Tadej Pogacar
Pogacar, entre Jalabert y Gilbert: Mereció la pena incluso peligrando el Tour
Los riesgos que Tadej Pogacar ha asumido esta primavera podrían costarle el Tour
Las victorias de Tadej Pogacar, no olvidemos aspirante al Tour, en 2023 nos las sabemos un poco como la alineación del equipo de nuestros sueños: Clásica de Jaén, Vuelta a Andalucía, París-Niza, Tour de Flandes, Amstel Gold Race y Flecha Valona.
Esta animalada que tan poco cuesta escribir es la historia de una primavera que seguro tardaremos en volver a ver.
Una rúbrica de triunfos seguidos, de todo tipo y tamaño, todos con sello, el de un ciclista que se equipara con alguna historia, y no tan lejana, pues de alguna ya hemos sigo testigos.
Me refiero a primaveras de esas que quedan para siempre y que en mi caso tiene dos precedentes: la de Jalabert en 1995 y la de Gilbert en 2011.
Ambos, francés y belga, consiguieron elevar en su momento el ciclismo al estatus de excelencia con sendas primaveras para el recuerdo.
Año 1995, el francés recuperado de su horrible caída en el Tour del año anterior, logró enlazar triunfo sobre triunfo de febrero hasta abril, completando un serial que resumo rápido: París-Niza, Milán-San Remo, Criterium Internacional (carrera muy apreciada entonces), Klasika de Amorebieta y Flecha Valona.
Lo dejamos aquí, luego vinieron otros éxitos, pues hablamos sólo de primavera y sin contar podios.
Año 2011, Philippe Gilbert resulta un huracán en la ruta que se lleva, entre otras cosas, Strade Bianche, Flecha Brabanzona, Amstel Gold Race, Flecha Valona y Lieja-Bastogne-Lieja
La primavera 2023 de Tadej Pogacar se equipara a las citadass, que yo sí recuerdo bien, y creo que ha merecido la pena, incluso si su rendimiento en el Tour peligra.
Sé que la Grande Boucle es otra cosa, otro nivel, la carrera que pone ante el Mundo con mayúsculas, más allá de los estadísticos y frikis del ciclismo.
Pogacar ya la ha ganado, por eso, dos veces, y seguramente opte en el futuro a renovar corona, ojalá también 2023.
Ha arriesgado mucho este año, como nunca habíamos visto en un aspirante al Tour, en este inicio de campaña, pero podemos decir que ha merecido la pena, su comunión con el público ha sido total, su forma de correr y ganar, incluso corriendo el riesgo de ser aburrido.
Esperamos que la recuperación le vaya bien, que le tengamos de nuevo en escena y que el Tour 2023 sea la prolongación de este gran ciclismo que nos está tocando disfrutar.
Todos, hasta sus más acérrimos rivales, le queremos en la ruta, es un lujo del que no podríamos pasar nunca.
Tadej Pogacar
Volta: ¿Es aburrido Tadej Pogacar?
La forma en la que Pogacar sentencia las carreras como la Volta no deja alternativa
Miradlo, ahí en la meta de BCN, haciendo el cuatro sobre las etapas que Pogacar que se llevó de la Volta a Catalunya.
Podría haber sido una quinta si la inaugural la cosa hubiera caído de su lado, pero se vio algo desasistido por el equipo.
En todo caso que una carrera de siete días, en medio del World Tour, se sentencie el segundo día es algo a lo que no podemos resignarnos.
Ahora mismo Tadej Pogacar bebe de otro lado en vueltas por etapas y es más, dudo que el Vingegaard del mes de marzo pudiera hacerle sombra, otra cosa, ya lo sé, es el Tour.
Pogacar ha hecho y desecho una sencillez en esta Volta que sólo mentar sus dos compañeros de podio, Landa y Bernal, ya frustración que demostraban en sus declaraciones, es suficiente para hacer una buena foto de la realidad.
¿Es aburrido verle ganar así?
En parte sí, sentencia de una manera, come la moral de los rivales a tal escala, que no es la mejor fórmula de éxito y espectáculo para una carrera.
