Ciclismo antiguo
Estos fueron los rivales más íntimos de Miguel Indurain
Entre los rivales de Indurain se cuentan tres generaciones
Cinco Tours y dos Giros, a ello sumado un buen número de éxitos, no fueron pocos los rivales con los que Miguel Indurain se cruzó por el camino, un recorrido de casi una década.
Entre ellos hubo todo tipo de corredores.
Los más obvios fueron los de la generación del 64, con Breukink, Bugno y Alcalá junto al mismo Miguel.
Chiapucci era un año mayor, Ugrumov y Rominger, tres, junto a los mayores de entonces que iban desde Fignon a Lemond, pasando por Roche y el propio Perico, añadiéndose con el tiempo ciclistas como Olano, Berzin, Ullrich, Pantani…
En definitiva una amalgama de corredores, ahí no están todos, entre los que surgieron momentos épicos que hoy miramos con ojos nostálgicos.
¿Cómo no mirar así La Plagne, Sestriere, Marmolada… esos años?
Fueron tiempos de heroísmo, incluso también de controversia, muchos de esos ciclistas ya sabemos cómo acabaron, aunque algunos quieran mirar para otro lado, pero fue en el cogollo de todo eso, donde cimentamos el amor que le tenemos a este deporte.
Los sucios noventa nos engancharon al ciclismo.
Así las cosas Miguel Indurain irrumpió en el ciclismo que mamó de las ubres, directamente además, de Bernard Hinault.
En un grado inferior Stephen Roche -quien dijo que Indurain no era un auténtico campeón- coincidió en alguna contienda con el gigante navarro, aunque serían Greg Lemond y Laurent Fignon quienes le sufrirían en sus carnes.
Hete aquí la famosa crono de Luxemburgo y el doblaje, triple, firmado por el navarro.
Una hazaña, no se puede describir de otra manera, que Laurent Fignon tildó como increíble, cuando saliendo seis minutos más tarde, Indurain dio cuenta de él en el tramo final.
Indurain había sido espectador directo del duelo de Fignon con Lemond, Tour de 1989, una visión privilegiada de la mejor edición de los tiempos modernos .
Esa leyenda, ese dominio americano, cayó por la borda con la irrupción de Indurain, un par de años después.
El americano, en ese momento, en ese lugar, justo en la coronilla del Tourmalet, le daría en mano la corona de la mejor carrera del mundo.
Despegaba entonces la leyenda de Indurain a lomos del caballo más desbocado que le tocó domar, Claudio Chiapucci
Juntos construyeron un monumento a la historia del ciclismo en las laderas de Val Louron, aquella tarde julio.
En esa cabalgada pudo estar Gianni Bugno, pero no salió con Claudio en el llano posterior al Tourmalet y se perdió la fiesta.
Si un día nos pedís quiénes fueron los rivales más genuinos, directos y cercanos Miguel Indurain hablaríamos de Claudio y Gianni.
Rivales íntimos de Miguel Indurain, querríamos decir, aquellos en los que pensamos primero cuando relatamos la concurrencia del momento.
Como Tony Rominger, quien ganó mucho esos años, pero que con Indurain tendría un solo duelo genuino, ocurrió Tour del 93, aquellas tardes de Isola 2000, Saint Lary, pero sobre todo Serre Chévalier y el previo Galibier.
No coincidieron mucho suizo y español, pero su rivalidad se llevaba en la distancia en tiempo y lugar: el récord de la hora que Rominger batió dos veces, nada menos, partiendo del que había establecido Indurain.
Ellos son los primeros en quien pensamos cuando hablamos de los rivales de Miguel Indurain.
Pero no perdamos el hilo, por que en esos años dos ciclistas aparecieron desde el GB-MG: primero Franco Chioccioli, efímero en la película, pero intenso con aquella cabalgada de Imola como gran momento, Giro del 92, y Zenon Jaskula, el frío polaco que popularizó el término «goma» mejor que nadie para ganarse un hueco en el podio del Tour del año siguiente.
Relativamente breves fueron también Moreno Argentin y su troupe formada especialmente Eugeni Berzin y Piotr Urgumov.
Ugrumov anduvo como un tiro en el Giro del 93, aquella etapa de Oropa, y luego en el Tour del año siguiente, trepando y trepando hasta ser segundo, aunque sin amenazar de forma directa el liderazgo de Indurain.
