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Ciclismo

La clase media crece en Movistar

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Ahora al Movistar Team le toca mantener el buen talento que le está floreciendo

Hace unas semanas, cuando escribíamos sobre Pelayo Sánchez en el Giro de Italia, nos preguntábamos cuánto tiempo le duraría el asturiano al Movistar Team,  ante las demostradas dificultades de mantener los buenos corredores que destacan en el equipo.

A raíz de ese artículo tuve una conversación con el entorno del equipo azul «hombre, no digas que Pelayo se puede ir nada más empieza a destacar«.

Es cierto, fue lo primero que me vino a la cabeza cuando el ciclista cuajó esa semana final en la grande italiana, tenía todo para ser el ciclista perfecto en los tiempos que corren, presencia constante en carrera, olfato para fugas y además una victoria de etapa.

CCMM Valenciana

Entrevistamos, poco después a Pelayo en el podcast, y todo lo bueno que intuíamos en la carretera nos lo corroboró en persona.

Es un ciclista de nuestro tiempo, que no crece al ritmo de otros, pero lo hace convencido y con los pies en el suelo.

Pelayo Sánchez es el mejor exponente de una clase, la clase media, que está creciendo en el seno de Movistar como hacía tiempo que no veíamos, como en los años de los Herrada, de los Izagirre, de Rui, de Castroviejo y otros tantos que poco a poco fueron dejando la estructura.

El otro día, cuando Iván Romeo ganaba el mundial sub 23 de contrarreloj volví a pensar en esta realidad y en la necesidad de que un equipo que toda la vida había sido aspiracional no sea trampolín como ha sucedido de forma tangible con Oier Lazkano.

Costa Blanca- Diputació Alacant

 

Porque los azules tienen una colección de ciclistas muy buenos, excelentes que van creciendo en un entorno que no vamos a descubrir ahora.

No son ciclistas que exploten a los 19 ó 20 años, pero demuestran que vienen con la lección aprendida y sus fundamentos son sólidos, cada año mejoran algo, volviendo a aquello de que la mejor versión de un ciclista debería surgir a partir de los 27-28 años.

Veremos qué tal resulta Diego Pescador, sólo 19 años.

En esa línea se encuentra Pelayo, con 24 primaveras, pero también apreciamos la evolución de Carlos Canal (23), Javier Romo (25), Jon Barrenetxea (24) y los italianos Manilo Moro (22) y Lorenzo Milesi (22).

En caso de estos dos hablamos de ciclistas italianos con trayectoria, el primero muy buen pistard a la sombra de Ganna, Consonni y Milan, el otro fue líder de la Vuelta el año pasado en DSM.

Espero que ambos experimenten las mejoras que este año, por ejemplo, no le hemos visto a Davide Formolo.

Con un líder claro y en el mejor momento de su carrera, Enric Mas, sumando buenos puntos, esta base tiene margen para seguir creciendo y devolviendo poco a poco al equipo a donde merece, cerca del top 10, sin ser el equipo hegemónico que ha sido otras veces, pero sí ofreciendo una mejor cara en muchos frentes.

Imagen: Unipublic/Cxcling/Naike Ereñozaga

 

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Ciclismo

Carlos de Andrés: ¿Qué más da de dónde sean los comentaristas?

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Puedo entender el cabreo de Carlos de Andrés cuando le preguntan por la procedencia de los comentaristas

Admito que no acostumbro a ver el Tour en RTVE, no por nada, quizá por que en Eurosport cierran con La Montonera y eso supone un plus para los que somos muy cafeteros.  Ahora bien hay que admitirle mérito a los narradores y en especial en algunas etapas, Carlos de Andrés lo debe tener por la mano, pero no es sencillo.

Las retransmisiones de ciclismo, especialmente las del Tour de Francia, cada vez son más largas.

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Se emiten etapas prácticamente enteras y cuentan con narradores conocidos como el citado Carlos de Andrés y Pedro Delgado, que no solo comentan la carrera durante horas, sino que también responden preguntas de la audiencia y comparten anécdotas para mantener el interés.

