Ciclismo antiguo
Tour: Siempre pasan cosas en el Puy de Dôme
El gran duelo del Tour hace escala en el Puy de Dôme
Puy de Dôme, ha llegado el momento, si alguna vez el ciclismo contemporáneo conecta con la historia y raíz de este deporte, y su gran evento, el Tour, éste es el momento.
La batalla de los Pirineos fue eso, una batalla, pero la guerra se gana en 21 días, por mucho que, en muchos sitios, en este mal anillado cuaderno también, pensamos que Jumbo podía decantar mucho la balanza en el Tourmalet.
Lo intentaron, jugaron a dioses, pero la historia se tuerce en manos de los grandes nombres, como el de Tadej Pogacar, el lujo de los tiempos, el ciclista que viene para escribirlo todo en primera persona.
Qué subida nos espera al Puy de Dôme, qué maravilla de Tour, de recorrido descafeinado, pero ciclistas mayúsculos que saben que la historia se escribe desde adelante, con riesgo y ganas de hacer cosas.
¿Quién se moverá primero Pogacar o Vingegaard?
Los Pirineos han sido tan simétricos que ahora mismo no apuesto por ninguno.
Camino de Laruns, UAE se cargó la carrera a la espalda, y en el Marie Blanque, Pogacar cedió.
En ruta hacia Cauterets, Jumbo jugó a lo grande, y al final Vingegaard perdió tiempo.
Qué bello pinta el paisaje, qué poco sabemos del siguiente paso.
Algo tenemos seguro, en el Puy de Dôme siempre pasan cosas, cosas importantes, que trascienden y quedan para siempre.
Vamos a 1964… ojo que la historia apela directamente a Mathieu Van der Poel.
Duelo pugilístico en el Tour. Dos autómatas avanzan al unísono, medio muertos, idos. La televisión está por primera vez para contarlo.
El Tour está en el Puy de Dôme
En una esquina el niño bonito, avanzado a su tiempo, guapo, rubiete, fino, estiloso. Es Jacques Anquetil, “maitre Jacques”, duende de la clase, guardián del tesoro, hombre de grandes gestas. El ciclista de los refinados, el urbanitas.
Del otro lado, el obrero, el hombre del pueblo, de este mundo. Trabajador, hormiguita, pequeños retos, grandes esfuerzos. Es “Poupou”, Raymond Poulidor.
Francia, desde la de Vichy, desde las afrentas de Hitler, no había estado tan dividida.
El codo a codo de Anquetil y Poulidor esconde la historia más contada por los abuelos a los nietos. Allá por las paredes del hexágono. Que Julio Jiménez, el relojero en Ávila, ganara, es anecdótico.
Había un país sacudido, dividido, casi enfrentado. El Puy de Dôme era es escaño de sus señorías.
El debate favoreció a Poulidor, momentáneamente. Anquetil ganó la guerra, ganó el quinto Tour, el de 1964.
Vamos camino de los sesenta años…
Porque esta cima que ahora suena arqueología en el corazón volcánico de la Auvernia, fue escenario de muchas e interesantes guerras.
Aquella cronoescalada mítica que ganó Angel Arroyo, secundado por Perico.
Ángel nos lo contó en el podcast, aquel día el ciclismo español cambió su historia.
El Puy de Dôme no es frecuentado por el Tour desde 1988
Fue en el Tour de Perico, más de treinta años, y desde entonces la carrera no pasa por el lugar. Esos días eran de zozobra en España pues a Perico el control antidopaje le había pitado.
Ávido de mostrar que andaba limpio, el segoviano, amarillo a la espalda, atacó nuevamente, y abrió hueco, nuevamente.
El placer de ser el último conquistador del volcán más importante de la región le correspondió Jonnhy Weltz, luego fue el director que Lance Armstrong largó del US Porstal por Johan Bruyneel.
El Puy de Dôme es el único volcán accesible por carretera con más de 400.000 visitantes anuales.
En sus 1.465 metros se otean conos volcánicos, verdes, frondosos, un paraje de dibujos animados.