Esto es un hecho indiscutible, luego está lo que nos hace sentir él.
Cuando vemos competir al esloveno tenemos la certeza de que asistimos a algo único, mágico, eterno…
Son esas cosas que sabes que tardarás en volver a ver, eso es un hecho, como cuando ves a auténticos genios en lo suyo y eso que hacen de apasiona como es el caso del ciclismo entre los que leen este mal anillado cuaderno.
Tadej Pogacar revienta, literal y efectivamente, por donde pisa, es un fenómeno que traspasa al ciclismo y eso es bueno para este deporte.
Su forma de ganar, la empatía que muestra, la alegría por el trabajo bien hecho y el amor por la bicicleta, todo es una gozada, y compensa las primeras sensaciones de desánimo entre los rivales.
No he visto muchos así, más bien contados con los dedos de una mano, por eso larga vida al rey, porque además de lo que nos ofrece de inmaterial, nos va a dejar un de los mejores palmarés de la historia del ciclismo.
Imagen: UAE Team Emirates
Tadej Pogacar
Volta: Correr como corre Pogacar
La Volta parece muy decantada para Pogacar en el segundo de siete días
Era complicado otro pronóstico para la Volta que no fuera la victoria de Tadej Pogacar, pero es que diré más, viendo el recorrido, era probable que Vallter 2000 deparara el escenario que al final nos ofreció, con el esloveno abriendo una brecha tan notoria que es muy difícil pensar en otro resultado que no sea el de éste en lo más alto del podio de Barcelona.
Qué pasa amigos???#VoltaCatalunya103 pic.twitter.com/S2V856EIGA
— JoanSeguidor (@JoanSeguidor) March 19, 2024
La historia es así, la estamos viendo en directo y por mucho que nos la esperemos, Tadej Pogacar no deja de hacernos disfrutar, sea en Strade, Milán-San Remo o Volta.
Condiciona las carreras con sólo su inscripción, todo el mundo quiere verle, en la Volta debe haber overbooking de fotógrafos en meta y luego en competición tiene un tiro de cámara para él.
Lo de Vallter 2000 ha sido lluvia sobre mojado.
Un repaso ejecutado en la subida final pero llevado al extremo durante toda la jornada, haciendo cosas que consideraríamos impropias del máximo favorito.
Pero es que Pogacar es eso, sorpresa en cada paso, una escena que se hace familiar, la de su gesto alegre y media sonrisa, cuando no entera, que se perpetúa en nuestra mente.
Y no, no es sólo que la prodigue cuando gana, es que cuando pierde, también reluce, cuando se cae y monta en la ambulancia, también es jovial, cuando llega roto a meta, con los ojos ausentes por el esfuerzo, también alegra el gesto.
Es así, es disfrute sobre la bicicleta, el mejor embajador que tiene ahora mismo este deporte, tan necesario como universal, pues creo que a pocos le interesa de dónde sea o venga.
Es Tadej Pogacar, y daríamos lo que fuera por disfrutar de la bicicleta como él demuestra hacer, sacando punta a cada situación, conjugando estadística y sentimiento en uno, de los cuatro días que ha competido, ha ganado dos, segundo en otro y tercero en San Remo.
Y todavía quedan cinco etapas de la Volta.
Imagen: FB Volta
Tadej Pogacar
Pogacar, si fuera fácil no lo haría
La forma de correr de Pogacar ha revolucionado el ciclismo actual
Cuando a Pogacar le preguntan en la previa de la Strade dónde pensaba atacar, mencionó el tramo de Sant Marie.
Más desenfocado en el recorrido, más lejos de meta, este sterrato fue el mismo en el que abrió gas hace dos años, entonces estaba a 50 de meta, esta vez, a 80.
Hizo spoliler de su propio ataque, una transparencia que dice mucho del corredor cuya leyenda estamos viendo construirse en directo.
Dice que va a atacar ahí, pone al equipo a full, a Del Toro, a Wellens, y lo hace
Una apuesta hacia el vacío, donde nadie se atreve a pisar, una forma de hacer de antaño que nos pone ante la disyuntiva: ¿Qué es mejor¿? ¿Una exhibición atemporal o un duelo igualado a varias caras?
