Ciclistas
¿Por qué no engancha Alberto Contador?
Alberto Contador lo tiene todo para caer de pie en la vida: su aparente tibieza de niño bueno –el chico de Pinto-, unos ojos saltones que venden sinceridad, sus orígenes humildes, su innegable calidad, su pertinaz sentido del trabajo. Nunca se pone un dorsal para entrenar, y eso es elogiable. Desde que tenemos noción, sabemos que estaba hecho para llegar donde ha llegado. Siempre lo dijimos, es el ciclista de su generación, como años atrás los grandes lo fueron de la suya.
Sin embargo, sea por lo que sea, o por la suma de muchos factores, las cosas no están resultando sencillas para el madrileño. De Pinto surgió un ciclista que rasgaba en las subidas y estaba con los mejores en las cronos. Creció al abrigo de una de las estructuras que aunque consideradas de las mejores del mundo en mucho tiempo, siempre estuvo sostenida por el filo de la sospecha hasta que llegó el positivo de Roberto Heras y la Operación Puerto para acabar con Liberty Seguros abandonando el barco. Alberto Contador incluso había tenido que sobreponerse a un problema de salud que estuvo a punto de costarle no sólo la carrera deportiva si no el bienestar mismo.
Pero cuando la salud pareció estabilizarse, cuando las cosas empezaron a dibujarse favorables, se torcieron por donde quizá él menos esperaba: en lo social. Muchos años después decididamente debemos decir que su persona no engancha, no acaba de cuajar, no es el campeón respetado que en otros casos surge incuestionable.Su persona no engendra el encanto que cultivó Perico ni el respeto de Miguel Indurain.
Durante la crono individual de esta Dauphiné existía en twitter una especie de jolgorio mal contenido sobre la actuación del líder del Saxo Bank y su debacle frente a los Sky. Lo más curioso es que parte importante de esa crítica venía de España, donde nos preciamos se ser celosos y garantes de la integridad de nuestros símbolos patrios. Que fuera se haga coña con el solomillo es normal, pero que de Pirineos para abajo se siga la corriente choca, simplemente choca.
El caldo de cultivo por eso lo encontramos en el propio ciclista que por decirlo suave podríamos definirle como un manojo de contradicciones. Contador ha dicho y reculado tantas veces. Hemos perdido la cuenta. Incluso monta un equipo juvenil, cosa que celebramos, sin anunciadas pretensiones de ganar, pero coge lo mejor de cada casa. Así, unas cuantas.
Cuando gana se muestra feliz, y también respetuoso, no le recuerdo malos gestos con los rivales, pero cuando cae derrotado siempre hay un algo ajeno a la competición, en la Dauphiné se llama alergia, que le borra de la quiniela ganadora. Recuerdo la primera llegada en alto del Tour de 2007. Rasmussen gana, Contador ataca por detrás pero una avería le impide progresar. Entra en meta señalando el cambio. Caballero ya lo vimos, mala suerte hay en todos los sitios, no es usted poseedor en exclusiva. Eso cala, poco a poco, pero cala en el aficionado. Incluso la prensa que le mece se ve como un dique insuficiente. Se juegan su poco crédito en defender lo indefendible.
Luego estuvo su endeble versión sobre el positivo del Tour de hace tres años y el empecinamiento de querer ir hasta el final para llegar a una resolución que no acepta, la del TAS, aunque fue él quien quiso activar esa vía, por mucho que la lógica iba en su contra. Todo suma. La elección de los medios donde hablar, cómo hacerlo, qué decir, qué desdecir,… no sé es un todo que resulta en lo que vemos: un ciclista como pocos pero siempre en el ojo del huracán y así es muy complicado centrarse en lo que interesa.
Ciclistas
Canadá es el «dorado» de Michael Matthews
Michael Matthews es el ciclista que nunca deja de sumar
Con la de ayer, Michael Matthews queda como el mejor ciclista de la historia del Grand Prix de Québec.
Marcando el número tres en la línea de meta, el australiano se ha destacado de Simon Gerrans y Peter Sagan como el más laureado de la primera de las dos clásicas canadienses de septiembre.
Lo hizo como acostumbra, saliendo en el momento final, el clave, dejando hacer al resto hasta la misma línea de meta.
En ese grupo iba «encerrado» Tadej Pogacar, quien estuvo en cabeza en los tramos finales pero se vio, como por arte de magia, en un corte y rodeado de tres Lottos y uno de ellos Arnaud De Lie.
Mal negocio, pensaría el mejor ciclista del mundo que quizá esperó demasiado a atacar.
Por cierto, qué mal desempeño de De Lie en ese final, o se vino abajo o no vio la increíble oportunidad que le significaba aquella situación.