Su ascensión carece de curvas, la carretera se dedica a rodear el cono
En esa carretera Eddy Merckx vivió un puñetazo en el estómago por parte de un espectador como respuesta al hartazgo que propiciaba la perfección de mejor ciclista de la historia.
En sendas cronoescaladas, aquí ganaron Federico Martín Bahamontes y el citado Angel Arroyo, en dos gestas separadas por 24 años, un trecho de tiempo tan grande como el que el la historia nos ha privado de este mágico lugar.
Imagen: A.S.O./Morgan Bove
Ciclismo antiguo
Alpe d´Huez, Indurain, Bugno…
En Alpe d´Huez quedó claro que el Tour 91 era cosa de Miguel Indurain
Igual que el otro día os recordé el simbolismo de la subida al Tourmalet en el Tour 91, y ahora el algoritmo me pone la subida a Alpe d´Huez en el primer Tour de Miguel Indurain.
A diferencia del Tourmalet, aquí la retransmisión es 100% la de Televisión Española, con el recordado Pedro González acompañado por Andrés Pizarro, dos clásicos de los noventa.
Hasta su fallecimiento, Pedro González y su formidable habilidad para no dejar a nadie indiferente en la retransmisión fue un fijo aquellos años, salvo 1992, cuando una accidente le dio protagonismo al chico de la moto, un tal Carlos de Andrés, quien siempre podrá decir que narró la increíble etapa de Sestriere y la crono de Luxemburgo, en 1992.
Pero volvamos a Alpe d´Huez y al grupo de grandes nombres que rodeaban a Miguel Indurain aquella tarde de julio.
En un Tour que no se destacó por tener una gran cantidad de jornadas de montaña, la cima de los 21 virajes quedaba como el principal escollo para Miguel Indurain,
Gianni Bugno lo sabía y tomó el mando durante gran parte de la subida, tentando las opciones de un maillot amarillo en honor a la verdad estuvo imperial.
Aquella jornada fue muy buena en Banesto, hoy Movistar.
A la solidez de Miguel Indurain se le añadía el mejor Jeff Bernard que recuerdo, para mí uno de los ciclistas de culto más evidentes de la historia, y Pedro Delgado, de menos a más, acabando muy cerca de los mejores y en el mismo grupo que Claudio Chiapucci.
La retransmisión es una joya y recuerda lo mucho que se chinaban los narradores en este lado de los Pirineos con la desesperante realización francesa, siempre tan atenta a buscar a los suyos y eso que ese día un agónico Luc Leblanc se dejó la vida para no perder la rueda de los dos mejores.
Imagen: @davidguenel
Ciclismo antiguo
Marchas cicloturistas que peligran, Mathieu Hermans y un avance de Ciclosferia
Mathieu Hermans resultó uno de los grandes velocistas de los 80 e inicios de los 90
Muchos no lo recordarán pero la historia ciclista de Mathieu Hermans fue la de un neerlandés que llegó a España y se buscó la vida en un ciclismo lejano al suyo, sabiéndose buscar un hueco y resultando uno de los mejores velocistas de finales de la década de los 80 e inicios de los 90
Mathieu Hermans llegó a ganar seis etapas en la Vuelta a España y tiene también su premio en el Tour de Francia.
Hoy es uno de los grandes responsables de la firma de ropa ciclista Bioracer y un muy buen conversador de ciclismo de entonces y de ahora.
Con él arrancamos un podcast en el que nos hicimos eco de una de las encuestas que nos gusta lanzar a nuestros seguidores.
❓❓ ¿Cuántas marchas CICLOTURISTAS prevés hacer este año?
🚴♂️ Precio, competitividad, ambiente… ¿son mejores ahora o antes? ¿Por qué?— JoanSeguidor (@JoanSeguidor) April 29, 2024
Y es que sorprende que tanta gente no tenga previsto hacer una marcha cicloturista este año.
Bueno, sorprende a medias, porque la deriva de algunas pruebas emblemáticas en manos de empresas que priman el resultado económico a la calidad está empezando a pasar factura.
También aprovechamos para que el editor de Ciclosfera, Rafa Vidiella, nos cuente qué preparan para la Ciclosferia de Valencia, en un par de semanas, y Andrea nos explica lo mucho que pesa la figura de Marco Pantani en la Emilia Romagna más ciclista.
