Opinión ciclista
¿Qué hacemos con el #cuestacabrismo?
Publicado
3 años atrásen
Por
Escrihuela

Cuestas de cabras o #Cuestacabrismo: ¿Son tan necesarias?
En España se han ascendido en competición 41 altos o puertos de montañas, cuestas o rampas por encima del 20%, muy por encima de Italia con 21 y sobre todo Francia con tan sólo 6.
Andaba yo el lunes pasado viendo la contrarreloj inicial de Zumárraga en la Itzulia, una crono de unos 11 kilómetros que incluía el ascenso al terrible muro de La Antigua, todo un espectáculo.
Las cunetas de aquellos 2,2 kilómetros durísimos, nada menos que al 9,5% de pendiente, si bien el último, entero, al 15% con rampas de hasta el 21-22%, estaban abarrotadas de público, sobre todo en su inclinación más dura, allí donde el sufrimiento se convierte en un calvario.
Hace unos años, ya pudimos comprobar la exigencia de esta pared en la Itzulia de la temporada 2015, cuando una gran parte del pelotón, imaginamos que sorprendidos por semejante cuesta, no tuvo más remedio que echar pie a tierra.
Este año los pro repetían, aunque de manera individual, que es muy diferente a tener que afrontarla en un grupo numeroso, claro está, con la dificultad añadida al altísimo porcentaje de tener que sortear aficionados y ciclistas que se van clavando en el intento.
Además, se suponía que esta vez los corredores, o al menos los mecánicos de equipo, iban con la lección bien aprendida, y saldrían con los desarrollos acordes para acometer semejante bicharraco pavimentado.
De esta forma pude ver cómo los profesionales se comportaron como lo que son: auténticos profesionales, unos campeones que muy pocas veces se quejan de las putadas que les hacen obligándolos a subir este tipo de rampas inhumanas.
¡No toques al ciclista! Cualquier toque del público al pedalista puede terminar en una caída. Esto le pasó a George Bennett en la etapa 1 de la Vuelta al País Vasco#ElMundoRuedaXSeñal Nos puedes ver por la señal habitual ???? y vía streaming ???? en https://t.co/uCEcDv1EQq pic.twitter.com/PHTskTTr4H
— Señal Deportes (@SenalDeportes) April 8, 2019
A pesar de esto, no fueron pocos los que superaron esta tremenda cota a golpe de riñón, dando chepazos, pegando algún que otro bandazo, retorciéndose de manera literal, y casi clavándose en el asfalto.
En mi opinión, no hay nada más ridículo que ver a algunos corredores con la cabra subiendo por aquí, con lo que ello limita, porque la bici, de esta forma, no se puede bailar bien y, por supuesto, la postura es de lo más incómoda.
Incluso algún ciclista, como George Bennett del Jumbo Visma, tuvo que echar pie a tierra, dejando una imagen bastante surrealista del ciclismo y en lo que lo hemos convertido, porque… ¿qué estamos buscando con esto?
#Cuestacabrismo: ¿Acaso este sufrimiento al que exponemos a nuestros ciclistas no es lo más parecido a un circo romano?
Vamos, digo yo.
Porque es lo que hacemos, echamos a nuestros corredores a esos leones de cemento y de hormigón que se levantan rampantes a la espera de devorar al avezado ciclista que se atreva a desafiarles.
¿No es así?
Lo curioso del caso es que, al leer los comentarios de cómo se había vivido la jornada, al día siguiente, muchos echaban la culpa a los mecánicos por no haber acertado, o por no haber sabido, dar con el desarrollo adecuado para afrontar el repechón de La Antigua.
O sea, que la culpa toda es para el mecánico, que es un incompetente.
Igual que si el remero no rema es por culpa del remo.
Eso sí, en lo que casi todo el mundo estaba de acuerdo es que una CRI inicial con esa escalada a La Antigua no tenía ningún sentido.
Pero yo ahora quiero ir un poco más allá.
¿No será que igual los integrantes del equipo no estaban un poco engañados con la dureza real de estas rampas?
Vamos, que ni 21 ni 22%, que en ese tramo final el porcentaje tiene que ser, por fuerza, mucho más duro.
Por este motivo, me he puesto a indagar por la red de redes, porque yo además había leído, o había visto, y no me lo podía haber inventado, que lo más duro de La Antigua alcanzaba hasta un 30%.
