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Van der Poel y Van Aert hacen que el ciclismo merezca la pena
Publicado
2 años atrásen
Por
Iban Vega

Flandes nos dio el epílogo soñado: un sprint entre Van der Poel y Van Aert
Cuando Julian Alaphilippe aceleró por primera vez en la cresta del Koppenberg, a más de cuarenta de meta, con Mathieu Van der Poel, primero, y Wout Van Aer, acto seguido, cerca de su rueda, el Tour de Flandes empezó a ser epopeya y poesía.
Lo primero con Alaphilippe callando aquellas voces que le acusan de «posturitas», corriendo a pecho descubierto en un terreno que no conoce, que le era indómito, con los dos mejores, sobre el papel, con él.
Su caída contra la moto fue un mazazo en una tarde fría y otoñal, como acostumbraban a ser las primaveras en Flandes.
Un mazazo que al final nos dejó el duelo que todos esperábamos…
Un duelo que a un kilómetro de meta se inició con los zig zagas, Van der Poel por delante, vigilando que Van Aert no le saltara antes de su distancia, con el pelotón a la vista, poniendo presión a una situación ya de por sí legendaria.
Pasaron el cartel de 500 metros, el de 400, el de 300… nadie se movía.
Van der Poel no quiso cometer el error de la Flecha Brabançona, se puso delante, dejó a Van Aert en las vallas y pam… primer monumento para Mathieu, 34 años después que Adrie, su padre, en un terreno donde el abuelo Poupouno se prodigó en exceso.
No ponen los vatios de Van Aert y Van der Poel en Paterberg, por que sería porno en horario infantil #RVV20
— JoanSeguidor (@JoanSeguidor) October 18, 2020
El Tour de Flandes soñado, el mano a mano soñado por las rutas que hicieron la fe, maldita sea la moto que se cargó las opciones de Alaphilippe, en una carera que creo nos merecíamos: en un año asqueroso, lleno de incertidumbre y zozobra, con los dos cocos que nos emocionan desde los años del barro, en invierno, mano a mano, a pelo… creo que podemos decir, por primera vez desde que Flandes nos propuso este recorrido hace ocho años.
Ha dado la talla en un contexto de igualdad supina, ente dos que entran en las grandes rivalidades de la historia.
Van der Poel, Leonado, el hombre genio, al que queríamos ver ganar a pelo, sin exhibiciones ni abrumar, tirando de manual y gestionando la situación.
Van Aert, Miguel Angel, dotado de genio cincelado con trabajo.
Ganó Mathieu por un alfiler de ventaja, gracias chavales por hacer grande el deporte que amáis y nos hacer sentir.
El ciclismo, los aficionados, estamos en deuda con vosotros.
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-escrito el 11 de octubre-
El pique Van Aert vs Van der Poel aterriza del todo en la carretera
Wout Van Aert y Mathieu Van der Poel no han coincidido mucho en la carretera pero lo poco que lo han hecho ya da que hablar…
#GWE20 – Wout Van Aert: "There was one rider that just looked at me and apparently preferred that I shall not win. He was on my wheel the whole time. That was Mathieu. He must know that I have already won a lot"
(via @raykerckhoffs)
— La Flamme Rouge (@laflammerouge16) October 11, 2020
Las declaraciones son a continuación de una Gante-Wevelgem de otoño corrida a cuchillo, unas declaraciones que suenan a personal, desde luego, pero sobre todo carentes de sentido, en este ciclismo la humildad también se premia.
La carrera fue espectacular, integrada en una tarde de domingo de locura en el que la gestión para ver las carreras era imposible.
Pero vista la Gante-Wevelgem, podemos darnos con un canto que parte de la gloriosa campaña de primavera se haya repuesto en octubre y de paso, como previa a lo que quede de ciclocross, ver un mano a mano Van der Poel-Van Aert, que tuvo sus momentos, pero no fueron los únicos por que en una prueba a pelo como ésta, son muchos los actores que actúan.
Por eso creemos que Van Aert se equivoca en pensar que Van der Poel corrió para joderle, en todo caso le marcó, como podría haber marcado a otro, generalmente el más fuerte: sólo que el del Jumbo era el favorito sobre el papel.