En este capítulo:
0:18 Presentación.
0:58 Entrevista con Mathieu Hermans
29:48 A cuchillo: ¿Correrás una marcha cicloturista este año?
44:42 Rafael Vidiella nos presenta Ciclosferia
1:00:18 La Emilia Romagna, la tierra de Marco Pantani
Ciclismo antiguo
París-Niza 1989, el primer gran Indurain
Con esa victoria en la París-Niza, Miguel Indurain se postulaba en los escenarios grandes
En el baúl del recuerdo, mirándolo ahora, y gracias a la invitación de los amigos de Pedal Vintage, uno se percata del valor que tuvo aquella París-Niza de 1989 para Miguel Indurain.
El mocetón ya había dado algunas claves de su clase, un crecimiento contenido bajo las recomendaciones de reputados médicos que hablaban del portento que estaban cultivando en el inolvidable Reynolds.
El año anterior, 1988, había formado parte del equipo que acompañó a Perico en su Tour, con ese famoso capítulo del Peyresourde en el que empezó a descolgar a gente y casi se quedó solo.
A las pocas semanas ganaría la primera de sus tres Voltas.
Pero el año 1989 fue otra cosa, fue pisar suelo francés y seguir su idilio con el país vecino, donde ya había triunfado en un Tour de la CEE, lo que hoy sería el Avenir.
En esa París-Niza, Miguel Indurain anticiparía cosas que habrían de pasar durante los años venideros.
El inicio en París, lo ganó el prologuista por excelencia, Thierry Marie, pero con Indurain ceca, a cinco décimas de segundo, y por delante de los dos grandes favoritos, Laurent Fignon y Stephen Roche.
El navarro ya había puesto el pie en la carrera y de ahí nadie le apartaría, ni siquiera una mala crono por equipos de 58 kilómetros en medio de una carrera de una semana de duración.
Aquel era otro ciclismo.
Pese a la mala crono por equipos, y eso que Reynolds iba con Gorospe y Mauri, entre otros, Indurain utilizó un par de jornadas consecutivas para de remontarle el minuto veinte que el joven Laurent Bezault, el «nuevo Jeff Bernard» le llamaron, le había tomado al final de aquel test colectivo.
Fueron dos movimientos tan significativos como premonitorios.
En el Mont Faron, Indurain se pone en cabeza del grupo de los grandes desde el inicio, y hace de la preciosa subida a orillas del Mediterráneo el primer gran filtro de la carrera.
Uno a uno, un goteo sin fin tras la estela del ciclista del Reynolds que le sacó los colores hasta el mismo Stephen Roche, el gran favorito, toda vez que Laurent Fignon se había retirado (ganaría en San Remo a los pocos días.
Café para muy cafeteros pic.twitter.com/mDT1mUvCnf
— JoanSeguidor (@JoanSeguidor) April 23, 2024
Al día siguiente, una jornada de media montaña hace el resto. a poco de coronar el Col de Vignon, el vigente ganador del Tour, Pedro Delgado hace destrozo en el pelotón y lanza a su compañero cuesta abajo.
Miguel Indurain cogería al fugado, su futuro compañero en Banesto, Gerard Rué, y entre ambos disparan la diferencia hasta más allá del minuto.
Con el navarro de líder, sólo quedaba defender la renta en el Col d´Eze ante el «hiperespecialista» Stephen Roche quien se queda a 13 segundos de la gesta.
Sin saberlo, había perdido el irlandés ante el inminente monstruo del ciclismo, un poderío latente que en ese 1989 despertó del todo, incluso en el Tour, en un lugar llamado Cauterets.
Imagen: @crstobalcabezas
Ciclismo antiguo
Briançon, Lieja & Valkenburg, las 3 esquinas del ciclismo
Grandes vueltas, monumentos, ciclocross… esto ocurre en Lieja, Briançon y Valkenburg
Hay lugares en el bello globo bendecidos por la naturaleza, la belleza o el azar. En ciclismo hay tres en concreto que beben de su ubicación y extraordinaria tradición. Supongo que podréis añadir alguno más, pero a mi se me ocurren estos tres: Lieja, Briançon y Valkenburg.
