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El Tour en Ocières: No comparéis lo de Roglic con Ocaña
En Ocières, Roglic impuso el modelo que quiere para este Tour
La mejor hazaña del conquense, una obra capital que sobrevive al tiempo, casi cincuenta años después, sigue muy presente y lo hace para desgracia del ciclismo presente, por que las comparaciones son odiosas, y este caso inoportunas.
La primera etapa en alto del Tour de 2020 nada tuvo que ver con la leyenda que escribió Ocaña para los tiempos, nada que ver en inicio, nudo y desenlace.
Aquello era un ciclismo de egos, corrido a pelo, con equipos desiguales y miles de circunstancias que empujaban a aquellos hombres a correr así, una muy propia de aquel ciclismo, propia y común, el hambre, el hambre que pasaron de jóvenes, y el hambre de ganar, cuando el ciclismo era una salida para gente que había crecido en una pobreza que no podemos imaginar.
Hoy el ciclismo es un excel, logaritmos, estadísticos y matemáticos asentados sobre la fortaleza de atletas perfectamente optimizados para hacer lo que hacen: sesiones de spinning cuesta arriba, todos juntos, sin poder destacar, ni emerger ante el rodillo de los números, esos que salen en esa pantallita que tan miran y que dicen que a esos vatios ni Dios sale de ahí.
Por eso os sugiero, las comparaciones son odiosas, malas consejeras, hablamos de dos mundos, diferentes y lejanos en el tiempo y circunstancias, todo lo demás es encabronarse.
Cómo no aburrirse con este ciclismo de tiralíneas en el que las estrellas comparten sus datos, marcan sus registros y suben en avión los puertos
Y en esa tesitura se impone una lógica, la ley del más fuerte, desmontando gestos y decisiones de hace tan solo dos días, como cuando los Jumbo Visma decidieron renunciar a perseguir a Alaphilippe porque Dumoulin se había caído por un afilador con Kwiatkowski.
Jumbo Visma es el coco del Tour, la suerte de la carrera pasa por sus piernas y lo bien que sepan gestionar su poder, ahora mismo un peldaño por encima del resto, pero como siempre decimos, ojo que esto es largo, muy largo, así empezó el Giro del año pasado, lo mismo el Dauphiné último y las vueltas que da esto son indescifrables.
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Pero ahora mismo es lo que hay, y se necesita imaginación, algo que rompa ese treno amarillo y negro que lanza a Roglic en la cima de Ocières, hoy, en cualquier sitio del Tour, otro día, sin temor a que nadie le supere, ni Julian Alaphilippe, a quien llevaban atufado desde mitad de subida.
Entre Van Aert y Roglic, el francés va a soñar con ellos.
Se impone romper esa cadena de poder, que resulta inquebrantable y demoledora ante la endeblez evidente del Grenadiers, hace un año no iban mucho mejor y recordad como acabaron, la nulidad del Movistar y la paciencia del resto.
La gente mosqueada, pero cómo iban a atacar si subían a mil por hora.
Esto no es como empieza, y sí cómo acaba, aquí hace 29 años Luis Ocaña le metió nueve minutos a Merckx y luego llovió fuego sobre el conquense hasta despeñarse en una curva por no querer ceder un metro cuando tenía una holgada ventaja…
Por cierto, emerge Tadeg Pogacar, en este ciclismo de prodigios imberbes un lujo en todos los sentidos, lo veo muy arriba en este Tour.
Imagen: FB Tour de France
Ciclismo antiguo
Euskaltel-Euskadi: el mejor ocho de la historia
Con este equipo, recordamos lo más granado de la primera etapa del Euskaltel-Euskadi
Hace un tiempo leímos un tweet sobre la suerte que correría un equipo vasco surgido de los corredores que un día corrieron en el Euskaltel-Euskadi, alguno de ellos aún en activo.
Bajo la dirección de Juanjo Oroz, técnico del Kern Pharma, y Jorge Azanza, hoy en la dirección del Euskaltel versión 2.0, tendríamos un ocho capitaneado por Mikel Landa (Bahrain), con la segunda baza de Ion Izagurre (Cofidis), la ayuda de Pello Bilbao (Bahrain) y Gorka Izagirre (Movistar) en las grandes montañas, Jon Aberasturi (Trek) buscando opciones en las llegadas, y la labor impagable de Omar Fraile y Jonathan Castroviejo (Ineos) sin olvidar el valor infinito de Mikel Nieve, recién retirado. .
