Ciclistas
Lieja: ¿Qué es Tadej Pogacar?
El dominio de Pogacar en Lieja le sitúa como uno de los mejores clasicómanos de siempre
Cruza la meta solo, tras una cabalgada de 30,40, 50 u 80 kilómetros ¿qué más da? Lo de Lieja es otra muesca en la cuenta de Tadej Pogacar.
Sin Evenepoel, sin Roglic, la gran rivalidad se enfocaba esta vez con Mathieu Van der Poel, pero, ahora mismo, al neerlandés le falta un hervor en estas carreras.
Y ojo que, con este razonamiento, no le descarto para las futuras ediciones de la decana ni de Lombardía, los dos monumentos que faltan en su cuenta
Este domingo Tadej Pogacar ha sumado en Lieja su victoria nº 70.
Tiene 25 años y su palmarés habla por él.
Es un bagaje en el que no caben medianías, un recorrido que para muchos arrancó en la Vuelta que acaba en el podio, para otros, el Tour que le remonta a Roglic, y quizá, para unos pocos, en aquel Algarve que gana recién accedido al profesionalismo.
Si miramos su lista de éxitos, el desconcierto nos invade.
¿Qué es Tadej Pogacar?
¿Un clasicómano con proyección en vueltas? o ¿Un vueltómano que gana clásicas?
Yo no lo sabría decir, es las dos cosas al mismo tiempo, el ciclista total, el especialista en todo, un sueño ciclista y estadístico hecho realidad.
Con su segunda victoria en Lieja, Pogacar pone otra pieza en su recorrido hacia la leyenda.
Sus victorias combinan belleza, riesgo y efectividad a partes iguales, pero todas barnizadas de emoción y empatía, pero con esta lista de victorias yo ya empiezo a pensar que éste es un clasicómano que ha hecho fortuna en la vueltas por etapas.
Tadej Pogacar ha igualado a Mathieu Van der Poel en el top de los monumentos.
Con lo complicado que resulta ganar uno, ambos acumulan seis, en un tiempo en el que cada victoria en estas carreras se cotiza carísima.
Sólo recordar cuántos ganó, por ejemplo, Peter Sagan.
Imagen: A.S.O./Gaëtan Flamme
Ciclistas
Tour: No hay nada escrito entre Pogacar y Vingegaard
Mucho ha de pasar entre Pogacar y Vingegaard en este Tour
A ver, una cosa es lo que está sucediendo, otra lo que sucederá, y al final lo que nosotros queramos. Lo digo por el Tour, su primer tercio, y la igualdad aún no contrastada entre Jonas Vingegaard y Tadej Pogacar.
Ahora mismo, las cosas están con ese minuto largo entre los dos por la crono, donde el danés falló como no se podía esperar, o sí, porque seguirle a Pogacar, encajar esos golpes, por breves e intensos que sean, te debe romper por la mitad.
En todo caso, el Tour ha cumplido un tercio de recorrido con varias etapas complicadas y una crono como grandes filtros, nada más.
El terreno ha sido suficiente para demostrar que, cuando estos dos abren gas, el cielo se parte por la mitad. Se van solos, sin remisión, ante la frustración del resto, en especial de Remco, pura ambición aguada por el poderío de sus rivales.
A mí, a pesar de todo, el Tour no me parece decantado para nadie.
Pogacar lleva el dorsal uno, ejerce de capo, de favorito principal, lleva la iniciativa, también porque el terreno le favorecía más. Pero no abre hueco. Vingegaard se le solapa, parece que se va a quedar, pero se rehace, reconstrucción sobre la marcha, y le neutraliza, para bien del Tour.
Uno tiene el carisma y la moral; el otro crece en mentalidad y tiene el equipo.
Ojo a este aspecto, porque la fortaleza de Pogacar estos años se ha cimentado mucho en el poder de destrucción previo del UAE.
El lunes, con Sivakov KO y Almeida retirado, todo recayó en Politt, Soler y Wellens.
