Ciclismo de carretera
Trek Madone 8ª generación, todo en una bicicleta
Escaladora y aero al mismo tiempo, las nuevas Madone by Trek mantienen el nervio competitivo
Pudimos conocerlas antes de verlas en acción por la tele, ya a finales de mayo, y han entrado poco a poco en escena. Son las nuevas Trek Madone de 8ª generación que ruedan con los mejores ciclistas del mundo desde el Dauphiné y Vuelta a Suiza, pero que han desembarcado con todo su potencial estos días en el Tour de Francia.
Cabalgan por el mejor pelotón posible y ya han dado que hablar con Jasper Stuyven, quedando muy cerca de ganar la famosa etapa del sterrato en Troyes, Giulio Ciccone, entre los mejores del Galibier, y Mads Pedersen, jugándose los cuartos en las mejores volatas del mundo.
Rinden en todos los escenarios, al punto que no adivinas si es más aero o escaladora
Las nuevas Madone de Trek llegan con el objetivo de simplificar la oferta y aunar referencias. Poco a poco los tiempos de bicicletas aero y escaladoras en el catálogo quedan atrás. Ahora se quiere comer de los dos platos al mismo tiempo, dándole al ciclista lo mejor en cada caso, optimizando prestaciones como ligereza y aerodinámica, a gusto del recorrido y el piloto.
La bicicleta es elegante, defenderemos siempre las formas clásicas, pero con señas de identidad, como el IsoFlow, que hacen de cada máquina un objeto de deseo al que sacarle todo el partido y rendimiento. En nuestra salida comprobamos sus virtudes, incluso en medio de un aguacero seguido de una buena ración de frío, pero emocionados por montar algo tan nuevo y único.
Primeras impresiones
Las sensaciones iniciales entran por la vista. La limpieza de líneas conecta con la filosofía de bicicleta según los estándares de Trek, pero eso sí, con la firma visual que les hace más distinguibles.
Estéticamente los botellines planos y aeros nos gustan, dan sensación compacta, aunque en nuestro caso al intentar cambiarlos por unos clásicos y grandes, vimos que no cabían. Entendemos que la marca piensa en otras posibilidades de portabidones, tema importante para las salidas de verano.
La barra transversal nos gusta, es más estrecha que el modelo sólo aero, transmitiendo un aspecto más tradicional y ligero.
Por lo general, toda la tubería es más estrecha, preparada para un paso de rueda de hasta 32mm, aunque contrasta con la horquilla plana. El golpe visual es atractivo, esta horquilla le da un aire aero muy chulo, en contraposición con las patillas traseras, reducidas a la mínima expresión.
El IsoFlow queda encajado entre el tirante trasero y el tubo horizontal, no sin varias pruebas anteriores. Es ya un clásico para Trek, ese sistema que permite distinguirlas de lejos, incluso en las esas bicicletas negras con el nombre en mate tan difícil de leer si no estás muy cerca.
El ciclista más clásico posiblemente sea reacio a un sistema tan de Trek, aunque si entrase sólo en las prestaciones no cabría duda. En las salidas largas, la absorción que propicia el IsoFlow es muy apreciada.
Sobre la bicicleta
La bicicleta que probamos continua con esa tendencia de estrechar el manillar, unos 3 centímetros por lado, una cifra que se nota mucho en la conducción de la bicicleta, muy reactiva y con mejor agarre vertical y brazos menos abiertos cuando te pones de pie sobre la misma.
Rodando con ella, tenemos la oportunidad de comprobar como actúa el IsoFlow. Si bien estéticamente no acaba de convencer a todos, quizá a los ciclistas más clásicos, el trabajo de absorber impactos da resultados según ganamos kilómetros. Mejor absorción es más comodidad y por ende rendimiento.
Esta vez el IsoFlow viene más compacto y mantiene sus propiedades aerodinámicas.
Con ella podemos rodar acoplados y subir rápido, aunque queda saber cómo responde en las cuestas más exigentes. De inicio con un asiento más cerca del manillar, creemos que debe responder bien. Además es sencillo ponerse de pie.
