Ciclismo
Vuelta: ¿Por qué no podemos odiar al Jumbo Visma?
La Vuelta tampoco se libra de los plantes y manejos del Jumbo Visma
La imagen de Dylan Van Baarle y Jonas Vingegaard mandando parar al pelotón de la Vuelta el domingo volvió a despertar una fobia latente entre los aficionados: el odio al Jumbo Visma.
A mí, personalmente, hablar de odio o leer que Vingegaard es lo peor que le ha pasado a esta Vuelta, me parece excesivo.
Sin embargo, en este caso, sí que creo que el equipo neerlandés es especialista en granjearse antipatías cuando quizá no le resulte necesario.
También os digo que ellos tienen bien claro el objetivo y poco les importa ser el «premio limón» más de una vez.
Sabemos que Primoz Roglic se acababa de caer, junto con Geraint Thomas, que la carrera estaba peligrosa, pero lo estaba para todos y en circunstancias que, lo siento mucho, no distan de otras tantas en las que se compite con normalidad.
Ese mismo día el doble ganador del Tour fue pillado previamente hablando con Enric Mas para ver si la carrera se recortaba.
En definitiva, el mamoneo que el aficionado intuye muchas veces, pero que esta vez se hizo con luz y taquígrafos.
Lo del Jumbo Visma, por eso, no viene de esta Vuelta, hay imágenes icónicas como las de Tony Martin hace tres años, en la etapa inicial del Tour, pidiendo calma a la concurrencia.
Eso añadido a los testimonios de otros ciclistas comentando que no pueden hablar con ellos durante ciertos momentos de la temporada, por estar «super» concentrados en la competición.
Evidentemente, que los ciclistas amarillos pueden pedir cosas en el pelotón, están en su derecho, pero a mí personalmente me parece una falta de respeto tan grande hacerlo en momentos como el domingo, que por suerte no todos están dispuestos al secundarles, como demostraron los Alpecin y DSM, interesados en que la carrera fuera viva para sus intereses.
Con Jumbo, por eso, tengo una sensación encontrada.
Dan ganas de matarles, cuando hacen estas cacicadas, pero al mismo tiempo son capaces de darnos jornadas de ciclismo memorable, como el año pasado en el Granon o en el inicio de París-Niza.
Y no sólo eso, en su bloque compiten algunos de los ciclistas más queridos del pelotón.
El otro día en Barcelona, cada vez que Roglic asomaba el hocico, un murmullo emergía en el lugar, y no es para menos, el esloveno se ha hecho con un carisma de ciclista duro y competitivo que combina a la perfección con la cercanía que luce desde hace un tiempo.
Lo mismo sucedió con Sepp Kuss, un tipo querido que está en la antesala de completar tres grandes el mismo año con opciones a ver ganar a un compañero suyo.
Y eso que no estaba Wout Van Aert, cuyos desamores en bicicleta los sentimos como propios.
Con todo, y seguro que volverá a suceder, agarraros a los nombres y el carisma de algunos chicos del Jumbo para quererles cuando lo merece, porque seguro, como digo, que algún que otro plante vuelven a proponer más pronto que tarde.
Imagen: Guillem Riera
Ciclismo
Un mundial en Sallanches no puede ser fácil
Sallanches y un Mundial recuerdan la gran exhibición de Hinault
Quedan más de dos años, pero a nadie se le escapa el valor simbólico de que Sallanches vuelva a acoger el Mundial de ciclismo.
No se conoce el recorrido pero lo que está claro es que la subida de la Côte de Domancy va a volver a ser la gran protagonista.
Esta cuesta es corta pero matadora: son unos 2.5 km con una pendiente media que, según Procyclingmaps, llega al 9.4%. Ahora, siendo honestos, esa cifra está algo inflada.
Con mediciones más precisas, se habla de un 8.7% real. Lo que sí se mantiene es su dureza constante: arranca con un primer kilómetro al 7% y luego se estabiliza cerca del 10%, con picos del 12%.
O sea, ni un segundo para respirar hasta casi el final, donde afloja un poco en los últimos 600 metros.
Y si como decimos, todavía no se han revelado los recorridos completos para el Mundial de 2027 en Haute-Savoie, lo que ya está confirmado es que se correrá por el mismo circuito que aquel mítico de 1980, el de Sallanches.
La única diferencia será dónde estará la línea de meta: esta vez estará un poco más adelante, más cerca del arranque de la subida y más lejos de la bajada.
