Etapas tour de francia
El pavé gusta
Sea como fuere, una etapa como la de Roubaix en el Tour trasciende el ciclismo
Ojo, atención, a lo que había en juego esta tarde deportiva.
Estaba el pavé en el Tour, sí, pero convivía en el tiempo y espacio, la tele, con la final del Mundial, la de Wimbledon, la Moto GP…
Aunque estemos en capilla de vacaciones, julio, calor sofocante, era una tarde de tablero deportivo, sofá y esas cosas.
Y en ese percal, ha convivido el ciclismo, con una de las jornadas más esperadas del Tour de Francia, la de las alfombras de pavé hacia Roubaix.
El atractivo del pavé
En medio de esta importante contraprogramación, la jornada del Tour ha salido bien parada.
Sé que lo que digamos aquí suena a aficionado de sofá, perfectamente pertrechado en la calidez del hogar, la comodidad de lo cercano.
Pero no somos los únicos que pensamos así.
El pavé, el morbo de la caída, de la selección, de épica que nunca creímos perdida para el ciclismo, atrae el espectador.
Exactamente igual que los puertos de dos dígitos, las jornadas con un tiempo de perros.
Es triste, para el ciclista, pero cierto.
Es obvio que algunos no lo ven igual.
«El pavé debería estar vetado en el Tour» aducen.
Incluso Contador, cuyos comentarios en Eurosport nos parecen, fía todo éxito en el pavé a la suerte, cuando sobre el adoquín hay componente de suerte, pero también de estrategia, físico y concentración.
Una jornada hacia Roubaix en el Tour nunca será como una París-Roubaix.
En ésta los favoritos se lo juegan todo a saco, sin partido de vuelta, en el Tour hay grandes nombres que nadan y guardan la ropa.
Porque sus opciones van más allá.
Y eso, también se ve en la pantalla.
Sin embargo, como ya dijimos el pavé gusta, atrae, le pone tinte de épica a la etapa, y seguramente impida la siesta.
Al menos la atenúa.
Porque el ciclismo moderno, de estudios medidos y ciencia aplicada, queda en un segundo plano, ante la incertidumbre de lo que los SRM no pueden predecir ni controlar.
Así las cosas, el ciclismo se vuelve de blanco y negro, atractivo para quienes no acostumbran a verlo, magnético para quienes lo seguimos a diario.
Y ese es el gran problema , que el ciclismo de nuestros días se ha vuelto especialista en propinar momentos prescindibles, momentos que el pavé no permite.
El otro día nos preguntamos si era necesario dar etapas íntegras por este mismo motivo, ahora vemos que llega el pavé y lamentamos el daño que pueda propinar a una general del Tour de Francia.
Y lo lamentamos como no lo hacemos con el ataque de Chris Froome sentenciando medio Tour en la Pierre de Saint Martin, o un descenso peligroso en los Alpes.
El pavé es cultura ciclista de Francia, el país del Tour de Francia.
Omitirlo es omitir esa cultura.
Es omitir el ciclismo.
Imagen tomada de FB de Quick Sep
INFO
Si queréis ciclismo virgen, conoced Somiedo y sus lagos
Ciclistas
Tadej Pogacar, no busquéis nada igual
Lo que Tadej Pogacar está consiguiendo es lo mejor a lo que podemos aspirar
Giro y Tour, sin entrar en otras estadísticas ni victorias, en un mismo año resumen lo que acabamos de presenciar de Tadej Pogacar.
Es el ciclista definitivo, total, todo lo que se propone, focaliza y no deja ni los restos.
No es el momento de entrar en ello, en todo caso sí en lo que nos regala cada vez que se fija un dorsal en su espalda, un premio completo y redondo, 360 diríamos, que va desde la sensación de apreciar algo único e histórico hasta el cumplimiento con una estadística brutal.
Tadej Pogacar hace bellos los fríos números, lleva el ciclismo a otro estadio y conecta con los ancestros, con aquellos que un día dijimos nadie más iba a poder imitar.
La temporada de Tadej Pogacar que se corona en el primer Tour de Francia que acaba lejos de París entra ya en los anales de siempre.
No sabría yo calibrar el tamaño de esta obra, pero conectaría directamente con alguna de las que firmó Bernard Hinault hace más de 40 años.
Eso es, cuatro década de historia contemporánea del ciclismo que el amigo Tadej Pogacar se ha papeado en la conquista de su tercer Tour de Francia.
Su cultura del esfuerzo quedó comprobada otra vez más, pero su hambre infinito es lo que impresiona, casi asusta.
Las victorias alimentan su casillero a una misma velocidad que parecen llegar casi sin buscarlas, como en el alto de Couillole.
Tadej Pogacar ha logrado recuperar el doblete ausente desde Marco Pantani 26 años después, y no sólo eso, seis etapas en el Giro y las mismas en el Tour de Francia.
