Ciclismo antiguo
Es estúpido decir que Indurain le regaló un mundial a Olano
Aquella carrera fue de dos grandes: Abraham Olano y Miguel Indurain
Esta tarde de domingo, el primero de la primavera, el segundo de confinamiento, Teledeporte nos recuperó la joya del Mundial de Olano e Indurain.
25 años que han pasado ya, nos cae el tiempo como una losa.
La cita se anunció así…
Posiblemente, el final más agónico y trepidante de un mundial de ciclismo.
16:10 Prueba en ruta del mundial de Colombia’95
El día de Abraham Olano#QuédateEnCasaConTDP
¿Quién se queda? pic.twitter.com/8MbFjXM90v
— Teledeporte (@teledeporte) March 22, 2020
La imagen de Miguel Indurain era el reclamo en Twitter para anunciar una carrera que para quienes la recordamos com ayer mismo fue un antes y un después.
Una carrera que llegó, entonces no lo sabíamos aún, en el epílogo del reinado de Miguel Indurain.
El navarro ya había ganado los cinco Tours, había sembrado su paso de páginas gloriosas, eternas en nuestra memoria: Lieja, La Plagne, Hautacam y la que consideramos mejor de todas, Luxemburgo.
Pero un mundial es otra cosa, es la carrera de carreras y recordar aquella transmisión con la voz de Pedro González, acompañado de un Perico que llevaba meses en el puesto, ha sido un premio.
Sinceramente, no habíamos visto la publicidad del evento hasta que un wasap nos avisó y vimos que el analytics de este mal anillado cuaderno echaba humo sobre aquella cita.
Hemos visto, por supuesto que sí, la última vuelta y pico y los gritos de «plata, plata» nos siguen erizando el bello.
Miguel Indurain celebró su plata como si fuera el oro, por que en el fondo se había ganado el oro, se lo había colgado Olano segundos antes, y encima, para más inri, cayó la plata.
El gesto de Indurain ganando el sprint a Pantani, a Gianetti es eterno, como él, por que celebró el éxito del equipo, al que se debía.
Aquello fue de manual, un tío que imponía el respeto de Indurain entre Virenque, Rincón, Richard, Pantani y cía, lo normal era usar una bala como Olano, segundo dos semanas antes en la Vuelta que barrió Jalabert.
Una bala plateada, afilada y certera.
Pero no sólo eso, Olano hizo una última vuelta de estruendo, manteniendo a ralla la caza de un ciclista como Francesco Casagrande, los arreones de Pantani, el «bariobajerismo» endémico de los suizos.
Y Olano llegó, con la rueda pinchada, pero llegó, y su triunfo fue épico, total, redondo.
Nadie se lo regaló, ni los rivales, ni Miguel Indurain, se lo ganó él, sacando partido a la labor de equipo en la que él otras veces participó para otros.
Muchos no perdonaron que Olano ganara ese mundial sobre Indurain, sin reparar que la grandeza de aquella tarde en Colombia fue eterna, que hasta el mismo Miguel celebró al cruzar la meta, sin decir nada de aquello, sin sembrar zizaña alguna.
Si muchos de vosotros decís admirar a Miguel Indurain, quizá el mejor homenaje resida en ser como él fue…
Ciclismo antiguo
Laurent Jalabert, 55 años y sensaciones infinitas
El 1995 de Laurent Jalabert es una de las campañas más brutales jamás vista
He recuperado una conversación antigua con Laurent Jalabert el día de su cumpleaños, 55 primaveras de uno de los ciclistas más queridos y admirados que he tenido la suerte de disfrutar.
Fue una charla alrededor de una de las mejores temporadas que sin duda hemos presenciado a título individual pues si le pides un titular a Jalabert sobre el año 1995 queda claro: «Lo quería ganar todo».
