Ciclistas
Tres pruebas del algodón en la Volta 100
Publicado
3 semanas atrásen
Por
Iban Vega
La Volta 100 pasa la prueba del algodón por Almeida, Ineos y Movistar
Tras una crono que se ha revelado lo necesaria que siempre dijimos, la Volta 100 entra en montaña, en aquellas cimas que, por requisitos de Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya entran sí o sí en el recorrido.
Nos dijo Rubén Peris que «no podemos ir a todos los sitios», pero lo cierto es que la repetición de estas cimas, configuradas en diferente forma, por que La Molina ha entrado en otras ocasiones, levanta comentarios en otras partes de Catalunya, comentarios con los que estamos de acuerdo.
Sea como fuere, la crono de 18 kilómetros em Banyones ha dejado atractivo el paisaje, casi tanto como por donde transcurrió el test cronometrado, dejando sobre la mesa un tablero en el que tenemos inquietud por resolver tres incógnitas.
El primero es el propio líder, de los jóvenes top que han surgido estos años, posiblemente el más humano, pero un ciclista de una calidad innegable.
¿Qué hará Joao Almeida en los Pirineos?
Su polivalencia le ha puesto al frente en la crono, pero ahora viene la prueba del algodón, la montaña, la misma que le condenó sin maglia rosa en el Giro después de dos semanas siendo líder.
Sobre el papel Joao Almeida puede perder el liderato en Vallter 200 o Port Ainé, pero no quedaría muy lejos de los mejores con vistas al complejo final de carrera, terreno en el que se defendería mejor.
Sus diferencias con gente solvente son enanas, pero ello no quita que mirando a lo lejos pudiera tener cierto chance si sale vivo de los Pirineos.
Tiene, entre otros, varios Ineos cerca, en menos de veinte segundos a Yates, Porte y Geraint, y en menos de un minuto a Carapaz.
Y es aquí dónde surge la segunda duda ¿correrá bonito Ineos?
Hablamos de una promesa de inicio de temporada, su Milán-San Remo demostró que no por mucho tirar amaneces en el podio, y ahora tiene material, distancia y terreno para ganar gustándose, jugando al ataque y sacando los colores a los rivales.
Como dijimos, con ese equipo se les pide ganar, al menos, bonito.
Luego está Movistar, que en la Volta 100 compite en su terreno, es una carrera de casa y una vuelta por etapas, una conjunción que no dejan pasar por alto.
No tienen a Nairo y el Valverde actual no es aquel martillo pilón que, por ejemplo, machacó sus rivales (Froome y Contador, nada menos) hace cuatro año, pero ese colectivo celeste tiene urgencias, ha venido con el tridente español, con Enric Mas en perfil muy bajo y Marc Soler en la gran carrera cuyo podio pisó por primera vez.
Creemos que Marc Soler no puede pensar en el Giro sin pasar por peldaños intermedios y domar una carrera como la Volta es uno de ellos.
Imagen: FB Volta Catalunya
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Mikel landa
La Itzulia retrata el ingrato presente de Landa
Publicado
1 día atrásen
13 de abril, 2021Por
Iban VegaEl Landa de la Itzulia vuelve a ser un ciclista que persigue
Como sucedió en la Tirreno, la actuación de Mikel Landa en la Itzulia creo que es un excelente espejo de cómo de caras están las cosas en este ciclismo que hace nada hemos intentado describir.
En Tirreno, el alavés subió a un podio carísimo en el que se pasó persiguiendo en todas y cada una de las etapas clave, corriendo a la contra, nunca por delante, siempre mirando la espalda de los rivales.
Fue una carrera agotadora, carísima, como decimos, en la que rara vez tomó la iniciativa.
En Itzulia, Mikel Landa ha finalizado octavo, dos puestos por detrás de su compañero Pello Bilbao, quien ha tenido mucha más presencia que él.
Landa en Euskadi ha sido un calco casi total del ciclista de la Tirreno, una especie de quiero y no puedo, con una imagen muy gráfica, la de Jaizkibel junto a Brandon McNulty haciéndoselas pasar canutas.