Para enriquecer las retransmisiones, RTVE invita a ex ciclistas, técnicos y corredores en activo que no están en la competición.

En la primera semana del Tour, han pasado por el plató nombres como Xabier Mikel Azparren, Patxi Vila, Imanol Erviti o Urko Berrade.

Todos ellos vascos o navarros, lo que, al parecer, ha molestado a algunos espectadores.

Leemos que se han dejado caer comentarios del tipo: “¿Puede haber algún invitado que no sea vasco?”.

Carlos de Andrés no se calló e hizo bien.

Durante la etapa del viernes, respondió en directo, visiblemente molesto: “No sé ni por qué leo este mensaje, pero lo he visto varias veces. Me parece tan ridículo que alguien esté viendo ciclismo y se ponga a pensar en estas tonterías…”.

Y con toda la razón.

A ver, ¿de verdad importa de dónde es el invitado si sabe de ciclismo y aporta algo interesante?

Además, aclaró que en los próximos días estarían invitados Carlos Verona (madrileño) y Alejandro Valverde (murciano), dejando claro que hay variedad.

Pedro Delgado, como buen compañero, trató de quitarle hierro al asunto con humor, al igual que Berrade, que bromeó con un “hay un complot”.

Se da la circunstancia que Urko Berrade estuvo el año pasado en nuestro podcast, y me parece un chaval majísimo.

A lo que Carlos remató con ironía: “Sí, una alianza vasco-catalana contra el mundo”.

Y tiene toda la razón, repito.

Es absurdo fijarse en la procedencia de los invitados en lugar de disfrutar del ciclismo.

Al final, lo que importa es que sepan de lo que hablan y hagan más amenas esas cuatro horas de emisión.

De Andrés estuvo esta vez fino, claro y acertado.

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Ciclismo

Tour en Hautacam: Pogacar da todos los golpes a la vez

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Hautacam rompe el sueño de la igualdad Pogacar-Vingegaard en el Tour

Sí, claro, somos conscientes. Hemos vendido la moto de la igualdad entre Pogacar y Vingegaard durante días. Hemos analizado cada gesto, cada momento entre ambos en esta primera semana del Tour, hasta las mismas puertas de Hautacam.

Hemos querido creer en ello, más que nada porque nos gusta la rivalidad, y la que mantienen el danés y el esloveno ha marcado una época.

Pero algo se ha roto esta tarde en Hautacam. El duelo se ha desequilibrado, la balanza ha perdido el oremus. Lo que Pogacar ha firmado en la primera llegada en alto del Tour —en el “momento de la verdad”, como diría Flecha— excede todo lo que podíamos imaginar.

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Es cierto, Pogacar nunca dejó de ser el favorito. Pero el juego al caos que ha propuesto Visma, el buen estado de forma de su líder, el mal momento del UAE —sin Almeida, con Sivakov tocado…—, hacía pensar en una batalla más cerrada.

En fin, ya lo habéis visto: Tadej Pogacar le ha dado un golpe histórico al Tour. Una carrera que puede caer por cuarta vez de su lado, con unas diferencias demenciales, absolutamente brutales, históricas. De otra época, quizá. Pero inigualables.

Antes de Hautacam —donde Pogacar claudicó ante Vingegaard hace tres años—, el Tour vivía de un duelo que deseábamos ver. Ahora, sencillamente, no hay duelo.

Pogacar se ha cobrado todas las facturas de golpe. Ha lanzado el puñetazo, todos los puñetazos, en un solo capítulo.

Atacó desde abajo de Hautacam, a doce jodidos kilómetros, con la ayuda de Narváez, una vez había desmantelado al Visma.

Jorgenson no es Roglic, nunca lo fue. Es un tipo apreciable, que cae bien, pero el Tour le quedó grande el año pasado, y este también.

Pogacar se deshizo rápido de Vingegaard. Le fue abriendo hueco, poco al principio, mucho al final, dejando en la cuneta todas esas historias sobre la recuperación del danés.

El UAE le ha ganado la partida a Visma.