Vamos por eso al meollo de nuestra conversación, consideramos que la temporada 1995 de Laurent Jalabert ha sido la mejor firmada por un ciclista en los últimos 30 años…
«Suena fuerte eso»
Si miramos desde entonces quizá se te aproximó Philippe Gilbert en 2011 y Alejandro Valverde alguna campaña, por ejemplo la de 2008, pero poco más.
Tú afrontas ese año muy condicionado por dos hechos de la campaña anterior…
¿Cómo influyó a Laurent Jalabert aquella victoria en los Lagos de Covadonga?
«A ver, yo iba escapado con muchos minutos y sin gran presión. Sin embargo esos días rebosaba confianza. Los kilómetros iban pasando y la gente se iba quedando hasta que aguantamos Roberto Torres y yo. Me atacó muchas veces, pero aguanté y gané arriba. En ese momento fue como jugar a la lotería, pero me indicó que podía hacer otras cosas»
Hasta la fecha estabas etiquetado como gran sprinter…
«Sí, pero ese triunfo cambió mi forma de ver las cosas»
Y luego la caída en la primera etapa del Tour
«Fue brutal, tras esa caída el ciclismo pasó a un segundo plano, sólo me interesaba volver a ser persona. Tenía 24 años y pasé por momentos muy difíciles. No fue fácil volver a ilusionarme, a ser ciclista, a perder el miedo a esas circunstancias, de hecho empecé a pensar en competir de otra manera, a no meterme en esas llegadas tan masivas y peligrosas, a buscar el éxito en sprints de grupos más pequeños. Hasta la fecha había disfrutado de la vida fácil de sprinter, que está todo el día a rueda y la presión aparece sólo al final, cuando hay que disputar»
¿Qué cambio experimentas?
«Paso a ser más agresivo y completo»
Primera vuelta de tu carrera deportiva, toda una París-Niza
«Fue una victoria clave. Se fraguó en una escapada larga con Vladislav Bobrik. Recuerdo que pinchó a 40 de meta y conseguí mentalizarme para llegar solo hasta el final«
Un punto de inflexión
«A partir de ese día me vi capaz de cualquier cosa»
Temporada 1995, tras la caída del Tour y su recuperación, tras el pelotazo de los Lagos ¿qué objetivo tenía Laurent Jalabert de inicio?
«Tenía la voluntad de demostrar que quería ser ciclista, tanto a mí mismo como al resto. No tenía tiempo que perder»
¿Qué papel juega Manolo Saiz?
«Es clave, incluso siendo ciclista él me insistía que valía para otras muchas cosas. Recuerdo que siendo aún ciclista de Toshiba, se me acercó un día y me dijo que esas piernas veía una Vuelta a España«
Premonitorio
«Ya ves, creía más en mí que yo. En las primeras carreras, la ONCE trabajaba para mí y perdía su rueda, o quedaba en otra parte del grupo, Manolo me convenció que si trabajaban así era por que creían en mí, pero yo esquivaba la responsabilidad»
¿Qué papel juega la cabeza en todo esto?
«Es la clave. A veces el punto entre la derrota y la victoria reside en la cabeza. Recuerdo etapas en las que me llevaban al límite, pero sacaba un resquicio para acelerar y demostrarme que el otro iba peor que yo»
Siempre he pensado que la cabeza fue la gran baza de Laurent Jalabert
«Tuve momentos de todo, momentos en los que volaba y otros más complicados»
Tras París-Niza, apuntas a la Milán-San Remo…
«Iba con toda idea, siempre pensé que San Remo era mi clásica. Durante años, tras el final de la París-Niza me quedaba por la zona, preparando e inspeccionando el final, cuando entonces era más raro que se hiciera, planificando cada paso. Ese día Maurizio Fondriest me sacó los ojos en el Poggio, atacó justo veinte metros antes que yo lo tuviera planificado. Cuando arrancó, me pilló justo a su rueda»
¿Cómo son esos metros de Poggio y el descenso a San Remo?