Dijo Mikel Landa tras la Itzulia en declaraciones que su equipo ha pasado a la prensa:
«Ha sido una carrera muy dura, según lo previsto. Todos los equipos han puesto lo mejor de inicio y se ha notado. Tuve muy buenas sensaciones el primer día, en la contrarreloj. Quise ganar una etapa, lo intenté el jueves, el cuarto día, pero no ha sido nada sencillo»
«Ahora ya pienso en el Giro de Italia. Ya estoy bien, pero la forma debe mejorar de cara a entonces»
Hace un par de años de la última vez que Mikel Landa fue al Giro de Italia, pero a diferencia de entonces, el vasco ya no es referencia
Todos le miramos, tan elegante, tan entregado, pero no hace daño, no al menos cuando ciertos nombres abordan la general y los premios gordos.
Podemos pensar que en Itzulia no ha estado la mejor versión de Mikel Landa, que como él bien dice, tiene margen hasta el Giro, pero la imagen da miedo.
Landa hace dos años era referencia, sus ataques una vara de medir, optaba a podio, cuando no a victoria donde concurriera.
El Landa de hoy es un ciclista que persigue, que va por detrás, que le cuesta horrores medirse con estas bestias.
Un buen ejemplo fue el cuarto puesto del Tour: la etapa en la que puso a su equipo a trabajar de lejos, la que gana Miguel Ángel López acabó fundido cuando todos esperaban su ataque.
Sabemos que al Giro no van ni Roglic ni Pogacar, y que los mejores momentos de Mikel Landa se produjeron cuando menos se lo podía esperar, pero ahora mismo, tenemos la sensación que, con la subida de listón que se ha producido muchos ciclistas han quedado fuera de juego, y entre ellos Landa,
Imagen: @CharlyLopez – @TeamBahrainVictorious
Peter Sagan
Peter Sagan en Deceuninck sería la bomba
Publicado
2 días atrásen
12 de abril, 2021Por
Iban Vega
Ver a Sagan en Deceuninck sería cuadrar el círculo…
A día de hoy, si no me equivoco, Peter Sagan sigue siendo el ciclista mejor pagado del pelotón, aunque en lo sucesivo no creemos que continúe en ese estatus, con Pogacar rivalizando, el Bora diciendo que ya no merece tanta pasta y Deceuninck emergiendo en el horizonte.
Como sabéis el dueño de Bora ha dicho que ha llegado el momento de revisar a la baja el contrato de Peter Sagan y éste le ha respondido que si él no le paga lo que merece, puerta.
Miramientos pocos, contemplaciones ninguna, el exitoso matrimonio entre Sagan y Bora puede dejar de ser tal, y no les ha ido mal a ambos.
El eslovaco ha encontrado un buen grupo en Bora, y éste se ha beneficiado de la imagen de Peter, al punto que Bora es uno de los equipos más potentes del World Tour con una base de ciclistas entre alemanes y austriacos que les da una presencia enorme en cada carrera en la que toman parte.
Sin descartar que pueda seguir en Bora, está todo en el aire, y el contrato de Sagan debe tener mil flecos que cerrar, aparece la opción del Deceuninck.
Una cosa tendrá clara Sagan, si el capo de Bora es complicado negociando, hacerlo con Patrick Lefevere debe ser un infierno
Pero si se ponen de acuerdo, la relación Sagan-Deceuninck sería una simbiosis muy beneficiosa para ambos.
En Deceunink, Sagan tendría el mejor equipo del mundo a su servicio para las grandes clásicas, y no sólo, entraría en un microclima de amor, mimo y detalle por estas carreras que, viéndole más limitado que hace unos años, podría mejorar mucho su rendimiento.
Peter Sagan «sólo» tiene dos monumentos, Flandes y Roubaix, estadística que marca la dificultad de estas carreras, donde si algo se necesita al lado es un buen equipo que haga colectivo y venza individualidades, lo hemos visto en Flandes.