Y eso lo vimos, el belga llevó el peso de los cortes, de las cazas y mostró más que nadie a una semana del Tour de Flandes, Van der Poel estuvo a verlas venir, un poco como la decena larga que entró en ese corte del final, antes de Ypres, tras una persecución de grupos de esas que sólo se dan en Flandes: cuando parece que van a enlazar, los de adelante no cejan.
La historia de Wevelgem la hemos visto muchas veces, podemos pensar que es algo entre ellos, pueden decirlo los protagonistas, en todo caso Van Aert ya sabe qué tiene que hacer en Flandes, no esperar a que nadie se le vaya por que se sienta vigilado, golpear primero y echar mano de ese poder que enfiló el pelotón del Tour.
Todo lo demás es despistar, sinceramente, por que Van der Poel hizo lo que tenía que hacer, contener las pérdidas ante un rival que está en una forma monstruosa desde el primero de agosto.
Y sí vacilan, los hay que saben aprovechar las oportunidades, y Mads Pedersen es de todo menos desconocido.
-escrito el 12 de agosto-

Si Van der Poel fuera Da Vinci, Van Aert sería Miguel Angel
En la historia del ciclismo, la reciente, hay una dualidad que nos ha caído en mano que es una bendición: Wout Van Aert – Mathieu Van der Poel.
Hablamos de «archirivales», al punto que cuando Van Aert gana la Strade o San Remo, todos ponemos el dedo en la pantalla y miramos dónde ha llegado Van der Poel…
https://www.instagram.com/p/CDW53tajA71/
Es una rivalidad que no siempre se da en la carretera, pero que flota en el ambiente y sigue parámetros ya conocidos.
Antagonías de genios siempre han existido, recordarla y evocarla no significa no querer el ciclismo, o ser más o menos futbolero, como nos gusta decir con desprecio respecto al deporte rey, implica buscar el aliciente y la salsa que viene desde el inicio de los inicios del ciclismo.
¿Quién sería Van Aert y quién Van der Poel?
Si nos dais a elegir lo tendríamos claro.
Wout Van Aert, lo decíamos el otro día, sería Greg Van Avermaet, trabajo, trabajo y más trabajo, incluso si nos vamos amas allá seria el Poupou de la gente -el más aplaudido el año pasado en la Grand Place de Bruselas, en el estreno del Tour-, sería Gino Bartali «ora et labora», un ciclista que viene de la raíz del pueblo, que bate todas las dificultades y obstáculos, que se cae, se descuelga, pero no se deja llevar, Roubaix del año pasado, que se estrella, se hace polvo, recoge los pedazos y vuelve, la caída del Tour del año pasado.
Mathieu Van der Poel es otra cosa, una estrella, rutilante, que desprende clase y categoría, a veces un poco amanerado en sus celebraciones, pero tremendo cuando le dan las fuerzas y la categoría.
Sería Peter Sagan, brillo y focos, en todo caso Jacques Anquetil, clase y distinción, y si me apuráis Fausto Coppi, siempre perfecto en la foto, un físico que se alarga, como un gato enervado y saca el látigo para desgracia de los rivales.
Van Aert vs Van der Poel ¿qué ciclismo preferimos?
Partiendo de la base que son imprescindibles de su tiempo, si nos apuráis, nos estrujáis, seguimos con ese concepto clásico de esfuerzo, sacrificio y agonía del ciclismo, un concepto que encajamos mejor con Wout Van Aert, un ciclista que es rocoso, con un motor tremendo, un rodillo físico equipado con una cabeza privilegiada.
No es la primera vez que se levanta cuando se cae, no es la primera vez que da la medida de su solidez, su calidad de diamante no es sólo por su brillo, también por la medida de su dureza.
Entendedme, Van der Poel es Da Vinci -genio de pelo liso, ropa fina y aspecto cuidado-, pero Van Aert es Miguel Angel -genio de cincel prodigioso, siempre manchado, siempre preocupado por mejorar-, y si tuviéramos que quedarnos con un genio, el segundo nos ganó hace tiempo.
Imagen: Jumbo Visma
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Ciclismo antiguo
El Stelvio, un puerto de época imperial
Publicado
1 mes atrásen
29 de mayo, 2022Por
Iban Vega

Las herraduras del Stelvio vienen del imperio austrohúngaro
El Giro 2020 se va a jugar en gran parte en lo que pase entre el Stelvio y Laghi di Cancano con la sensación que nadie está por encima del resto de forma clara…
En todo caso el Giro va a tocar el cielo, el Stelvio, y el espectáculo va a ser tal, que merece la pena irnos a los inicios de los inicios de la montaña en el ciclismo.