«Fondriest iba nerviosísimo, mirando para atrás todo el rato. En el descenso me sentía confiado a su rueda y acabé ganando al sprint»
¿Por qué nunca te gustaron los adoquines?
«Los descubrí ya en Toshiba, siendo muy joven y fue duro, luego llego a la ONCE, un equipo en el que no había nada de cultura en esas carreras. Íbamos como obligación. Competí un año en Flandes y acabé reventado, nunca sabes dónde estás, qué te queda, es mareante y esa incertidumbre te quita fuerzas que luego necesitas»
La Flecha Valona es otra cosa…
«Era una carrera que me iba como un guante, ese final en Huy era perfecto. Llegué a la base escapado con Berzin y Fondriest»
¿Qué sucedió en aquella Lieja?
«Pequé de exceso de confianza, fui un poco prepotente. El equipo controló y controló pero a 100 kilómetros de meta estaba reventado, así que decidí jugármela yo solo. Cogí a los escapados y a ochenta de meta decidí atacar. Acabé muerto y los rivales no eran unos cualquiera, desde Armstrong, a Bugno y Bartoli hasta Gianetti que acabó ganando»
Descanso y Volta a Catalunya, otra más a la saca
«Melcior resultó clave para llevarme la carrera. Corríamos en su casa, lo conocía todo al dedillo»
Y llega el Tour
«Curiosamente nunca se me había dado bien del todo. En 1992 conseguí el maillot verde pero siempre tenía la sensación era una carrera en la que fallaba, por lo que fuera, además estaba la caída del año anterior»
¿Para un francés el Tour no es sencillo?
«Hay una presión enorme de la prensa, no te lo puedes imaginar, y luego estaba mi confianza, que no siempre era la mejor»
Pero ese Tour del 95 salió tremendo
«Quería una etapa y el verde esos eran los objetivos»
¿Qué te pasó en la etapa de Lieja?
«Iba mal colocado. Estábamos en la una recta e Indurain hizo lo que nunca había hecho, atacar. Él no necesitaba eso, tenía un poder en las cronos que le permitía no atacar, pero aquel día lo hizo y me pilló atrás. Cuando pasé al frente del grupo ya se había ido por delante con Johan (Bruyneel)«
Sin embargo esos días volabas
«En ese Tour tenía unas piernas capaces de cualquier cosa, esa es la verdad»
Mende, dia D ¿qué te parece que llamen al lugar Montée Laurent Jalabert?
«Si te soy sincero me da bastante igual, quizá hubiera tenido sentido llamarle así al año siguiente pero…»
Tras el Tour, la Vuelta, menuda Vuelta…
«íbamos con una idea, que la ONCE ganara la Vuelta, daba igual con quién»
Dos etapas queremos comentar de una edición mil veces revisada, primero Ávila
«No fue planificado. En cierto momento dijimos a tope y nos salió bien. Fui escapado con Roberto Pistore hasta que me quedé solo, mientras el equipo vigilaba por detrás a Abraham Olano, el principal rival»
Y Sierra Nevada…
«Entonces ya llevaba varias etapas ganadas. La táctica era, llevar el grupo junto y si en los últimos mil metros me veía bien intentar sacar unos segundillos más para la general. Bert Dietz -escapado aquel día- nos llevaba tres minutos a dos de meta. Cuando arranqué al final, estaba convencido que no lo pillaba, pero…»
Lo pillaste ¿qué te hizo dejarle ganar la etapa?
«Cuando paso al coche del Telekom vi tal cara de decepción en el conductor que decidí ponerme tras él y animarle a sprintar, quedaban nada, cien metros»
Olano casi os pilla por detrás
«Sí fue de muy poco. La verdad es que no tuve tiempo de pensarlo, me salió así en ese momento»
¿Por qué no fuiste al Mundial de Colombia?
«Acabé la Vuelta fundido, nunca había mantenido ese nivel de estrés durante tres semanas. Además llevaba un dolor de rodilla desde la etapa de la Vuelta en Luz Ardiden que me había dejado muy tocado, llegué incluso a temer por perder la carrera»
¿Viste aquel Mundial?
