Julian Alaphilippe
Julian Alaphilippe y los corredores valientes
El límite de Alaphilippe en el Tour siempre da un paso más allá
A los pocos segundos de cruzar la meta sobrado, muy sobrado, Julian Alaphilippe, un paracaidista con la tricolor se echaba sobre el cielo de Pau.
Le esperaba Emmanuel Macron en el podio al maillot amarillo que ahora es «maillot jaune», otra vez, tanto tiempo después.
No podía ser más gabacha la escena y el relato.
¿Ganará el Tour Julian Alaphilippe?
Complicado decirlo, pero ahí está.
Le llaman Dartacnan, es el corredor de moda, de antes, durante y después, de este Tour que llama a la puerta del Tourmalet.
Una crono de esas que puede marcar la suerte de más de uno, una crono que no ha dado grandes diferencias entre unos cuantos, a excepción de los Movistar, Landa y Nairo, que pueden dar suerte que este ciclismo moderno margine las cronos.
Pero dejadnos que nos deleitemos con lo de Julian Alaphilippe y el ciclismo espectáculo, ese ciclismo que no entiende de ahorros ni guardar, ni de pinganillos, ni mierdas que nos dejan el corazón frío.
Es el ciclismo de Julian Alaphilippe y de Thomas De Gendt, un ciclismo que te pone en escorzo en el sofá, sí en el sofá, que te hace sudar, que te abre los ojos y el ánimo.
Que ganase la crono Thomas De Gendt sería como un castigo divino al "amarrateguismo" #TDF2019
— JoanSeguidor (@JoanSeguidor) July 19, 2019
La victoria de Julian Alaphilippe es de justicia poética, de un ciclismo «indigno», como alguno lo tacha, cuando en la primera jornada de montaña nadie se mueve o se deja hacer.
La victoria de Alaphilippe no queda en el olvido, es tremenda, extraordinaria, tan grande como las dudas que nos genera este ciclista de una polivalencia que no veíamos desde ¿cuándo? ¿desde Jalabert?
Jalabert tocó techo en el Tour el año que quedó cuarto, pero su recuerdo queda siempre en la retina, su grandeza es imperecedera.
Julian Alaphilippe bebe de esas aguas.
Que le quiten lo bailado al maillot jaune, es líder, capo de la mejor carrera del mundo, a la salida de la primera mitad de la misma, con cosas importantes ya en el camino.
Para el líder le queda el sabor del triunfo, de las dos etapas, del maillot amarillo que colgará en su habitación, pero le queda lo conseguido.
Recuerdo una crono estratosférica de Alaphilippe en una París-Niza y desinflarse al día siguiente…
¿Qué ocurrirá ahora?
Pues que Deceuninck tiene la tostada encima de la mesa que muchos planteaban para Movistar.
Y ¿Enric Mas?
Una crono excelsa, de verdad, pero con el líder en casa.
Un líder que es la cuadratura del círculo: la estrella de la carrera, ganador de dos etapas, ídolo en Francia, renovado al alza por Lefevere…
Y Enric Mas, dicen, poniendo rumbo al Movistar.
Es lo que hay.
Y en este percal ¿dónde queda Ineos?
Pues en una situación privilegiada, no sólo porque Geraint Thomas le saca un trecho a los rivales que sobre el papel le iban a discutir el Tour, también porque el equipo está fino, muy fino, por mucho que digan algunos que no es el de antaño.
Porque es difícil pensar que Poels esté en Francia y no se sienta top, como Kwiatko, como Castroviejo…
No os engañéis estos están como motos, y en el Tourmalet lo demostrarán a más no tardar.
Mágico ciclismo, mágico deporte, el más bello, este Tour, que algunos llamaron indigno, está vivo y un puñado de gente con necesidad de hacer cosas ahí.
¿Un pronóstico?
Vemos a Geraint otra vez arriba, pero lo de Alaphilippe, este Julian, es de traca…
Julian Alaphilippe
¿Volverá el gran Alaphilippe?
La prestación de Julian Alaphilippe en San Remo no la vimos venir
Siendo sincero me apena todo lo que rodea a Julian Alaphilippe desde hace un tiempo.
Ya no se habla del corredor, y se incide en la persona, cortesía en gran parte de ese jefe que ninguno quisiéramos tener, llamado Patrick Lefevere, que habrá cultivado muchas leyendas en ciclismo, pero que con el tiempo se ha vuelto un indeseable.