Cuando el ciclismo quiso hollar las cumbres para gloria suya, pensó en las que hoy entendemos como grandes de todos los tiempos.
Aún resuenan aquellas palabras de Lapize: “Sois unos asesinos”.
Los destinatarios de tales soflamas fueron los organizadores del Tour que quiso pisar por primera vez los caminos pirenaicos.
Los improperios de Lapize eran lógicos.
Años de miseria exacerbada, en una Europa en puertas de su primera gran guerra.
Las carreteras no eran tales, eran pistas minadas de pedruscos como bidones y heces de ganado.
Se cubrían distancias inhumanas, además salpicadas de estos colosos.
Aquello no era ciclismo, era una tortura de diez horas un día sí y al siguiente también hasta que el cuerpo o la máquina dijeran basta.
Sin embargo aquello causaba estupor entre el público, era la moda, el perenne encanto de lo nuevo.
Hace unos años pude asistir a una interesantísima charla que presentaba un libro sobre la bicicleta desde el punto de vista de los ingenieros de puertos y caminos.
La edición del mismo, más de 300 páginas en encuadernado de tapa blanda, ancho lomo americano y paginado de perfecta calidad del mismo corrió a cargo de varios miembros del Colegio barcelonés de tal insigne profesión bajo el yugo de la pasión de la bicicleta.
Entre otros temas de extraordinaria profundidad, fui al de los puertos de montaña.
Entendía que como ingenieros de puertos tenían algo que decir.
Y lo hicieron: Dedicaron un capítulo que llevaba por nombre «¿Por qué los puertos suelen tener un 7% de desnivel medio?»..
Hay una explicación: su fecha de construcción.
Los puertos modernos contemplan ese desnivel, los anteriores no suelen respetarlo.
Actualmente tenemos puertos que siguen el mismo trazado original: Aubisque, Tourmalet, Izoard, La Madeleine, Pailères,… todos sobrepasan el siete por ciento, pues en su caso fueron trazados en el siglo XIX.
A finales del mentado siglo, ya se empezaba a hablar de racionalizar los porcentajes.
En el artículo titulado “Determinación de la pendiente máxima que conviene para salvar grandes alturas en las carreteras” la Revista de Obras Públicas iluminaba sobre la cuestión.
Se atisbaban puertos con tramos del ocho por cierto separados por breves “descansillos”.
Las carretas tiradas por mulas y los incipientes coches necesitaban estas facilidades si no querían despeñarse cuesta abajo y marcha atrás.
En estos parámetros se ubican Hautacam, Luz Ardiden, Plateau de Beille,…
Y sí.
El Passo dello Stelvio se instala entre los primeros
Su construcción es una obra de ingeniería formulada hace poco menos de doscientos años.
Urgía conectar el Imperio Austrohúngaro con la Lombardía.
La fábrica, ideada por Carlos Donegani, despierta tantos halagos como su dureza e innegable atractivo paisajístico y legendario, estas rampas las doblegó Fausto Coppi.
Sus 48 curvas de herradura por el eterno valle aupadas sobre sillerías empedradas de mampostería causan furor entre los fotógrafos.
Su trazado unía las ciudades de Bormio y Pratto Stevio, o lo que es lo mismo la Lombardía y el Trentino por cuestas cuyo desnivel supera los 1800 metros.
Hoy esa conexión se hace por modernos túneles y el puerto ha quedado como un gran parte temático natural y al aire libre de la épica ciclista y humana, pues por aquí se vieron enormes combates de la primera Guerra Mundial, esa que dicen enterró los grandes imperios, pero a la que sobrevivió el Stelvio.
Para este artículo he necesitado la ayuda del libro “La ingeniería en la bicicleta” de Fundación Esteyco y especialmente el capítulo firmado por un loco de la bicicleta, Oriol.
