Ciclismo
Tirreno-Adriático: cinco razones para quererla
En la Tirreno-Adriático tenemos el Giro en medio de marzo
Igual que vamos a hacer con la París-Niza, también tenemos cinco motivos para decir que la Tirreno-Adriático es, sin lugar a dudas, otra de las grandes competiciones del año.
Primero, que coincida con la carrera francesa hace de esta semana una de las más especiales para los amantes del ciclismo. Sé que hay mucha gente que le disgusta que dos carreras tan importantes se desarrollen simultáneamente, pero eso, sin embargo, no hace más que aumentar el atractivo y la singularidad de estos siete días, en los que conviven dos monstruos dentro del calendario, todos con sus favoritos y repartiendo los objetivos.
Y siempre, si una no resulta, la otra sí. Así hemos visto años en los que la Tirreno-Adriático ha funcionado como auténtico rodillo, y París-Niza al revés.
Pero no me enrollo más, quiero hablaros de cinco motivos que hacen de la Tirreno-Adriático una carrera única y no voy a hablar del trofeo.
El primero, sin duda, es la estética del Giro que encontramos en pleno mes de marzo, con una Italia que está entrando en la primavera, anunciando el tiempo que viene, pero todavía con los resquicios del invierno, puesto que el terreno se ha desarrollado muchas veces entre nieve y frío extremo.
Es el preludio de la Milán-San Remo, la primavera, la auténtica apertura de la temporada ciclista y de lo realmente gordo y trascendente. Muchos de los grandes nombres que han brillado en la Milán-San Remo han pasado por la Tierra Adriática.
Luego, tenemos esos finales tan italianos, con esas cotas, esos pueblos medievales, paisajes toscanos como los de la Strade Bianche de hace unos días, pero ahora mismo insertados en el devenir de una carrera y en jornadas memorables como la de Mathieu van der Poel en 2021.
Claro, más allá de esos paisajes italianos, están esos núcleos urbanos con acceso directo desde las puertas de las casas a la calzada, que cruzamos y nos sorprendemos.
La Tirreno-Adriático es una auténtica joya, mostrándonos los mejores entornos urbanos del centro de la bota itálica, y además, en un paisaje cambiante como este que está entrando en la primavera. Es una auténtica delicia para el espectador.
Y ahí está el maillot de líder, el azul como los dos mares, que dan nombre a la prueba, siendo coherente con su historia y resistente ante el rodillo amarillo, que parece que tiene que pasar por todos los maillots de líder del ciclismo.
Y eso va también por su homóloga, la París-Niza, que dejó hace años el blanco por ese color amarillo, que tiene muy poca diferencia con el Tour de Francia, la carrera en la que todos se quieren mirar, pero con la que nadie se puede comparar.
Ciclismo
El Tour no será del tercer hombre pero…
Aunque Vingegaard y Pogacar sean favoritos, no perdáis de vista el tercer hombre para el Tour
Hace solo dos años, Jonas Vingegaard ganó su segundo Tour de Francia, sacando más de siete minutos al resto, pero para muchos ya casi ha pasado desapercibido.
Desde entonces, Tadej Pogačar ha «opacado» al resto.
Aun así, Vingegaard no se ha conformado, aunque su 2024 ha sido una montaña rusa.
Arrancó ese año con una caída muy fea en la Itzulia: clavícula rota, costillas fracturadas, pulmón colapsado y 12 días en el hospital.
Solo volvió a competir en el Tour, y para sorpresa de muchos, lo hizo con fuerza desde el primer día, terminando segundo incluso después de todos los problemas.
Esta vez, se hacaído en París-Niza y estuvo otros nueve días sin subirse a la bici.
Aun así, regresó en el Critérium du Dauphiné con actitud agresiva y buenas sensaciones, lo que devolvió cierta confianza.
Según su director deportivo, Vingegaard ha trabajado para recuperar explosividad, una de sus debilidades frente a Pogačar.
Su compañero Sepp Kuss dice que Jonas siempre ha tenido ese “punch”, aunque no siempre lo puede demostrar. El equipo cree que ha recuperado la forma física ideal y que puede dar batalla.
El Visma está moviendo su equipazo: Vingegaard lidera, pero lo acompañan Kuss, Matteo Jorgenson, Simon Yates (que acaba de ganar el Giro), Wout van Aert y otros corredores potentes.
En las primeras etapas ya los estamos viemdo.
Todos tienen claro que Jonas es el líder, pero también saben que en el Tour puede pasar cualquier cosa.
Tener varios corredores fuertes es una ventaja.
Viendo el Visma, pensamos en el tercer hombre, en aquellos corredores que saliendo del top 2 podrían entrar en acción.
En el podcast le preguntamos a nuestro amigo Kike, y habló de los compis de Vingegaard, y también de Pogacar,
Claro que han salido nombres como Almeida, pero descartar gente como Lipowitz, Roglic, Remco, Carlos Rogríguez… y otros que ha perdido tiempo, peor no mucho, sería un error.
