Mathieu Van der Poel
Mathieu Van der Poel vende experiencias
En la Amstel de Van der Poel tenemos todos los motivos por los que amamos el ciclismo
¿Por qué nos gusta el ciclismo?
Enamora, seduce, rompe el corazón, emociona, sincera…
Nos gusta por lo que transmite, por lo que nos hace sentir.
Ciclistas por encima de banderas, de nacionalidades, queremos hechos, experiencias, ojos abiertos, corazones saltarines.
En el manual de Mathieu Van der Poel no hay renglón seguido
Su cabeza, su cuerpo entiende de un batiburrillo de emociones, de un barullo de ilusiones y se deja guiar y pone las cosas cuesta abajo, rompiendo el pronóstico, dejando la lógica en el arcén.
Cuando Mathieu Van der Poel atacó a unos cuarenta de meta, se equivoca de cabo a rabo, pensamos.
¿Dónde va?
¿Qué hace?
¿Qué se cree?
Sacar y rematar el córner, ¿en qué piensa?
Sacó a pasear la fiera.
El mal estaba hecho, el veneno corría por el cuerpo de la víctima y hablaron las avispas que todo campeón tiene dentro.
El ciclismo se volvió lógico cuando Julian Alaphilippe y Jakob Fuglsang se fueron por delante.
El dúo del sterrato de Siena sí que tenía razón de ser, barruntábamos.
Se entendieron, como no podía ser de otra manera con el danés, y la carrera fue persecución de dúos en el que Kwiatowski, por detrás con Matteo Trentin, nunca remó con el agua a favor.
Hubo un momento que las cosas parecieron sentenciadas, y atribuíamos la Amstel al listado de Alaphllippe, el mismo que incluye Strade, San Remo, etapas y éxitos allí por donde pisa.
Pero esta vez Fuglsang se hizo el loco, e hizo muy bien
Mejor meter presión por detrás, que llegue gente, que irse el coco de la temporada para que te gane a placer.
Fuglsang y su «laisser faire» fue la primera piedra en el ataúd de las opciones de Alaphilippe, cuya sola presencia intimida tanto, que no quieren verle ni en pintura.
El desastre se mascaba en el segundero, con Kwiato entrando casi a un kilómetro.
Muerto el polaco no tuvo más que pasar delante y llevarles pegados a su rueda e incluso frenarles para lo que venía.
Y lo que venía era un tipo con el maillot de campeón holandés que pedaleaba por dos, por tres o por cuatro y sprintó como si no hubiera un mañana.
Mathieu Van der Poel salió de las cenizas de un pelotón que pareció desahuciado por el movimiento que él mismo había desencadenado, imprudentemente, pensamos, cuarenta kilómetros antes.
Una jugada que salió perfecta, aunque sobre el papel no lo pareciera, quizá por no ser buscada, pero que pasa a los anales del ciclismo, de los libros, pero también del corazón del gran aficionado ciclista.
Van der Poel es un corredor de experiencias, experiencias de sumum ciclista que se visten de leyenda, por venir de quien viene, y de presente, porque es ahora mismo el ciclista de moda.
Si a Julian Alaphilippe le cuentan esto el miércoles, cuando Van der Poel le ganó en la Brabanzona, le oímos carcajear desde este lado de los Pirineos.
Pero en el ciclismo de Mathieu Van der Poel las matemáticas funcionan a su discreción, como le van bien a él y alienadas a su gusto.
Su victoria en la Amstel Gold Race queda entre lo más increíble que hemos visto en los tiempos recientes.
En el ciclismo acicalado y peinado del World Tour, sale un tipo que corre con el corazón y un sentido del espectáculo que no deja indiferente.
Una vocación que tiene, y ahí está lo complicado, refrendada por números y una estadística brutal.
Una estadística que se queda en foto fija, se va al BTT: Objetivo Tokio 2020.
Las estrellas de la Ciclobrava…
Su peor puesto, un cuarto, en Flandes y Wevelgem, nada menos.