Deceuninck además es un tremendo «resucitador» de ciclistas, el ejemplo más obvio es Gibert, con ellos hizo el doblete de adoquines, y el más cercano el de Cavendish volviendo a ganar, pero no sólo eso, la lista de corredores cuyo rendimiento cayó en picado tras salir de su círculo no es pequeña.
Por eso, si Sagan está en el «otoño de su carrera», como dicen en Bora, puede reconstruir parte de su grandeza pasada entre los azules, el Deceuninck, un colectivo admirable que desde la retirada de Tom Boonen no ha tenido un capo del nivel del eslovaco.
Alejandro Valverde
Las Árdenas esperan a Valverde
Publicado
2 días atrásen
12 de abril, 2021Por
Iban Vega
Valverde entra en su combinación perfecta: Árdenas y vueltas en España
Tres años después Valverde vuelve a las Árdenas a full.
La dupla de vueltas españolas en el World Tour dejó una imagen que recordábamos lejana, como casi todo lo anterior a la pandemia: Alejandro Valverde en las primeras posiciones.
Se supo, se vio, que la campaña pasada fue muy compleja para el murciano, el confinamiento, la llegada abrupta de la competición es muy complicada de asimilar para un cuerpo en el zaguán de los cuarenta.
De hecho, esta pandemia ha acelerado el proceso natural de relevo que cada cierto tiempo acontece.
La jornada de Vallter 2000 de la Volta ya puso a Valverde en el mapa, verle delante, no lejos de Adam Yates, siendo uno de los primeros favoritos en mover la carrera, una carrera que ha ganado tres veces, le devolvió a sensaciones que tenía olvidadas.
Luego la Itzulia, con la previa victoria en el Miguel Indurain, para perpetuar esa fama de ciclista infinito, de corredor que, mientras otros de su generación como Philippe Gilbert pide tiempo muerto, sigue en el redil.
Que Valverde esté a este nivel es bueno y malo para Movistar, lo primero, pues es un tío que sencillamente trae luz por donde pasa, lo otro por que no se atisba corredor o corredores capaces de llenar su hueco.
El calendario que tiene Alejandro Valverde por delante define muy bien lo que ha sido su trayectoria: carreras por etapas en España más clásicas valonas
Esquivando la Amstel, la única del tríptico, por estar en Valencia, las Árdenas esperan a Alejandro Valverde, el mismo ciclista que las domó hace tres años como acabó aborreciendo hace dos y descartando el año pasado.
Vuelve Valverde a las Árdenas tras pasar por Valencia, carrera que conoce en todas sus etapas, antes y después de su suspensión, y luego Mallorca, Andalucía, Murcia… (*) a lo largo del día de hoy hemos sabido que ha omitido su presencia en la Vuelta a Valencia.
Es la vuelta a los orígenes.
Sobre la suerte que Valverde corra, por eso, en las carreras valonas, cabe esperar que sepa mover ficha como nunca ha tenido que hacer hasta la fecha.
Las victorias de Valverde en Lieja son hijas del muro de Ans, y éste ya no está, anticipar un sprint con gente que ahora mismo parece más veloz, como Alaphilippe, Roglic o Hirschi, parece una mala opción, la «vía Fuglsang» sólo valdría si la forma te rezuma por todos los lados.
No será sencillo «campeonar» en Lieja, pero más complicada nos parece la Flecha Valona, a donde la historia dice que todos llegan juntos hasta la base de Huy y ahí, marica el último.
Llegar a ese punto, sin exhibir la pegada de los buenos tiempos, sería ir al matadero.
Sé que muchos dicen que sólo verle correr es un premio, pero a nadie le cabe en la cabeza que un chance de victoria no pase por la cabeza de Valverde en las Árdenas, al fin y al cabo son su ojito derecho.
