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#Top2020 Wout Van Aert es un martillo pilón
En el top del año el nombre de Van Aert brilla en todas las estaciones
Dijo Wout Van Aert nada más arrasar en la Copa del Mundo de Dendermonde, el primer domingo tras Navidad:
«En estos circuitos, las circunstancias no son sencillas, pero me encanta competir en ellas. Ha sido una de las carreras más locas que he hecho nunca. El firme estaba peor vuelta tras vuelta, fue épico y ol disfruté. No tenía gran sentido marcar una estrategia, cada uno a su ritmo hasta que me di cuenta que el mío era mejor que el del resto y eso es perfecto para la moral»
Ni más ni menos.
Dice la Wikipedia que «un martillo pilón es una máquina herramienta de origen antiguo aunque reconvertida en su forma moderna en la industria de la forja francesa en 1841. Desde entonces se emplea en la industria metalúrgica. Utiliza el principio del martillo usado para moler los granos, añadiendo la fuerza del vapor, necesaria para levantar un cilindro de mayor tamaño para comprimir los metales«.
Eso es moler los granos, descolgar los rivales.
Eso hace Wout Van Aert, poner el ritmo y todos a temblar, volver de una lesión pavorosa, recuperar su mejor versión y dejar huella.
Un ritmo tétrico, un martillo pilón que sólo necesita de metros, kilómetros para abrir hueco y hacer daño, todo lo demás cae por su propio peso.
Así jugó, en las antípodas del ciclocross, un primero de agosto Jakob Fuglsang por las lomas de la toscana que rompen en Siena.
El danés comprobó que ese ciclista amarillo y negro había afinado hasta extremos insospechados para hacerse con la Strade Bianche, la carrera que le vio explotar en carretera y que con los años acabó en su palmarés.
Como la San Remo, sabedor que el ataque de Alaphilippe cotizaba para ganar, le siguió y ahí donde le ganara un año atrás, consiguió cobrarse la venganza.
En el ciclismo redondo y universal Van Aert se sitúa arriba, tan arriba que parece el inventor del chisme si con él no se partiera la cara una pléyade de grandes nombres que como en su caso no trazan líneas rojas, por que les gusta, sencillamente, el ciclismo.
De San Remo, vino el Dauphiné, luego el Tour, que deshojó hasta el mismo final, marcando con miguitas el camino que Roglic no acertó a seguir hasta el final.
Luego dos platas en el mundial, el duelo con Van der Poel, ahora en Flandes… una campaña corta, intensa pero preñada de calidad.
Amar el ciclismo cobra un peaje obligatorio con Van Aert, hay que quererle y desear que tenga éxito, un ciclista mayúsculo que espero siga volando en escuadras en las que se le requiera pero que tenga su margen y espacio, ponerle puertas a Van Aert sería matar el ciclismo.
Ciclismo antiguo
Miguel Indurain hizo doble fortuna en el Giro
Para Indurain el Giro fue una plaza casi perfecta
El Giro de Italia, tres corridos por Miguel Indurain: dos los saldó con victoria y el otro con una tercera plaza.
Eso en tiempos de dobletes, Giro + Tour, logros que en los últimos treinta años hemos visto sólo tres veces, a las dos que lo consiguió Indurain, añadidle el de Pantani.
En este tiempo varios corredores han atacado el doblete, en especial en años recientes, hace tres Chris Froome, ganador de Giro, pero tercero en Francia.
Nairo y Contador también anunciaron su «grand slam», pero no tuvieron suficiente.
Ahí queda el tamaño de la gesta que Miguel Indurain con ese doblete Giro-Tour en dos años consecutivos.
Sólo con esa estadística tan apabullante, uno toma conciencia de la naturalidad con la que ganaba el mejor ciclista español de la historia.
Una naturalidad, sea dicho, no exenta de sufrimiento y obstáculos.
Indurain tuvo su estreno en el Giro en 1992, llegaba como ganador del Tour y un saco de incógnitas sobre sus opciones.
Preparar su segundo asalto a la Grande Boucle era su único objetivo en Italia pero, ganó: “Llegué con la incertidumbre propia de quien llega a una carrera que no conoce. Todos me comentaban que era una carrera muy a la italiana, donde los italianos atacaban mucho. Mi idea era preparar el Tour, aunque si la carrera se ponía tiro no se podía desaprovechar. Una vez salvamos la primera parte nos dimos cuenta de que podríamos luchar por la victoria”.
Se presentó y ganó.
Se vistió de rosa en Arezzo y reforzó su liderato un día después en la crono de Sansepolcro.
Reconoce que “no fue una victoria fácil por que en definitiva no dejas de ser un rival para todos los italianos”, pese a ello reconoce haberse sentido “muy bien acogido por el público. En alguna ocasión se oía hablar de alianzas entre corredores italianos –sobretodo en su segundo Giro- pero al final cada uno fue a lo suyo”.