Si el ciclismo un día soñó con un prodigio así, llegó la hora de la realidad.
El campeón total se llama Mathieu Van der Poel.
Imagen tomada de FB de Amstel Gold Race
Mathieu Van der Poel
Mathieu Van der Poel hace fácil la Milán-San Remo
La forma de ganar la Milán-San Remo de Van der Poel sí que es histórica
Hay un momento en la subida del Poggio que me recordó el año pasado al Oude Kwaremont, cuando Pogacar atacó con todo para ganar la Milán-San Remo y Kragh Andersen mira para atrás para buscar a Mathieu Van der Poel, como éste dudó en algún momento en el muro flamenco.
Fue eso, un momento nimio, efímero, un suspiro que en una carrera como la San Remo marca la diferencia tras casi 300 kilómetros de penosa travesía desde las pedanías de Milán.
En Alpecin, a la postre el mejor equipo, sabían que su líder estaba a tope.
Mathieu Van der Poel recuperó el resuello, encajó el golpe del gigante esloveno y dio la puntilla, en el momento final del Poggio, justo antes de la curva de la cabina, para abrir el trozo definitivo hasta la meta.
Pero para llegar a ese momento hay que irse un poco atrás, unos días incluso, a esas jornadas de Tirreno en las que veíamos a Mathieu Van der Poel descolgarse y sufrir porque en la intimidad pensaba en la Milán-San Remo.
En esta semana el neerlandés siguió su aproximación al primer monumento renegando de las servidumbres que le implica el ciclocross en la preparación de la carrera, como mirando hacia otro lado y tirando balones fuera.
Mathieu Van der Poel no sólo dominó la Milán-San Remo, también la dialéctica que llevó hacia la carrera, como el año pasado cuando debutó acabando en el podio.
Su triunfo por eso no tiene nada de sencillo.
Es muy complicado ganar esta carrera siendo el más fuerte, y él lo ha logrado
Digo que ha sido el más fuerte pues así lo hemos visto en los diferentes pasajes hacia la ciudad de la Rivera Italiana.
Van der Poel ya estuvo delante en la Cipressa, nunca perdió el norte de la cabeza y en el Poggio dio rienda suelta a todo lo que llevaba dentro.
Es posible que el UAE, en su afán de medir y guardar balas para Pogacar, errara en el ritmo exacto para hacer la selección, pero es que Van der Poel sale en las mismas narices de Pogacar, al final de un ataque del esloveno.
Esto es histórico, brutal, un punto de inflexión para ambos, para el ganador, porque empezaba a fraguar su éxito, y para Tadej, porque no deja de seguir aprendiendo sobre la carrera y sus tiempos.
El manejo de Van der Poel hasta la meta fue perfecto, a sabiendas que un tipo en solitario tiene las de ganar por las dudas que siempre surgen por detrás.
Filippo Ganna no quiso dar más de sí en favor de Pogacar y Van Aert y eso acabó decantando la balanza.
18/03/1961 – Poulidor wint Milaan-Sanremo
18/03/2023 – Van der Poel wint Milaan-Sanremo
It's a family thing 😍https://t.co/zeWqDsneQL pic.twitter.com/vO5OzLQvH7— Sporza 🚴 (@sporza_koers) March 18, 2023
Nunca decepciona el final de San Remo, menos si VDP está en la terna, ahora, con tres monumentos, sí que vemos el horizonte despejado para el histórico neerlandés que reedita el triunfo familiar de su abuelo, Raymond, 62 años después.
Ganar aquí le pone de favorito para todo lo que queda de la primavera que justo acaba de empezar.
Imagen: FB Milano Sanremo
Mathieu Van der Poel
Las clásicas que le vienen a Mathieu Van der Poel
El calendario de Van der Poel va de clásicas más Tour de Francia
El calendario de Van der Poel, además de definido, cumple con las previsiones que podíamos esperar, primer bloque de clásicas, entre Italia y Bélgica, con final en Roubaix, más el Tour de Francia.