Las llantas de 50mm que usamos están en el límite para no padecer el efecto vela en las bajadas. Aquí tenemos a partes iguales rapidez y rigidez, en la entrada de las curvas y la posibilidad de rodar bien acoplados en el llano.
En nuestra prueba tuvimos potenciómetro incluido y SRAM, como equipamiento transmisor.
Madone por Emonda
Ya lo podemos decir, la referencia Emonda quedará en la historia de la marca nacida en Waterloo, Wisconsin. Ahora hablaremos ya de Madone, esa subida cerca de Montecarlo en la que se han fraguado grandes leyendas y que conecta perfectamente con el gen competitivo que Trek infiere en todos sus modelos, un gen que entra en vena en esta octava generación de la Madone.
En el catálogo la firma nos propone ocho modelos, cuatro y cuatro entre serie SLR y SL. La línea la marca la calidad del carbono, en el primer escalón, se ofrece una referencia de aluminio más resistente y ligero, buscando un equilibrio que el equipo de Trek ha demostrado que no es imposible: subir como la Emoda y volar como la Madone.
Todo fruto del feedback de los dos equipos ciclistas, masculino y femenino en carretera y pruebas en el túnel de viento. Todos han sido proactivos, pero en especial corredores a los que tenemos en alta estima, como el danés Mads Pedersen, siempre solicito.
Fruto de este trabajo, tenemos ahí el último paso de Trek.
Imágenes de acción: A.S.O- Billy Ceusters
Ciclismo
¿Cómo elegir tu bicicleta de carretera?
Hay una bicicleta de carretera para cada tipo de ciclista
Llega el momento de dar el paso, mirar una bicicleta de carretera, meterse en el mundillo maravilloso e infinito del ciclismo y queda la duda ¿qué bicicleta miro?.
Escoger una bicicleta de carretera parece una tarea complicada, pero en esencia no lo es si se hace en los pasos adecuados. Por ejemplo, habéis pensando en haceros un estudio biomecánico, sé que pudo sonar a extravagancia hace un tiempo, pero actualmente es una previa muy útil para iniciar el proceso de compra de una bicicleta de carretera.
Pensad que en un estudio de biomecánica se afina la calidad de la pedalada, la postura, la comodidad, y en definitiva el nivel de felicidad al salir en bicicleta, pues unas buenas medidas y geometrías protegen la espalda, las rodillas, la cadera… todo.
¿Para qué quiero la bicicleta?
Luego viene la pregunta sobre el uso y objetivo de la nueva bicicleta. Hay que mirarse y ser sincero con uno mismo, ver qué se pretende de la misma: volar en el llano, arriesgar en el descenso, subir como un pájaro, hacer todo a la vez o, simplemente, salir a jugar y disfrutar.
Entrar en una web de bicicletas de carretera ya facilita mucho las cosas y permite responder a esas preguntas.
Bicicletas aero para restar segundos
Si tenemos un animal competitivo dentro, si cada salida es una prueba a muerte de nuestro amor por el ciclismo y la exploración de nuestros límites ahí están las bicicletas de carretera aero, esas que te permiten acoplarse 100 x 100 a la máquina para cumplir con las medias más exigentes.
Son bicicletas de geometría agresiva y sillín alto respecto al manillar, ojo que esa inclinación acentuada que pone a prueba las lumbares. No es sencillo domarla, es nerviosa en las curvas, en los descensos pide caña y agresividad, trazada con cierto riesgo y en los llanos invita a volar.
Hacerse con una de ellas, implica estado de forma importante y un buen “core” para poder sacarle todo el jugo.
Suelen ser la bicicletas que vemos por la televisión en el World Tour. Las utilizan las estrellas porque nacieron para machacarlas, su diseño es aerodinámico hasta el más mínimo detalle y las últimas ya vienen con todo integrado: cambio eléctrico, cables de freno por dentro del manillar y el cuadro.
Son, a la vista, las más espectaculares.
