.
Por eso Girona Gravel Ride plasma en un recorrido de 78 kilómetros, en forma circular, con salida y llegada en la Sea Otter Europe, combinando todos los elementos del gravel: leyenda y suciedad, con dureza contenida, belleza en el paisaje y un punto de exploración.
Son 78 kilómetros y poco más de 770 metros de desnivel
No se buscan machadas, ni héroes, se requieren exploradores, con ganas de ver y experimentar un ciclismo que no es una moda, es una forma de entender la vida.
Orbea Girona Gravel Ride, las raíces
La vinculación de Girona con el ciclismo es un binomio que viene de largo.
Jordi Cantal, inventor también de la Pirinexus, entabló en su día amistad con los no pocos ciclistas profesionales que se instalan en Girona.
Algunos como David Millar, excéntrico, un historia en sí misma, y Michael Barry le preguntaban por algo diferente…
«Me pedían ir por pistas en pretemporada, no necesariamente por sendas de mountain bike y sí por lugares singulares que les evadiese de tanta carretera» rememora Jordi.
Han pasado más diez años de aquellas salidas de amigos, por medio de sitios inexplorados por muchos y hoy esas pistas son el «sofrito» de la prueba gravel de la Sea Otter Europe.
Orbea Girona Gravel Ride, el recorrido
Son 78 kilómetros para «disfrutar del gravel, con dificultad contenida y dos tramos tan solo de cierta dificultad técnica. Son sólo dos porque el objetivo es abrir el abanico a la mayor cantidad de gente que quiera disfrutar de una matinal de ciclismo tranquilo alejado del asfalto«.
La salida se toma mirando al Pirineo, desde el recinto de la Sea Otter Europe, dirección norte.
Son kilómetros llanos, en el sentido del río Ter, pistas cómodas y anchas.
La pista sigue su curso hasta que se gira a la derecha, en sentido a Les Gavarres, tras bordear el bello pueblo de Monells, un precioso conjunto medieval.
La primera subida se sitúa en la zona de Montnegre y luego dirección a Sant Miquel, un pequeño castillo que oteaba los valles hace varios siglos, aunque sin llegar al mismo.
Lo cierto es que el asfalto también aparece en alguna zona, hay algo más de veinte kilómetros, pero son tramos tranquilos, con el objetivo de enlazar sectores de tierra.
También se pasa cerca de otro punto emblemático entre los ciclistas del lugar, Els Angels.
El camino aquí ya es de vuelta, y por el Valle de Sant Daniel, siguiendo el río Galligants, el ciclista estará de nuevo en el recinto de la Sea Otter.


Entrada de nuevo a Girona
Se prevé que los corredores más veloces acaben la ruta en unas tres horas, y los que quieran paladear mejor cada recodo en cuatro o cuatro y media.
El gravel gana terreno «hace unos dos años que suena, a raíz de la Strade Bianche y mira qué recorrido a realizado. El sterrato, la tierra, tiene atractivo, es épico y hasta cierto punto heroico. A la gente le gusta» nos confiesa Jordi.
«Soy cada vez más amante del ciclismo clásico frente al carbono» añade.
Y concluye «que haya un poco de suciedad siempre está bien«.
La Orbea Girona Gravel Ride ofrece ese punto épico en vuestra vida ciclista
Ciclismo antiguo
Tour 1992, eso ya no volverá
Publicado
2 semanas atrásen
22 de junio, 2022Por
Iban Vega