La calidad de ese 8 abre la puerta de la nostalgia y del recuerdo de aquel primer Euskaltel que acabara de forma triste y abrupta hace ya 10 años.
«Lo viví muy triste. Sé que había una presión enorme por los dichosos puntos UCI y que la gente no acabó de entenderlo» nos contó Haimar Zubeldia en una charla del confinamiento.
Pero hasta entonces, el sueño que Miguel Madariaga materializó tras tantos y tantos Tours tramando sobre un equipo vasco en la mejor carrera del mundo tuvo un gran recorrido, veinte temporadas entre los mejores del mundo, con épocas muy crudas, antesala de otras que fueron increíbles.
Y de ese trayecto queremos daros nuestro 8 histórico del Euskaltel Euskadi, un ocho que, como el que podría correr ahora bajo esos colores, aúna un palmarés que lo tiene casi todo.
Sólo faltó una grande, la que tuvo a tocar Igor Antón en la Vuelta 2010.
Por lo demás, un equipo de impresión.
Empezamos por el propio Igor Antón, un ciclista que puso su nombre en cimas del tamaño del Zoncolan y que creo que tuvo que haber ganando la Vuelta de 2010.
Está claro que no sabíamos qué podía haber pasado, pero la primera Vuelta de Vicenzo Nibali estaba en manos del vizcaíno hasta que en la base de Peña Cabarga se fue todo al traste.
Si tiramos de históricos del inicio deberíamos irnos a uno que no estuvo mucho tiempo, pero que marcó el camino.
Iñigo Cuesta era un burgalés de fortuna en Euskadi que firmó cuando la Vuelta se corría en abril la primera actuaciones de mérito -con el permiso de Sagasti- de un equipo cuya salida a carrera ya era un éxito.
El éxito de un milagro entre mil penurias y números que no salían
De esa época surgió el tipo gruñón y distante que parece Roberto Laiseka, pero que en las distancias cortas gana, y mucho.
Laiseka partió de cero con el equipo y en él hizo toda su carrera, abriendo horizontes en Vuelta y Tour, demostrando que aquella masa naranja que llenaban las cunetas de los Pirineos de pasión y ruido llevaban en volandas a los suyos.
Seguimos con Mikel Nieve, austeridad navarra, un ciclista que siempre habló en la carretera, iniciando aquí una de las carreras más valiosas que visto, con ciertas perlas en un palmares que no están reñidas con una utilidad apreciada por grandes líderes.
Los aros olímpicos del Euskaltel los pone obviamente Samuel Sánchez
Como Iñigo Cuesta un ciclista no vasco, aunque muy apegado a Güeñes, con toda la trayectoria en la zona y uno de los mejores palmarés de alguien vestido de naranja.
Al margen del oro olímpico, sumadle etapas en la Vuelta, aquella de Cuenca del descenso temerario, y en el Tour sumados algunos podios en grandes vueltas.
En ellos podría haber estado el que considero ciclista más espectacular que dieron los naranjas, Iban Mayo y su loco año 2003, cuando nos hizo creer que podría ser una amenaza real al propio Lance Armstrong siendo partícipe de dos momentos singulares para el equipo.
El primero ganando en Alpe d´ Huez, el otro coronando el Tourmalet con Ullrich y el mentado Armstrong más Haimar Zubeldia, el campeón más discreto pero a la vez regular que dio el Euskaltel.
Un tipo que sin hacer ruido ha reunido una intensa colección de participaciones y top ten en grandes, especialmente en el Tour, pero que no le hizo ascos trabajar para otros cuando se terciaba la necesidad.
Sobre remozada versión de Euskaltel, Haimar Zubeldia nos admitió que «es ilusionante. Desde la parte que me toca, desde Etxe Ondo, ves que las cosas vuelven a salir, poco a poco. Que Euskaltel volviera nos saco una sonrisa a todos»
¿Volverá a ser lo que fue? le preguntamos.
«¿Por qué no? entonces ya llegamos» concluyó.