Argentin fue maestro de ceremonias confabulando contra Miguel en sendos Giros
En el primero Ugrumov se quedó en el camino, en el siguiente dio en la diana con Berzin, infringiendo la derrota más dura de todo el «ciclo» Indurain.
Pero Berzin llegó, ganó y se fue, así, con la misma naturalidad que entró, salió de escena.
Duró más Marco Pantani, el ciclista que tronaba hacia arriba que co-protagonizó la etapa más demencial jamás vista, aquella de Aprica, Giro del 94, junto a Sestriere el día que las palomitas no daban de sí ante la televisión.
Pantani fue una constante ante Miguel en sus últimos dos años en lo más alto y acompañó al mentado y a Olano en el podio del mundial de Colombia.
Aquí también hay que citar a los ONCE…
Alex Zulle estuvo siempre ahí, pero nunca tan cerca como en el último Tour: mientras el suizo volaba en La Plagne, Indurain destrozaba, uno a uno, el grupo trasero.
Zulle tenía potencial para estar con Indurain en muchos momentos, pero siempre le fallaba algo.
A veces una mentalidad que sí tenía Laurent Jalabert, posiblemente el más coral de los rivales de Indurain.
El francés se cruzó con él muchas veces y no sólo en el Tour, aunque aquí la jornada de Mende siempre será esencial.
El epílogo de esta historia de grandes nombres se escribe con el de un percherón y alto danés que interrumpió el ciclo de seis Tours.
Bjarne Riis -con Jan Ullrich- fue posiblemente el último de los rivales de Miguel Indurain y en su recuerdo se entremezcla la amargura de la derrota con todo lo que le vino después.
Pero fue otra historia, la que centró ésta habla de los rivales de Miguel Indurain, cuyo sólo relato y ubicación temporal nos da la medida de lo grande que fue ese periodo.
Ciclismo antiguo
Briançon, Lieja & Valkenburg, las 3 esquinas del ciclismo
Grandes vueltas, monumentos, ciclocross… esto ocurre en Lieja, Briançon y Valkenburg
Hay lugares en el bello globo bendecidos por la naturaleza, la belleza o el azar. En ciclismo hay tres en concreto que beben de su ubicación y extraordinaria tradición. Supongo que podréis añadir alguno más, pero a mi se me ocurren estos tres: Lieja, Briançon y Valkenburg.
La primera la conocéis de sobra, es noticia una vez al año, fijo, cuando no más.
Es la cuna de la decana, la Lieja-Bastogne-Lieja porque era el trayecto que encajaba para que los periodistas fueran y vinieran en tren el día de carrera, siguiendo al pelotón.
Por Lieja además pasa el Tour de forma recurrente, si no es directamente, en tránsito
Por Lieja discurrió incluso una edición de la Vuelta a España y en Lieja se han jugado varios campeonatos del mundo.
Incluso Lieja ha albergado el mundial, recuerdo uno en tiempos de Mariano Cañardo cuando los italianos monopolizaban la contienda.
Luego está Briançon, ahí en el valle, encajada entre Izoard y Galibier, en medio de un océano de cimas con nieves perpetuas, en una encrucijada, cerca de Italia, de Sestriere, la puerta al valle de Aosta.
Briançon y su ciudadela han visto el mismo año el Giro y a las pocas semanas el Tour de Francia
Si no es final de etapa, es ciudad de paso. En el olimpo de los lugares ciclistas, está tocada.
Ciudades bendecidas por el ciclismo: Lieja, Briançon y… Valkenburg.
Aunque si queréis que os seamos sinceros, lo de Valkenburg es rizar el rizo.
Encajada en el Limburgo, la ceja de las Árdenas donde los Países Bajos dejan de ser bajos.
En el corazón de la vieja europa la ciudad neerlandesa es al ciclismo lo que Old Trafford al fútbol, la catedral del circo de las dos ruedas, un idilio del lugar, de la gente y el paisaje con la bicicleta.
Valkenburg tiene por descontado el ciclismo anualmente siendo ciudad de paso, mil veces, y meta de la Amstel Gold Race, la fiesta nacional neerlandesa de la bicicleta y el ciclismo.