Bicicletas racing para conquistar montañas
Pero hay vida más allá del rendimiento. Entramos en las bicicletas de carreras de toda la vida, bicicletas racing que también podríamos llamar escaladoras: su postura no es aerodinámica, el ciclista va más alto, puede cogerse de la parte alta del manillar y desplegar habilidades ante uno de los escenarios más queridos por el buen ciclista: la escalada.
Son bicicletas que se remontan a una geometría más clásica, aparecen finas y desnudas, desprovistas de todo aquello que no sea necesario tener, porque ponen acento en el peso, igual que en los desarrollos, pensados para trepar y trepar sin más objetivo que ganarle metros de desnivel a cada salida y acabar el día sabiendo que has hecho un trabajo de calidad.
Bicicletas sport y gran fondo, las más cómodas
Cuando decimos sport, hablamos de bicicletas que buscan meter el gusanillo del ciclismo al aficionado. Acostumbran a ser cuadros de aluminio y en ocasiones con horquillas de carbono. Su geometría es cómoda, no implica posiciones forzadas y busca que las primeras salidas en bicicleta sean “disfrutonas”.
Un paso más allá, las bicicletas de gran fondo se piensan para los coleccionistas de kilómetros y grandes salidas. La palabra vuelve a ser comodidad, con un manillar que no implica ir recostado, y con una geometría en la que no importa el rendimiento ni la aerodinámica.
Cabe señalar que, desde hace unos años, en todas las versiones que hemos ido comentando, las marcas incorporan su gamma femenina, con geometrías y disposiciones pensadas para que las mujeres saquen todo el provecho a su máquina.
Bicicletas de triatlón, de pista, eléctricas…
Aunque minoritarias, las bicicletas de triatlón tienen la facultad de no dejar a nadie indiferente. Pensadas para rodar muy rápido, el acople del ciclista sobre las mismas es total, con la incorporación de un manillar de triatleta, la famosa “cabra”, y una posición tan forzada como aerodinámica sobre la máquina.
Las bicicletas de pista podrían ser el kilómetro 0 de la evolución de este maravilloso invento. Sin desarrollos, piñón fijo, sin cables de freno, están desnudas a nuestros ojos, solo cuadro, manillar, ruedas, pedales y cadena. Son perfectas para rodar en la elipse del velódromo, pero también inspiran las fixies que tantas veces vemos por las calles de ciudades eminentemente planas.
Y es que por las ciudades, crecen y de qué manera, también las bicicletas eléctricas, pensadas para añadir poder a cada pedalada y que han servido para que tantas personas que se habían “descolgado” del ciclismo vuelvan a rodar en sus grupetas de toda la vida.
Ya lo veis, hay tantas bicicletas, como personas quieran probarlas, montarlas y disfrutar, la bicicleta es democrática, vale para todo y para todos, sólo es cuestión de montar y echar a andar.
Ciclismo de carretera
Ruta Cicloturista Transcastelló: Ciclismo por el 100% de Castellón
El mejor ciclismo por el corazón de la Provincia de Castellón
Los amantes de la bicicleta y el ciclismo tienen en la Ruta Transcastelló una de las rutas más atractivas de ciclismo del arco mediterráneo. Un recorrido circular que transcurre por espectaculares parajes naturales a lo largo de un recorrido de más de 500 kilómetros que también acercan al ciclista al patrimonio histórico y cultural de la provincia de Castellón.
La provincia de Castellón se ha convertido en todo un punto de referencia para los aficionados a la bicicleta. La provincia más septentrional de la Comunidad Valenciana ofrece una diversidad de paisajes y una rica cultura que la convierte en un destino ideal para los amantes del ciclismo tanto de carretera como de montaña. Un marco perfecto que se acompaña del suave clima Mediterráneo durante la práctica totalidad del año idóneo para la práctica del ciclismo.
