Ciclistas
Rigoberto Urán no es esclavo de la victoria, ni de la derrota
Las lecciones que Rigoberto Urán saca de cualquier cosa son ciencia, ciencia de la vida…
Algún día voy hacer una antología de las grandes derrotas de Rigoberto Urán.
De sus fracasos majestuosos y risibles, que combinan la épica con el ridículo, como esa vez que perdió el embalaje –y la medalla de oro– en las olimpiadas de Londres por ponerse a mirar atrás, o su voltereta en el último descenso del mundial de ciclismo en Florencia cuando iba entre los punteros con opciones de quedar campeón, una voltereta por encima y por debajo de la bici que lo dejó rastrillado contra un barranco, todo sucio de tierra y ramas; tenía pedacitos de hojas en el casco cuando llegó a la meta destrozado para dar declaraciones.
O sus desfondadas en el Tour de Francia, enfermo, descolgado, con la cara pálida.
O su colección de segundos y terceros puestos, porque siempre se le atravesó uno más rápido, uno más fuerte, uno con mejor equipo, uno con la fortuna que él no tiene.
Las chanzas de Rigoberto Urán
Algún día voy a recopilar la enciclopedia de chistes y bromas de Rigoberto Urán, que aprendió a tomarse la vida en serio cuando apenas era un niño y los paramilitares asesinaron a su padre en un pueblito de las montañas de Antioquia (su padre, además, fue quién le enseñó los rudimentos del ciclismo).
Cierta vez Rigo le recomendó a Salvatore Puccio, compañero de equipo, follarse a la novia antes de cada etapa para ir más fuerte.
Y Puccio se lo creyó.
En otra ocasión se hizo filmar tarareando cancioncitas de Carlos Vives mientras el masajista intentaba resucitarlo.
Y sus respuestas desviroladas cuando lo entrevistan los periodistas, a los que llama «huevones» frente a las cámaras, porque lo son y él lo sabe.
Y sus fotos disfrazado de toro y sus videos bailando como una diva y los chicharrones de veinte patas con los que se empalaga después de los entrenamientos…
No obstante, entre todos sus gestos y derrotas prefiero la penúltima etapa del Giro de Italia de 2016.
Sin opciones de nada porque sufrió una caída durante la primera contrarreloj de la competencia, Urán se puso a cortarle el viento al líder de la carrera, Esteban Chávez, a quien el Giro se le escapaba de las piernas en una de las trepadas finales.
Ambos sufrían y perdían el Giro de Italia, pero hay derrotas magníficas, derrotas que siempre serán preferibles a cualquier triunfo. Rigo asumió aquel día el rol del gregario: ese corredor que se sacrifica por otro, que vacía todas sus fuerzas en la competencia sabiendo que nunca va a ganar.
«Gregarios», «Domestiques», como les llaman en Francés, «Peones de brega», como se les llamaba hace medio siglo en Colombia; un papel abnegado y humilde que debe confiar en que los demás recogerán los frutos de su sufrimiento, aunque esto suceda poco o nunca.
Más o menos así lo explicó en su biografía el ciclista Charly Wegelius: «hacer todo lo que estuviera al alcance de mi mano por vencer, pero no quería ser yo quien tuviera que ganar».
Mientras Rigo y Chávez se hundían juntos yo miraba la televisión en una tienda de barrio bogotana, con un espeluznante dolor de cabeza y un tufo de aguardiente, que invadía hasta el último rincón del recinto, preguntándome por qué carajos un hombre se obliga a sí mismo a fundirse encima de una bicicleta semanas, meses, años enteros a cambio de nada, entonces recordé a Héctor Ríos, un repartidor de frutas de la plaza minorista de Medellín que, sin ser ciclista profesional, por circunstancias del azar acabó trabajando de gregario para Santiago Botero en la Vuelta a Colombia de 2007.
Ríos iba al frente del pelotón para cortarle el viento al campeón hasta quedarse sin un gramo de energía en su cuerpo.
No ganaba nada, ningún trofeo, ningún premio, nada, ni siquiera le pagaban salario.
«Yo me siento libre en la bicicleta» confesó Ríos en una entrevista, «cuando uno se siente libre en una cosa, le encuentra el sentido a la vida».
Algo similar debieron pensar esos corredores anónimos bautizados los «ciclistas tenebrosos» o los «héroes del silencio», corredores que se inscribían al Tour de Francia a comienzos del siglo XX sin equipos ni bicicletas decentes, sólo por la ilusión de realizar una hazaña imposible, ese delirio de probar lo que en el gremio llaman «el placer de la agonía».
Todos llegaban a meta desfigurados cuando ya había caído la noche, de ahí lo de tenebrosos.
Por eso las derrotas de Urán siempre son imprescindibles, porque no es un esclavo de la victoria.
Rigo recita sobre la bicicleta esos versos de Kipling que dicen que ni el triunfo ni el desastre le imponen su ley, pues los trata lo mismo que a dos impostores.