Sí, como lo leéis.
Y en según qué sitios le dan hasta algo más.
Vamos a por los datos.
«Chafardeando» por Twitter, he encontrado, por ejemplo, que la página oficial del mismísimo Deceuninck-QuickSetp habla que “la contrarreloj de la Itzulia vio a los corredores asumir la corta pero brutal escalada de La Antigua, que presentaba una pendiente máxima del 30%”:
Como rareza, también he visto que el TL de una página… ¡finlandesa! como https://ammattipyoraily.wordpress.com/ que tiene casi 21 mil seguidores y es especialista en puertos de montaña, comentaba en su previa de la etapa que casi habrían tenido que elegir mejor una TT para subir a La Antigua y que “será interesante ver cuántos corredores tienen que poner sus pies en el suelo porque sus últimos 50 metros son del casi 30%”.
Si bien, especificaba que este dato no era oficial:
Aún no contento ni conforme con todos estos datos, he continuado indagando y buscando altimetrías de esta salvaje subida.
No dejes de experimentar sensaciones reales sobre una bicicleta eléctrica en cualquier subida que te propongas
En muchas de ellas queda especificado que el máximo oficial era el ya sabido: ese 21-22%, aunque en algunos sitios ya he visto que alguna marca un 23% y hasta incluso un 25%, con comentarios de este tipo:
Pero lo que ha sido «el no da más», es encontrar esta altimetría del amigo Asier, un guipúzcoano que conoce muy bien esta tierra y que suele publicar sus gráficas en páginas de prestigio como Altimetrías de Puertos de Montaña (APM).
En ella, como podéis observar, le da una máxima de hasta un… ¡33%!
Hasta esta altimetría he llegado, navegando por Internet y pasando de enlace a enlace, a través de la reconocida página de la Plataforma Recorridos Ciclistas (PRC) en la que efectúa un exhaustivo y detallado estudio sobre las rampas máximas superadas en competición.
Leed la entrada porque es imperdible.
En ella, estos amigos, explican que “han hecho una lista con los porcentajes máximos que se han superado en carreras profesionales, y para ello hemos puesto como límite que superen el 20%”.
Visto el impresionante catálogo, podréis ver que en este gran inventario no faltan puertos, muros, cuestas, rampas, paredes, etc., bien conocidos por todos nosotros.
También, claro está, nuestra querida amiga de La Antigua, si bien, los comentarios a este porcentaje es puesto en duda por los propios responsables que creen que “ese pico final del 33% es un poco exagerado” a lo que alguno ha contestado que “puede que sea exagerado, pero viendo la cuesta, un 23% parece poco para esa rampa justo antes de coronar”.
Sin embargo, lo que más me ha gustado de todo ha sido el alegato final que PRC ha hecho sobre este repertorio de puertos:
«La distribución por países está clara: dominan España e Italia, con 41 y 21 respectivamente; seguidos por Bélgica, con 8; mientras que en Francia se han subido 6; en Reino Unido 4: Estados Unidos y Austria 2; y con uno quedan Alemania, Irlanda, Holanda, Austria, Polonia, México y Malasia».
Curioso y para reflexionar ¿verdad?
En Francia sólo se han superado en competición seis puertos con ese porcentaje (o más), mientras que en España han sido nada menos que… ¡41!
Equidistante queda Italia, con 21, ni tan pocas rampas como en Francia ni tantas como en España.
La pregunta sería… ¿no será que en este país se está abusando demasiado de las cuestas de cabras?
Imágenes: © BORA – hansgrohe / Bettiniphoto
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Opinión ciclista
Orbea Girona Gravel Ride: En busca de ese punto épico
Publicado
3 días atrásen
28 de junio, 2022Por
Iban Vega

En 78 kilómetros, la Orbea Girona Gravel Ride rodea Les Gavarres
El gravel pretende el ciclismo democrático, en el que todos tengan su terreno, su opción, la Orbea Girona Gravel Ride es el guiño de la Sea Otter Europe a ese ciclista que sale sin mirar el reloj porque la vista se pierde en el paisaje.
Por eso Girona Gravel Ride plasma en un recorrido de 78 kilómetros, en forma circular, con salida y llegada en la Sea Otter Europe, combinando todos los elementos del gravel: leyenda y suciedad, con dureza contenida, belleza en el paisaje y un punto de exploración.
