Opinión ciclista

Europcar & Riccardo Ricco: cuando la realidad se muestra tozuda

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Se dice que la menor distancia entre dos puntos en la línea recta. También que dos extremos muy extremos se tocan, casi se queman. En esta vida, la experiencia nos obliga muchas veces a tener la boca cerrada, pues lo vital nos ubica en un lado u otro de la línea a cada paso. Esta semana hemos tenidos dos muestras de ese asqueroso tema llamado dopaje con sendos actores que luchan y perpetran acciones para verse muy separados entre ellos, pero que el tiempo les ha ubicado en una esfera muy similar.

El Tour de Francia arranca con un escándalo latente llamado Europcar. Asustando a propios y extraños por su inexplicable rendimiento en el último Tour, Carlos de Andrés no dejó de repetir el estupor que le causaba ver a Rolland y Voeckler con los mejores y mandando, el equipo verde de Jean-René Bernardeau anda con una investigación en ciernes según el diario pro carrera de L´Equipe. Simplemente sería un mazazo que las pesquisas llevaran a algo más que conjeturas. En esta columna de El Mundo Jon Rivas lo masca todo con solvente fidelidad. Las cosas están feas y más lo son cuando te pillan en pose inadecuada siendo miembro fundador del “Movimiento por un ciclismo creíble”. De cualquiera de las maneras, créanme, quiero que todo sea mentira.

Se dice que en el deporte las segundas oportunidades son vacías en intenciones. Se dice que los que se han dopado vuelven a recaer. Un servidor no entiende el razonamiento, pues si esto es así, el reglamento tendría que ser mil veces más punitivo. Esta semana pasada, supimos que Riccardo Riccó quiere recurrir su sanción a cuasi perpetuidad. Otra muesca en el revólver de este ciclista que sencillamente quiere vivir en el filo permanente, una muestra de estupidez supina.

Con Riccó vuelve otra vez el debate a nuestra mesa. No entendemos de verdad, y más en los reincidentes, qué narices pasa para que la justicia no actúe con la contundencia que ponga fin a esta eterna sospecha. ¿Es tan difícil una sanción a perpetuidad? Incluso para evitar que haya alguno que caiga por primera vez, ¿es tan enrevesado pedir sanciones disuasorias de verdad?. Evitaríamos así, que muchos se lo piensen y que los de fuera les miren mal a cada movimiento que hacen. Veamos qué ha pasado en la Quebrantahuesos y la que se ha liado. Una pena la verdad, que un pelotón de genuinos cicloturistas viva su sueño en medio de tales malos rollos.

Entendemos que si se hace borrón y cuenta, se hace. Y es por ello que el estigma cae con ese acto. Si esto no es así, si el público no lo entiende, o no quiere, que se hagan mirar el reglamento, pues ahí reside el pilar de la futura credibilidad de este tinglado. 

Si te ha gustado, que espero que sí, algo al menos, dale a alguna de esas pestañas de divertido, interesante,…
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