La primera la conocéis de sobra, es noticia una vez al año, fijo, cuando no más.
Es la cuna de la decana, la Lieja-Bastogne-Lieja porque era el trayecto que encajaba para que los periodistas fueran y vinieran en tren el día de carrera, siguiendo al pelotón.
Por Lieja además pasa el Tour de forma recurrente, si no es directamente, en tránsito
Por Lieja discurrió incluso una edición de la Vuelta a España y en Lieja se han jugado varios campeonatos del mundo.
Incluso Lieja ha albergado el mundial, recuerdo uno en tiempos de Mariano Cañardo cuando los italianos monopolizaban la contienda.
Luego está Briançon, ahí en el valle, encajada entre Izoard y Galibier, en medio de un océano de cimas con nieves perpetuas, en una encrucijada, cerca de Italia, de Sestriere, la puerta al valle de Aosta.
Briançon y su ciudadela han visto el mismo año el Giro y a las pocas semanas el Tour de Francia
Si no es final de etapa, es ciudad de paso. En el olimpo de los lugares ciclistas, está tocada.
Ciudades bendecidas por el ciclismo: Lieja, Briançon y… Valkenburg.
Aunque si queréis que os seamos sinceros, lo de Valkenburg es rizar el rizo.
Encajada en el Limburgo, la ceja de las Árdenas donde los Países Bajos dejan de ser bajos.
En el corazón de la vieja europa la ciudad neerlandesa es al ciclismo lo que Old Trafford al fútbol, la catedral del circo de las dos ruedas, un idilio del lugar, de la gente y el paisaje con la bicicleta.
Valkenburg tiene por descontado el ciclismo anualmente siendo ciudad de paso, mil veces, y meta de la Amstel Gold Race, la fiesta nacional neerlandesa de la bicicleta y el ciclismo.
Valkenburg ha puesto en el mapa un enclave como el Cauberg, la violenta subida en la que Philippe Gilbert hace estragos, habiendo ganando varias veces la Amstel Gold Race y siendo, incluso, campeón del mundo.
La ciudad del Valkenburg, modesta en dimensiones y población ha sido sede de los Campeonatos del Mundo de ciclismo en carretera cinco veces. Nada más y nada menos.
Cinco mundiales de ciclismo han acontecido en Valkenburg
Viajamos a 1938 y conocemos a marcel Kint, alemán, que se convierte en campeón mundial.
Diez años después, y tres ediciones más allá, por el paréntesis de la Segunda Guerra Mundial, Valkenburg corona a Alberico Schotte, el belga que sacó petróleo de la increíble rivalidad de Bartali y Coppi, anulados en un marcaje imposible.
Año 1979. Jan Raas, el especialista en la Amstel, saca oro de Valnkenburg que bate al sprint a Thurau y Bernaudeau.
Ya en el 98, Oskar Camenzind, suizo de Mapei, se corona campeón el día que todos miraban a Michele Bartoli bajo el diluvio de septiembre limbugués.
El Tour tambièn ha aterrizado por Valkenburg, dos veces además. Ganaron Giles Delion, prometedor francés, en 1992, y Matthias Kessler, alemán de final infeliz, en 2006.
Pues bien, con este bagaje, con una infinidad de carreras, pruebas y eventos relacionados con las dos ruedas, el Campeonato del Mundo de ciclocross aterrizó hace cinco años en Valkenburg.
Imagen: G.Demouveaux
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Juan Ramón de Rafael Nerpell
9 de julio, 2023 En 12:14
No se comenta apenas la mayor hazaña ciclista de siempre. Fue en 1959, cuando Bahamontes en sólo 12,5 km de cronoescalada, en 36’15», a 20,7 km/h, sacó 1’26» a Charly Gaul, 3′ a Anglade, y casi 4′ a Rivière y Anquetil !! . A Baldini y Bobet más de 5′ y 6′ al maillot amarillo Hoevenaers. La potencia media obtenida sería de más de 440 Watios. Una auténtica barbaridad. El día fue de tremendo calor y las bicicletas pesaban unos 5 kg más que las actuales.