Son 78 kilómetros y poco más de 770 metros de desnivel
No se buscan machadas, ni héroes, se requieren exploradores, con ganas de ver y experimentar un ciclismo que no es una moda, es una forma de entender la vida.
Orbea Girona Gravel Ride, las raíces
La vinculación de Girona con el ciclismo es un binomio que viene de largo.
Jordi Cantal, inventor también de la Pirinexus, entabló en su día amistad con los no pocos ciclistas profesionales que se instalan en Girona.
Algunos como David Millar, excéntrico, un historia en sí misma, y Michael Barry le preguntaban por algo diferente…
«Me pedían ir por pistas en pretemporada, no necesariamente por sendas de mountain bike y sí por lugares singulares que les evadiese de tanta carretera» rememora Jordi.
Han pasado más diez años de aquellas salidas de amigos, por medio de sitios inexplorados por muchos y hoy esas pistas son el «sofrito» de la prueba gravel de la Sea Otter Europe.
Orbea Girona Gravel Ride, el recorrido
Son 78 kilómetros para «disfrutar del gravel, con dificultad contenida y dos tramos tan solo de cierta dificultad técnica. Son sólo dos porque el objetivo es abrir el abanico a la mayor cantidad de gente que quiera disfrutar de una matinal de ciclismo tranquilo alejado del asfalto«.
La salida se toma mirando al Pirineo, desde el recinto de la Sea Otter Europe, dirección norte.
Son kilómetros llanos, en el sentido del río Ter, pistas cómodas y anchas.
La pista sigue su curso hasta que se gira a la derecha, en sentido a Les Gavarres, tras bordear el bello pueblo de Monells, un precioso conjunto medieval.
La primera subida se sitúa en la zona de Montnegre y luego dirección a Sant Miquel, un pequeño castillo que oteaba los valles hace varios siglos, aunque sin llegar al mismo.
Lo cierto es que el asfalto también aparece en alguna zona, hay algo más de veinte kilómetros, pero son tramos tranquilos, con el objetivo de enlazar sectores de tierra.
También se pasa cerca de otro punto emblemático entre los ciclistas del lugar, Els Angels.
El camino aquí ya es de vuelta, y por el Valle de Sant Daniel, siguiendo el río Galligants, el ciclista estará de nuevo en el recinto de la Sea Otter.


Entrada de nuevo a Girona
Se prevé que los corredores más veloces acaben la ruta en unas tres horas, y los que quieran paladear mejor cada recodo en cuatro o cuatro y media.
El gravel gana terreno «hace unos dos años que suena, a raíz de la Strade Bianche y mira qué recorrido a realizado. El sterrato, la tierra, tiene atractivo, es épico y hasta cierto punto heroico. A la gente le gusta» nos confiesa Jordi.
«Soy cada vez más amante del ciclismo clásico frente al carbono» añade.
Y concluye «que haya un poco de suciedad siempre está bien«.
La Orbea Girona Gravel Ride ofrece ese punto épico en vuestra vida ciclista
Ciclismo antiguo
Marino Lejarreta siempre viajó en la clase noble del Giro
Publicado
2 meses atrásen
15 de mayo, 2022Por
Iban Vega

En el Giro Marino Lejarreta hizo grande su historia
El marationano Marino Lejarreta, el bien llamado “junco de Berriz, ha sido una de las grandes personalidades del ciclismo español en el Giro de Italia. E
l ciclista vizcaíno firmó siete participaciones en la grande rosa y todas las concluyó entre los diez primeros.
A esa benigna estadística, cabe añadirle que en cuatro de esas ediciones, Lejarreta concluyó las tres grandes el mismo año.
Su historia con Italia viene de dejos, del mismo momento que comprendió que allí podría tener una salida natural a su talento en una grande que le iba como anillo al dedo.
En ese tiempo conoció con monstruos como Saronni, Moser, Hinault, Roche y Visentini, entre otros.
Corría el año 83, el joven Marino debutaba en el Giro recién llegado de una Vuelta memorable en la que tuvo que declinar ante Hinault. Al fin, el de Berriz se veía en el Giro: “Llevaba cinco años de profesional pero hasta la fecha nunca había estado en el Giro, sí en alguna clásica italiana. Era una prueba que me apetecía mucho conocer”.