Todo esto fue presentado oficialmente, y aunque aún faltan detalles del trazado, se especula que podría haber una parte inicial en línea o un circuito más grande para mostrar la región, como se ha hecho en otras ediciones recientes.
Aunque, ojo, también existe la posibilidad de que se repita algo parecido a lo de 1980 y la Côte de Domancy se suba hasta 20 veces.
Sería una auténtica salvajada.
La comparación con el Mundial de Kigali en 2025 también está sobre la mesa.
Aunque ambos eventos tienen mucho desnivel acumulado, en Ruanda ese desnivel se reparte en rampas más cortas y no tan empinadas, lo cual abre la puerta a corredores más potentes.
En cambio, en Sallanches, todo dependerá de esa subida exigente que favorece claramente a los escaladores puros.
Pogacar se frota las manos…
Ciclismo
¿De verdad que Van Aert no ganará más monumentos?
Otra primavera más, y otra primavera con el contador de monumentos intacto para Wout van Aert
¿Qué le pasa al belga?
¿Qué sucede en ese corpachón para ir de más a menos y acabar disputando el podio?
Es terrible, pero cierto: nada cambia para Wout van Aert en lo único en lo que muchos queremos ver una suma en el casillero y en el palmarés, la vara de medir más obvia de la que podemos disponer.
Salió sinceramente reforzado del Tour de Flandes: fue de menos a más y llegó a ser incluso la rueda amiga de Mathieu van der Poel cuando Pogacar ya había volado.
Finalizó cuarto porque Pedersen y su archirrival son más rápidos, pero la vibra fue buena, desmontando la invisibilidad de Harelbeke y el disgusto de A Través de Flandes.
Otra cosa fue la París-Roubaix.
Fue con el papel de «tapado de lujo», con algunos incluso señalándolo como favorito no reconocido.
Luego vemos la carrera y es desesperante: no entra en ninguno de los movimientos clave de los dos favoritos, tiene problemas en una fase para seguir el ritmo de un grupo en el que Matthew Brennan corría como si llevara toda la vida en Roubaix.
Hay un momento me cuentan en Arenberg que la gente le supera por izquierda y derecha sin que pueda salir en cabeza del grupo principal.
Se rehízo en parte, pero los dos mejores ya habían partido hacía rato, y le tocó, cómo no, perseguir.
El estado de forma y el rendimiento de Wout van Aert —como hemos visto en varios pasajes de esta primavera— se hayan vuelto erráticos, como una especie de montaña rusa que sube y baja al capricho del viento.
Es como si la solidez que siempre lo había acompañado se hubiera esfumado. No sé si es por las lesiones y caídas que le están pasando factura —lleva la rodilla como un Cristo— o si la edad empieza a hacer lo suyo.
No obstante, si el dominio de Van der Poel y Pogacar no se eterniza, hay un terreno que suele acordarse de veteranos ilustres, incluso cuando ya no cuentan con ganar: las clásicas.
Y no descartaría que Wout van Aert vuelva un día y sume algún otro monumento.
Eso sí, con el estado de forma y el nivel mostrado en 2025, no aspiraría a mucho. Y no solo por los dos de cabeza, también por los que vienen por detrás.
Ciclismo
DEP Joaquín Galera
Hermano de Manuel Galera, Joaquín llegó a ganar una etapa del Tour
Poco a poco nuestros mayores se nos van y en este caso Joaquín Galera, una de las figuras más destacadas del pelotón español en los años sesenta y no era sencillo estar en este nivel, entonces el ciclismo español tenía muy buenos ciclistas. .
Nacido en 1940 en Baúl, una pedanía del municipio de Baza, en la provincia de Granada, Galera dejó una huella imborrable en el deporte nacional, tanto por sus logros sobre la bicicleta como por su compromiso con la memoria de su hermano.
Joaquín Galera fue ciclista profesional entre 1961 y 1972, y durante más de una década formó parte de equipos emblemáticos como Kas, Licor 43, Fagor, La Casera-Bahamontes y Karpy.
Su carrera internacional fue especialmente brillante en el Tour de Francia, prueba que disputó en cuatro ocasiones: 1964, 1965, 1966 y 1969. Su momento más recordado llegó en la edición de 1965, cuando se alzó con la victoria en la 16ª etapa entre Gap y Briançon, jornada en la que el mítico italiano Felice Gimondi vestía el maillot amarillo.