«Sí, estaba de vacaciones y lo vi. En esos momentos llegué a la conclusión que mi sitio estaba ahí, en Colombia, compitiendo. Fue un error no haber ido, sin duda habría tenido mis opciones»
Han pasado ya 25 años de todo aquello…
«No soy mucho de mirar al pasado, más en días como hoy, que pienso en el futuro por delante de cualquier cosa. Cuando pienso en aquel año me vienen grandes recuerdos, fue una parte de muy emocionante de mi vida»
Ese año nadie lo ha conseguido igualar desde entonces
«Es que lo piensas y es muy difícil repetirlo. A mí me vinieron grandes temporadas tras aquella, pero ninguna a ese nivel»
Un titular para ese 1995 de Laurent Jalabert
«Lo quería ganar todo»
De las 139 victorias que firmó, 22 fueron en 1995.
Ciclismo antiguo
Cancellara en 5 esenciales
Fabian Cancellara perteneció al grupo de ciclistas más fuertes que he visto nunca
Ahí le veis, a la izquierda, según la marcha, del grupo de su querida Strade Bianche, Cancellara tiene detrás a Sagan y a un lado a Nibali, Kwiatkowski, Valverde, Oss y Ulissi.
Qué fuerte que este post de Fabian Cancellara se etiquete ya con el tag de ciclismo antiguo, pero son siete, ya, los años que llevamos sobre el campeón suizo.
Lo dejó pocos meses después de esa foto, os acordaréis, siendo campeón olímpico de contrarreloj en Rio de Janeiro en un ejercicio sublime de llegar, volar y acertar en el último gran objetivo de su carrera.
Aquel día dejó atrás, con cierta solvencia, a Tom Dumoulin -dos veces subcampeón olímpico- y Chris Froome, recién llegado de ganar su tercer Tour de Francia.
Desde entonces no han sido pocas las veces que nos hemos acordado de Fabian Cancellara y seguro que en el fondo nos hemos preguntado qué habría logrado en este ciclismo de locos que vivimos hoy en día.
En todo caso, he venido aquí a hablar de los cinco rasgos que más distinguen al último gran ciclista suizo de la historia.
Una fuerza sin igual
Pocos corredores transmitieron la sensación de poder sobre la bicicleta que logró imprimir Fabian Cancellara.
Quizá Indurain y Ullrich se pudieran medir a su potencial rodador y poderío en la máquina.
Fabian Cancellara era un corredor que tenía que intimidar, y mucho.
Polivalencia en el llano, clásicas y cronos
Pocos ciclistas han logrado desplegar un palmarés así en carreras llanas.
Fabian Cancellara era bueno en los muros de Flandes, pero en especial brilló con la carretera lisa, con ritmos que sobrepasaban a muchos de sus rivales para conquistar tanto siete monumentos como numerosas contrarrelojes.
Por suerte Cancellara no se centró en el Tour
Aquella famosa etapa de Hautacam, cuando le hizo un servicio a los Schleck, sobre el papel, que al final benefició a Carlos Sastre, abrió la posibilidad de verle disputar el Tour.
Había rendido muy bien en un entorno como el Tourmalet.
Afortunadamente no hizo caso de esos cantos y Cancellara siguió a lo suyo, a hacer un botín inmenso entre Flandes y Roubaix en una legendaria rivalidad con Tom Boonen.
Evolución táctica evidente
El primer Fabian Cancellara sólo sabía ganar solo y a lo bruto, pero con el tiempo, cuando su ataque no resultaba lo fulminante que en 2010, supo readaptarse y ganar tirando de pizarra.
Así logró sus últimas victorias en Roubaix y Flandes, con maniobras medidas y un trabajo táctico impensable en sus grandes días de antes.
En especial muy bonita la victoria de París-Roubaix 2013, eliminando rivales por el camino y rematando en un glorioso sprint ante Vanmarcke.