Por Camilo Alzate
Imagen tomada del FB de EF Education First
INFO
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Ciclistas
Giro ¿Por qué tiene que dejar ganar Pogacar?
Haga lo que haga Pogacar en el Giro cae mal a alguien
Lo comentamos el otro día, a Tadej Pogacar se le va a pedir en este Giro la cuadratura del círculo o la alquimia del callejón dorado de Praga.
No sé qué se espera del esloveno, a verdad, y lo digo con cierta tristeza porque cada tarde que le veo volar a ese nivel pienso en la historia que estamos presenciando en vivo y en directo.
Esa es la realidad, ni más ni menos.
Pogacar ganó en la cima de Monte Pana su quinta etapa del Giro 2024, la cuarta vestido de rosa y su 12ª victoria de 2024.
Un triunfo que él mismo contó al cruzar la meta, momentos antes de uno de los gestos de la carrera, incluso sin haber acabado aún, la del líder dándole la maglia y las gafas al segundo clasificado, Guilio Pellizzari, a quien superó muy al final de la etapa.
Muchos esperaban un gesto como el de Jalabert a Bert Dietz u otro que pasó más desapercibido, pero que pasó, de Purito con Matteo Rabotinni en Pian de Resinelli en el Giro que casi gana.
En ambos casos el líder de la carrera se cortó en adelantar al escapado para dejarle ganar.
Pogacar decidió que no, que no cedía el triunfo y adelantó a Pellizzari, de quien hablan maravillas, para dejarle segundo.
Hace bien, no, lo siguiente.
Porque al final uno completa la carrera que quiere y puede, de la forma que más le plazca sin tener que responder a nadie ni ante nadie.
Si el mejor quiere demostrarlo a diario, «avanti», al final esto es corto, las miserias no son pocas y la gloria es efímera, mejor estrujarla lo mejor posible.
Tadej Pogacar conecta con una estirpe de ciclistas que son únicos en el tiempo y la historia, es muy bueno, su palmarés crece en cantidad y calidad y quiere dejar sello.
Además en lo que vimos en el Monte Pana poco o nada ha tenido que ver él o su equipo con el fracaso de la fuga, totalmente abortada por el Movistar.
Ojo al Giro que va a cuadrar Pogacar, si nada se tuerce, porque vemos registros, récords de leyenda, aquí la historia se escribe a lo grande.
Y mientras que siga haciendo lo que le rote, que pocos campeones han ganado tanto y tan insistentemente generando tanta empatía con el público.
Imagen: FB Giro d´Italia
Ciclistas
Pogacar y Van der Poel, del big 6 al big 2
El dominio de Van der Poel y Pogacar se ha destacado del resto
Hace nada, menos de medio año, todos estábamos haciendo cábalas sobre la suerte de Remco Evenepoel, Jonas Vingegaard, Primoz Roglic, Wout Van Aert, Mathieu Van der Poel y Tadej Pogacar.
Entre lista de deseos y la objetividad de lo que podían ganar hemos reconocido que en este ciclismo ese grupito de elegidos, el Big 6, tenía todas las llaves para ganar cualquier carrera en la que participaran.
Es indiferente con quien lo comentaras, con ciclistas en activo como Carlos Verona o Ion Izagirre, u otros retirados, tipo Samuel Sánchez y Purito, todos admitían que con ellos en carrera el desarrollo se condicionaba de raíz, que rara vez fallaban en el objetivo, es decir el triunfo, y por ende sólo podían ser contestados por otro de ese pequeño círculo.
Llevo años viendo ciclismo, pero un dominio a este nivel no lo recuerdo.
Cinco meses después, con el Giro en la semana final y Pogacar de sólido rosa podemos decir que ese grupo de seis ha quedado, ahora mismo en dos…
❓❓ Pregunta de #PodcastJS
¿Quién está siendo el mejor ciclista del año?
No contamos el #girodeitalia— JoanSeguidor (@JoanSeguidor) May 6, 2024
Como veis además hay consenso en un par de cosas, que Van der Poel y Pogacar son ahora mismo estadísticamente y anímicamente los dos mejores ciclistas del mundo y que entre ambos la gente no tiene claro por quién decidirse.
Y es que las jodidas caídas han jugado un papel hasta la fecha creo que inédito.
Que en espacio de un par de semanas se fueran al suelo, primero Van Aert, y luego Remco, Vingegaard y Roglic ha sido un golpe tremendo para este deporte.
El reparto de favoritismos quedó tocado de raíz y todo lo que hemos visto a partir de ahí lo tenemos fresco.
Van der Poel completó el slam entre Flandes y Roubaix y Pogacar sentenció la Lieja en La Redoute porque así lo consideró, pues podría haberlo hecho mucho antes.
La temporada evoluciona y espero que esa mesa que llegó a ser de seis recupere integrantes y ¿por qué no? tenga algún nuevo miembro.
Hace casi un año di una lista de posibles, pero a la vista está que entrar ahí es harto complicado.