Imagen tomada de http://www.vacanzattivajournal.com/
Ciclismo antiguo
Randonneur: el ciclismo donde no se pone el sol
Publicado
1 mes atrásen
23 de mayo, 2022Por
Iban Vega

Viaje al corazón del ciclismo de randonneur o de larguísima distancia
Hace unos días nos interesamos por un ciclismo poco conocido, que se corre en soledad, de noche muchas veces y entre pequeños ratos de sueño. Hablamos de esas pruebas que responden al nombre de Randonneur y se distinguen por la larguísima y extenuante distancia. Un concepto que lleva el ciclismo hasta sus últimas consecuencias, un concepto que nos explica Francesc Porta, Presidente de Randonneur Catalunya (Club de Referencia) y representante del Audax Club Parisien en España, excepto el País Vasco.
¿Dónde situarías el origen del concepto Randonneur y en qué momento y evento?
“Hemos de retroceder al mes de mayo del año 1921, se celebra la Polymultipliée de Chanteloup en su 9ª edición, hasta entonces esta prueba había estado patrocinada por el periódico deportivo l’Auto que dirigía Henry Desgrange, pero en 1921 fue el periódico L’Echo des Sports (contrincante de L’Auto) quien patrocinaba esta prueba. Diversos clubes de Paris aportaban su ayuda en la realización, uno de ellos era el Audax Club Parisien, colaborando desde la primera edición.
Se dio la circunstancia de que el Audax Club Parisien tenía desde 1905 los derechos de organización de los Brevets Audax, una creación italiana introducida en Francia por parte del mismo Henry Desgrange. Estas dos circunstancias eran incompatibles y Henry Desgrange retiró la autorización al Audax Club Parisien para la Organización de los Brevets Audax.
En el seno del Audax Club Parisien hubo una escisión que condujo una parte a continuar con la organización de los Brevets Audax formando el Club Union Cyclistes de Paris, patrocinado por L’Auto, y que más tarde vinieron en llamarse Unión de los Audax Franceses, y otro grupo que se las ideó para crear los Brevets de Randonneur Franceses, que son la cara y la cruz si los comparamos con los Audax. En el mes de septiembre de 1921 se organizó el primer Brevet Randonneur de la historia con el recorrido Paris, Dreux, Chartres, Paris”
Nota 1- Los Brevets Audax también se llaman de velocidad fija establecida en 22,4 km/h, por lo tanto los participantes van en pelotón, no pueden desfallecer físicamente, no tienen que estudiarse el itinerario pues hay el jefe de grupo, mientras que los Brevets de Randonneur que también se llaman de velocidad libre, cada participante va a su aire, solo tiene que mantener una capacidad mental en todo el recorrido y si desfallece físicamente puede parar a descansar.
¿Que mueve a un ciclista a pasarse a la fórmula Randonneur?
“Yo diría que la participación en pruebas Randonneur es una culminación de toda una trayectoria en la vida de un cicloturista. Empiezas con excursiones locales, regionales a través de un club con salidas dominicales, después te atreves en las marchas cicloturistas, cuando te vas haciendo mayor empiezas a sentirte mal porque no llegas dentro la hora establecida y es entonces que descubres la formula Randonneur, la edad media de los participantes está situada en 55 años, esto quiere decir que un 10% tendrá entre 60 y 70 años y otro 10% tendrá entre 18 y 30 años, hay participantes que con 85 años realizan un Brevet de Randonneur”
¿Qué le aporta la fórmula Randonneur a un ciclista?
“La aportación del deporte al practicante no difiere demasiado entre distintas especialidades, pero la participación Randonneur permite alargar muchos años la práctica del deporte. Es en esta edad que se ve las marchas cicloturistas como una auténtica locura, y en el Movimiento Randonneur, como la posibilidad de permanecer activo en grandes pruebas”
¿Que complicidades surgen en la práctica de pruebas Randonneur?
“Las principales complicidades son con uno mismo. Se habla de hacer un 200 y se ve como una utopía, lo realizas y te das cuenta que el próximo reto son los 300, después 400 , te das cuenta que el cuerpo es el mismo, la forma física siempre es la misma, no se requiere una forma física súper extraordinaria, sí que percibes que al aumentar la distancia se requiere más mente clara y te decides para afrontar los 600, los 1000, los 1200 km como si nada y te conviertes en un experto psicólogo de tu propio cuerpo”
¿Qué desarrollo hay en España del mundo Randonneur respecto a otros Países?