Y especialmente éstos últimos encuentran en las pistas y sendas castellonenses un amplio abanico de alternativas dada la escarpada orografía que tiene un territorio plagado de parques naturales y entornos naturales únicos. En este escenario se encuentra la Ruta Transcastelló, un recorrido circular de más de 500 kilómetros que atraviesa tanto montañas como llanuras, brindando una experiencia única para ciclistas de todos los niveles. Una ruta que no solo permite descubrir la naturaleza en su estado más puro, sino también explorar el patrimonio histórico y cultural de los pequeños pueblos que salpican cada una de sus comarcas.
Ruta Cicloturista Transcastelló; un desafío apto para todos
Bajo el amparo del Patronato de Turismo de Castellón, la Ruta Transcastelló nació con el objetivo de promover el cicloturismo en la provincia y fomentar el contacto con el entorno natural de una manera sostenible. Para ello se diseñó un trazado con el objetivo de unir las principales áreas de interés natural y cultural, para convertirle no sólo en un reto deportivo, sino también una oportunidad para conocer los secretos mejor guardados de la provincia.
Se trata de una travesía diseñada para ser accesible a ciclistas de todo tipo de condición física. A pesar de contar con un trazado predeterminado, esta ruta no cuenta con un punto de salida y llegada fijo, si no que se puede empezar y finalizar en cualquiera de sus puntos de paso, de manera que sea el propio deportista el que escoja una única etapa a recorrer, encadenar varias de ellas o, para los más experimentados, hacerla en su totalidad.
Además, existen numerosos servicios a lo largo del recorrido que facilitan la experiencia del cicloturista. Desde alojamientos rurales hasta talleres de reparación de bicicletas, la provincia de Castellón está bien preparada para recibir a los amantes de las dos ruedas. Además, el apoyo local, sumado a la creciente popularidad del cicloturismo, ha hecho que la Ruta Transcastelló se consolide como una de las principales ofertas turísticas de esta privilegiada zona mediterránea. Y todo ello pasando por entornos de alto valor natural y paisajístico como el Desert de les Palmes tan cercano a Castellón y Benicàssim, la sierras de Irta, Valldangel y Espadáb, la comarca de Els Ports o el macizo del Penyagolosa, entre otros.
Un recorrido a medida de cada ciclista
De esta manera, la Ruta Transcastelló ofrece un amplio abanico de posibilidades al ciclista que quiera disfrutar de una simple jornada o a aquel que quiera emprender una auténtica aventura. Algo que se puede afrontar sin problemas y sin llevar un abultado y pesado equipaje a cuestas, gracias a las numerosas localidades que atraviesa, con todo tipo de servicios y comodidades.
No obstante, y a pesar de no contar con un punto de salida y meta fijo, si que se puede delimitar una serie de etapas a recorrer. Una serie de etapas que no disponen de señalización propia pero si que se pueden seguir a través de un track que completa un atractivo recorrido circular. Así pues, y dado su carácter libre que permite al ciclista abordarla de forma autónoma, cada usuario puede decidir donde empezar esta aventura de forma personalizada.
Tomando como hipotético punto de partida la localidad de Benicàssim, la Ruta Transcastelló se adentra al corazón de la provincia rumbo a poblaciones como La Pobla Tornesa, Vilafamés o San Joan de Moró en plena comarca de la Plana Alta. Un primer tramo se caracteriza por su suavidad, con pendientes ligeras y paisajes que van tornándose más agrestes conforme se avanza hacia las montañas.
Algo que el ciclista se encontrará de manera paulatina de camino a Ribesalbes, Toga y Fuentes de Ayódar, en dirección al interior de la provincia de Castellón, antes de emprende un giro hacia el norte rumbo a Zucaina. Aquí, el ciclista ya se encontrará inmerso en el Alto Mijares con las cumbres del Penyagolosa como siguiente punto de referencia.
Desde este punto la ruta continuará hacia el norte de la provincia hacia Vistabella del Maestrat, Villafranca del Cid y Morella como parada obligatoria para disfrutar de uno de los pueblos más pintorescos y mejor conservados de la provincia de Castellón en un entorno inigualable y una gastronomía exquisita.