En el rendimiento reciente de Alaphilippe seguro que no todo es mala suerte y caídas en el peor momento, seguro que habrná otras cosas, factores que inciden en el equilibrio del ciclista, desde su propia mentalidad a su entorno y costumbres.
Igual ya no entrena cómo entrenaba, o no se cuida, cómo se cuidaba.
De esto ha hecho sangre su jefe y el propio Thibaut Pinot, que se despachó a placer contra él, dudando de su profesionalidad en la carretera.
El otro día vimos a Julian Alaphilippe entrar en el grupo cabecero de Milán-San Remo, fue noveno, por delante de Van der Poel y Pidcock en un grupo de doce.
Entró pinchado, leí, como si la mala suerte no le dejara respirar.
En el último podcast comentamos con Saúl Miguel y Miguel González si volvería el gran Alaphilippe y no lo ven.
No dudan que podrá tener pistonada en alguna carrera, tipo monumento o quizá mundial, pero ese ciclista total de 2019 que fue amarillo hasta 48 horas antes de pisar París ya no creen que vuelva.
A mí, me gustaría recuperar algo de aquel corredor, su valentía en etapas plomizas del Tour, sus ataques en Amstel, San Remo o Lieja, su presencia en definitiva, que es un aliciente más en este ciclismo.
Es cierto que a veces fue un poco cargante, pero también hay que admitirle que no entretenía como pocos y lo había delante de gigantes como Van der Poel o Van Aert.
Ojo, a ver quién se mete ahí.
Alaphilippe es sin duda uno de los mejores corredores del último lustro, recuperarle será bueno para el ciclismo y en San Remo, en esta San Remo, demostró que aún queda calidad en este ciclista.
Imagen: FB Milano Sanremo
Julian Alaphilippe
Keys2024 ¿Qué pasa con Alaphilippe?
La figura de Julian Alaphilippe ha quedado en objeto decorativo
La temporada ya empezó en Australia, las cábalas funcionan, todos le damos vuelta a todo, pero nadie habla de Julian Alaphilippe más allá de sus bailes y que fue a ver un partido del Valencia, en diciembre creo.
Sólo hay que ver un poco el documental de Cavendish para ver lo poco que le gusta pagar bien al tito Patrick.
Se vanagloriaba, en el transcurso del Tour 2022, que Mark Cavendish le estaba dando un gran resultado a cambio de un sueldo irrisorio.
El tema del dinero, de los salarios y esas cosas ha sido un tema recurrente en Patrick Lefevere.
No en vano ya lo ha dicho varias veces de Julian Alapilippe, un ciclista sin el cual no podríamos entender la actual estructura del Soudal, un equipo que, ojo, ha perdido auténticos emblemas como Senechal, Cavagna, De Clerq y Jakobsen, ahí es nada.
En el seno del equipo azul sigue Julian Alaphilippe, a quien no conocemos con otros colores que no sean los que llevan Quick Step en alguna parte de la equipación.
Dos años muy malos del francés, no sé si son suficientes para cuestionarnos si algún día volverá a ser quién fue.
Porque la memoria es frágil, y cuando nos acordamos que Peter Sagan fue un poco el maestro en las formas de hacer de la generación actual, omitimos que Julian Alaphilippe también contribuyó a entretenernos a lo grande muchas tardes.
Recordad aquella Amstel que Van der Poel ganó desde atrás, la enloqueció Julian, en estado de dulce, escapado en varias ocasiones y atacando a más treinta de meta para morir en la orilla por su marcaje con Jakob Fuglsang.
Si otras veces, Soudal tenía muchos asideros, esta vez creo que el equipo necesita una versión mejorada del bicampeón del mundo.
El grupo ha perdido talento y ahora estaremos quizá más pendientes de Alaphilippe, cuyos objetivos naturales (Strade, San Remo, quizá Flandes, Lieja, etapas en el Tour y todo eso) ha sido copados por los nuevos nombres.
Y es que casi desde el Mundial de Flandes, de ello hace más de dos años, que no vemos su mejor versión, el perfil de «mosca cojonera» que no se amilana ante los capos actuales y les trata de tú a tú en cualquier terreno, en sus narices, bien sea en Tirreno, en la primera etapa del Tour o el mismo Campeonato del Mundo.
Dos mundiales, más las otras cosas que ha ganado, están muy bien, pero no quiero renunciar a ver al Lou Lou guindilla, a uno de los ciclistas más listos del pelotón, cuyo crédito se acaba cuando «sólo» va cumplir 32 este año.