Ciclismo antiguo
Francesco Moser, “signore Roubaix”
Publicado
3 días atrásen
11 de abril, 2021Por
Iban Vega
En la leyenda de Moser, Roubaix es un lugar esencial
La historia es caprichosa, como muchas veces hemos dicho, y situamos a corredores en nuestro imaginario en una faceta que, aunque siendo cierta, no es la única que vistió su leyenda, sucede con Moser y Roubaix.
Por eso cuando la imagen más divulgada de Francesco Moser es la de ese ciclista ancho, profunda mirada, pelo negro, angulada cara y perfil corpulento, sobre la rompedora máquina con la que destrozó el récord de la hora en las altitudes de Ciudad de México, sólo es eso, una faceta, un perfil ideal, una forma de recordar un corredor que fue mucho más y logró mucho más.
Moser también tiene un Giro, el de 84, una carrera marcada por las múltiples influencias que concurrieron para que ganara un italiano ante la insolente juventud que despertaba de Laurent Fignon, que a todas luces fue el ganador moral de aquella carrera. Público hostil, helicópteros que empujaban en las cronos,… Moser tenía que ganar por lo civil o lo criminal. Así lo hizo.
Pero hay una tercera faceta, conocida aunque quizá menos por muchos, las clásicas, y es que Francesco Moser, ese ciclista de porte elegante, rodar agresivo y tremenda ambición, tiene en su palmarés nada menos que seis monumentos: tres Roubaix, dos Lombardías y una San Remo, un botín que le sitúa entre los mejores de siempre, especialmente en el Infierno del Norte, donde sólo le superan De Vlaeminck y Boonen.
De hecho Moser es el tercer mejor ciclista del mundo sobre los afilados adoquines encadenando, y eso sí que es difícil, por lo imprevisible de la carrera, tres triunfos consecutivos, logrados en un tiempo en el que las clásicas tenían grandes nombres de todos los tiempos, aunque especialmente uno, Roger De Vlaeminck, ese que llamaban el Gitano, que nunca tuvo amigos, ni siquiera en su propio equipo.
Así las cosas en la Roubaix del 78, Moser, arco iris a la espalda, arco iris que ganó en Venezuela, se presentó ante “Monsieur Roubaix” como alternativa ganadora a la mejor carrera del año.
El italiano, listo como el hambre, jugó sus bazas sin esperar instrucciones del gran jefe. Realizó dos ataques, primer a 23 de meta y luego a 18 para romper la resistencia de Maertens y Raas, mientras el influjo de De Vlaeminck se hacía notar.
Moser llegó solo al velódromo y De Vlaeminck echaba fuego. “Este tipo es un desagradecido” escupía por esa boca que no dejaba indiferente, como cuando dijo que las cuatro Roubaix de Boonen tenían menos mérito que las suyas.
Cabreado, el gitano cambió de equipo, a sabiendas que su tiempo, aunque glorioso, era caduco frente a las hechuras del joven Moser.
El belga al Gis, Moser en el Sanson.
En 1979 le ganaría por la mano otra Roubaix, dejándose segundo, sintomático.
Al año Francesco renovaría la corona en el infierno tras reaccionar a un ataque de largo radio protagonizado por Thurau. Moser arrastró a su sombra, De Vlaeminck, y a Duclos Lasalle. Les acabaría dejando. Era la tercera.
Pero si Roubaix fue el foco de su enemistad con De Vlaeminck, Lombardía fue otra de las cabezas de esa hidra de mil cabezas que fue su relación con Giuseppe Saronni.
En una rivalidad que para Italia era reverdecer los tiempos de Coppi y Bartali, Moser y Saronni entablaron su enemistad desde el momento que corrieron juntos el mundial haciendo de todo aquello que compitieran un corralillo de gallos enfermizos.
En ese clima se corría en la Italia a caballo entre los setenta y los ochenta y en ese clima Moser se llevó dos Lombardías, uno de ellos delante de Hinault, y San Remo, entrando solo en la Via Roma, tras desplegar toda su sabiduría en el descenso del Poggio.
Imagen tomada de www.sbs.com
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