Recuerda haberse sentido muy impresionado por los Dolomitas: “Son realmente impactantes por la cantidad de roca que se ve en las montañas y el gran ambiente que rodea la carrera. Son puertos que no tienen nada que envidiar a los del Tour”.
Un puerto, por encima del resto, es el más duro a su entender: el Mortirolo
Pero no es el único: “El Stelvio no tiene tanto desnivel pero su longitud lo hace muy duro. La característica de las etapas de montaña del Giro es que los puertos se suceden casi sin descanso”.
Mortirolo y Stelvio son dos cimas que entraron en aquella fantástica jornada de ciclismo que fue la 15ª etapa del Giro de 1994 entre Merano y Aprica
Un día extraordinario que hizo vivir a Miguel todos los estados del ciclismo, de la euforia del Mortirolo al calvario del Valico di Santa Cristina.
Sobre aquel día ha sido peguntado mucho: “Fui muy bien, pero se me olvidó hidratarme y lo pagué caro”.
Indurain pasó de acariciar el rosa que vestía Berzin a despedirse de él en espacio de media hora, fruto de una tremenda pájara.
Sobre lo que rodea a la carrera está totalmente de acuerdo con que nos contó Marino Lejarreta: “Para Italia el Giro es una fiesta. En mi época veíamos pueblos enteros que dejaban de trabajar por ver la carrera. No obstante la gente no sólo vive el Giro, sino todo el calendario en general. Sea en el norte o sur, siempre hay mucho seguimiento”.
Ciclismo de carretera
3 opciones para descubrir la propuesta ciclista de Cambrils
La profundidad ciclista de Cambrils marida con todos los terrenos
El marco ciclista de Cambrils, en medio de la Costa Daurada, una marca turística que también incluye las montañas del interior, es un cuadro perfecto para el aficionado a la bicicleta.
Enclavada en una zona con una gran tradición turística, pionera podíamos decir, la oferta del lugar marida perfectamente con quien quiera pasar unos días de asueto, tranquilos y relajados en rutas sencillas, medias o complicadas, a su elección, a lomos de la bicicleta.
Hablamos con Juan Sánchez, mecánico de bicicletas que gestiona desde Rodabike el turoperador Cycling Holidays, trayendo a Cambrils ciclistas alemanes, canadienses, ingleses y también del resto de España desde hace dos años.
«Son carreteras variadas y tranquilas, con tráfico reducido en muchas de ellas, buen clima casi todo el año y una población con servicios de primera» comenta Juan sobre Cambrils y su entorno.
Aquí tenemos variedad, con el Baix y Alt Camp como enclaves más cercanos, la dureza y singularidad del Priorat y Montsant, tierras consagradas al vino pero de paisajes muy cuidados, y no lejos el Delta de l´ Ebre, un privilegio entre arrozales para rodar sin más pretensión que disfrutar de la ruta.
«Si quieres desniveles hay que ir hacia el interior -precisa-, en la costa las rutas son suaves y poco exigentes, aunque eso también depende de la velocidad a la que quieras ir. Tenemos carreteras infinitas«.
Cambrils, ciudad ciclista y de turismo
Eso, como decimos en un entorno de gran tradición turística, con una planta hotelera de todos los tipos, adaptada al ciclista, pero también al acompañante que pueda viajar con él, con establecimientos que llevan ya tiempo trabajando un perfil muy apetecible, pues el ciclista acostumbra a ser un cliente muy respetuoso con el entorno, que quiere disfrutar del lugar y asegura un buen nivel de gasto.
La gastronomía del lugar es perfecta para quien quiera sacarle rendimiento a la bicicleta, son abundantes los frutos secos, pero también para quien pretenda cerrar la jornada con una rica cena basada en pescados y vinos de la zona.
Tres salidas recomendadas…
Para gustos, colores, y Juan nos da tres rutas que hablan de la profundidad ciclista de la zona.
Si salimos de Cambrils al sur, paralelos a la costa, por la antigua N340, donde el tráfico es menor, podemos tener una primer experiencia ciclista de unos 70 kilómetros de ida y vuelta hasta El Perelló.
Ruta suave, con el mar apareciendo y desapareciendo de nuestra mirada, que si alargamos un poco más puede llevarnos hacia L´ Ampolla, puerta del Delta de l´ Ebre.
A nivel medio, tenemos una salida de unos 90 kilómetros dirección Montroig para llegar a Colldejou, seguir por Torre de Fontaubella y vuelta por Pradell de Teixeta.
Aquí ya hay más desnivel, unos 800 metros y el paisaje es un anticipo de lo que hay al otro lado de la faja de montañas que se aprecia de Cambrils.
Eso es el Priorat, por donde trazamos la tercera ruta, pasando por el pantano de Riudecanyes y subida hacia Duesaigües antes de entrar en Priorat y bajar a Porrera.
El paisaje cambia, es de interior, la línea de costa queda oculta ante la primera línea de montaña, aquí las opciones son varias, se puede ir hacia Mussara o al Col d´ Alforja para completar unos 125 kilómetros y un desnivel que se va a los 1500 metros, cosa más seria.
