Noticias de ciclismo
¿Vamos hacia ciclistas teledirigidos?
Publicado
3 años atrásen
Por
Iban Vega

La intuición del ciclista es un valor que cotiza a la baja
Si hace una semana rascamos entre los favoritos a Flandes, la opción de Alberto Bettiol no creo que surgiera en el primer sondeo.
El italiano entró en la parrilla de los posibles a raíz de las clásicas previas y lo bien que corrió, pero seguramente al menos diez nombres le habrían tomado ventaja en las quinielas previas.
Pero como otras tantas veces fallamos en el pronóstico, y lo hicimos por que, entre otras cosas, el ciclismo de clásicas sabes cómo empieza, pero nunca cómo va a acabar.
Sin embargo, la sensación de que Bettiol fue un merecido ganador, por su arrojo al atacar en el momento de los campeones y el trabajo de su equipo, se entremezcló con la fría sensación de que lo acabábamos de presenciar no estaba en los escritos.
Mirando el grupo que siguió a Bettiol, vimos unas cuantas estrellas que pasaron por Flandes con más pena que gloria, aguantando, nada más, el ritmo infernal de carrera y llegando en la panza del grupo.
¿No hubo margen para más?
Puede parece que opinar desde la comodidad del sofá sea sencillo, pero en este caso quizá no nos quedamos sólo con lo sucedido y sí con lo visto.
Y la sensación es que a este «star system» le falta algo para hacer este ciclismo diferente.
Sabemos que lo dan todo, que corren en el filo, que pasan por mil circunstancias, que un ángel de la guarda les salva en cada curva mal trazada, en cada adoquín traicionero, pero al margen de eso, nadie propone nada más allá de remar y remar, todos juntos, hasta que esto reviente por un lado.
¿Tan igualados están diez o quince tíos que nadie propone nada diferente?
A veces el ciclismo es un tema de actitud y personalidad.
El otro día hablamos de Eddy Merckx y lo complicado que le resultó ganar su primer Flandes, y en Facebook hubo quien lo puso como ejemplo de lo que es un corredo con hambre de ganar y corre con actitud.
Y echó de menos esa conducta entre los grandes nombres que opositaban a Flandes.
En el ciclismo moderno, asistimos, paulatinamente, a un empequeñecimiento del ciclista.
Gestas como la de Andrei Tchmil, el moldavo, ucranio o belga que atacó a sesenta de meta, en medio de un lodazal para ganar Roubaix, ya no las vemos y si lo hacemos lo celebramos como algo único, cuando cosas así son la esencia de estas carreras.
El ciclista contemporáneo es un atleta superpreparado que ha vendido sus sensaciones a un potenciómetro.
Mirad la reacción de Dan Martin cuando un impresentable le robó el suyo de su bicicleta en la caída de la Volta.
Dando por perdido el dispositivo, pidió al caco que al menos le pasaran los datos a su doctor.
En el propio Flandes, Jasper Philipsen se cae y lo primero que hace es arrancar su potenciómetro de la bicicleta.
Esto no es un alegato contra la tecnología, ni contra el potenciómetro, ni nada similar, es la constatación de que el ciclismo como lo entendíamos ha muerto y ahora todo entra en una pantalla, desde las sensaciones hasta los valores más sofisticados.
Es como si el ciclista, entendido como tal, dejara de ser humano y sí una máquina guiada como quien hace correr a CR7 en un juego de la Play.
Por suerte, hay circunstancias, momentos de carrera, lecturas y otros contextos que a veces rompen esa línea y nos dan ciclismo de ese que nos emociona y llena.
No son muchos, inclusos algunos, como la escapada de Froome para ganar el Giro, son fruto de un trabajo de orfebrería de los técnicos, pero haberlos, los hay.
Esperemos que sigan existiendo y por eso nos gustan carreras como Flandes o Roubaix, porque son eventos que ponen sobre el papel tantas variables que las mentes pensantes tienen que dejar cosas al azar.