¿Un día? El oro olímpico
Y cierro con la misma historia con la que abrí, Fabian Cancellara en campeón olímpico.
Ese día llegó en un escalón inferior de favorito y se impuso a gente por encima en los pronósticos firmando una despedida acorde a la grandeza a uno de los mejores ciclistas de los tiempos recientes.
Ciclismo antiguo
Indurain en Alençon, el inicio de una gran historia
La crono de Alençon enfocó a Indurain hacia su primer Tour
Aquella tarde en Alençon, las cosas eran como de costumbre, Perico era la baza declarada de Banesto, Lemond dominaba el Tour y a Miguel Indurain se le seguía considerando un outsider atractivo para luchar por la general de la gran carrera.
Había pasado un año de su gran explosión en Luz Ardiden, ante el gran Lemond, pero menos de la Vuelta a España de abril que no pudo ganarle a Melcior Mauri.
El Tour 1991 no había empezado bien para los españoles
Como en una especie de déjà vû, Greg Lemond se había aupado con dos minutos en la general sobre Perico y Miguel tras un inicio eléctrico en Lyon.
Aún recuerdo las columnas llenas de ira de Pedro González en el Marca contra la estrategia del Banesto.
La contrarreloj entre Argentan y Alençon fue un sábado al mediodía, más de 70 kilómetros disputados a la hora del culebrón en el primer canal.
Indurain salió a jugar y cómo lo hizo, su camino hasta Alençon sería como un punto de no retorno, nada tras ese día sería igual.
Como bin describe Carlos Tiguero en «La estela de Miguel Indurain en 101 imágenes», se conocía el recorrido de reconocerlo durante el Circuito de La Sarthe, el mes de abril anterior.
Indurain rodó y rodó sin desesperar, pues Erik Breukink tomó el mando de la crono desde el inicio hasta los últimos puntos kilométricos, pero en un momento determinado, el navarro tomaría la cabeza para ganar en Alençon su primera contrarreloj y postularse para lo que vendría después.
El rapaz que Echávarri y Unzué llevaban tiempo minando sacó el talento que se le presumía a pasear.
Miguel Indurain lograba su primera contrarreloj en el Tour de Francia sobre unos hoy impensables 70 kilómetros entre Argentan y Alençon, en pleno corazón del hexágono.
Fue una victoria pírrica, si la comparamos con las que habrían de venir, pero simbólica: La «porta coeli» del mejor ciclista que he visto nunca, pues a los pocos días, seis para ser más exactos, asaltaría el Tour en Val Louron para extender un dominio de cinco años sin titubeo.
Ciclismo antiguo
5 caídas que pusieron el ciclismo en un segundo plano
Las caídas siempre forman parte del juego del ciclismo, pero no por ello nos acostumbramos
Las caídas en ciclismo son rutina, un eslabón de la carrera que siempre hay que contemplar, aunque sean indeseables.
En la historia de este deporte ha sido decisivas muchas veces, pero en ocasiones han sucedido algunas que han dejado la competición al margen por su gravedad y consecuencias,
Vienen unas cuantas a la mente, aquella de Jalabert en el Tour 94 por culpa de un gendarme muy asomado, manda huevos, la mortal de Casartelli, un año después, el atropello de Darrigade a un árbitro de carrera en La Cipale, con funesto resultado para el segundo.
Caídas que yo no he visto, pero de las que he leído, como la del joven Monseré, campeón del mundo, atropellado por un coche o la de Zoetemelk en una Midi Libre por un vehículo mal aparcado
Yo he traído cinco que me parece icónicas del ciclismo que no vimos y un par, muy seguidas en el tiempo, que presenciamos en directo y nos amargaron el día.
