Ciclismo antiguo
«Lo quería ganar todo» Laurent Jalabert
Revisamos con Laurent Jalabert su estratosférico año 1995
En la mente existen recovecos que se mechan de recuerdos que son perennes, en ciclismo por ejemplo, siempre decimos que hasta donde alcanza la memoria no recordamos una temporada como la que firmó Laurent Jalabert en 1995.
Un prodigio de año que haciendo uso de un copa & pega de Wikipedia, nos da eso…
Y así tenemos a Laurent Jalabert en el lado de la línea, una conversación de esas que te reconcilian con esos años que el ciclismo nos tocó, para siempre.
Laurent, lo primero en estos tiempos ¿qué tal todo?
«Estamos bien, tanto la familia como los amigos. Acusamos el coste social de todo esto, es muy raro, no puedes salir a comer con los amigos, ver a los tuyos. La situación, desde luego, es complicada»
El Tour para agosto ¿cómo lo ves?
«Buah, no lo sé, la verdad, están haciendo todo lo posible para que se celebre, pero igual no tenemos certeza alguna hasta quince días antes, es así de fuerte»
Lo es…
«Es que puede haber un problema con un ciclista, sólo uno, para que se pare todo, y el resto de equipos se niegue a correr. Y ya no es sólo el Tour, es que el estado francés puede acabar cancelándolo»
¿Cómo te defines?
«En este caso como un optimista realista. Veo un 50% de posibilidades»
Si Laurent Jalabert se pone en la piel de los ciclistas de ahora…
«No me gustaría nada estar en su lugar. Somos personas que trabajamos con objetivos a la vista»
¿Es todo muy complicado?
«¿Cómo te vas a preparar, a cuidar la comida, si no tienes nada claro qué va a pasar? Todo además en un panorama de cierta psicosis»
Entonces…
«Yo consideraría 2020 un año perdido para el ciclista, ni más ni menos. Por ejemplo, cada salida de la París-Niza se hacía sin saber si habría etapa mañana, imagina un Tour en el que se salga a tope porque cunde esa misma sensación. Es todo muy surrealista…»
https://www.instagram.com/p/B9eHp5yn33q/
Vamos por eso al meollo de nuestra conversación, consideramos que la temporada 1995 de Laurent Jalabert ha sido la mejor firmada por un ciclista en los últimos 30 años…
«Suena fuerte eso»
Si miramos desde entonces quizá se te aproximó Philippe Gilbert en 2011 y Alejandro Valverde alguna campaña, por ejemplo la de 2008, pero poco más.
Tú afrontas ese año muy condicionado por dos hechos de la campaña anterior…
¿Cómo influyó a Laurent Jalabert aquella victoria en los Lagos de Covadonga?
«A ver, yo iba escapado con muchos minutos y sin gran presión. Sin embargo esos días rebosaba confianza. Los kilómetros iban pasando y la gente se iba quedando hasta que aguantamos Roberto Torres y yo. Me atacó muchas veces, pero aguanté y gané arriba. En ese momento fue como jugar a la lotería, pero me indicó que podía hacer otras cosas»
Hasta la fecha estabas etiquetado como gran sprinter…
«Sí, pero ese triunfo cambió mi forma de ver las cosas»
Y luego la caída en la primera etapa del Tour
«Fue brutal, tras esa caída el ciclismo pasó a un segundo plano, sólo me interesaba volver a ser persona. Tenía 24 años y pasé por momentos muy difíciles. No fue fácil volver a ilusionarme, a ser ciclista, a perder el miedo a esas circunstancias, de hecho empecé a pensar en competir de otra manera, a no meterme en esas llegadas tan masivas y peligrosas, a buscar el éxito en sprints de grupos más pequeños. Hasta la fecha había disfrutado de la vida fácil de sprinter, que está todo el día a rueda y la presión aparece sólo al final, cuando hay que disputar»
¿Qué cambio experimentas?