Con los colores del Alfa Lum, cierto sinsabor recorrió el cuerpo de Marino en su debut. Fue la edición que ganó Saronni y el recorrido dejó mucho que desear. “Fue una carrera muy suave –recuerda-. Se desvirtuó algo la idea que tenía de la carrera con esos grandes puertos de los que tanto había oído hablar”. En el balance, amén del sexto puesto, destaca la segunda plaza en Val Gardena donde perdió ante Mario Beccia, “me ganó al sprint tras haberlo intentado a 2 kilómetros” rememora. Un año después ganaría en ese mismo escenario, “mi día más feliz en Italia” admite. Allí vivió también uno de sus días más duros: “Bajábamos con frío y nieve y lo pasé muy mal. No controlas la bici, te duelen las manos y nunca ves el final”.
Para Marino “el ciclismo que se ve en el Giro es el típico italiano, muy de clásicas. Se ejerce un gran control por parte de los equipos de velocistas y uno se da cuenta que luchar contra eso es absurdo. La batalla suele platearse al final, sobretodo cuando la televisión entra en directo”.
Ese ciclismo a la italiana también se prolonga en las cuentas. Marino, muy querido siempre en Italia, no escatima elogios: “El público italiano es ciclista de toda la vida. No suele ser muy joven, pero sí muy entendido. Posiblemente sea el mejor que haya”. De sus siete Giros se declara admirado por “las Tres Cimas de Lavaredo. Estábamos a un kilómetro de meta y veía tanta gente montaña arriba que pensaba que habían subido más allá de meta”, para su desgracia el gentío se acaba en meta.
El Mortirolo es la subida más dura, pero fue en la Marmolada donde vivió un auténtico calvario en 1991. Ese día descubrió a uno de los corredores que más le ha impresionado: Franco Chioccioli. Lo mismo reconoce de Gianni Bugno, “ganó su Giro con una pierna” recuerda, y de Bernard Hinault.
Marino en el Giro
1983: 6º
1984 y 1987: 4º
1985 y 1991: 5º
1989: 10º
1990: 7º
Dos etapas ganadas
Ciclismo antiguo
El casi pleno de Miguel Indurain en el Giro de Italia
Publicado
2 meses atrásen
14 de mayo, 2022Por
Iban Vega

Indurain en el Giro: dos victorias y una tercera plaza
Sólo con esa estadística tan apabullante, uno toma conciencia de la naturalidad con la que ganaba el mejor ciclista español de la historia. Una naturalidad, sea dicho, no exenta de sufrimiento y obstáculos.
Indurain tuvo su estreno en el Giro en 1992, llegaba como ganador del Tour y un saco de incógnitas sobre sus opciones.
Preparar su segundo asalto a la Grande Boucle era su único objetivo en Italia pero, ganó: “Llegué con la incertidumbre propia de quien llega a una carrera que no conoce. Todos me comentaban que era una carrera muy a la italiana, donde los italianos atacaban mucho. Mi idea era preparar el Tour, aunque si la carrera se ponía tiro no se podía desaprovechar. Una vez salvamos la primera parte nos dimos cuenta de que podríamos luchar por la victoria”.
Se vistió de rosa en Arezzo y reforzó su liderato un día después en la crono de Sansepolcro.
Reconoce que “no fue una victoria fácil por que en definitiva no dejas de ser un rival para todos los italianos”, pese a ello reconoce haberse sentido “muy bien acogido por el público.
En alguna ocasión se oía hablar de alianzas entre corredores italianos –sobretodo en su segundo Giro- pero al final cada uno fue a lo suyo”.
Recuerda haberse sentido muy impresionado por los Dolomitas: “Son realmente impactantes por la cantidad de roca que se ve en las montañas y el gran ambiente que rodea la carrera. Son puertos que no tienen nada que envidiar a los del Tour”.
Un puerto, por encima del resto, es el más duro a su entender: el Mortirolo.
Pero no es el único: “El Stelvio no tiene tanto desnivel pero su longitud lo hace muy duro. La característica de las etapas de montaña del Giro es que los puertos se suceden casi sin descanso”.
Mortirolo y Stelvio son dos cimas que entraron en aquella fantástica jornada de ciclismo que fue la 15ª etapa del Giro de 1994 entre Merano y Aprica.
Un día extraordinario que hizo vivir a Miguel todos los estados del ciclismo, de la euforia del Mortirolo al calvario del Valico di Santa Cristina. Sobre aquel día ha sido peguntado mucho: “Fui muy bien, pero se me olvidó hidratarme y lo pagué caro”.