Eso dice el calendario, un camino en el que seguro va ser protagonista y tendrá el tiro del helicóptero buscándole en la panza del pelotón.
Ajeno siempre a la apertura belga, se nos viene una Strade de antología, con él, Pogacar defendiendo título y el amigo Wout Van Aert
A veces tenemos la sensación que sólo con estos coincidiendo en carrera, podemos ver eso, carrera y no soliloquios como el del esloveno en Jaén.
Luego viene la semana italiana con Tirreno y San Remo, para dar el salto a Bélgica, donde contendrá las apariciones, nada de semiclásicas y directo a Harelbeke, que no a Gante- Wevelgem, para abordar el tercer Tour de Flandes y la ansiada París-Roubaix que tuvo a tocar el día de Sonny Colbrelli decidió volar.
Clásicas y Tour para Van der Poel que omite el Giro de Italia tras la costosa factura que le tocó pagar hacer un año.
En una de las ediciones más flojas de la corsa rosa, Van der Poel fue de las pocas excepciones que se salvó de una quema que le costó fundir motores para el resto de la campaña.
Sabedores que Van der Poel va a estar delante, compitiendo y condicionando todo lo que incluya en el calendario, sólo pedimos una cosa para el astro neerlandés, que sea feliz sobre la bicicleta.
Porque en esa felicidad va la nuestra, el momento y el espectáculo, cosa que como veis en ocasiones no se da con esos dolores de espalda que van y vienen.
Como nos dijo Luis Jiménez (Eurosport) que viva el momento y nos lo haga vivir, sólo así le perdonaremos esas tropelías que le han hecho tan célebre como querido.
El ciclismo, al margen de monitorizaciones y otras hostias, es también esto.
Mathieu Van der Poel
Top2022 Van der Poel y sus campañas a medidas
El año de Van der Poel no es malo porque en el fondo se lo perdonamos todo
Una buena vara de medir de Van der Poel no se marcaría en victorias, ni plazas de honor, si quiera en top tens y esas cosas, una vara de medir para el astro neerlandés incorporaría intangibles, emociones y recuerdos.
Eso es lo que ha logrado, a pulso, con merecimiento además, presto siempre a estar en la pomada, dar la cara y al final rematar el córner que muchas veces saca.
No sé si algún día veremos una campaña como mandan los cánones en MDVP, eso es como diría Rajoy, “como Dios manda”.
Y ¿qué significa?
Una temporada trazada en función de un plan de dos o tres picos de forma, encarados a sus grandes objetivos, que serían primavera, Tour y Mundial, por ejemplo, algo que en otros casos es norma pero que para él no parece entrar en el molde.
Así vemos que otra campaña Mathieu Van der Poel ha ido a la suya, firmando jornadas memorables con fiascos sonados, pero dejando, por el camino, miguitas de uno de los ciclistas más influyentes del pelotón.
Recordaréis que empezó tarde, pero vaya comienzo.
Su debut con podio en Milán-San Remo, saliendo de una lesión ya da la medida de quien hablamos.
Su genio se plasmó en el Poggio y prolongó el asalto hasta la misma Via Roma, mientras Mohoric recogía las mieles de su gran tarde.
Su primavera fue con la temporada, desigual.
Si el Tour de Flandes luce como su gran éxito, la victoria previa al mismo, en la A Través de Flandes fue una de las mejores carreras de carretera que le recuerdo, y no lleva pocas.
Pero De Ronde es otro estadio, otra cosa, una carrera que tiene un museo en el corazón de Oudenaarde porque es un tesoro que todos ambicionan.
Ojo que MVDP lleva tres podios en otras tantas ediciones, habiendo debutado en 2019, en la que se clasificó cuarto.
Puede estar Van Aert, o Asgreen, o el mismo Pogacar, que Mathieu será parte fija del paisaje y alargará la apuesta hasta el mismo final.
El desenlace del Tour de Flandes 2022 fue una antología a cuatro manos y otras tantas piernas entre Pogacar y el nieto de Poulidor.