Es abrumador, estadísticamente hablando, como decíamos, inapeable, nunca visto.
Si le añadimos Strade, Lieja y Volta tenemos una temporada de esas para enmarcar, que dejan atrás otras que vimos en primera persona, como la de Jalabert en 1995 o Gilbert en 2011.
Esto es otro nivel, es soñar entre los mejores de la historia, con la sensación de poder que todos apreciamos, sumada a una progresión que no encuentra techo, como es de suponer en un ciclista que por primera vez no ha optado al maillot blanco.
Y eso es lo que asusta y alimenta nuestros sueños, Tadej Pogacar sigue siendo joven, pero ello no le ha impedido ganar una barbaridad y mantener intacta la ambición.
Su tercer Tour de Francia engrosa una lista que empieza a crecer en números absolutos.
Seguro que volverá a defender su título el año que viene, pero por el camino seguirá haciéndonoso soñar.
¿Qué será lo siguiente?
¿El Mundial?
¿La París-Roubaix?
Va a seguir tirando abajo las puertas dela historia, sólo un tipo de su tamaño, de su calibre, logra insertar el Tour de Francia en esa ristra de éxitos con esa naturalidad, ganando no, aplastando, pero sin ofender, levantando una sonrisa.
Por muchas más…
Imagen: A.S.O./Charly Lopez
Etapas tour de francia
Tour: Mike Teunissen y el fondo de armario del Jumbo
Como no podía ser de otra manera, el Tour se abre con caídas, nervios y peligro
El Tour es otra cosa, lo hemos leído mil veces, leído otras tantas.
Jakob Fuglsang lo puede decir, afirmar.
El danés de la campaña, el tío que muchos vemos arriba cuando la carrera llegue en tres semanas a París, ha estado en la cornisa de todo.
Una caída, esas de la primera etapa, más cuando ésta se resuelve en línea, creo que nos ha encogido el corazón sólo con pensar sobre su abandono o pérdida de tiempo.
No sabemos si es que Astana está muy confiado, o que corredor y equipo vienen con deberes hechos, lo cierto, es que solventaron con tino y acierto una situación de esas que, vistas desde fuera, todo son urgencias.
Fuglsang es uno de los outsiders para un Tour que empieza con las habituales cribas de las caídas, y la certeza de que esta primera semana va a ser muy larga para algunos.
El espectáculo que no vemos es el que sucede.
Brad Wiggins desde la moto lo decía «aquí pasan cosas» y es que la tensión de estos días no se describe con palabras.
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No quiero pensar la adrenalina y el sueño cómo se conjugan en una la noche del estío de Bruselas, en la antesala de una crono por equipos que no es decisiva para la general, todos los capos tienen un equipazo para tirar del carro, pero seguro que puede arruinarle el Tour a alguno en un mal paso.
El Tour de Bruselas, el de Merckx, se abre con una victoria inesperada, la de Mike Teunissen, unos kilómetros después que Dylan Groenewegen se cayera en el remolque hacia meta.
Pensamos, algunos, desde lo lejos, en Wout Van Aert: «Ya la está liando».
Pero fue Teunissen, en una muestra del fondo de armario de uno de los equipos de la campaña, sin duda, este Jumbo, que pone el ciclismo neerlandés alto, muy alto, allí donde la pasión y querencia de este país por este deporte merecen.
El entremés de Bruselas no deja lecturas significativas, pero sí mella en las piernas de los grandes nombres.
Es el Tour, esa carrera que lima fuerzas, que mina la moral y que cuando te percatas, estás fuera
La segunda batalla de esta guerra pone en juego algo más que la honrilla, el arte de rodar en equipo se pone sobre la mesa… aquí no hay prisioneros.
Imagen: FB Jumbo Visma
Ciclistas
Tour: Démare responde en la carretera
Otra vez Arnaud Démare no se va de vacío en el Tour
Me alegra mucho el triunfo de Arnaud Démare en Pau.
Primero porque es uno de los ciclistas más adorables del pelotón, con un palmarés curioso y una polivalencia fuera de toda duda.
Démare evidencia un palmarés interesante, con dos etapas ya en el Tour, una San Remo y siendo un espectáculo en ciertas carreras con pavé.
Es por tanto un ciclista que se nota, bebe de una cultura de la bicicleta arraigada y sólida.
La dedicatoria de Démare a Greipel
Pero me alegra más por motivos revanchistas.
Como sabéis las dos jornadas de Pirineos no han sido sencillas para Démare.
En la jornada corta, en la que gana Nair0, iba descolgado casi de salida.
Se pasó la jornada persiguiendo y llegó penúltimo a meta.
Con muchos tramos en solitario. El año pasado recordaréis que medio equipo se fue a casa por esperarle.
https://www.facebook.com/equipecyclistegroupamafdj/videos/1794009847355403/
Pero lo que más duele es leer ciertas cosas, cosas que tienen que ver con el sempiterno problema de la envidia.