Y el octavo hombre quizá no sea el más sonoro, pero su corazón y omnipresencia le valieron subir al podio de París: hablamos de Amets Txurruka, un ciclista que sólo podías querer y un símbolo.
Cuando prescindieron de él, la presión sobre el equipo se redobló de tal manera, que muchos vieron una inaceptable pérdida de esencia e identidad.
Ahora que ya les hemos normalizado en la carretera de nuevo, comprendemos si una cosa tuvo aquel equipo fue que muchos aspectos no se explicaban por la razón y sí por una emoción que sigue erizando la piel cuando te acuerdas de ellos.
Imagen: @Orbea
Ciclismo antiguo
El día que Indurain se cobró a Pantani en Hautacam
Hautacam 1994 fue Indurain vs Pantani que marcó el Tour
En 1994, antes y después de Hautacam, la cima de las tempestades: El ciclismo mundial asistía a varios actos simultáneos. Mientras Miguel Indurain, navarro él, parecía francés porque era algo así como el Rey Sol, en el Giro de Italia que vio la revolución de la chavalería, encabezada por el indescifrable Berzin, explotó un tal Marco Pantani.
Entonces ilusionaban, hoy vemos las cosas muy diferentes.
Fue en dos jornadas dolomíticas, primero en Merano y luego en Aprica, en una de las mejores etapas jamás vista, donde un joven con poco pelo, aunque lejos de ser el pelado total que seria con el tiempo, desbordaba por las cimas, realizaba descensos enormes e incluso se atrevía a ataques lejísimos como aquel del Agnelo, ya en los Alpes.
Indurain, imbatido desde que iniciara su serial de grandes vueltas en el Tour del 91, mordió el polvo entre alocados jóvenes que le dieron lo que Chiapucci, Breukink, Alcalá, Jaskula, Rominger y Bugno no fueron capaces de darle.
Sin embargo el Tour era la prueba del algodón, aquello que justificaba el año, aunque éste, en el caso del navarro, siempre ofrecía algo más que la victoria en Francia.
Todo sucedió el 13 de julio de 1994…
Tradicionalmente la primera etapa del montaña del Tour causaba estragos.
A pie cambiado, la permuta del desarrollo y las velocidades, el cuerpo y la postura sobre la bici, el olor de las nubes, mil teorías, cientos de excusas, pero lo cierto es que rara vez no hay escabechina en la primera de montaña.
Pasaba en tiempos de Indurain, ocurrió en los años de Lance Armstrong, los que no existieron, y lo hacía Froome.
En 1994 no fue diferente.
La carrera ya venía tocada por la crono de Bergerac, famosa porque fue aquella en la que Indurain doblaría a Lance Armstrong. En ella el de Villaba se puso de amarillo, tras una nueva exhibición que entroncaba con Lac de Madine y Luxemburgo.
Pero llegó Hautacam, e Indurain calló bocas, la primera la de Pantani
En una etapa monopuerto, Miguel Indurain cambió el paso. Acostumbrados a verle en perfil bajo, reventando la carrera en segunda persona, compartiendo protagonismo con otros -Chiapucci en Val Louron y Rominger en Serre Chevalier-, aunque con la idea del amarillo siempre en el filial del camino, el navarro quiso romper en primera persona la carrera.
Tony Rominger fue la gran víctima, la primera, porque además venía crecido de un inicio de campaña excepcional, luego cayeron todos, uno a uno, fruto de un ciclista que subía varios peldaños por encima del resto, incluso por delante de Marco Pantani, el semicalvo ciclista que intentó cardar la lana y salió esquilado entre la niebla.
Un par de meses después de Arpica, Indurain se cobró la cabeza del primer ciclista que había desnudado sus vergüenzas.
No siempre se podía ganar, pero Indurain lo hacía con tal naturalidad que lo demostró hasta sencillo.
Imagen: FB – Grupo de Miguel Indurain
Ciclismo antiguo
El quinto fue el mejor de los 5 Tours de Indurain
No pudo haber mejor culminación a los 5 Tours de Indurain
En nuestro frecuente viaje al pasado que nos regaló Miguel Indurain con sus 5 Tours, queríamos acordarnos, ahora que ha transcurrido más de un cuarto de siglo, del que consideramos su mejor triunfo en Francia.