«Paso a ser más agresivo y completo»
Primera vuelta de tu carrera deportiva, toda una París-Niza
«Fue una victoria clave. Se fraguó en una escapada larga con Vladislav Bobrik. Recuerdo que pinchó a 40 de meta y conseguí mentalizarme para llegar solo hasta el final«
Un punto de inflexión
«A partir de ese día me vi capaz de cualquier cosa»
Temporada 1995, tras la caída del Tour y su recuperación, tras el pelotazo de los Lagos ¿qué objetivo tenía Laurent Jalabert de inicio?
«Tenía la voluntad de demostrar que quería ser ciclista, tanto a mí mismo como al resto. No tenía tiempo que perder»
¿Qué papel juega Manolo Saiz?
«Es clave, incluso siendo ciclista él me insistía que valía para otras muchas cosas. Recuerdo que siendo aún ciclista de Toshiba, se me acercó un día y me dijo que esas piernas veía una Vuelta a España«
Premonitorio
«Ya ves, creía más en mí que yo. En las primeras carreras, la ONCE trabajaba para mí y perdía su rueda, o quedaba en otra parte del grupo, Manolo me convenció que si trabajaban así era por que creían en mí, pero yo esquivaba la responsabilidad»
¿Qué papel juega la cabeza en todo esto?
«Es la clave. A veces el punto entre la derrota y la victoria reside en la cabeza. Recuerdo etapas en las que me llevaban al límite, pero sacaba un resquicio para acelerar y demostrarme que el otro iba peor que yo»
Siempre he pensado que la cabeza fue la gran baza de Laurent Jalabert
«Tuve momentos de todo, momentos en los que volaba y otros más complicados»
Tras París-Niza, apuntas a la Milán-San Remo…
«Iba con toda idea, siempre pensé que San Remo era mi clásica. Durante años, tras el final de la París-Niza me quedaba por la zona, preparando e inspeccionando el final, cuando entonces era más raro que se hiciera, planificando cada paso. Ese día Maurizio Fondriest me sacó los ojos en el Poggio, atacó justo veinte metros antes que yo lo tuviera planificado. Cuando arrancó, me pilló justo a su rueda»
¿Cómo son esos metros de Poggio y el descenso a San Remo?
«Fondriest iba nerviosísimo, mirando para atrás todo el rato. En el descenso me sentía confiado a su rueda y acabé ganando al sprint»
¿Por qué nunca te gustaron los adoquines?
«Los descubrí ya en Toshiba, siendo muy joven y fue duro, luego llego a la ONCE, un equipo en el que no había nada de cultura en esas carreras. Íbamos como obligación. Competí un año en Flandes y acabé reventado, nunca sabes dónde estás, qué te queda, es mareante y esa incertidumbre te quita fuerzas que luego necesitas»
La Flecha Valona es otra cosa…
«Era una carrera que me iba como un guante, ese final en Huy era perfecto. Llegué a la base escapado con Berzin y Fondriest»
¿Qué sucedió en aquella Lieja?
«Pequé de exceso de confianza, fui un poco prepotente. El equipo controló y controló pero a 100 kilómetros de meta estaba reventado, así que decidí jugármela yo solo. Cogí a los escapados y a ochenta de meta decidí atacar. Acabé muerto y los rivales no eran unos cualquiera, desde Armstrong, a Bugno y Bartoli hasta Gianetti que acabó ganando»
Descanso y Volta a Catalunya, otra más a la saca
«Melcior resultó clave para llevarme la carrera. Corríamos en su casa, lo conocía todo al dedillo»
Y llega el Tour
«Curiosamente nunca se me había dado bien del todo. En 1992 conseguí el maillot verde pero siempre tenía la sensación era una carrera en la que fallaba, por lo que fuera, además estaba la caída del año anterior»
¿Para un francés el Tour no es sencillo?
«Hay una presión enorme de la prensa, no te lo puedes imaginar, y luego estaba mi confianza, que no siempre era la mejor»
Pero ese Tour del 95 salió tremendo
«Quería una etapa y el verde esos eran los objetivos»
¿Qué te pasó en la etapa de Lieja?