En todo caso, las carrera de Canadá vuelven a ofrecer una excelente velada de ciclismo, en prime time europeo y con el regusto de estar viendo el preludio de un Mundial.
Volviendo sobre el ganador, qué ciclista tan interesante y minusvalorado es Michael Matthews.
Una carrera deportiva llena de buenos éxitos, etapas en las tres grandes, ganador de varias clásicas pero ningún monumento, el gran mérito de Michael Matthews ha sido saber mantenerse.
Y no es poco lo que lleva ahí.
Hace más de 10 años que forma parte del paisaje y nunca ha desaparecido, en mayor o menor medida ha estado siempre ahí en un ciclismo que, cuando hablas con los protas, nada tiene que ver diez años después.
Michael Mathews ha pasado de jugarse mundiales y San Remos con Kristoff, Sagan y Alaphilippe a hacerlo contra Van Aert, Pogacar y Van der Poel.
La forma de correr de unos y otros explican la profundidad del cambio y cómo el australiano de carismática sonrisa ha tenido arrestos de seguir ahí, siempre ahí
Así, que si valoramos las pequeñas cosas de la vida, valoremos a Michael Matthews y su proverbial presencia todos estos años, como uno de los ciclistas que supo entender y adaptarse a los grandes cambios de este deporte.
Imagen: FB Grand Prix Cyclistes
Ciclistas
Que Wout Van Aert se quede con lo mejor de la Vuelta
El final de Van Aert en la Vuelta no esconde una carrera excelente
Cuando Wout Van Aert se levantaba del suelo en ese descenso, recién estrellado contra una pared de montaña asturiana, era vigente líder del maillot verde y oficioso de la montaña de la Vuelta a España.
Así dejó la carrera Wout Van Aert, marcando estilo y dando que hablar, siendo protagonista hasta el segundo final de su primera Vuelta.
Un final que sí, es triste e injusto pero no por ello mil veces visto y sufrido, en Wout y en otros muchos ciclistas.
Hay que ser por eso justos, decir que el ciclismo le debe una a Wout sería exagerado, por esa regla de tres le debe mucho a otros muchos, pero ello no esconde que nos entristece verle ya fuera de una carrera a la que había acudido a buscar un poco de calor y ha acabado de la forma más abrupta.
La Vuelta a España de Wout Van Aert ha sido de excelencia, enfocada, como decía, para recuperar el gran ciclista que siempre ha sido y a contrapié desde marzo y la caída en Flandes.
Lo estaba siendo.
Protagonista desde el inicio, delante en la etapa uno, en una crono, no ha dejado palo por tocar, entrando en los sprints con Kaden Groves, entrando en cortes y fugas, haciendo trabajar al equipo -a Sepp Kuss, en especial- en Córdoba y buscando fortuna en etapas que sobre el papel no le iban.
Ha sido el Wout Van Aert de los grandes Tours, del 2020 a 2023, el ciclista excelso y total, capaz de brillar a diario, desde el kilómetro cero de etapa, como si fuera una clásica, como si al día siguiente no hubiera etapa.
Él ha sido garante de esta nueva forma de correr sin reservas y contra los manuales a la que nos hemos acostumbrado.
Con el estado de forma que arrastraba y la felicidad que exhibía, la mejor versión del belga había vuelto a primera plana, con Europeo y Mundial en el horizonte.
Ahora, en esta senda hacia Covadonga, los nubarrones vuelven a surgir alimentando las incertidumbres sobre si llegará a tiempo.
Sin duda no es la mejor manera de plantear objetivos así, con la gente que tendrá delante, además.
Decir que el ciclismo le debe una a Van Aert sería exagerado, pero al mismo tiempo me gustaría que le tuviera guardada una buena de aquí a final de año.
Imagen: Unipublic/Cxcling/Toni Baixauli
Ciclistas
Vuelta: Marc Soler siempre está
Tres etapas en la Vuelta son un gran premio para Marc Soler
Nos dijo una vez Marc Soler que su gran ilusión pasa por ganar una etapa del Tour de Francia, cosa que no es imposible, incluso corriendo para Pogacar, pues siempre surgen algunas opciones, pero mientras tanto, la Vuelta a España va premiando uno de los mejores talentos surgidos en este lado de los Pirineos.
Marc Soler es un lujo hecho ciclista, «especialista en meterse en charcos» como recordó Antonio Alix su acalorada Montonera, merece premios como el de los Lagos de Covadonga, como el que más.
Descartadas las generales finales, el premio de etapas como en la cima más legendaria de la Vuelta a mí al menos me sabe a gloria, pues le recompensa en la medida que otros corredores de su calibre nunca lo han sido.