No es sólo ganar, es iluminar por donde pasas, y en eso los hay contados.
Ciclistas
El Giro que queríamos para Dani Martínez
Este Giro puede ser el punto de inflexión de Dani Martínez
Es cierto, que cae lejos, muy lejos de Tadej Pogacar en la general del Giro de Italia, pero como Dani Martínez el total del pelotón.
Sin embargo no debemos quedarnos en los tiempos y las realidades que cada etapa del Giro se empeña en demostrar.
Pero detrás de la maglia rosa hay historias de mejora.
Dani Martínez me parece una de las noticias del Giro de Italia, en las puertas de la tercera semana.
El colombiano siempre me ha parecido un excelente ciclista, desde hace tiempo, pero en especial cuando fue capaz de ganarle aquella etapa del Tour de Francia a dos Boras, curiosamente el equipo en el que recala.
Ese día Dani Martínez dio la medida de un ciclista único, completo y capaz de lo mejor, pero también de lo peor.
Desde entonces no ha logrado dar el tono individual en una gran vuelta como se podía esperar de él.
Que su foto más célebre en el Giro fuera aquella en la que espoleaba a Egan Bernal, hace tres años, no hace justicia a la dimensión de su potencial.
Cierto es que quedó quinto ese año, pero también lo es que cuando ha ido en calidad de líder, la salud, las caídas o quizá la mentalidad le han lastrado.
En este Giro está haciendo limpio y está en plena lucha por el podio.
Ahora viene lo peor, viene la tercera semana, terreno desconocido para él en esta situación.
A diferencia de Geraint Thomas, muy de vuelta en todo, o de Ben O´Connor, quien ya ha sido quinto en un Tour de Francia.
A Romain Bardet no le meto en el combo, le veo para las etapas, pero quién sabe.
En todo caso, el Giro que está completando Dani Martínez, con la renovada presencia de Nairo Quintana, la apuesta del mismo Pogacar por Sebas Molano… buenas noticias para el ciclismo colombiano, el mismo que hace diez años copó el podio del Giro de Italia y que en la actualidad no pasa por su mejor momento.
Imagen: FB de Giro d´Italia
Ciclistas
Pogacar en el Giro: Haga lo que haga, habrá críticas
Parece que Pogacar ha optado por tomarse el Giro con más calma
El otro día sacamos una conclusión del Giro que estaba haciendo Tadej Pogacar que llamó la atención por el titular…
Te puede gustar el ciclismo y no Pogacar. https://t.co/QIksp1FjP5 pic.twitter.com/G1IqyTcvJo
— JoanSeguidor (@JoanSeguidor) May 7, 2024
Sin embargo, nada más lejos de la realidad.
Tadej Pogacar es un ciclista que despierta consenso en la admiración que genera entre los aficionados, pero sin embargo ello no implica que a veces le pidamos más calma, más temple, más economizar.
Y es queel ritmo que el esloveno se había planteado en la primera semana de carrera, en especial los días iniciales, parecía inasumible, tanto para su equipo como para él mismo, con el plus de un Tour en el horizonte.
La mera presencia de Pogacar en los primeros días de este Giro ya ha sido propicia para que pasen cosas y casi todas a su favor.
Sus ataques condicionan como pocos, cuando él se pone a tirar de Geraint en el corte del tercer día o del pelotón para Molano, cunde el terror.
Es una certeza que vemos, que palpamos, por eso muchas personas se preguntan si es inteligente tanto derroche continuo.
Está claro que tirar para su velocista un rato no le va a perjudicar en julio, pero cuando la exposición es tal y tan constante la cosa cambia.
Si Pogacar corre cara al aire, se dirá que arriesga sin necesidad, que se expone en demasía.
Si Pogacar se incrusta en el pelotón del Giro, como en la jornada de ayer, se comenta que qué pena, que la carrera pierde intensidad y belleza.
Esto sólo sucede con los genios, con los capaces de torcer las cosas y Pogacar está en ese nivel.
Yo creo que el show de los primeros días se va a dosificar, que habrá golpe de mano definitivo en la montaña, cuando mejor lee convenga y luego a mantener el rosa hasta Roma, un reto que no es pequeño, pues en la ruta acechan miles de peligros, y nadie está exento de un mal paso, ni siquiera el ciclista que vino a firmar las gestas más increíble desde Bernard Hinault.
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José Ruiz
25 de julio, 2018 En 2:24
Buen relato, sólo con un pequeño detalle, Rigoberto Urán no le trabajó a Chaves (con S) en la penúltima etapa del Giro del 2016. Chaves sencillamente se quedó sin energías y Rigo partió tras Nibali en compañía de Valverde, motivo por el cual incluso Rafael Mendoza (conocido periodista) lo trató de «segundón» y casi traidor por no haber ayudado a Chaves y por el contrario forzar la marcha cuando Chaves estaba mal. Lo que fue claro es que si Chaves hubiera soportado el paso de Rigo y Valverde no habría perdido el Giro.