«Iba mal colocado. Estábamos en la una recta e Indurain hizo lo que nunca había hecho, atacar. Él no necesitaba eso, tenía un poder en las cronos que le permitía no atacar, pero aquel día lo hizo y me pilló atrás. Cuando pasé al frente del grupo ya se había ido por delante con Johan (Bruyneel)«
Sin embargo esos días volabas
«En ese Tour tenía unas piernas capaces de cualquier cosa, esa es la verdad»
Mende, dia D ¿qué te parece que llamen al lugar Montée Laurent Jalabert?
«Si te soy sincero me da bastante igual, quizá hubiera tenido sentido llamarle así al año siguiente pero…»
Tras el Tour, la Vuelta, menuda Vuelta…
«íbamos con una idea, que la ONCE ganara la Vuelta, daba igual con quién»
Dos etapas queremos comentar de una edición mil veces revisada, primero Ávila
«No fue planificado. En cierto momento dijimos a tope y nos salió bien. Fui escapado con Roberto Pistore hasta que me quedé solo, mientras el equipo vigilaba por detrás a Abraham Olano, el principal rival»
Y Sierra Nevada…
«Entonces ya llevaba varias etapas ganadas. La táctica era, llevar el grupo junto y si en los últimos mil metros me veía bien intentar sacar unos segundillos más para la general. Bert Dietz -escapado aquel día- nos llevaba tres minutos a dos de meta. Cuando arranqué al final, estaba convencido que no lo pillaba, pero…»
Lo pillaste ¿qué te hizo dejarle ganar la etapa?
«Cuando paso al coche del Telekom vi tal cara de decepción en el conductor que decidí ponerme tras él y animarle a sprintar, quedaban nada, cien metros»
Olano casi os pilla por detrás
«Sí fue de muy poco. La verdad es que no tuve tiempo de pensarlo, me salió así en ese momento»
¿Por qué no fuiste al Mundial de Colombia?
«Acabé la Vuelta fundido, nunca había mantenido ese nivel de estrés durante tres semanas. Además llevaba un dolor de rodilla desde la etapa de la Vuelta en Luz Ardiden que me había dejado muy tocado, llegué incluso a temer por perder la carrera»
¿Viste aquel Mundial?
«Sí, estaba de vacaciones y lo vi. En esos momentos llegué a la conclusión que mi sitio estaba ahí, en Colombia, compitiendo. Fue un error no haber ido, sin duda habría tenido mis opciones»
Han pasado ya 25 años de todo aquello…
«No soy mucho de mirar al pasado, más en días como hoy, que pienso en el futuro por delante de cualquier cosa. Cuando pienso en aquel año me vienen grandes recuerdos, fue una parte de muy emocionante de mi vida»
Ese año nadie lo ha conseguido igualar desde entonces
«Es que lo piensas y es muy difícil repetirlo. A mí me vinieron grandes temporadas tras aquella, pero ninguna a ese nivel»
Un titular para ese 1995 de Laurent Jalabert
«Lo quería ganar todo»
Ciclismo
DEP Joaquín Galera
Hermano de Manuel Galera, Joaquín llegó a ganar una etapa del Tour
Poco a poco nuestros mayores se nos van y en este caso Joaquín Galera, una de las figuras más destacadas del pelotón español en los años sesenta y no era sencillo estar en este nivel, entonces el ciclismo español tenía muy buenos ciclistas. .
Nacido en 1940 en Baúl, una pedanía del municipio de Baza, en la provincia de Granada, Galera dejó una huella imborrable en el deporte nacional, tanto por sus logros sobre la bicicleta como por su compromiso con la memoria de su hermano.
Joaquín Galera fue ciclista profesional entre 1961 y 1972, y durante más de una década formó parte de equipos emblemáticos como Kas, Licor 43, Fagor, La Casera-Bahamontes y Karpy.
Su carrera internacional fue especialmente brillante en el Tour de Francia, prueba que disputó en cuatro ocasiones: 1964, 1965, 1966 y 1969. Su momento más recordado llegó en la edición de 1965, cuando se alzó con la victoria en la 16ª etapa entre Gap y Briançon, jornada en la que el mítico italiano Felice Gimondi vestía el maillot amarillo.