Julian Alaphilippe
Nadie habla de Alaphilippe ni de lo que Alaphilippe dice
El futuro de Alaphilippe está tan en el aire como el de Soudal
Es increíble lo rápido que ha salido de la escena Julian Alaphilippe, no sé si por el peso y lastre de las lesiones y caídas, si por su mentalización o sencillamente que lo han pasado por los lados, pues cuesta mucho llegar a una carrera en la que se le considere favorito top como hace tan sólo dos años.
Entonces saboreaba las mieles del arcoíris en Flandes, nada menos, tras una victoria sin paliativos con casi todos los cocos en liza, desde Van Aert a Evenepoel, en lo que creo que ha sido su último gran día.
Desde entonces caídas, abandonos, lesiones y un quiero y no puedo, patente en el último Tour, han marcado la trayectoria reciente de Alaphilippe.
Su adquirida invisibilidad se ha hecho patente estos días en los que se rumorea sobre la gran fusión del ciclismo moderno, Jumbo y Soudal.
Todos hablamos de Remco, Roglic, Van Aert y cía, pero casi nadie cita a la otra plana mayor del Soudal, y en especial a Julian Alaphilippe.
En una entrevista que hemos leído, el francés dice cosas muy interesantes sobre su percepción en lo que está ocurriendo.
Consciente que todo son rumores y que veremos qué sucede, Alaphilippe habla de su actual equipo, una estructura histórica del ciclismo que puede echar la persiana.
Comenta que le entristece que sea de esta manera y de forma tan abrupta, y pone en valor lo logrado por los diferentes patrocinadores de Lefevere hasta la actualidad.
Es que nadie ha dominado las clásicas como ellos, pero mucho me temo que al viejo Patrick no le apetece seguir llevando la batuta.
Sobre el futuro de Alaphilippe, todo pende ahora de un hilo, aunque sigue siendo un ciclista interesante si bien el momento en que está sucediendo todo, seguro que le puede implicar un mordisco en una nómina que supongo no será baja.
En todo caso, y llevo algún día pensándolo, ojo la jornada que todo esto se confirme y asistamos al final de una estructura que lo ha sido todo en ciclismo.
Julian Alaphilippe
Alaphilippe siempre es bienvenido
El Dauphiné nos devuelve al Julian Alaphilippe ganador en vísperas del Tour
Hay un ciclista que se transforma como nadie para el Tour y ese es Julian Alaphilippe.
Yo no le veo ganándolo, por mucho que hace cuatro años estuviera ahí, de amarillo, hasta muy al final, sin embargo, que Loulou brille en vísperas de la gran carrera es una buena noticia.
No sé qué futuro le aguarda en el Soudal Quick Step, el monstruo de Remco Evenepoel cada vez deja menos espacio a otros, lo que sí tengo claro es que el Tour sigue siendo de Alaphilippe, aunque parece que poco tiempo, el que queda para que el belga ponga un pie en la «Grande Boucle».
Así las cosas, ha vuelvo a pisar un podio en el Dauphiné, demostrando que en ese flaco cuerpo sigue habiendo un ciclista mayúsculo en todos los registros posibles.
Un corredor que, por ejemplo en el Tour, explota el escenario como nadie, corre contra gigantes, pero como si nada, va con todo y se permite éxitos inolvidables como hace un par de años, de arcoíris.
No elude la batalla, busca las escapadas, firma maillots de la montaña a base de coronar puertos en solitario y siempre acaba ganando una etapa.
A veces incluso hasta cronos, como aquella que logró de amarillo en Pau.
Sucede a veces que, cuando alguien se sabe perseguido por Julian, en un descenso, acaba errando y por los suelos, como aquella bajada, creo que en el Portillon, cuando Adam Yates se fue al suelo porque sabía que le venía Julian, por detrás.
El otro día hablábamos de Pinot en el Giro, sus gestitos, su teatralidad, tan común en estrellas francesas.
Alaphilippe bebe del teatrillo del grimpeur galo en primera persona y perpetúa la especie como Voeckler, Virenque y otros.
En un ciclismo, con cartas muy marcadas, en grandes vueltas en las que los mejores bloquean la acción, como en el Giro, la carrera paralela, la lucha por las etapas, es la salvación.
En ese escenario, Julian Alaphilippe luce siempre, en especial cuando las caídas, percances y averías no forman parte de su paisaje.
Imagen: A.S.O/Billy Ceusters
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