Y luego está el contexto: el día después de una caída, cuando sus rivales no quisieron mostrarse, pero que sin duda debió dejarle una mala noche.

Ni por esas. Este hombre, este ciclista de leyenda, se cae, se hace heridas, se lleva moratones… pero se levanta y sigue.

Como si nada.

El Tour está sentenciado. Yo creo que sí. Nos queda la épica, lo heroico. Pero ni eso. Ni Pogacar parece abordable, ni Visma es lo que era. Porque más allá está el abismo. Un abismo del que, ojo, Vingegaard ya no está tan lejos.

Veremos…

Imagen: A.S.O./Billy Ceusters

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Ciclismo

Hautacam y Tour, un cocktail explosivo

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Hautacam: la cima donde el Tour se la juega… y a veces se quema

Aunque todos iremos al Tour de hace tres años, cuando Vingegaard sentenció el Tour a Pogacar -la imagen de ambos es justo después de la batalla-, en una  jornada inolvidable de Wout van Aert, nos acordaremos de la primera vez.

Allá por 1994, el mundo del ciclismo vivía varios capítulos a la vez. Por un lado, un tal Miguel Indurain, el navarro que parecía más francés que los propios franceses, reinaba como el Rey Sol. Mientras tanto, en el Giro, una nueva generación irrumpía con fuerza: Berzin rompía los esquemas y un joven calvito con chispa, Marco Pantani, empezaba a volar por las montañas.

En ese momento todo parecía emocionante. Hoy, con el paso del tiempo, la historia se ve con otros ojos.

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Pantani empezó a dejar huella en dos etapas dolomíticas épicas: Merano y Aprica. En esta última, en una de esas jornadas que se quedan grabadas, el joven italiano bajaba como loco, subía como una moto y se atrevía con ataques larguísimos, como aquel del Agnello.

Mientras tanto, Indurain, que llevaba desde el Tour del 91 sin perder una gran vuelta, se topó por primera vez con una generación de jóvenes locos que lograron lo que cracks como Chiapucci, Bugno o Rominger nunca consiguieron: derrotarlo.

Pero claro, el Tour era el Tour. Esa carrera que, ganarla, justificaba toda la temporada. Y si eras Indurain, además lo hacías con clase extra.

13 de julio de 1994: Hautacam entra en la escena del Tour

Esa fecha marcó historia. Porque la primera etapa de montaña en el Tour suele ser una carnicería. Las piernas se adaptan como pueden, la bici no va igual, el cuerpo protesta… y siempre hay sorpresas.

En la crono de Bergerac, Indurain ya había puesto las cosas en su sitio doblando nada menos que a Lance Armstrong. Se vistió de amarillo con otra exhibición marca de la casa. Pero lo que vino después, en Hautacam, fue puro espectáculo.

Miguel, siempre discreto, ese día decidió que no iba a esperar a nadie.

Rompió la carrera él solito, sin necesidad de aliados. Rominger, que venía en plan estelar, fue el primero en caer. Luego, uno a uno, todos los demás. Incluso Pantani, que intentó hacer de las suyas, se perdió entre la niebla.

Fue una especie de revancha personal tras lo de Aprica. Miguel no siempre ganaba, pero cuando lo hacía, parecía fácil. Un genio sin estridencias.

Hautacam, montaña con historia… y cicatrices

Desde entonces, Hautacam no dejó de dar que hablar. En 2008, por ejemplo, vivíamos un ciclismo herido. Festina, la caída de Pantani, la era Armstrong, el lío de Rasmussen y la Operación Puerto. Todo eso pesaba.

Ese Tour fue año olímpico, y aunque hubo positivos (Dueñas, Beltrán, Schumacher, Kohl…), la sensación fue otra. Los favoritos parecían humanos, casi lentos.

Los Schleck, Sastre, Evans… se miraban sin atreverse a atacar. Por un momento, dio la impresión de que veíamos un ciclismo limpio.

Pero duró poco. En los Pirineos explotó Riccardo Riccò.