También participó en tres ediciones de la Vuelta a España, en los años 1965, 1970 y 1971, logrando su mejor resultado en 1970 con un destacado octavo puesto en la clasificación general. A lo largo de su carrera, Galera sumó importantes triunfos en competiciones nacionales, como el Campeonato de España de montaña y la prestigiosa Subida a Arrate en 1964. Un año más tarde, en 1965, amplió su palmarés con victorias en la Vuelta a los Valles Mineros y en la Subida al Naranco.
Más adelante, en 1968, se impuso en la exigente Subida a Urkiola, y en 1970 consiguió una victoria de etapa en la Vuelta a Andalucía.
Pero la vida de Joaquín Galera también estuvo marcada por la tragedia.
En 1972, su hermano menor, Manuel Galera, también ciclista profesional, falleció trágicamente durante la Vuelta a Andalucía tras sufrir una caída en el Puerto del Mojón, provocada por una avería en el cambio de su bicicleta.
En el libro de Secudario de Lujo, Jaime Mir nos explicó con pelos y señales aquella horrible caída.
Desde entonces, Joaquín mantuvo vivo su recuerdo organizando el Memorial Manuel Galera, una competición ciclista que se celebró ininterrumpidamente desde 1972 hasta 2004.
Por ella pasaron grandes nombres del ciclismo nacional como Óscar Sevilla y José María Jiménez, quienes también inscribieron su nombre en el palmarés de la prueba.
Con la muerte de Joaquín Galera, el ciclismo español pierde a un corredor combativo, un referente de su generación y una persona profundamente comprometida con los valores del deporte y la memoria.
Su legado, tanto en las carreteras como en el corazón de los aficionados, permanecerá intacto.
Ciclismo
Evenpoel vuelve tras casi dejarlo
Este viernes volvemos a tener Remco Evenepoel con dorsal a la espalda
Queda lejos aquella tarde de Lombardía, en los albores del otoño pasado, cuando Remco Evenepoel quedó segundo en la cuarta victoria de Pogacar en el monumento de otoño.
Estamos en la cuenta atrás: Remco Evenepoel vuelve a competir pasado mañana en la Flecha Brabanzona, marcando su primer regreso a las pistas en lo que va del 2025.
Pero detrás de esa vuelta hay una historia fuerte.
El ciclista belga reveló en redes sociales que pasó por uno de los momentos más duros de su vida después de un accidente en diciembre, cuando tuvo chocó contra la puerta de un camión.
Las heridas físicas fueron graves —fracturas en las costillas, el omóplato y la mano—, pero el golpe emocional fue aún peor.
Aunque por fuera se lo veía bien, entre cenas y eventos, por dentro estaba destruido. Remco confesó que llegó a pensar en dejar el ciclismo para siempre.
Dijo que se sintió hundido, tanto física como mentalmente, y que si no fuera por el apoyo de su familia y sobre todo de su esposa Oumi, probablemente hubiese colgado la bici.
Ahora, después de seis meses sin competir y un largo proceso de recuperación, se siente listo para volver.
Dice que no tiene grandes expectativas para el viernes, solo quiere recuperar el ritmo y volver a disfrutar.
Pero eso no significa que se lo pueda descartar fácilmente: ya ha demostrado en el pasado que sabe cómo volver con todo, como en 2020, cuando se cayó por un barranco y volvió más fuerte.
Su calendario post-lesión arranca con esta carrera en Bélgica, pero ya tiene en la mira otras clásicas importantes como la Amstel Gold Race, Flèche Wallonne y Lieja-Bartogne-Lieja, donde se verá las caras con Tadej Pogačar.
También planea correr el Tour de Romandía, el Critérium du Dauphiné y, por supuesto, el Tour de Francia, donde quiere mejorar su tercer puesto del 2024.
En resumen: Evenepoel pasó por un infierno, casi deja el ciclismo, pero ahora está de vuelta, con la mente más fuerte, el cuerpo recuperado y las ganas intactas.
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Adrián C.
2 de septiembre, 2023 En 15:26
El desplante que hicieron en la jornada 2 fue para expulsarlos de la carrera. Ya lo hizo Vingegaard en O Gran Camiño. Hace mucho daño priorizar que vengan estas estrellitas para vender la vuelta. Si hay que tratarlos como a estrellas de rock para que vengan, pues es mejor que corran el UAE Tour. Y venga, que presuman en su palmarés. Prefiero que vengan a disputarlo entre Simon Yates, Alaphilippe y Rigoberto y que se comporten. A los que se creen que se hace la carrera para ellos… No los queremos. No los necesitamos