Yo prefiero lo segundo, pero claro, en la belleza de su cabalgada reside el espectáculo como algo que seguro va a pervivir con el paso de los años.
Lo que yo me pregunto es qué mueve a Pogacar en estas estrategias sobre el papel tan insensatas.
Ataca a una eternidad de meta, con el diluvio sobre sus cabezas, tramos de tierra, más riesgo sobre el papel.
Pero nada de eso le frena, nada le asusta, toma el mando y le da continuidad al juego entrando en una balanza de gloria y dolor, a partes iguales
La dificultad de la gesta es directamente proporcional a las ganas que le pone y el riego que está dispuesto a asumir.
Un listón cada vez más alto que no sé dónde estará dispuesto a fijar.
La estrategia más inusitada será la que escoja Pogacar, como cuando hizo de los muros de Flandes un puerto del Tour, machacando desde abajo de cada uno o se aventuró aquella tarde en Gredos, cuando firmó su podio en la Vuelta.
La dificultad que asume Pogacar no sale en el Procyclingstats, pero sí queda entre la gente, su corazón, como cuando sonríe subiendo por Siena, entre la gente que le aclama y busca chocarle la mano.
Pogacar lo es todo, y no, no soy un fan boy, es una realidad que vemos y disfrutamos en cada carrera.
Larga vida a este corredor, a su actitud, al carisma que desprende, y ello va en su favor, y nunca en demérito de nadie, ni siquiera de Vingegaard, el tipo del que se acuerdan muchos cuando el esloveno explota.
Son diferentes, pero sensacionales, los dos atletas más brutos de este deporte.
A disfrutarlos.
Imagen: FB Strade Bianche
Tadej Pogacar
Strade Bianche: Pogacar contra la historia
No hubo otro rival para Tadej Pogacar en la Strade Bianche que la leyenda
No hay otra cosa que la Historia, sí la Historia con mayúsculas, cuando hablamos de Tadej Pogacar y más tras lo visto en la Strade Bianche.
Me hace gracia cuando Matxin quita importancia a este hecho cuando le preguntamos por él, pero es lo que percibo, lo que percibimos.
Esto de hoy excede cualquier lógica. Estrategia de aplastamiento. Enfermería o puerta grande.
Pogacar no quiere ganar, pretende dejar huella eterna #StradeBianche— JoanSeguidor (@JoanSeguidor) March 2, 2024
Tadej Pogacar corre para ser uno de los grandes siempre, estadísticamente y en sentimiento, corre para ser enorme, eterno, lo suyo no son los rivales del presente, ni los del año pasado, ni los del siguiente, son Merckx, Hinault, Anquetil, Coppi, De Vlaeminck, Kelly, Indurain… son estos, y lo vimos en esta Strade Bianche.
En caso que así no sea ¿por qué atacar y sentenciar la carrera a 80 kilómetros de meta?
No es ganar, es el cómo, el camino hacia la gloria, el medio que se equipara al fin, logrando llevar este deporte que nos enloquece a otro nivel.
La Strade Bianche de 2024 pasa a los anales como la carrera en la que Pogacar subió la apuesta, se lo puso más difícil que nunca y lo hizo… hasta el final.
Decía Contador a noventa de meta que qué ganas por atacar se le veían a Pogacar, que la iba a armar de un momento a otro.
Fue entrar en el tramo de tierra más importante, y se acabó la carrera.
Un ataque de radio 80 es algo que nunca habíamos visto en una gran clásica, es la construcción de una leyenda al nivel de esas de las que hemos leído pero que, yo al menos, nunca había presenciado.
Y no llevo pocos años viendo ciclismo.
La sensación de brazos bajados y desazón que detectamos en los perseguidores es el síntoma del resto del planeta ciclista.
Es complicado encontrar otro protagonista que no sea Pogacar, el ciclismo ha encontrado una nueva leyenda, ahora a ver de qué es capaz en la monumental temporada que se ha planteado.
Imagen: FB Strade Bianche
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