Y el azar, amigos, emociona al ser humano, y si hay emoción hay ciclismo.
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Noticias de ciclismo
Tour 2022: No hay otro favorito que Pogacar
Publicado
4 horas atrásen
1 de julio, 2022Por
Iban Vega

El Tour 2022 puede situar a Pogacar en la mesa de los grandes de siempre
Con Tadej Pogacar en el Tour 2022 sucede una cosa, si él está bien y sale ileso de las primeras dificultades, como diría Taxi Key » se acabó la historia».
El año pasado, con una semana de Tour consumida, recuerdo que llamamos a nuestro amigo Chema Rodríguez al calor de la exhibición alpina de Pogacar.
Muchos dicen que la primera semana del pasado Tour fue excelente.
En la misma vimos shows de VDP y Van Aert, pero principalmente exhibiciones atemporales de Pogacar, ganador en la crono y barriendo rivales con una sonrisa en el rostro entre la Romme y la Colombiere.
Volviendo sobre la conversación del que fuera creador de El Ciclista -diario que sale en el famoso spot de la canción de la Vuelta 2022-, le preguntamos si podíamos empezar a hablar de Pogacar en clave de leyenda.
La respuesta fue que sí «sin duda, es algo que vemos cada cierto tiempo, en una o dos generaciones».
El dominio que alcanzó Pogacar en el pasado Tour fue tan demencial que para el 2022 no se nos ocurre otro nombre que él, sólo él.
Es cierto que como casi todos los que volaron muy alto en este deporte existe una latente expectación de inicio.
Todos le vemos como favorito, pero repasando la lista de rivales, albergando la esperanza que Roglic pueda estar al 100% más todos los que vienen por detrás, creemos que Tadej puede pasar sus problemillas.
Y los pasará, le aguardan unas primeras etapas muy complicadas, mucho en las que él precisamente tiene más que perder que nadie.
Sólo por eso, somos cautos.
Pero como decía al principio, si el esloveno pasa ileso por los puentes daneses y el pavés que muere en la entrada de Arenberg ya me diréis quién es el guapo que le puede discutir el trono.
¿Queréis saber cómo es el armario de UAE Team Emirates para el Tour de Francia?
Tiene una carrera a su medida, encadenados de montaña en los Alpes en los que ya ha demostrado que no le tiembla el pulso para tomar riesgos y acabar con los rivales, lejos de meta.
Luego unos Pirineos algo más suaves, sin tanto encadenado, pero con la certeza de que, si llega con otros, les va a dar matarile en meta.
Para acabar una crono en la que si tiene que jugarse los cuartos, lo hará sin mayor problema.
Ahora mismo es el ciclista franquicia del pelotón, su edad no es problema, su forma de encajar la carrera y las dificultades es admirable, yo sólo le veo vulnerable en el inicio.
Todos miramos también su equipo, pero este UAE, que pierde al lazarillo de los adoquines Matteo Trentin, es un equipo que poco o nada se puede cuestionar.
Pogacar tiene al lado suyo ciclistas que le pueden acompañar muy hasta arriba en las grandes etapas, combinado con auténticos trotones para los minutos de la basura.
El UAE no tiene el brillo, ni el tronío, que diría Ares, de Ineos o Jumbo, pero es compacto y no está compuesto por cualquiera
No sé si habrá tercer Tour para Tadel, pero ojo que de haberlo, el chavalillo que dice que la prioridad es pasarlo bien llamaría a la puerta de los grandes de siempre.
Ya come entre alguno de ellos, pero tres Tours… eso es un nivel en el que ahora mismo se prodigan otros tantos ciclistas: Philippe Thys, Louison Bobet y Greg Lemond.
Imagen: A.S.O./Pauline Ballet
Opinión ciclista
Orbea Girona Gravel Ride: En busca de ese punto épico
Publicado
3 días atrásen
28 de junio, 2022Por
Iban Vega

En 78 kilómetros, la Orbea Girona Gravel Ride rodea Les Gavarres
El gravel pretende el ciclismo democrático, en el que todos tengan su terreno, su opción, la Orbea Girona Gravel Ride es el guiño de la Sea Otter Europe a ese ciclista que sale sin mirar el reloj porque la vista se pierde en el paisaje.