Win Van Est, en las profundidades del Aubisque
Así nos contó hace años Gerardo Fuster una de las caídas más icónicas en la historia del ciclismo:
El ciclista holandés se lanzó en el descenso “a tumba abierta”, tal como se suele difundir en los ámbitos de la bicicleta. Imaginaba él que podría recuperar siquiera parte del tiempo perdido y mantener sobre sus espaldas la ilusionada camiseta amarilla. En un tramo de la bajada el holandés, empujado por su alto temperamento, prosiguió en su tentativa imprimiendo a los pedales una fuerza de alto riesgo.
Tanto fue así hasta que llegó el momento crítico, que se situaba aproximadamente a dos kilómetros de pasada la cumbre. Allí fue el punto en que la bicicleta dominó al hombre, acarreando el accidente que afectaría gravemente al belicoso corredor. En una de tantas curvas cerradas que tenía el aludido puerto, el ciclista Van Est, empujado por la celeridad del momento, salió despedido tangencialmente de la carretera para precipitarse en las profundidades y en la espesura de un angosto barranco.
Se había caído a 70 metros de profundidad en un barranco del Aubisque, la imagen del rescate lo dice todo.
Todo cambió para Roger Rivière
Tour de 1960, el siguiente al de Bahamontes, la carrera andaba entre Roger Rivière y Gastone Nencini.
En el descenso del Col du Pejuret, el francés arriesgó y acabó caído.
Recuerdo este extracto sobre aquel fatal día…
Su compañero Rostollan deshizo parte del recorrido para acercarse a su líder, inmóvil, pávido, quieto en una postura imposible. Los médicos tomaron rápido la medida del accidente. El ciclista postrado no reaccionaba, no podía mover las piernas. Tenía una doble fractura de médula. Rivière el ciclista que paró un país, antes incluso que Anquetil empezara su reinado, estaba en jaque. Nunca más volvió a ser ciclista.
El drama de Luis Ocaña
¿Cuántas veces se ha preguntado el aficionado qué habría sucedido con Ocaña de no haberse cegado en el Tour de 1973 contra Merckx?
Con una carrera muy decantada a su favor, con el gran capo derrotado, Luis Ocaña no tuvo suficiente y salió a reventar el Tour en los Pirineos.
Los dos, Merckx y Ocaña, arriesgaron tanto que en la bajada del Col de Mente, bajo el diluvio, se fueron al suelo.
Merckx cayó y Ocaña, también. El primero estaba a siete minutos y necesitaba arriesgar, el otro tenía el Tour ganado con aguantar la compostura, pero también arriesgó. Merckx se levantó y prosiguió. Ocaña también, pero cuando se disponía a montar en su máquina llegó Zoetemelk y lo arrolló, al poco le golpeó Agostinho, y finalmente Guimard. Cuatro golpes. Luis ya no se levantaría.
Ahí se acabó el que debió ser el segundo Tour del gran Ocaña.
Vuelta a Polonia, una de las caídas más increíbles en la historia reciente del ciclismo
Entrando en caídas mucho más recientes, el mundo del ciclismo, y del deporte, pues fue portada en noticiarios que reportaban sobre el Covid, se paró cuando Fabio Jakobsen se estrelló contra las vallas y la base del arco de meta en un sprint contra Dylan Groenewegen.
El riesgo que se tomaba en esas llegadas, la llegada en ligero descenso… todo fue caldo de cultivo para un desenlace que por suerte se completó con el milagro de ver de nuevo a Jakobsen competir y ganar una etapa, incluso en el Tour de Francia.
Lombardía pudo haber sido el epílogo ciclista de Evenepoel
Pocos días después de lo que Jakobsen en Polonia, Remco Evenepoel sufrió otra brutal caída en el Giro de Lombardía.
Favorito destacado, a Remco se le fue la bicicleta en un descenso que acababa en un puente conflictivo en la base de Sormano.
El belga estuvo nueve meses sin volver a competir, pero pudo rehacerse de unas lesiones brutales, demostrando que los campeones no son sólo aquellos que ganan, también lo son las personas capaces de reconstruirse de golpes que te cambian la vida.
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