Son sólo tres propuestas, pero sobre un mapa que ofrece todas las combinaciones que se necesiten, no en vano aquí hizo su stage hace unos años el Bahrain con Vincenzo Nibali dando fe de las bondades del lugar.
Ciclismo antiguo
1994: La Flecha Valona que cambió el ciclismo
Nada fue igual tras la Flecha Valona de 1994 y los azules haciendo pleno
La primera parte de los noventa se tiene como la época más oscura de la historia del ciclismo y muchos toman la Flecha Valona de 1994 como el cénit.
No son pocos los testimonios que hablan de un ciclismo psicodélico, de corredores que no corrían, volaban, de cosas raras, de podencos hechos caballos de carreras,…
Testimonios no faltan.
Dos son elocuentes. Greg Lemond justifica parte de su declive por las dos velocidades de aquel ciclismo, un salto de rendimiento que apuntaba una sustancia cuyas siglas eran EPO. David Millar habla en su libro de sus primeras carreras como algo inalcanzable, no había ni roto a sudar que el pelotón ya les había dejado de rueda.
#DiaD 20 de abril de 1994
En el año 94, la Vuelta a España seguía disputándose en abril.
En la antesala de la misma estaba el tríptico de las Ardenas, pero en orden diferente al actual. Una semana después de Roubaix, se corría la Lieja, luego la Flecha Valona y finalmente la Amstel, posteriormente vendría la Vuelta que en esa ocasión dominaría a placer Tony Rominger.
La Flecha Valona se presentaba como la reválida para Eugeny Berzin. El ruso de rubia cabellera había ganado en Lieja días antes y era la punta de lanza del potente Gewiss. Por nombres el equipo celeste copaba las apuestas, sin embargo, los italianos no querían ganar, querían sencillamente coparlo todo.
En el llano que precedía el muro de Huy, Berzin, que iba insultantemente fácil, tomaba unos metros sin que nadie osara seguirle, salvo sus dos compañeros Moreno Argentin y Giorgio Furlan. En la cima de Huy Argentin culminaba la masacre, siendo primero por delante de sus dos colegas.
“Ellos ruedan y nosotros nos quedamos. Hacen que ir en bici parezca sencillo, no necesitan ni preparar estrategia alguna” dijo Gérard Rué, el gregario de Miguel Indurain, preso de la incredulidad.
Los peores temores que circulaban por el pelotón se hacían realidad y las sospechas no tardaron en plasmarse cuando al día siguiente en una conversación entre Michele Ferrari y varios periodistas, en una pedanía de Lieja, el galeno afirmaba sin pudor:
“Si yo soy ciclista y sé que hay una sustancia que mejora el rendimiento y otros la usan, yo también la utilizaría. La EPO no es mala, sólo lo es si abusas de ella, como si te atiborras de zumo de naranja”.
En efecto, el ciclismo de dos velocidades ya era un secreto publicado y público, la caja de pandora se había abierto, estallaría en pocos años…
Imagen: Cronoescalada
Ciclismo antiguo
Luxemburgo vs Bergerac ¿Cuál fue la mejor contrarreloj de Miguel Indurain?
No volveremos a ver nada igual a lo de Miguel Indurain en Luxemburgo
En la recurrente figura de Miguel Indurain centro el tiro en dos cronos, las más emblemáticas, la más poderosas e irrepetibles. sus dos contrarrelojes más célebres: Luxemburgo y Bergerac.
Esto no es una comparativa científica ni estadística, es subjetivo, completamente ajeno a la estadística.
Cuando hablamos con Carlos de Andrés en la parte dura del confinamiento, que no paraba de reponer ciclismo en Teledeporte, le preguntamos…
Alguna otra que te toque la fibra…
«Me hacía mucha ilusión recuperar la crono de Luxemburgo de Miguel Indurain»
Indurain ¿Luxembugo o Bergerac? creo que veis por dónde van los tiros
Hasta dobló a Lance Armstrong, una escena que con los años ganaría valor y morbo.
Vistas las dos, qué días aquellos, Luxemburgo es el día D en la carrera de Miguel Indurain, más allá de las diferencias, que fueron más grandes en Bergerac, enviando a dos minutos Rominger y a más de cuatro al resto.
Y es que Luxemburgo fue el inicio, el primer golpe, todos le esperaban pero quizá nadie en ese tono, desmontando los argumentos de rivales que le habían puesto en aprietos días anteriores o que se habían centrado en el Tour.
Indurain ya portaba el uno en Luxemburgo, había ganado un Tour, otros también ganaron un Tour, pero aquello certificó la excelencia y la promesa que aquel ciclo sería largo, muy largo.
Subió el listón y lo mantendría.
Eso ocurrió en Luxemburgo… en Bergerac llovía sobre mojado y es que nos tuvo tan bien acostumbrados.
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