“El Audax Club Parisien como creador de la Fórmula Randonneur, tiene la misma estructura en cada país donde se establece la práctica de las pruebas Randonneur, es decir se nombra un representante del Audax Club Parisien en este país, este representante actúa a través de un Club, que se llama Club de Referencia. El representante a través de este Club determina los Clubes Organizadores locales que son los que organizan las pruebas Randonneur en cada Región. Los representantes de todo el mundo están asociados a través de Les Randonneurs Mondiaux que en la actualidad agrupa a 51 países de los 5 continentes”
Nota 2- Se da la circunstancia de que en 1983 cuando se creó Les Randonneurs Mondiaux en España había dos personas que organizaban Brevets de Randonneur, y como excepción España continua teniendo dos representantes del Audax Club Parisien, pero esta anomalía es temporal tendiendo a la normalización en cuanto ocurran cambios.
Nota 3- La palabra francesa randonneur significa excursionista, después de los años y en el argot cicloturista, esta palabra significa todo lo referente a esta modalidad de cicloturismo, otra acepción seria que si decimos que uno tiene aptitud Randonneur, significa que recurre a todas las soluciones posibles sin desistir, para solventar los contratiempos que se van sucediendo a lo largo de uno de los periplos emprendidos, también se aplica entre nosotros en temas de la vida misma.
Ciclismo antiguo
Centrum De Ronde Van Vlaanderen: La caja que guarda la esencia
Publicado
7 meses atrásen
24 de noviembre, 2021Por
Iban Vega

En el Centrum De Ronde Van Vlaaderen hay una Tour de Flandes diario
Este primer domingo de abril, dicen que han corrido un Tour de Flandes virtual que cumplió con el deseo, disfrazado de pronóstico, que muchas veces hemos lanzando al aire, que Greg Van Avermaet ganara en Oudenaarde
Van Avermaet ha ganado la que esperamos que sea primera y última edición de Flandes virtual…
Obviamente Greg Van Avermaet no entrará en el hall of fame que viste el epílogo de la vista al Centrum Van Vlaanderen.
Oudenaarde es un típico pueblo flamenco, tranquilo, reposado, cerrado en las tardes de otoño, frío e inhóspito, que cae en la euforia cada primavera, presa de la pasión y calor que el ciclismo desierta en estas tierras.
En el corazón de Oudenaarde, tenemos el Centrum Van Vlaanderen, la caja que guarda los secretos de la mejor carrera de Flandes y posiblemente una de las mejores del mundo.
Su visita es una inmersión en la atmósfera que fija ojos de medio mundo en este pequeño territorio encajado entre Francia, Valonia y el mar del norte.
Es la caja de las esencias, entrar en él, desde la gran plaza de Oudenaarde ofrece un Tour de Flandes diario.
Saborear una cerveza acompañada por las frites, mientras las imágenes de Tchmil, Bugno o Van Petegem en bucle llenan nuestra mirada y tocan los recuerdos.
Una sorpresa, y no es raro, cruzarse con un tal Johan Museeuw, inquirirle sobre el dominio que alcanzó en esta carrera, de las pasiones que desató, y sigue desatando, pues una marabunta se concita alrededor suyo, justo en la entrada de la exposición permanente.
Y aquí el Centrum Ronde Van Vlaanderen pone sobre la mesa los recortes de la historia, una historia que escribieron las leyendas del «hall of fame», pero también periodistas, gente, equipos y sobre todo lugares.
Y entre ellos el Kappelmur…
Lo cierto es que lo que nos cuenta Sander, responsable de marketing de Centrum Van Vlaanderen, lo compartimos al 100 x 100, creemos que aquel recorrido que empalmaba Kappelmur y Bosberg era mucho más atractivo, primero por el valor icónico de ese encadenado y segundo porque el circuito actual parece enfriar los ánimos a los ataques cargados de épica.
Y no es para menos, las pantallas de aquella edición de 2011, memorable carrera, no paran de poner en bucle el duelo Cancellara vs Chavanel que ganaría Nick Nuyens.
Antes habremos pasado por rotativas flamencas, por estudios de radio, por plazas flamencos y pululado entre kioskos de patatas y cervezas, viajando de esas ediciones que se salvaron del veto de los nazis a la carrera global que es hoy en día.