Y lo situamos en el último de la lista, el quinto, para nosotros sin lugar a dudas una obra de arte de abajo arriba.
Un ejercicio de control y dominio, sublimado por quinta vez consecutiva, el más difícil todavía, pues no sólo seguía siendo mantenerse, también implicaba mejorar lo visto hasta entonces.
Ese año Miguel Indurain volvió al Tour con el dorsal uno, pero sin el Giro en las piernas, pero con la certeza de que entre Francia y el mundial en Colombia iba a estar el cogollo de la campaña.
Dicho y hecho.
Cualquier momento decisivo de ese Tour fue terreno abonado a Miguel
Si tenemos que ponernos pejigueros, posiblemente sólo falló una cosa a la que nos acostumbró, no hubo tarde de escabechina contra el reloj, como sí que nos había ofrecido en Luxemburgo, Lac de Madine y Bergerac, la mejor de estas tres la dejamos a gusto del consumidor, para nosotros algo como lo de Luxemburgo fue único e irrepetible.
De hecho Indurain no ganó por aplastamiento la primera crono larga, en las Ardenas, nada menos que saliendo de Huy en un ejercicio que pareció de contención, pues mantuvo y mantuvo, en especial a Bjarne Riis, hasta ganarle por la mínima al final.
Pero era suficiente, más que suficiente.
Aquella crono formaba parte de un díptico belga, celebrado en fin de semana, que se había abierto un día antes, con la jornada de Lieja, aquella famosa que se escapó con Johan Bruyneel, donde emergieron dos cosas.
Por un lado el patriotismo sin fundamento de aquellos que pensaron que el belga debió dejar ganar a Indurain, pues éste hizo todo el gato y además se debía a un equipo español.
Por el otro la rivalidad con el equipo ONCE, un auténtico martillo sobre la resistencia de Indurain y su Banesto.
En La Plagne, primer día de Alpes, Alex Zulle lo puso todo al límite hasta desencadenar la reacción furibunda de Indurain en el que consideramos su mejor día sobre la bicicleta, aquella subida al coloso alpino.
Nunca he vuelto a ver algo como La Plagne.
Luego, unos días después en Mende, Jalabert, acompañado por Mauri y Stephens planteó órdago lejísimos de meta que puso al límite a Banesto.
Nunca, creo, nadie había puesto tal al borde del abismo al cinco veces ganador, un día con el que jamás hubiera querido lidiar en el Tour, aunque visto ahora, añadió más brillo, si cabe, a su quinto triunfo en Francia.
El dominio y presencia de Indurain en el final de su serie de 5 Tours propiciaron que una carrera que era un avispero -allí convivían Jalabert, Pantani, Rominger, Riis y Zulle, entre otros- nunca pareciera fuera de control.
Y es que, más que nunca, pareció hacer fácil lo más difícil, encadenar Tours como quien aprendía a sumar.
Nadie podía imaginar que estábamos ante el epílogo de la mejor racha que hemos visto nunca y que creo nunca volveremos a ver.
Imagen: RTVE
Ciclistas
El cariño por Íñigo Elósegui está justificado
Pocos ciclistas demuestran las inquietudes de Íñigo Elósegui
El fichaje de Íñigo Elósegui por el Kern Pharma ha puesto final a la zozobra de muchos aficionados sobre el futuro del vizcaíno, toda vez veíamos que el Movistar cerraba su plantilla.
La verdad es que me ha gustado ver tanta pregunta y preocupación por un ciclista que he tenido la suerte de entrevistar un par de veces y me ha parecido un tipo genial.
¿De dónde viene tanto amor a Elosegui?
— La melena del filósofo (@EscuadraPor) November 2, 2022
Mirad las respuestas a este tweet y entenderéis sobre el atractivo del personaje.
Dio el salto al Movistar el año de la pandemia y la salud y lesiones no le han dejado dar la medida de su potencia.
La vuelta al Kern Pharma, la esfera del Lizarte, es volver a casa para un corredor que siempre reivindicó el valor de comunicar y hacerlo bien.
Estos tres años ha sido un ciclista condicionado por las circunstancias y salud que por su forma de conectar con la gente, su singularidad -le empecé a seguir cuando habló de su abuelo- y cultura no han pasado desapercibido.