Qué excelente carrera y qué cerquita estuvo Van der Poel de claudicar ante el empuje del esloveno, pero en ese momento de crisis, de luces rojas, surgió el tipo de ciclista del que estamos hablando.
Si entre Oude Kwaremont y Paterberg, MVDP excedió los límites de lo permitido para acabar con su segundo monumento ¿qué nos decís del Giro?
La italiana fue un canto al ciclismo que está en la cuerda floja, un canto al momento como punto de arranque para el disfrute personal y colectivo.
Van der Poel añadió el rosa al amarillo del Tour, de un año antes, logró una etapa pero consiguió culminar su primera grande en permanente fuga.
Ya sé que el Giro lo dejó roto, fundido para el resto del año, pero para el aficionado fue un regalo que compensó una de las peores ediciones que le recordamos.
Desde entonces, un Tour anónimo, alguna victoria en el verano flamenco y el episodio final de Australia… del que por suerte sólo parecen quedar los titulares de aquella mañana de domingo.
Mathieu Van der Poel
Tour 2022: A Van Aert le falta el mellizo Van der Poel
Imaginaros la 1ª semana del Tour si a Van Aert el añadimos Van der Poel
Ya sabéis que aquí somos muy de mirar para atrás y recordar cómo estábamos hace un año: entonces la imagen era la de un Mathieu Van der Poel que había abandonado el Tour, tras una primera semana excepcional, pues quería competir por el oro olímpico en la carrera de BTT, mientras Wout Van Aert ya había ganado en Ventoux y estaba en capilla de sus dos triunfos finales.
Una postal aquella muy diferente a la actual.
La risa va por barrios y mientras Wout Van Aert le saca todo el jugo al Tour, metiéndose en los debates al lado del mismísimo Tadej Pogacar, Mathieu Van der Poel está desaparecido.
La sensación de todo esto es que el neerlandés, salvo fogonazos puntuales, sigue a contrapié desde aquella caída en la carrera olímpica.
No ha pasado un año, pero si recapitulamos, recogemos varios episodios que hablan de un corredor que va a trompicones.
Van der Poel ser perdió casi toda la campaña de ciclocross y entró en la primavera en el momento de la campana, con la Milán-San Remo.
Antes había tomado parte en la épica Roubaix de otoño, que le gana Colbrelli.
Luego de San Remo, dio todo lo que tuvo para conseguir Flandes (lleva dos triunfos y una segunda plaza en tres años) ante Pogacar y ahí se acabó su primavera en cuanto a resultados, pues en Amstel y Roubaix, nunca pareció en la terna de aspirantes.
Lo que ahora mismo está pasando, y forma parte de este serial de «quiero y no puedo», es que el Giro que compitió escapado en su amplia mayoría parece haber sido demasiado.
Van der Poel no podía ir al Giro a debutar y ganar una etapa, con el premio del rosa, él tenía que ser protagonista casi todas las etapas, corriendo como si no hubiera un mañana, condicionando fugas,…
Es una manera de correr adorable, le puso muy arriba en popularidad, incluso más que el propio Van Aert en el Tour: Si el belga compite en titulares con gran favorito a la carrera, en Italia, Van der Poel fue mucho más protagonista que el podio entero.
Pero eso tiene costes.
El corredor se presentó en Copenhague con una primera semana que era anillo al dedo para sus posibilidades.
No se le ha visto más allá de las tomas desde «Arrière du peloton».
Él mismo lo admite, lo dijo antes del pavés, «no contéis conmigo», y se sumergió en la panza del pelotón.
¿Recordáis cuando nos preguntábamos si era posible competir como esta gente durante tantos años?
No siempre se puede estar perfecto, ni siquiera estos fenómenos, pero a VDP se le impone un reset, un descanso, un no sé qué que devuelva su mejor versión y que dijo que iba a correr más frío, aunque las intenciones le duraran dos días.
Imagen: A.S.O./Charly Lopez
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