Por eso Girona Gravel Ride plasma en un recorrido de 78 kilómetros, en forma circular, con salida y llegada en la Sea Otter Europe, combinando todos los elementos del gravel: leyenda y suciedad, con dureza contenida, belleza en el paisaje y un punto de exploración.
Son 78 kilómetros y poco más de 770 metros de desnivel
No se buscan machadas, ni héroes, se requieren exploradores, con ganas de ver y experimentar un ciclismo que no es una moda, es una forma de entender la vida.
Orbea Girona Gravel Ride, las raíces
La vinculación de Girona con el ciclismo es un binomio que viene de largo.
Jordi Cantal, inventor también de la Pirinexus, entabló en su día amistad con los no pocos ciclistas profesionales que se instalan en Girona.
Algunos como David Millar, excéntrico, un historia en sí misma, y Michael Barry le preguntaban por algo diferente…
«Me pedían ir por pistas en pretemporada, no necesariamente por sendas de mountain bike y sí por lugares singulares que les evadiese de tanta carretera» rememora Jordi.
Han pasado más diez años de aquellas salidas de amigos, por medio de sitios inexplorados por muchos y hoy esas pistas son el «sofrito» de la prueba gravel de la Sea Otter Europe.
Orbea Girona Gravel Ride, el recorrido
Son 78 kilómetros para «disfrutar del gravel, con dificultad contenida y dos tramos tan solo de cierta dificultad técnica. Son sólo dos porque el objetivo es abrir el abanico a la mayor cantidad de gente que quiera disfrutar de una matinal de ciclismo tranquilo alejado del asfalto«.
La salida se toma mirando al Pirineo, desde el recinto de la Sea Otter Europe, dirección norte.
Son kilómetros llanos, en el sentido del río Ter, pistas cómodas y anchas.
La pista sigue su curso hasta que se gira a la derecha, en sentido a Les Gavarres, tras bordear el bello pueblo de Monells, un precioso conjunto medieval.
La primera subida se sitúa en la zona de Montnegre y luego dirección a Sant Miquel, un pequeño castillo que oteaba los valles hace varios siglos, aunque sin llegar al mismo.
Lo cierto es que el asfalto también aparece en alguna zona, hay algo más de veinte kilómetros, pero son tramos tranquilos, con el objetivo de enlazar sectores de tierra.
También se pasa cerca de otro punto emblemático entre los ciclistas del lugar, Els Angels.
El camino aquí ya es de vuelta, y por el Valle de Sant Daniel, siguiendo el río Galligants, el ciclista estará de nuevo en el recinto de la Sea Otter.


Entrada de nuevo a Girona
Se prevé que los corredores más veloces acaben la ruta en unas tres horas, y los que quieran paladear mejor cada recodo en cuatro o cuatro y media.
El gravel gana terreno «hace unos dos años que suena, a raíz de la Strade Bianche y mira qué recorrido a realizado. El sterrato, la tierra, tiene atractivo, es épico y hasta cierto punto heroico. A la gente le gusta» nos confiesa Jordi.
«Soy cada vez más amante del ciclismo clásico frente al carbono» añade.
Y concluye «que haya un poco de suciedad siempre está bien«.
La Orbea Girona Gravel Ride ofrece ese punto épico en vuestra vida ciclista
Ciclismo antiguo
Tour 1992, eso ya no volverá
Publicado
1 semana atrásen
22 de junio, 2022Por
Iban Vega

Por muchos motivos el Tour 1992 es irrepetible
El otro día me invitaron al ejercicio «friki» que el amigo Miguel González propone cada semana con su Pedal Vintage para hablar del Tour 1992.