Subió el Aspin como si fuera en moto, dejando a todos tiesos y con cara de “¿pero este tío qué ha desayunado?”. Luego, en Hautacam, él y Piepoli hicieron lo que quisieron. Frank Schleck intentó seguirles… sin éxito. Días después, todo el equipo fuera del Tour. Otro episodio negro.

Y si retrocedemos doce años, volvemos a 1996. Bjarne Riis se marcó la “actuación imposible” en Hautacam, el día en que Indurain, ya tocado, dijo adiós a su sexto Tour. Riis, años después, lo reconocería: iba con los hematocritos por las nubes. Otro capítulo para el archivo oscuro del ciclismo.

La primera vez que se subió Hautacam fue en 1994, la famosa exhibición de Miguel. Aunque ese día ganó Luc Leblanc, lo que todo el mundo recuerda es cómo Indurain pasó por encima de todos, incluido ese joven italiano de poco pelo, Pantani.

El año 2000 y el drama de Otxoa

Ese año, bajo una lluvia constante, el español Javier Otxoa logró su mayor triunfo como profesional. Un día inolvidable que, lamentablemente, precedió a una tragedia: poco después sufrió un accidente brutal que le dejó secuelas de por vida y le costó la vida a su hermano Ricardo. Aquel día, Lance Armstrong también dejó claro quién mandaba, mientras todos esperaban a Ullrich… que nunca llegó.

Y ahora… vuelve Hautacam

Ya veis que no he hablado de Bajrne Riis antes de decir que Hautacam es el primer filtro del Tour 2025, el sitio de la verdad para ese duelo que nadie sabe qué nos va a deparar. .

Hautacam no es solo una montaña. Es una especie de detector de mentiras. Y a veces, también de milagros.

Imagen: A.S.O./Pauline Ballet

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Ciclismo

Tour: En una caída así no se espera, ni a Pogacar

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Esa caída de Pogacar ha podido comprometerle el Tour

Una caída de Tadej Pogacar es algo poco común, pero un notición imposible de ignorar. Y si ocurre en el Tour, ni os cuento.

Qué habilidad tiene para caerse y poder seguir —al menos este año y el anterior— como si su cuerpo estuviera hecho de goma.

Recordad la salida de recta que hizo en Strade: lo rápido que se repuso y prosiguió la marcha. No voy a decir «como si nada», pero sí que pudo continuar.

CCMM Valenciana

Entonces, Tom Pidcock lo esperó, como hoy lo hizo el pelotón.

Ya sabéis qué pasó: un corredor del Uno-X se cruzó, afilador y… caída de Pogacar, que cruzó la meta del Tour en Toulouse con el aspecto que veis en la foto.

Heridas y rasguños, eso es lo que trascendió al principio. Pero estos golpes los carga el diablo.

¿Tenían que esperar a Pogacar?

Curiosamente, esto fue lo primero que dijo la gente, con el calor del golpe aún latente.

Desde que empezó el Tour, sabemos que Visma juega a provocar el error de Pogacar. Sabemos que quieren aislarlo.

Hoy, solo Narváez estaba con él en el final, y encima el ecuatoriano hizo un gesto como de poder irse justo antes de la caída del líder.

Sinceramente, no lo veo mal. No puedo verlo mal que Visma intente forzar la precipitación de Pogacar. Es parte del juego. Recordad lo que le hizo Pogacar a Vingegaard hace tres años, camino de Hautacam: el esloveno arriesgó, se pasó de frenada e hizo un recto.

Vingegaard también lo esperó… y luego lo dejó atrás en la subida final, con Van Aert como lanzador.

Es parte del juego. Pogacar siempre responde con solvencia a los ataques; se le ve fuerte, clarividente, hasta que —quizá— en algún momento deje de estarlo. Como en el Granon, hace tres años.

Ese momento puede llegar. Como también puede llegar que, en Hautacam, el esloveno lo sentencie todo. O no…

Como dije el otro día: qué bonito está el Tour.

Imagen: A.S.O./Charly López

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DESTACADO: Giro de Italia

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