Valkenburg ha puesto en el mapa un enclave como el Cauberg, la violenta subida en la que Philippe Gilbert hace estragos, habiendo ganando varias veces la Amstel Gold Race y siendo, incluso, campeón del mundo.
La ciudad del Valkenburg, modesta en dimensiones y población ha sido sede de los Campeonatos del Mundo de ciclismo en carretera cinco veces. Nada más y nada menos.
Cinco mundiales de ciclismo han acontecido en Valkenburg
Viajamos a 1938 y conocemos a marcel Kint, alemán, que se convierte en campeón mundial.
Diez años después, y tres ediciones más allá, por el paréntesis de la Segunda Guerra Mundial, Valkenburg corona a Alberico Schotte, el belga que sacó petróleo de la increíble rivalidad de Bartali y Coppi, anulados en un marcaje imposible.
Año 1979. Jan Raas, el especialista en la Amstel, saca oro de Valnkenburg que bate al sprint a Thurau y Bernaudeau.
Ya en el 98, Oskar Camenzind, suizo de Mapei, se corona campeón el día que todos miraban a Michele Bartoli bajo el diluvio de septiembre limbugués.
El Tour tambièn ha aterrizado por Valkenburg, dos veces además. Ganaron Giles Delion, prometedor francés, en 1992, y Matthias Kessler, alemán de final infeliz, en 2006.
Pues bien, con este bagaje, con una infinidad de carreras, pruebas y eventos relacionados con las dos ruedas, el Campeonato del Mundo de ciclocross aterrizó hace cinco años en Valkenburg.
Imagen: G.Demouveaux
Ciclismo antiguo
1994: La Flecha Valona que cambió el ciclismo
Nada fue igual tras la Flecha Valona de 1994 y los azules haciendo pleno
La primera parte de los noventa se tiene como la época más oscura de la historia del ciclismo y muchos toman la Flecha Valona de 1994 como el cénit.
No son pocos los testimonios que hablan de un ciclismo psicodélico, de corredores que no corrían, volaban, de cosas raras, de podencos hechos caballos de carreras,…
Testimonios no faltan.
Dos son elocuentes. Greg Lemond justifica parte de su declive por las dos velocidades de aquel ciclismo, un salto de rendimiento que apuntaba una sustancia cuyas siglas eran EPO. David Millar habla en su libro de sus primeras carreras como algo inalcanzable, no había ni roto a sudar que el pelotón ya les había dejado de rueda.
#DiaD 20 de abril de 1994
En el año 94, la Vuelta a España seguía disputándose en abril.
En la antesala de la misma estaba el tríptico de las Ardenas, pero en orden diferente al actual. Una semana después de Roubaix, se corría la Lieja, luego la Flecha Valona y finalmente la Amstel, posteriormente vendría la Vuelta que en esa ocasión dominaría a placer Tony Rominger.
La Flecha Valona se presentaba como la reválida para Eugeny Berzin. El ruso de rubia cabellera había ganado en Lieja días antes y era la punta de lanza del potente Gewiss. Por nombres el equipo celeste copaba las apuestas, sin embargo, los italianos no querían ganar, querían sencillamente coparlo todo.
En el llano que precedía el muro de Huy, Berzin, que iba insultantemente fácil, tomaba unos metros sin que nadie osara seguirle, salvo sus dos compañeros Moreno Argentin y Giorgio Furlan. En la cima de Huy Argentin culminaba la masacre, siendo primero por delante de sus dos colegas.
“Ellos ruedan y nosotros nos quedamos. Hacen que ir en bici parezca sencillo, no necesitan ni preparar estrategia alguna” dijo Gérard Rué, el gregario de Miguel Indurain, preso de la incredulidad.
Los peores temores que circulaban por el pelotón se hacían realidad y las sospechas no tardaron en plasmarse cuando al día siguiente en una conversación entre Michele Ferrari y varios periodistas, en una pedanía de Lieja, el galeno afirmaba sin pudor:
“Si yo soy ciclista y sé que hay una sustancia que mejora el rendimiento y otros la usan, yo también la utilizaría. La EPO no es mala, sólo lo es si abusas de ella, como si te atiborras de zumo de naranja”.