Por muchos motivos el Tour 1992 es irrepetible
El otro día me invitaron al ejercicio «friki» que el amigo Miguel González propone cada semana con su Pedal Vintage para hablar del Tour 1992.
La efeméride, ojo que pesa, cumple treinta añazos, treinta primaveras de nuestra vida que delata un poco la edad que tenemos cada uno.
Lo cierto es que sumergirse en un podcast tan metódico y concienzudo tiene ventajas intangibles, como el echar mano de los recuerdos que te quedan y de los que ya habías pasado página.
De aquel Tour guardo grandes instantes, como todos los que lo vivieron de mi generación o anteriores, pero hablar con Miguel tiene un plus de memoria que te hace entrar en trance.
Recordar y contar lo que tenemos sobre el Tour 1992 es un viaje a un ciclismo del que nunca quisimos salir.
Me pilló con la edad de mi hijo ahora mismo, con los mismos sueños y anhelos, con pensamientos tan alejados de lo que en realidad pasaba que hoy cuesta casi admitirlo.
Pero fue el primer ciclismo de los muchos que pululamos por las redes, el ciclismo de unos corredores que no pensaban en mañana, si podían competir con todo hoy, de unos ciclistas que afrontaban unas salvajadas de etapas que hoy no entrarían en el molde.
En la charla, con Miguel ya hablamos del prólogo de San Sebastián y cómo el dorsal 1, Miguel Indurain sale con todos los cohetes para ser el primer líder delante de su afición.
No contentos con eso, los grandes nombres ya se pusieron delante en el primer puerto de entidad, el Marie Blanque que no vio la QH este sábado, para empezar a marcar paquete.
Aquella carrera fue, podríamos decir, deforme, pues partía con varios condicionantes, la salida de San Sebastián diezmaba los Pirineos y se tenía que rendir visita a varios países europeos por el trabado de Maastricht.
Que la montaña estuviera concentrada no quitó que hubiera gresca casi a diario, un dato que refleja la cantidad de sprints masivos que se vieron.
Especial fue aquella etapa de Bruselas, bajo el diluvió, con el Kapelmuur y Chiapucci y Lemond poniendo las cosas muy tensas.
Fue un Tour de quiero y no puedo para muchos, pues lo que sucedió en Luxemburgo trascendió la historia: una crono, más de 60 kilómetros, tres ciclistas doblados y la seguridad de que mientras Indurain fuera de la partida y estuviera bien, el Tour no iba a ser para otro.
Para quienes dicen que una crono hace un daño terrible a una grande, la reacción monumental de Claudio Chiapucci en Sestriere, si no la etapa de nuestras vidas, en el top 3 de siempre.
Ese día Indurain sentenció el Tour, entre la nebulosa de una pájara final y la caída total de la oposición de Gianni Bugno.
Días así, de 60 kilómetros contra el reloj, de 250 kilómetros por la montaña, competidos como si no hubiera un mañana… eso era otro ciclismo.
Y ojo que no quiero decir que ese ciclismo fuera mejor, tampoco peor, era diferente, al que estaba acostumbrado entonces y sí, lo extraño.
El Tour que empieza en unos días casi no ofrece etapas que podamos imaginarlos llegando de uno en uno, al mismo tiempo empieza a anunciar superequipos que no dejarán nada al azar y el control numérico se impondrá.
Espero equivocarme, mientras seguiré recordando aquellas carreras que nos tuvieron seis horas delante de la televisión.
Imagen: Diario Vasco
Noticias de ciclismo
Pirinexus Challenge: la cara más amable y menos conocida de los Pirineos
Publicado
3 semanas atrásen
15 de junio, 2022Por
Iban Vega