En la jornada reina de los Pirineos André Greipel opinó de cómo Arnaud Démare se salvó de la quema del cierre de control.
Feo, muy feo, horrible.
Greipel, fuera del Tour, tras dos Tours de vacío, opinando de Démare y cómo salvó los muebles.
Lamento decirlo pero el alemán se equivoca, la caga, mete la pata, mea fuera del tiesto.
Estas cosas no se dejan entrever en twitter, estas cosas se denuncian ante quien convenga.
El ciclismo no puede estar constantemente tirándose los platos entre sus personajes.
Es patético leer ciertas cosas, y de la cola de la carrera en las etapas de montaña hemos escuchado y leído mil historias de trampas, de remolques, de velocistas buscando acabar como sea.
Pero nadie muestra vídeos, fotos o pruebas concluyentes.
Si Démare, que además él responde a Greipel que estaba rodeado de comisarios, hizo trampas que lo denuncie y se pongan pruebas sobre la mesa.
Sembrar de mierda es sencillo y triste, aunque lo es más el daño que se hace al deporte que te emplea.
André Greipel ha errado, se ve que quitó el famoso tweet, pero al menos admita que Démare ha ganado sin trampa ni cartón.
Imagen tomada de FB de Groupama-FDJ
INFO
24 horas en Cheste, ese ciclismo que no entiende de horarios
Ciclistas
Tour: El Team Sky vino a ganar y eso hace
Si nada falla Geraint Thomas asegurará el triunfo en el Tour, que será el sexto del Team Sky en siete años
Dijo Bradley Wiggins que el Team Sky quería el Tour para sí, daba igual con quién, y eso era lo que importaba.
Dijo Bradley Wiggins que con tal de ganar el Tour con el equipo, a Dave Brailsford le daba igual tener engañados dos corredores o mantener la tensión entre ellos hasta el final.
La jornada reina de los Pirineos, una etapa de distancia de cadetes pero brutales desniveles, ha desvelado el plan del Team Sky.
Un plan que tenía bicefalia, no tridente, pero que ha sido efectivo, porque desde un principio trabajaron para hacerlo posible.
El equipo ha ganado el Giro con Chris Froome, y eso pesaba en el Tour, habida cuenta del desgaste que se experimenta en Italia.
Sabedores de ello, y de que Geraint Thomas está en la flor de la vida, en el mejor momento jamás soñado, activaron el plan: dos al frente.
De hecho Geraint Thomas lo ha dicho varias veces: Venía al Tour en plan líder.
Y para ello rodeado de nebulosa y confusión el liderato hasta que a más de 2000 metros, por encima de Saint Lary, la niebla se fue.
Geraint Thomas merece este Tour
El otro día fuimos pesimistas sobre las opciones de Geraint en el Tour.
Lo que Chris Froome está haciendo es tan grande, tan goloso, y encima cinco Tours que pensábamos que el Team Sky lo priorizaría.
Pero los kilómetros y horas de trabajo de Geraint para otros han tenido recompensa en el equipo de casa.
El equipo que recogió a un chaval del proyecto británico de pista, doble campeón olímpico, y le ha aupado a ganar el Tour.
Es cerrar el círculo. Un Wiggins, second part, pero con salvedades.
Geraint no parece que se vaya a conformar con esto.
Porque con dos minutos y algo más sobre sus rivales, una jornada de montaña, que no acaba en alto, y una crono, una hecatombe quitaría Geraint de ahí.
Sobre todo porque ha salvado el día más complicado.
La etapa de la parodia de la salida en parrilla, un poco de folclore para aderezar un paseo por las nubes de 65 kilómetros.
El Team Sky ha quemado kilómetro en superioridad, marcando el tempo, frenando cualquier intento, enfriando los ánimos hasta el final.
De Roglic a Nairo
La llegada a Portet, más allá de Saint Lary, allí donde ganara Jaskula a Rominger e Indurain, ha destapado, por fin, a un Nairo en su papel de capo.
Atacando desde abajo, sabedor que la general está imposible, ahí se lleva su segundo triunfo de etapa en el Tour.
Por fin Nairo corre como merece el caché que mueve.
Y el otro personaje es un esloveno de deportes de invierno que ha protagonizado la explosión más sonada de los últimos años.
Cuando Primoz Roglic ganó una crono del Giro entre viñedos de Chianti, de eso hace dos años y pico, nadie imaginó esto.
Es otro como Tom Dumoulin, lo que se gana, y ahora está a puertas de un podio del Tour, lo hace callando y trabajando.
Lo consigue en un ciclismo hostil para ciclistas como él y sacando provecho de cada paso.
Primoz Roglic es, desde ya, primer espada en los pronósticos del próximo Tour.
Lo mismo que Geraint.
Por suerte el ciclismo es un carrusel que no para, que no espera. Chris Froome lo ha probado.
Imagen tomada del FB del Team Sky
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