Indurain pasó de acariciar el rosa que vestía Berzin a despedirse de él, en espacio de media hora fruto de una tremenda pájara que sepultó sus opciones en el que podía haber sido su tercer Giro.
Sobre lo que rodea a la carrera está totalmente de acuerdo con que nos contó Marino Lejarreta hace unos días: “Para Italia el Giro es una fiesta. En mi época veíamos pueblos enteros que dejaban de trabajar por ver la carrera. No obstante la gente no sólo vive el Giro, sino todo el calendario en general. Sea en el norte o sur, siempre hay mucho seguimiento”.
Miguel en el Giro
1992 y 1993: 1º
1994: 3º
Cuatro etapas
Opinión ciclista
El Giro hizo muy bien saliendo de Hungría
Publicado
2 meses atrásen
9 de mayo, 2022Por
Iban Vega

El inicio del Giro de Hungría ha puesto otro país en el mapa de las grandes vueltas
Que el Giro, el Tour y la Vuelta de 2022 salgan, respectivamente, de Hungría, Dinamarca y Países Bajos es una noticia excelente por varios motivos.
El primero y principal, porque esto no deja de ser un negocio, es que las organizaciones se sacan una buena pasta para mejorar la calidad de sus eventos, hacerlos rentables y seguir adelante.
Dijo Contador en Eurosport que se sacaron nueve kilos y medio de euros, bien por Vegni.
Pero no sólo eso, que el Giro salga de Hungría nos ha dado imágenes de un gran pelotón por una soberbia ciudad llamada Budapest, conjugando eso que tantas veces hemos dicho y que el ciclismo logra mejor que nadie: este deporte es perfecto para vender lugares.
También se ha llevado el gran ciclismo a un país con muy poca tradición, que yo sepa, ciclista, con una carrera, la Vuelta a Hungría que empieza al calor del Giro.
Eso es vender este deporte, es llevarlo fuera de sus límites naturales, demostrando que este circo es bienvenido por donde pise.
Por todo lo dicho anteriormente, me decepciona el resultado de esta encuesta…
???? Hoy arranca el #GiroEurosport desde Hungría.
?Cada día vamos a plantear un debate para analizarlo con nuestros expertos durante la retransmisión de la etapa y luego en #LaMontonera
⁉️ ¿Qué os parece que las grandes vueltas salgan desde fuera de sus países?
— Eurosport.es (@Eurosport_ES) May 6, 2022
… pues no creo que el Giro pierda un ápice de su esencia por hacer un bolo en Hungría, al contrario, demuestra que es un evento querido fuera de Italia y que causa expectación.
Luego está la problemática que le significa a los corredores y equipos, que son muy conscientes que, en el fondo, tanta molestia les sale a cuenta, pues son los primeros interesados en estar en la caravana del Giro y que ésta tenga, por tanto, buena salud financiera.
Cómo se repartan la pasta que el Giro se lleva de Hungría es tema de ellos.
Las salidas internacionales, incluso más allá de países colindantes, es un atractivo brutal para el ciclismo como deporte, que rinde visita unos días y vuelve al país de origen a jugarse lo gordo de la carrera.
Además, en un contexto de turismo cada vez más internacionalizado, vemos otros países y regiones promocionarse en las grandes vueltas: Italia lo ha hecho en la Vuelta, por ejemplo.
Es un caso concreto y puntual, pero hay otros incluso más llamativos, como la salida de la Vuelta a Polonia del Trentino, alineando el mensaje de que al Papá Juan Pablo le gustaba mucho la zona.
Siempre se han hecho salidas internacionales, que últimamente se hagan más responde a la necesidad de llevar la facturación a otro nivel.
Pero incluso diría otra, que la salida de la Vuelta sea de Utrech o la del Tour de Copenhague, como la del Giro desde Budapest, tras el año de pandemia y, por tanto, un retraso en las salidas, hace de cada evento una fiesta, un perfecto maridaje de ciclismo, cultura y países, que al fin y al cabo es de lo que se trata en estas cosas.
Imagen: FB de Giro d´Italia


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Mikel
16 de abril, 2019 En 22:34
Totalmente de acuerdo con el articulo. ¿Que se pretende con eso…desafío..espectáculo o morbo viendoles dejarse los riñones? ¿Que va a ser lo próximo?.