Valoro mucho que a Iñigo se le tenga en cuenta esta virtud, hoy además, que sabemos de su continuidad con el Kern, tras varios días deleitándonos con paisajes japoneses en sus redes.
Hace año y medio, hablé por primera vez con él, entonces pensé que en ocasiones la vida te depara premios no escritos e inesperados, uno de ellos fue la conversación que mantuvimos con Íñigo Elósegui, ciclista que este año debuta en el Movistar.
Todo surgió cuando vimos este tweet con el abuelo de Íñigo Elósegui, José Antonio Momeñe en el grupo del maillot amarillo…
A veces Twitter es maravilloso.
Encontrarme esta foto en la que sale mi abuelo… Seguramente Tour de Francia de 1966, ya que el 1º es Lucien Aimar con el maillot amarillo. Mi abuelo, 4º en ese Tour. Cuántas puertas abrieron con aquel equipo KAS de leyenda… ¡cerca de 60 años ya! https://t.co/uRKb7jRkHu— iñigo elosegui (@ini_elosegui) June 17, 2020
Y a partir de ahí descubrimos un tipo sencillo, culto, con inquietudes, amante del pasado, arrogante para el futuro.
Lo iban a ser veinte minutos se convirtieron en casi una hora, una gozada que tocó no pocos temas y porque dijimos basta.
¿Qué sentimiento sobrevino a Iñigo Elósegui cuando vio la foto de su abuelo compitiendo en el Tour de 1966 en twitter?
«De bondad y cariño, es que era mi abuelo, ahí en la foto, mi espejo de pequeño en casa. Yo siempre quise seguir sus pasos. Hice fútbol un tiempo, sobretodo porque se podía practicar entre semana, con la cuadrilla y el ambiente era bonito»
¿Por qué lo dejaste?
«Por que vi que no había más recorrido»
¿Y en la bicicleta sí?
«Sí, me veia mucho mejor en la bicicleta y acerté»
¿Cuándo empezaste con ella?
«Con catorce años acabo el fútbol en mayo y pruebo la bicicleta en junio, para empezar a competir como infantil con el Automoción Trapagaran»
¿El ciclismo sí que te conquistó?
«Totalmente, quizá porque se desarrollaba en entornos que yo siempre he apreciado mucho, como entre la naturaleza y por el monte, poder ir a ver rincones que ya has visto por el Google Earth, ver tus límites. Los deportes de resistencia siempre me han gustado»
¿Te gusta machacarte?
«No sabría decirte, a veces estás por ahí en la carretera, deseando llegar a casa y luego cuando estás en el sofá por la tarde estás feliz por haberte exprimido. Estás vital y activo, con el tiempo ves que mejoras, y esas cosas motivan»
¿Estudias?
«Estoy dedicado cien por cien al ciclismo, pero aún en la universidad, si bien me he dado un pequeño respiro porque mentalmente a veces es muy complicado. Estudio asignaturas de Administración y dirección de empresas por mi cuenta»
Ciclista con inquietudes
«Me gusta estar al corriente de lo que pasa por el mundo»
¿E idiomas?
«Buen nivel de inglés, castellano y euskera, obviamente, alemán un poco oxidado y mucho interés por aprender japonés«
¿Japonés?
«Sí, en general me interesan los idiomas, pero es que Japón en especial me gusta mucho. Sigo el manga y ya viajé a Japón el año pasado. Además si aprendo japonés, tendría la base para el chino»
¿Te consideras un «rara avis»
«Quizá»
¿Otro como tú?
«En el pelotón cuesta encontrar ciclistas con estas inquietudes, pero no creo que sea una cosa exclusiva del pelotón»
Alguno habrá
«Sí claro, Tom Bohli es un ciclista del UAE que habla siete idiomas. Mi compañero Johan Jakobs me dijo que es un tipo muy inteligente, que le interesaba todo. Por ejemplo una pasión que tuve de niño fue tocar el piano, y me consta que Chad Haga también lo toca»
Volviendo con tu abuelo, ¿qué sabe Iñigo Elósegui de José Antonio Momeñe?
«De mi abuelo he leído muchísimo»
¿Cómo era?
«Muy sencillo, no le gustaba nada vanagloriarse de sus logros como ciclista. Sé muchas cosas de él gracias a un tío mío y a compañeros suyos que no viven lejos de mi casa como Gregorio San Miguel o Aurelio González»
¿Qué te han contado?