De camino a la costa, los aventureros pasarán por Catí, Tirig o Sant Mateu o ya en la comarca del Bajo Maestrazgo, con rumbo a Peñíscola, para volver a pedalear junto al Mediterráneo hasta Alcossebre. A partir de ahí la ruta volverá de nuevo al interior para pasar por Coves de Vinromà, Vilanova d’Alcolea y Cabanes, para enfilar de nuevo camino a Benicassim.
Toda una aventura a media de cada ciclista que se presenta como la mejor invitación a descubrir una provincia diversa y rica en historia, cultura y naturaleza, a través de rutas, pistas de lo más variadas, que convierten a la Ruta Transcastelló en un punto de referencia para todo amante del ciclismo.
La presente actuación se enmarca en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia del Gobierno de España, financiado por la Unión Europea-Next Generation-EU. Esta ayuda se incardina en el Componente 14 Inversión 1 del Plan de Recuperación, denominado «Transformación del Modelo Turístico hacia la Sostenibilidad”.
Ciclismo antiguo
Charly Gaul, el mejor ciclista que dio Luxemburgo
Cuando la carretera miraba al cielo, Charly Gaul sacaba la clase
Charly Gaul, el famoso ciclista de otros tiempos, oriundo del Ducado de Luxemburgo, y más concretamente nacido en la localidad de Pfanffentnal, con data el 6 de diciembre de 1932, es decir casi 90 años, fue un corredor de los que dejaron huella en los anales históricos del deporte de las dos ruedas y muy particularmente a raíz de sus actuaciones sobresalientes en las altas cumbres.
Podemos afirmar que fue una estrella rutilante que brilló con cierta soltura en estas lides del pedal cuando la carretera enfilaba cuesta arriba, hacia la cima de turno. En su época la supremacía desplegada en esta modalidad podía paragonarse o ponerse en paralelo a la realizada en campaña por nuestro conocido representante español apelado Federico Martín Bahamontes.
Años más tarde, surgió en este campo y como escalador también nato el malogrado italiano Marco Pantani, que se mostró igualmente muy belicoso en los puertos de alta montaña. Campeones de esta índole no surgen así como así todos los días. Son estrellas que surgen de manera intermitente en el firmamento rutero.
Un meteoro llamado Gaul
Sabido es que este pequeño Ducado de Luxemburgo, situado en frontera al lado de Francia, Bélgica y Alemania, no era tierra de campeones. Como excepción cabía señalar a un tal François Faber, que se permitió el lujo de ganar el Tour del año 1909, y, años más tarde, a Nicolás Frantz, más popular en los ambientes ciclistas, que llegó a París como vencedor en las ediciones pertenecientes a los años 1927 y 1928. En aquel diminuto país, sin apenas tradición ciclista, surgió inesperadamente aquel famoso meteoro llamado Charly Gaul, que pronto se hizo valer en los foros internacionales.
Para los que hemos tenido la oportunidad de seguir de cerca las hazañas vividas en aquellos tiempos de antaño, cuando el deporte de la bicicleta se valía más de la individualidad del individuo más los protagonismos colectivos, léase movimiento actual, nos es fácil recordar con cierto entusiasmo aquellas gestas un tanto heroicas escritas sobre el asfalto por los verdaderos esforzados de la ruta. Queremos hacer mención ahora de este corredor luxemburgués de excepción que en estas fechas precisamente son coincidentes con el décimo aniversario de su muerte acontecida en el 2005.
Cabe afirmar sin lugar a dudas que Gaul, con su estatura de un metro con 73 y un peso liviano de 64 kilos, fue y ha sido el corredor ciclista de más prestigio que ha dado el Gran Ducado, más que los mismos hermanos Schleck, compatriotas fugaces si se quiere.
Es razón más que suficiente el anotar sus dos victorias absolutas en el Giro de Italia, y una en el Tour de Francia, en un plazo corto de tiempo, entre los años 1956 y 1959, en su época pletórica dorada. Su carrera activa y básica se centró en el periodo comprendido entre la temporada de 1953 y su final en 1965; es decir, traducido en trece años dándole a los pedales, una faceta que se encuadra dentro de la normalidad. En el compendio de este tiempo logró oficialmente 52 victorias que engrosaron a su historial, una cifra de todas a todas nada despreciable.