Es un trotón que mil veces ha tirado para otros, para quien se tercie, desde Nairo a Landa, llegando a ser el mejor consuelo de Pogacar en el Col de la Loze.
Por sus piernas ha pasado parte del mejor ciclismo que hemos visto estos años, generando escenarios que nos han dado grandes momentos,
Ciclísticamente es indiscutible.
Recordaréis la Vuelta 2020, la de otoño y la pandemia, cuando cazó unas cuentas fugas, después de ganar el Lekumberri, encontrándose uno más fuerte, como el su hoy compañero Tim Wellens.
Este año Marc Soler llevaba más de 700 kilómetros en fuga con todo tipo de desenlaces, pero nunca proclives a su favor.
La etapa que perdió ante Wout Van Aert por bajar un momento al coche fue la más sintomática y dio que hablar.
Sin embargo nunca ha desistido y ha seguido cazando fugas, hasta llegar a los Lagos de Covadonga.
En un terreno que no le era el más proclive del mundo, se ha manejado a chepazos y zarandeos en la zona más dura hasta salir airoso y firmar un éxito en el que era difícil de creer a inicio de los Lagos de Covadonga, con ciclistas más livianos en la pugna.
Diana en muchas ocasiones, me alegra que hablemos de Marc no por los jardines en los que se mete y sí por pisar el podio, se lo merece, es un pedazo de ciclista que valoramos más hoy, cuando el ciclismo español no tiene tantos como él.
Imagen: Unipublic – @SprintCycling
Ciclistas
No se habla del último baile de Rigoberto Urán
La Vuelta ha sido la grande que peor ha tratado a Rigoberto Urán
Hace menos de diez años, cuando mirábamos el fecundo paisaje del ciclismo colombiano, comentamos de Rigoberto Urán…
Rigoberto Uran fue el colombiano que destacó cuando casi nadie en su país lo hacía.
Mientras en los hornos de Boyacá y Antioquia se cocían los campeones que justo ahora empiezan a emerger, Uran se situaba entre los mejores del Tour, entre Contador, los Schleck, entre Armstrong y Nibali. Un ciclista de negro, negro Caisse d´ Epargne, en medio de los mejores del mundo, la nota exótica de ese país que un día tuvo grandes escaladores pero que con el nuevo siglo quedó fuera del mapa, podríamos pensar.
Pero Uran plantó la semilla y marcó el camino, llegó incluso a colgarse la plata en Londres, cuando la cosa empezaba repuntar.
Uran demostró a toda esa chavalería que era posible, pero es que además era posible con humildad, simpatía y desparpajo, siendo uno mismo, luchando hasta la extenuación, mostrando un espíritu de superación fuera de toda duda, un espíritu endurecido por experiencias vitales que no somos capaces de figurarnos.
Y en ese 2012 asomó Nairo en la Vuelta, confirmando lo que demostró en el Tour del Porvenir.
Y al año siguiente Nairo casi gana el Tour, nada menos, descabalgando a Froome al final con el estilo de Uran, fiel a sí mismo, sin aspavientos, transmitiendo humildad, dulce barniz de una ambición férrea y grande, como no podía ser de otra manera en alguien que quiere ganar el Tour.
Me ha llamado la atención lo poco que se ha comentado del colombiano y su retirada en la primera semana de Vuelta a España por caída.
Fuera del Tour de Francia, Rigoberto Urán fijó en la Vuelta a España la última grande de las 25 en las que ha tomado la salida estos últimos 15 años.
Él fue el primero de la gran generación que Colombia le legó al ciclismo la década pasada, aquella de Nairo, Chavez, Miguel Angel López, Bernal, los Henao y otros tantos.
Cuando ese apasionado ciclismo «languidecía» a inicios de siglo, Rigo marcó el camino con miguitas.
La Vuelta a España es la grande que peor ha tratado a Rigo, sólo le ha dado una victoria de etapa ni podio alguno, como sí ha logrado en Tour y Giro.
Hacía tiempo que no optaba a generales, tocó techo el día que hizo segundo en Francia tras Froome, pero supo buscar sus opciones en escapadas como en la foto que ilustra este artículo en el Monasterio de Tentudia, hace dos años.
Ya hablaremos a finales de año, en el balance pertinente, de Rigo y su carrera, pero lo suyo en la Vuelta ha sido un signo de los tiempos, de cómo el ciclismo y la actualidad engullen grandes figuras y referentes para otros que vinieron detrás.
Me consta que a Rigo no le van a faltar quehaceres en el futuro, este señor se ha granjeado negocios y vida social lo suficientemente intensos como para no querer vivir de rentas que bien se ha ganado.
Imagen: A.S.O./Pauline Ballet
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