Larga distancia, paisaje y ciclismo íntimo esperan en la Pirinexus Challenge
Hace diez años un reto se propuso un reto en la Unión Europea, su nombre fue Pirinexus y no era otra cosa que una ruta ideada desde el consorcio de Vies Verdes de Girona uniendo varios puntos a un lado y otro de los Pirineos.
Con un fondo comunitario dedicado a su creación, la ruta pasó del papel al territorio.
Se señalaron rutas, curvas, en medio de la nada, entre bosques, los contrafuertes de la montaña, un círculo en el mapa que creció y se hizo mayor con lo más importante, el beneplácito de los ciclistas.
La Pirinexus, como su nombre indica, unía lugares, puntos más allá de la frontera, el Vallespir con otros de Girona, ese sitio que alguien cinceló para que los ciclistas se explayaran.
Y para ello se dispuso de una ruta de 350 kilómetros por carreteras secundarias que invitaban a aquello que un día idearon los randonneurs, esos magos de la larga distancia, que encontraban el placer en el pedalear sin prisa, pero por horas y horas, por medio mundo.
En las entrañas de la Pirinexus
Jordi Cantal fue el ideador de todo esto.
Un día tomó un mapa, recorrió con su dedo el contorno de los Pirineos, pensó en lo que sería la Pirinexus y se propuso recorrerla en 24 horas, o menos.
“Me salieron veinte horas, al final. Me fui al Patronat de Vies Verdes para presentar un proyecto de reto, una challenge que se hiciera de un tirón pero en un marco horario: de sol a sol».
Así nació la Pirinexus Challenge, un libro de hojas blancas para el gravel tranquilo, que busca respirar en parajes únicos, íntimos, en terreno fronterizo.
En 2015 se celebró la primera edición, con doce equipos, pues se realizó a relevos.
Con el tiempo entró en el programa de la Sea Otter Europe, formando parte ahora mismo de su programa deportivo.
Este año será el 24 de septiembre.
Se trata de una propuesta diferente, porque es el ciclismo de larga distancia, el alejado de toda prisa y que respira en una cita de frenética actividad.
Un reto non stop que prevé reunir ciclistas con todo tipo de pretensiones: acabar, explorar límites y buscar la compañía del sol
Por delante una propuesta redondeada en 335 kilómetros, que se inicia de madrugada con tiempo para finalizarla hasta la media noche.
Un reto cambiante, con tierra y asfalto que propone diversión, variedad y ciclismo en esencia.
El lado menos conocido de los Pirineos
En el mapa sería el tramo más a la derecha, en la realidad son los Pirineos menos conocidos, aquellos que pierden altura porque el Mediterráneo les reclama.
La Challenge Pirinexus no pretende el Tourmalet, ni el Aubisque, pero el límite del horizonte dibuja el perfil mismo del placer.
Su desnivel, unos 3500 metros en 335 kilómetros, habla del placer de rodar y rodar.
Los tres grandes escenarios
Si la ruta ofrece sorpresas, ya vendrán, pero a priori la Pirinexus esconde algunos tesoros que pueden ser dibujados.
Uno es la bajada del Coll d´ Ares hacia el Vallespir, ya en Francia: “es asfalto rugoso, típico, los paisajes llenan la mirada”.
Otro el Coll de Panissar, que marca el regreso a Girona, cerca de Le Perthus, con L´ Empordá ahí abajo.
El último la leyenda e historia de Empúries y el eterno legado griego que nos ha dejado.
Mejoras en el recorrido
Para quienes tengan referencias de experiencias pasadas, hay que anotar algunas mejoras en el recorrido que evidencian la apuesta del territorio por esta fórmula.
Así las cosas, en el tramo de Sant Joan de les Abadesses a Ripoll se ha propuesto una vía completamente nueva que incluso incorpora algún puente.
También señalar que en Platja d´ Aro se han mejorado los carriles bici de forma paralela a la carretera.
Recordemos que este año la ruta será en sentido de las agujas del reloj…


Tour 2022: La semana fantástica de Van Aert


Tour 2022: El público no puede dar que hablar


Tour 2022: Siempre a favor del pavés, pero con medida


Las increíbles historias de Perico en el Tour


Tour 2022: No hay palabras para Pogacar


¿Habría sitio en este ciclismo para un corredor como Eduardo Chozas?


Tour 2022 para inquietos – vol I


Angel María de Pablos: «Fignon me dio una entrevista en español sin problema»


David de la Cruz: «He crecido en el cambio»


Eduard Prades: «Puedo decir que no he tenido un buen padrino»


El ciclista debería escuchar lo que se dice y se piensa de él


La desconexión entre el aficionado, Movistar y Enric Mas empieza a ser notable


Tour 1983: Angel Arroyo le dio la vuelta a la tortilla


Tour 1983: Cuando Perico fue el loco de los Pirineos


Tour 1992, eso ya no volverá
Mañana Pogacar sentencia el Tour #TDF2022
Lo habéis visto, no??? #TDF2022
130 kilómetros y más de 10 ataques después, Van Aert es cazado #TDF2022
El solo de Van Aert de hoy pasa a la historia con letras grandes. ¿Cuántas veces en nuestra vida hemos visto un maillot jaune hacer esto? #TDF2022
Como aficionado que le gusta el lío, lo de Van Aert es una bendición. No existe otra opinión. Queremos palos, ahí los llevas...
Si fuéramos directores de equipo, entonces, la cosa cambia, pero es su rol, así que ponedle una vela en ese altar que le vamos a dedicar. #TDF2022
Lo + leído
- Opinión ciclista4 días atrás
El ciclista debería escuchar lo que se dice y se piensa de él
- Enric Mas6 días atrás
La desconexión entre el aficionado, Movistar y Enric Mas empieza a ser notable
- Ciclismo antiguo2 semanas atrás
Tour 1983: Angel Arroyo le dio la vuelta a la tortilla
- Ciclismo antiguo6 días atrás
Tour 1983: Cuando Perico fue el loco de los Pirineos
- Ciclismo antiguo2 semanas atrás
Tour 1992, eso ya no volverá
- Ciclismo1 semana atrás
Comparar Carlos Rodríguez con Juan Ayuso no sirve de nada
- Ciclismo antiguo18 horas atrás
Las increíbles historias de Perico en el Tour
- Ciclismo antiguo2 semanas atrás
Para calentar el Tour, de Merckx al vacío francés