Ágil como una gacela cuesta arriba
El luxemburgués tenía una capacidad de resistencia admirable dentro de unos cánones de excepción. Cultivó severamente su mejor arma que era la montaña. En aquellos tiempos las altas cumbres diseminadas a lo largo de las pruebas de largo kilometraje tenían un peso específico incalculable y hasta decisivo. Los futuros vencedores se valían de aquel privilegio. Hoy, en cambio, el prisma de la contienda marca otros derroteros y otras estrategias. A Gaul, sí lo recordamos, daba gusto el verle pedalear, el contemplar su marcha frenética cuando atacaba sin piedad a sus adversarios más directos, imprimiendo sobre sus piernas un ritmo acelerado y sin pausa. Nuestro Federico Martín Bahamontes, su rival más contundente, sabía bien de sobras lo que Gaul alentaba cuesta arriba. Sin pecar de ser exagerados, diremos que los dos marcaron en este sentido un hito positivo y emotivo a favor del ciclismo.
El Giro y el Tour, su hoja de ruta
A Charly Gaul los cronistas le asignaron variados adjetivos o apodos de elogio. El más elocuente fue aquel cuya transcripción se transparentaba bajo el título: “El ángel de las montañas”. Dentro del esfuerzo que realizaba, aparecía con su rostro inmutable y pétreo que no delataba el dolor que sufría su físico cuando la carretera se enfilaba hacia la cima perdida de un puerto. Contemplar su ágil pedaleo y hasta al son musical de su ritmo constante, era un espectáculo único que no olvidaremos. Todo nos hacía imaginar que salvaba la distancia con sendas alas invisibles atadas a los pies. Era un espectáculo digno que daba cierta conmoción para los que sentimos de cerca las grandezas que encierra este viejo deporte.
Por encima de todo, Gaul, aparte de ser un escalador excepcional, se desenvolvía más holgadamente en las carreras por etapas de largo kilometraje. Aunque sus prestaciones fueron ya conocidas y justamente divulgadas, destacó su tercer puesto en el Tour de Francia del año 1955, tras el francés Louison Bobet y el belga Jean Brankart. Consiguió, además, el Gran Premio de la Montaña, título que repitió al año siguiente.
El Tour que le fue más propicio fue el de l958, que venció sin paliativos sobre el italiano Vito Favero y el francés Raphael Geminiani, con victorias en las dos etapas de contrarreloj individual con meta en la cima del Mont Ventoux, y, días más tarde, en Dijon. Apuntamos, además de corrido, un majestuoso y victorioso recital llevado a cabo en el corazón de los Alpes, en la etapa que finalizó en Aix-les-Bains.
Recordamos también el protagonismo llevado a cabo por aquel dúo denominado Bahamontes-Gaul, con una estocada certera lanzada en el collado de Romeyère, en la etapa Saint-Étienne-Grenoble. Fue en aquella memorable jornada en donde el toledano Bahamontes vistió la camiseta amarilla como líder del Tour, que llevaría con toda honra hasta París ante el pasmo de miles y miles de aficionados. Eso en el año 1959, un Tour que no se nos va de la memoria.
El Giro de Italia, con todo, fue una prueba siempre apetecida por el corredor luxemburgués. Dio la campanada en el año 1956, gracias a la célebre etapa de las Dolomitas, en la cual se afrontó el temido Monte Bondone. En aquella jornada dantesca hubo de todo: lluvia, granizo, nieve y desatadas borrascas de viento.
El resultado fue que más de la mitad de participantes abandonaron la contienda, incapaces de resistir las pésimas condiciones climatológicas. Gaul, el gran vencedor del día, pasó de ocupar una vigesimocuarta posición desdibujada en la clasificación general a conquistar la camiseta rosa que distinguía al líder, llegando a Milán en apoteosis. Tenía tan sólo 24 años. Volvió a ganar en 1959. Logró por dos veces ser tercero en los años 1958 y 1960, y un cuarto en 1961.