La victoria de Yates en el Giro ha motivado al equipo y les ha recordado que están haciendo bien las cosas y nos recuerda que las cosas están así.
Imagen: A.S.O./Maxime Delobel
Ciclismo
El primer fin de semana del Tour
No hay descanso ni en el fin de semana de arranque del Tour
Locura, nervios, tensión. Dos jornadas de Tour, apenas el primer fin de semana, y algunos pensarán que ya han pasado dos semanas.
Es el Tour. Nadie tiene la clave, tampoco la llave mágica, pero impera la ley de la selva: el más fuerte sobrevive. Este Tour, que en principio planteaba un final descafeinado, sin dureza aparente, se está convirtiendo en una losa para el ánimo de muchos.
Hay un equipo, el Visma, muy interesado en que esto no pare, en que haya ritmo, en que pasen cosas.
Saben que, en el cuerpo a cuerpo, Pogacar intimida. Por eso buscan la sorpresa, sembrando la zozobra en cada giro del recorrido. Giros que no se escatiman, que están a la orden del día.
Claro que, cuando Visma impone ritmo, sólo los mejores emergen. Los muy buenos.
No ha pasado nada, sobre el papel: apenas unos segundos entre los favoritos. En el caso de Carlos Rodríguez, más de un minuto. Pero ha pasado mucho.
Desgaste, nervios y una perenne sensación de que te vas a quedar fuera en cualquier momento. Una sensación que debe de ser insoportable.
¿Sacar conclusiones? Ni mucho menos. Los grandes están fuertes, como no podía ser de otra manera. Pero nada más allá.
Eso sí, la concatenación de días así va a matar la ambición de más de uno.
Es casi medio Tour. La primera mitad transcurre así: el primer y segundo fin de semana con jornadas de este tipo, con desniveles poco perceptibles en el perfil, pero que vacían el tanque.
Este Tour ha empezado en el norte, y ha sido espectacular lo que hemos visto. No puede ser de otra manera cuando Vingegaard ataca y Van der Poel gana por delante de Pogacar.
Por cierto, el esloveno está tranquilo.
Demasiado. Como si dejara hacer, rodeado por los suyos… aunque no siempre, porque el UAE, tan brutal en los nombres y en su planteamiento, es también invisible en los momentos en que su líder más los necesita.
Nada, que es julio, que esto está en marcha y que el Tour no rueda… vuela. Los mejores, en el mejor sitio. Incluso en este ciclismo ultracompetitivo todo el año, aquí se nota que hay otra marcha.
Imagen: A.S.O./Billy Ceusters
Ciclismo
Jasper Philipsen en un inicio muy largo del Tour
Exhibición de Philipsen en medio de caos el arranque del Tour
Comentaba Javier Ares, en el análisis de la primera etapa del Tour 2025 —Philipsen como ganador y vestido de amarillo—, que esta edición contemplaba un inicio largo y perverso, lleno de peligro, viento, nervios y una tensión que pesa como el desnivel de la etapa más dura de la carrera.
Una carrera que empieza con la exhibición colectiva del Alpecin: cinco tíos en el corte bueno, dejando a Jasper Philipsen el primer triunfo y el amarillo en bandeja.
Lo que otras veces le costó varios días lograr, le ha llegado a Philipsen a las primeras de cambio en el Tour.
Suma su décima etapa, solo superado por Pogacar, su amigo Tadeo, en la mejor carrera, adornada con el amarillo.
Y es que el amarillo ha sido uno de los colores de la jornada.
Visma sabe que el cuerpo a cuerpo con Pogacar no acaba de ser una buena idea, y quizá por ello anticipa movimientos, como lo hemos visto en esta primera jornada en Lille.
Pogacar aguantó perfectamente. Da una sensación sublime, sólido, con ese aire despreocupado y casi siempre solo, con Tim Wellens como único apoyo.
Mientras, Vingegaard, perfectamente rodeado y tomando el mando él mismo, sin esperar que los compañeros lo llevaran en carrito.
El danés parece fortísimo, y creo que sabe que todo lo que le pueda tomar a Pogacar antes de la montaña puede ser oro, aire ante el monstruo actual.
En este juego ha habido caídos. Cortes que son hirientes cuando la carrera no ha hecho más que empezar.
Remco Evenepoel, Primoz Roglic, Joao Almeida y Carlos Rodríguez se dejan más de medio minuto nada más empezar. Un tiempo que, viendo quiénes son los mejores, es una losa, más moral que otra cosa.
Por de pronto, a Remco se le neutraliza automáticamente la posible ganancia de la crono.
Y esperad, que lo que viene estos días es más de lo mismo: se anuncia viento, se anuncian giros inesperados y desniveles nada despreciables. En concreto, mirad la etapa 6, final en Vire Normandie: una tortura de 3.000 metros en 200 kilómetros.
Es una etapa, sí, pero también es un ejemplo de lo que viene hasta el jueves de la segunda semana del Tour 2025: la llegada a Hautacam, el inicio de la alta montaña.
Imagen: ASO/Charly López
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