Narváez y Adam Yates fueron eliminados por los Visma, que ni siquiera tuvieron que activar a Van Aert y Simon para aislar a Pogacar y hacer menos poderoso su ataque.
No quiero pensar en lo que va a ser la aproximación a Hautacam el jueves: una jungla es quedarse corto.
Pogacar no compite en este Tour como en él es habitual. Farol o no, coincide que delante tiene a Vingegaard, el único capaz de seguirle y, llegado el momento, responderle.
Yo creo que, a más no tardar, UAE va a buscar golpe de efecto en Hautacam. Por su lado, Visma quiere mantener la situación hasta la semana final, pero al mismo tiempo necesita aislar al líder.
Qué maravilloso enredo, qué maravilloso Tour. Bienvenidos al segundo de los tres actos.
Imagen: ASO./Maxime Delobel
Ciclistas
¿Remco Evenepoel al Red Bull? Todo cuadraría
Aunque Remco Evenepoel fichara por Red Bull, el equipo no sería la clave
El gran bombazo del mercado ciclista está a punto de hacerse realidad: Remco Evenepoel dejaría el equipo Soudal Quick-Step para fichar por el Red Bull-Bora con un contrato de cuatro años a partir de 2026.
Imagen: A.S.O./Charly Lopez
Ciclistas
Tour: Van der Poel quiere volar «demasiado» alto
Mathieu van der Poel, en el punto de mira por su acuerdo con una empresa de jets privados
Van der Poel vuelve a brillar en el Tour, cumple con lo que esperábamos -dos de dos en Alpecin-.
Yendo unos días antes, pensé en Icaro cuando leí esta noticia, en el momento de saber que Mathieu van der Poel es embajador de una compañía de jets privados.
Es tan inusual esto entre ciclistas que cualquier reacción que haya leído el neerlandés estos días era más que previsible.
Lo que me alucina es que se sorprenda, más cuando ya había oído murmullo cuando llegaba a los circuitos de ciclocross en un deportivo italiano de alta gama o llevaba esos relojes que patrocinan también el UAE.
Seguimos con el cliché del ciclista, como el deportista menos rico de la elite, y quizá sea cierto.
El tema es que al ciclista le ha venido la polémica a ver tras anunciar en Instagram que será embajador de Flying Group, una empresa de vuelos en jet privado.
El anuncio fue breve: “Encantado de compartir que soy embajador de Flying Group, orgulloso de representar a una empresa que está revolucionando la aviación privada”.
La respuesta del público no se hizo esperar: más de 1.100 comentarios, en su mayoría críticos, señalaban la contradicción entre el uso de jets privados y la necesidad urgente de reducir las emisiones contaminantes.
Algunos comentarios iban al grano: “Coge el tren, tío, y da ejemplo” o “¿El cambio climático te parece una broma?”.
Ante la avalancha de críticas, Van der Poel respondió defendiendo su elección: “Entiendo las preocupaciones medioambientales y respeto todas las opiniones, pero también tengo que cuidar mi tiempo, mi salud y mi tranquilidad. Viajar relajado, con menos estrés y menos exposición, me ayuda a rendir mejor y a mantenerme sano”.
Insistió en que el acuerdo no es por lujo sino por rendimiento deportivo: “Este acuerdo no va de lujo, sino de recuperación y de apoyo para rendir al 100%”.
El argumento, aunque pillado, no deja indiferente más cuando afirma que intenta tomar decisiones responsables con el medio ambiente siempre que puede, aunque reconoce que a veces prioriza sus objetivos profesionales.
A pesar de sus explicaciones, los datos no le ayudan mucho: un vuelo privado medio emite 3,6 toneladas de CO2, más de la mitad de lo que contamina en un año entero un ciudadano medio en Países Bajos.
Y un solo trayecto corto, como de Amberes a Alicante, puede emitir 6,29 toneladas de CO2, lo que supone más de 45 veces lo que emite un vuelo comercial por persona.
Mientras tanto, Flying Group se presenta como una empresa comprometida con la sostenibilidad, aunque no publica cifras concretas de emisiones.
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