«Gregorio le contó a mi tío cómo fue el Tour de 1966 que mi abuelo acabó cuarto. A falta de tres etapas para el final iba escapado y estaba de líder virtual para ganar el Tour, pero en ese momento le mandaron parar porque el director de su equipo, Dalmacio Langarica en el Kas, quería asegurar la clasificación por equipos. Mi abuelo se paró y estuvo cerca de abandonar por la orden y San Miguel le convenció para que siguiera»
Y aún así acabó cuarto
«Ya ves»
Sobre esta historia dos cosas, Jaume Mir ya nos habló de la obsesión de Langarica por las clasificaciones por equipos, al punto que la clave para que Bahamontes ganara el Tour fueron las consignas de Fausto Coppi, y eso de priorizar la clasificación por equipos es algo que aún hoy se practica.
Pero no queremos ser malo, ni poner a Iñigo en un compromiso.
Sea como fuere, seguimos… ¿tu abuelo nunca te contó nada de ese Tour?
«Nada absolutamente, era muy humilde»
¿Cuándo falleció?
«Hace casi die años»
¿Pasaste mucho tiempo con él?
«Mucho, tengo grandes recuerdos, Todos los días iba a su casa al salir del cole, merendaba en su casa. El ciclismo nunca fue un tema de conversación»
¿Le gustaba verte en el fútbol?
«Sí»
¿Saliste con él en bicicleta alguna vez?
«Si, un día»
¿Por qué este pasar de puntillas por el ciclismo?
«Quizá porque era muy consciente de lo mal que se pasa. De hecho no quiso que mi tío Álvaro fuera ciclista»
Pero su ciclismo nada tiene que ver con el actual
«Nada, ha cambiado todo radicalmente, desde las carreteras al los kilometrajes, pero también las estrategias, antes te tenías que buscar la vida solo, hoy el equipo cobra importancia»
¿Cómo es Iñigo Elósegui?
«Es un diésel y de fondo»
¿Oigo muchos comentarios que eres de clásicas?
«La gente me sitúa en las clásicas, pero soy de vueltas y tiradas largas, y no muy explosivo»
¿Eres de recuperar bien?
«Así es»
Menudo año, por eso, para debutar…
«Todos lo estamos pasando mal, pero sinceramente peor sería que fuera un año de todo o nada para mí. la clave creo que está el relativizar las cosas, no cabe otra»
¿Qué pazos se da Íñigo Elósegui?
«No soy de marcar plazos, pero no quiero dejar escapar oportunidades. No sé cuánto tardaré en madurar, pero crezco a buen ritmo. Lo entrenamientos va saliendo y los números on buenos, poco a poco voy encadenando bien los esfuerzos, y eso ya es un cambio grande»
Vivimos en un ciclismo de niños prodigio…
«Las cosas son diferentes, ahora estamos muy controlados y la progresión es otra»
Por la mañana trabajamos en la carretera 🏔🚴🏼♂️ y por la tarde de puertas para adentro puliendo detalles 🔧!
Qué ganas tenía de poner la cabra a mi medida para poder hacer horas de calidad. Gracias @Movistar_Team , seguimos pedaleando. 🔜👊🏻#RodamosJuntos #SeguimosConectados pic.twitter.com/8yITg78wNB
— iñigo elosegui (@ini_elosegui) July 15, 2020
¿Vas a tu rimto?
«La gente no me presiona, pero yo me considero un perfeccionista. Si no doy aún el 100%, ya lo daré, cuando hablamos de ciertos corredores, lo hacemos de superdotados»
¿Les cogerás?
«Para eso trabajo. para cogerles y superarles algún día, pero paso a paso, me considero joven todavía»
¿Qué has hecho este año?
«San Juan, Almería, Murcia y el UAE Tour que ya sabemos cómo acabó»
Y ¿dónde te podremos ver?
«En Getxo y luego en las clásicas»
Imagen: La Guía del Ciclismo
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Chema Rodríguez
2 de septiembre, 2020 En 11:31
Hace 49 años, querido Iván. Fue en 1971.
Iban Vega
2 de septiembre, 2020 En 13:18
cierto, corregido y redondeado