La efeméride, ojo que pesa, cumple treinta añazos, treinta primaveras de nuestra vida que delata un poco la edad que tenemos cada uno.
Lo cierto es que sumergirse en un podcast tan metódico y concienzudo tiene ventajas intangibles, como el echar mano de los recuerdos que te quedan y de los que ya habías pasado página.
De aquel Tour guardo grandes instantes, como todos los que lo vivieron de mi generación o anteriores, pero hablar con Miguel tiene un plus de memoria que te hace entrar en trance.
Recordar y contar lo que tenemos sobre el Tour 1992 es un viaje a un ciclismo del que nunca quisimos salir.
Me pilló con la edad de mi hijo ahora mismo, con los mismos sueños y anhelos, con pensamientos tan alejados de lo que en realidad pasaba que hoy cuesta casi admitirlo.
Pero fue el primer ciclismo de los muchos que pululamos por las redes, el ciclismo de unos corredores que no pensaban en mañana, si podían competir con todo hoy, de unos ciclistas que afrontaban unas salvajadas de etapas que hoy no entrarían en el molde.
En la charla, con Miguel ya hablamos del prólogo de San Sebastián y cómo el dorsal 1, Miguel Indurain sale con todos los cohetes para ser el primer líder delante de su afición.
No contentos con eso, los grandes nombres ya se pusieron delante en el primer puerto de entidad, el Marie Blanque que no vio la QH este sábado, para empezar a marcar paquete.
Aquella carrera fue, podríamos decir, deforme, pues partía con varios condicionantes, la salida de San Sebastián diezmaba los Pirineos y se tenía que rendir visita a varios países europeos por el trabado de Maastricht.
Que la montaña estuviera concentrada no quitó que hubiera gresca casi a diario, un dato que refleja la cantidad de sprints masivos que se vieron.
Especial fue aquella etapa de Bruselas, bajo el diluvió, con el Kapelmuur y Chiapucci y Lemond poniendo las cosas muy tensas.
Fue un Tour de quiero y no puedo para muchos, pues lo que sucedió en Luxemburgo trascendió la historia: una crono, más de 60 kilómetros, tres ciclistas doblados y la seguridad de que mientras Indurain fuera de la partida y estuviera bien, el Tour no iba a ser para otro.
Para quienes dicen que una crono hace un daño terrible a una grande, la reacción monumental de Claudio Chiapucci en Sestriere, si no la etapa de nuestras vidas, en el top 3 de siempre.
Ese día Indurain sentenció el Tour, entre la nebulosa de una pájara final y la caída total de la oposición de Gianni Bugno.
Días así, de 60 kilómetros contra el reloj, de 250 kilómetros por la montaña, competidos como si no hubiera un mañana… eso era otro ciclismo.
Y ojo que no quiero decir que ese ciclismo fuera mejor, tampoco peor, era diferente, al que estaba acostumbrado entonces y sí, lo extraño.
El Tour que empieza en unos días casi no ofrece etapas que podamos imaginarlos llegando de uno en uno, al mismo tiempo empieza a anunciar superequipos que no dejarán nada al azar y el control numérico se impondrá.
Espero equivocarme, mientras seguiré recordando aquellas carreras que nos tuvieron seis horas delante de la televisión.
Imagen: Diario Vasco
Noticias de ciclismo
Pirinexus Challenge: la cara más amable y menos conocida de los Pirineos
Publicado
2 semanas atrásen
15 de junio, 2022Por
Iban Vega

Larga distancia, paisaje y ciclismo íntimo esperan en la Pirinexus Challenge
Hace diez años un reto se propuso un reto en la Unión Europea, su nombre fue Pirinexus y no era otra cosa que una ruta ideada desde el consorcio de Vies Verdes de Girona uniendo varios puntos a un lado y otro de los Pirineos.
Con un fondo comunitario dedicado a su creación, la ruta pasó del papel al territorio.