Si queréis una experiencia ciclista basada en uno de los grandes símbolos de este deporte, si queréis partir hacia el Kwaremont o el Koppenberg, si queréis echar una cerveza con Johan Museeuw id al Centrum Ronde Van Vlaanderen, en Oudenaarde, donde la bicicleta y el ciclismo se plasman hasta en los pasillos de los hoteles.
Ciclismo antiguo
¿Cuántos Indurain vs Rominger hemos visto?
Publicado
9 meses atrásen
15 de octubre, 2021Por
Iban Vega

Si echamos cuentas sobre duelos directos entre Indurain y Rominger no recordamos tantos
En estos tiempos en los que estamos viendo un Van der Poel vs Van Aert cada poco, incluso en meses de invierno, echamos cuentas sobre otros grandes duelos y no hemos tenido la misma suerte con otros pulsos míticos tipo Cancellara vs Boonen o Indurain vs Rominger…
Recuerdo los días duros de confinamiento el año pasado, cuando Teledeporte nos rescató dos piezas que explican el punto de inflexión de Tony Rominger y su acceso a la primera línea de rivales históricos de Miguel Indurain.
Si en el Galibier puso su pica en el Tour, cabe decir que en la jornada de los Lagos de Covadonga el suizo alcanzó la convicción que la Vuelta del 92 estaba a su alcance.
Tras el estreno de Luz Ardiden en la Vuelta, durante aquella jornada de primavera hostil, en la cima astur Rominger tuvo la certeza que el pequeño murciano, Jesús Montoya, era asequible.
Entre ambas etapas pasaron 14 meses, más o menos, y entre, las dos Rominger se erigió como el rival directo de Indurain, incluso más peligroso de lo que Chiapucci y Bugno habrían soñado jamás serlo.
Sin embargo, visto hoy, lamentamos que estos dos gigantes no nos dieran la cantidad de duelos que muchos habríamos querido.
No, al menos, en la cantidad que imaginábamos, pues si quitamos ese Tour del 93, las coincidencias de los dos astros y en plenitud de condiciones no fueron tantas.
Y lo lamentamos, viéndoles destrozar el Tour mano a mano en el Galibier, sin olvidad que los dos sumaron once grandes vueltas en cinco años, una barbaridad de dominio al que sólo se escaparon talentos como Chioccioli, Mauri, Berzin y Jalabert.
Si hiciéramos una pinza entre el primer y último Tour de Indurain, la lista sólo tendría un nombre extraño: Eugeny Berzin, ganador del Giro 94
En medio, dominio total de ambos.
Pero ¿cuántos Indurain vs Rominger vimos?
Pues el Tour de 1993 y poco más.
Esa carrera pudo haber estado más igualada de no haber mediado el desastroso inicio del suizo, que llegó muy perjudicado a la gran montaña.
Hizo falta aquel prodigio hacia el Galibier entre ambos, para que Rominger entrara en aquella carrera que se le había cruzado.
Una subida en la que los dos talentos fueron en paralelo, sacando un mundo al resto, aguantaron Hampsten, Mejía, qué clase tenía, y ese polaco de la goma, Jaskula.
Fuera de esos días, poco más dio esta rivalidad.
Rominger no volvió a ser rival de Indurain en el Tour.
En los años sucesivos llegaría al Tour con Vuelta, la tercera y la mejor de largo, y Giro en el zurrón, pero quizá pasado de forma.
Otra cosa fue ese particular pulso por la hora que mantuvieron en otoño de 1994, en el que el suizo voló por muy delante.
Y es que la historia, caprichosa ella, muchas veces nos pone y nos quita los grandes del mapa, con azar e improvisación, dejándonos con las ganas de lo que pudo ser y no fue.
Foto: Parlamento Ciclista


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Josep Masjuan Gotarra
12 de agosto, 2020 En 19:08
Gran artículo ! Me han encantado las comparaciones sobre todo las de Leonardo y Miguel Angel.
Me encantan los dos, siendo tan diferentes.
Muchas gracias Ivan por tus acertados artículos,se nota a la legua la pasión por el ciclismo que tienes y tan bien transmites.
Felicidades.
Josep
Iban Vega
13 de agosto, 2020 En 12:08
muchas gracias 🙂
son dos símiles muy convenientes en este caso