Colofón final
Abandonó quizá algo pronto el duro deporte ciclista: a los 33 años. Un anuncio cayó un tanto de sorpresa; sin hacer ruido, en silencio. Se puede afirmar para los que tuvimos la suerte de conocerle personalmente, que era, por encima de todo, un hombre sencillo y sin alardes de pedantería como les acurre a tantos otros, sumergidos en la fama.
Era un hombre modesto y a la vez impenetrable; con aquella frialdad que su faz reflejaba frente a los sufrimientos que le ofrecía la ruta. No se nos olvida su diminuta e inconfundible figura, cuando se perdía como una exhalación tras unas revueltas en acusada pendiente. Fui testigo afortunado, singularizo diciéndolo, como seguidor cercano a sus proezas ciclistas, especialmente en el Tour de Francia, que me compensó con un buen signo.
Charly Gaul, con sus recitales, nos mostró las excelencias que me ha brindado este deporte. Es para mí una satisfacción el haber podido plasmar, siquiera someramente, algo en torno a este campeón a todas luces un tanto singular y muy propio en sus actitudes.
Por Gerardo Fuster
Ciclismo de carretera
Klasikoa: ¿La nueva vida de Marc Hirschi?
El pequeño pero gran palmarés de Marc Hirschi podría ir a más
Qué final más bello de la Klasikoa, tan bello como renovado, con la entrada de la pared de Pilotegi en el desenlace, la victoria de Marc Hirschi y el nuevo emplazamiento del podio, ahí, enfrente del Kursaal con el mar de fondo.
Al final el escenario natural se impone al camión podio.
Un fin de fiesta una Klasikoa muy condicionada por el último rebufo olímpico, con dificultades para verla en directo, pero con un desenlace que ha merecido la pena y que ha estado en consonancia con todo lo visto hasta la fecha.
UAE Team Emirates es el equipo del año, no quiere ganar, quiere copar, picar de todos los platos, con la mayor cantidad de manos además.
Anticipamos ayer, que el pronóstico de esta Klasikoa estaba muy abierto, pero que si alguna certeza teníamos es que un UAE podría estar delante.
Comentamos que Isaac del Todo era el ciclista más destacado, pero no el único, tras él señalábamos a Marc Hirschi.
El suizo, ¿qué queréis que os diga?, es un escándalo de ciclista, cuya pertenencia a este equipo he lamentado mil veces.
Es un corredor de registros, de capas, que solapadas y despegadas, es de lo mejor que te puedes cruzar en el pelotón.
Tiene además un bagaje importante, una cantidad de puntos y presencia que le sitúa arriba en los rankings.
¿El problema?
Que es el ciclista titular para muchas carreras que escapan del control del ojo del aficionado medio, y claro, no luce como cuando estaba en el que hoy es el DSM.
En la entrevista posterior a su victoria sobre Alaphilippe en San Sebastián, admitió que San Sebastián se equiparaba a la Flecha Valona y la etapa en el Tour de Francia dentro de sus triunfos más importantes.
Claro que todas las victorias cuentan, pero hay unas cuantas que marcan la diferencia, y a esas Marc Hirschi no ha tenido acceso en el UAE.
Lo que digo es un arma de doble filo, pues la competencia interna es brutal y te limita los objetivos, pero al mismo tiempo permite acciones colectivas como la de hoy, con Pavel Sivakov desgastando a los rivales y Hirschi bien rodeado por McNulty y Del Toro.
Con tales facilitadores es más sencillo ganar, pero a nosotros nos gustaba ese ciclista desacomplejado, solitario, garante de las soluciones más disfrutonas.
Dicen que Hirschi igual se va de UAE el año que viene, se habla del Tudor de Cancellara, igual ya es un hecho, pero no tengo constancia.
Un tipo así, en un equipo que sigue creciendo de esta manera, puede ser un espectáculo.
Que en breve cumplirá 26 años.
Imagen: FB Donostiako Klasikoa
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