En efecto, el ciclismo de dos velocidades ya era un secreto publicado y público, la caja de pandora se había abierto, estallaría en pocos años…
Imagen: Cronoescalada
Ciclismo antiguo
Amstel Gold Race by Jan Raas
Nadie dominó la Amstel Gold Race como Jan Raas
Jan Raas fue una de las esas buenas figuras que tuvo el ciclismo a finales de los setenta y principios de la siguiente, que hizo de la Amstel Gold Race su feudo, se la llamó «Amstel Gold Raas».
Nacido en 1952, fue posiblemente el primer ciclista con pinta de intelectual.
Todo un espejo donde se miró el maître Fignon.
Fue posiblemente el gran valedor de esa megaestructura neerlandesa llamada Ti Raleigh comandada por Peter Post.A Raas la victoria le gustaba más que a un tonto un lápiz
Era perrete, parecía italiano más que ciudadano del respetable reino neerlandés.
Gustaba, además, de tomar el pelo a los rivales.
Su último gran triunfo fue en el Tour de 1984, una etapa donde puteó con tino al visceral Marc Madiot, hasta que le rebañó la victoria toda vez que le había asegurado que no estaba para dar relevos.
Sin embargo tuvo gestos encomiables, como cuando renunció al amarillo en un prólogo muy condicionado por la furiosa lluvia.
Eso sí, al día siguiente se empleó a fondo para vestirlo en buena lid.
Éste era Jan Raas
En 1977 Jan Raas ganó su primera Amstel, poco después de hacerlo en San Remo
Ciclismo antiguo
El Tourmalet, Indurain, Chiapucci…
1991, en aquella subida y bajada al Tourmalet no sólo sucedió el gran salto de Miguel Indurain
No sé cómo, aunque puedo imaginarlo, el otro día el algoritmo me recomendó echarle un ojo a este vídeo que me llevó directo al Tour 1991, el Tourmalet, Indurain, Chiapucci y cia.
Dicen que el tiempo da perspectiva, que alejarte de proporciona mejor visión de los sucedido y sin duda de las consecuencias y en esta ocasión pude corroborarlo.
Ver aquella grabación me gustó, con los cortes de voz de Pedro González en TVE y Javier Ares y Luis Ocaña en las retransmisiones de radio de José María García.
Total que me papeé toda la subida y bajada a aquel histórico paso por el puerto más emblemático del Tour de Francia, una jornada que 33 años después sigue siendo histórica por lo mucho que pasó en aquella subida.
Recordad que la carrera venía de España, de Jaca, donde la hinchada se había decepcionado fuertemente con la actitud de los Banesto por no empezar a asediar el liderato de facto de Greg Lemond, dorsal 1 y gran favorito.
De hecho, durante un momento de la subida, el narrador de TVE, Pedro González, afirmaba que al americano se le veía seguro y fuerte, con visos de salir de amarillo aquella jornada de 250 kilómetros.
Sin embargo, Luis Ocaña no tenía tanta confianza en el americano, su lenguaje corporal no invitaba al optimismo y acertó.
Estábamos presenciando un cambio generacional en toda regla y no éramos conscientes de ello.
Con Chiapucci abriendo camino en el Tourmalet, e Indurain siempre pegado a su rueda, Perico ya había cedido, Fignon nadaba contracorriente y Lemond acabaría descolgado.
Los de la generación del 64 -a la que perteneció también nuestro invitado del otro día, Raúl Alcalá, aunque en esa etapa ya se había retirado- habían derribado la puerta a por el trozo gordo del pastel.
Y no se irían en unos años, encabezados por Miguel Indurain.
Sin saberlo en esos instantes, estábamos viendo un cambio de orden y la marcación de las jerarquías en ese mismo orden, puesto que el momento de duda de Gianni Bugno, una vez pasado el descenso del Tourmalet le sacaría para siempre de las quinielas del Tour de Francia.
El Tourmalet siempre ha sido mágico, el gran anfiteatro del ciclismo, ha tenido mejores y peores ediciones, pero aquella tarde de julio de 1991 fue el gran «revolucionario» del ciclismo que nos asaltaba y marcaron los años más felices viendo este deporte.
Por suerte, mirándolo ahora, aquella magia, el cosquilleo anterior a las grandes carreras sigue y sólo espero que esa llama no se apague.
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Vicente Díez
21 de enero, 2021 En 7:32
Muy bueno este artículo. Aunque a Miguel le faltó muy poco para ampliar su palmarés con la Vuelta y el Mundial.