Se señalaron rutas, curvas, en medio de la nada, entre bosques, los contrafuertes de la montaña, un círculo en el mapa que creció y se hizo mayor con lo más importante, el beneplácito de los ciclistas.
La Pirinexus, como su nombre indica, unía lugares, puntos más allá de la frontera, el Vallespir con otros de Girona, ese sitio que alguien cinceló para que los ciclistas se explayaran.
Y para ello se dispuso de una ruta de 350 kilómetros por carreteras secundarias que invitaban a aquello que un día idearon los randonneurs, esos magos de la larga distancia, que encontraban el placer en el pedalear sin prisa, pero por horas y horas, por medio mundo.
En las entrañas de la Pirinexus
Jordi Cantal fue el ideador de todo esto.
Un día tomó un mapa, recorrió con su dedo el contorno de los Pirineos, pensó en lo que sería la Pirinexus y se propuso recorrerla en 24 horas, o menos.
“Me salieron veinte horas, al final. Me fui al Patronat de Vies Verdes para presentar un proyecto de reto, una challenge que se hiciera de un tirón pero en un marco horario: de sol a sol».
Así nació la Pirinexus Challenge, un libro de hojas blancas para el gravel tranquilo, que busca respirar en parajes únicos, íntimos, en terreno fronterizo.
En 2015 se celebró la primera edición, con doce equipos, pues se realizó a relevos.
Con el tiempo entró en el programa de la Sea Otter Europe, formando parte ahora mismo de su programa deportivo.
Este año será el 24 de septiembre.
Se trata de una propuesta diferente, porque es el ciclismo de larga distancia, el alejado de toda prisa y que respira en una cita de frenética actividad.
Un reto non stop que prevé reunir ciclistas con todo tipo de pretensiones: acabar, explorar límites y buscar la compañía del sol
Por delante una propuesta redondeada en 335 kilómetros, que se inicia de madrugada con tiempo para finalizarla hasta la media noche.
Un reto cambiante, con tierra y asfalto que propone diversión, variedad y ciclismo en esencia.
El lado menos conocido de los Pirineos
En el mapa sería el tramo más a la derecha, en la realidad son los Pirineos menos conocidos, aquellos que pierden altura porque el Mediterráneo les reclama.
La Challenge Pirinexus no pretende el Tourmalet, ni el Aubisque, pero el límite del horizonte dibuja el perfil mismo del placer.
Su desnivel, unos 3500 metros en 335 kilómetros, habla del placer de rodar y rodar.
Los tres grandes escenarios
Si la ruta ofrece sorpresas, ya vendrán, pero a priori la Pirinexus esconde algunos tesoros que pueden ser dibujados.
Uno es la bajada del Coll d´ Ares hacia el Vallespir, ya en Francia: “es asfalto rugoso, típico, los paisajes llenan la mirada”.
Otro el Coll de Panissar, que marca el regreso a Girona, cerca de Le Perthus, con L´ Empordá ahí abajo.
El último la leyenda e historia de Empúries y el eterno legado griego que nos ha dejado.
Mejoras en el recorrido
Para quienes tengan referencias de experiencias pasadas, hay que anotar algunas mejoras en el recorrido que evidencian la apuesta del territorio por esta fórmula.
Así las cosas, en el tramo de Sant Joan de les Abadesses a Ripoll se ha propuesto una vía completamente nueva que incluso incorpora algún puente.
También señalar que en Platja d´ Aro se han mejorado los carriles bici de forma paralela a la carretera.
Recordemos que este año la ruta será en sentido de las agujas del reloj…


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#TDF2022
#TourParaCuriosos
Quien se fotografía con Francesco Moser es Angel María de Pablos y era la voz del primer ciclismo que vimos en directo en España.
Él y @viciosport cuentan cómo les despacharon de TVE.
Uno se enteró de casualidad, al otro le sacaron de un grupo de wasap
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ortosocial
14 de abril, 2019 En 23:09
esos ciclistas de los q ud habla no los vimos correr en television ud se esta imaginando carreras q no vio solo escucho o le contaron