También participó en tres ediciones de la Vuelta a España, en los años 1965, 1970 y 1971, logrando su mejor resultado en 1970 con un destacado octavo puesto en la clasificación general. A lo largo de su carrera, Galera sumó importantes triunfos en competiciones nacionales, como el Campeonato de España de montaña y la prestigiosa Subida a Arrate en 1964. Un año más tarde, en 1965, amplió su palmarés con victorias en la Vuelta a los Valles Mineros y en la Subida al Naranco.
Más adelante, en 1968, se impuso en la exigente Subida a Urkiola, y en 1970 consiguió una victoria de etapa en la Vuelta a Andalucía.
Pero la vida de Joaquín Galera también estuvo marcada por la tragedia.
En 1972, su hermano menor, Manuel Galera, también ciclista profesional, falleció trágicamente durante la Vuelta a Andalucía tras sufrir una caída en el Puerto del Mojón, provocada por una avería en el cambio de su bicicleta.
En el libro de Secudario de Lujo, Jaime Mir nos explicó con pelos y señales aquella horrible caída.
Desde entonces, Joaquín mantuvo vivo su recuerdo organizando el Memorial Manuel Galera, una competición ciclista que se celebró ininterrumpidamente desde 1972 hasta 2004.
Por ella pasaron grandes nombres del ciclismo nacional como Óscar Sevilla y José María Jiménez, quienes también inscribieron su nombre en el palmarés de la prueba.
Con la muerte de Joaquín Galera, el ciclismo español pierde a un corredor combativo, un referente de su generación y una persona profundamente comprometida con los valores del deporte y la memoria.
Su legado, tanto en las carreteras como en el corazón de los aficionados, permanecerá intacto.
Ciclismo antiguo
Las clásicas e Indurain, una relación no imposible
Las clásicas podrían haber sido un gran terreno para Miguel Indurain
En estos días en los que, al tener más tiempo, nos llenan las sobremesas largas con las gestas de Miguel Indurain, nos surge una reflexión: ¿qué habría sido del astro navarro si hubiera decidido abrir su carrera también a las clásicas?
Un gran día en Lieja
El 16 de julio de 1995, Miguel Indurain sorprendió al mundo. No lo hizo en las montañas alpinas ni en las llanuras francesas, sino en el ondulado paisaje de las Ardenas. Durante la séptima etapa de aquel Tour Indurain mostró lo que pudo haber sido y nunca fue en las clásicas.
Era un clasicómano en potencia. Aprovechó el perfil quebrado de esa etapa para arrebatar 50 segundos a sus rivales en una escaramuza que no tenía precedentes. Ese momento quedó grabado en la memoria colectiva española como un hito, ya que mostró un Indurain diferente: agresivo, punzante e imprevisible.
¿Podría haber conquistado las carreras de un día?
Al observar su historial, es lógico preguntarnos si Indurain habría sido un gran corredor en las clásicas. Durante los años previos a su primer Tour (1989-1991), acumuló destacadas actuaciones en pruebas como la Clásica de San Sebastián (1º), Lieja-Bastoña-Lieja (4º) y Flecha Valona (4º, 7º). Tenía la resistencia y, además, cierta velocidad en los momentos decisivos.
Una de las grandes pruebas de su potencial en las clásicas fueron los Mundiales. Indurain siempre compitió al máximo nivel en estas pruebas, logrando tres medallas, incluso cuando ya se encontraba centrado en el Giro de Italia y el Tour. En una línea temporal paralela, es posible que hubiera sumado grandes victorias a un palmarés que, por sí mismo, ya era impresionante.
La Lieja, su carrera más adecuada
De todas las clásicas, la que más se ajustaba a sus características era Lieja-Bastoña-Lieja, donde consiguió un cuarto puesto en 1991. En esa edición, Indurain se metió en un corte que había sido provocado por Claude Criquielion, muy lejos de la meta. Al final, como era habitual en esos años, la victoria fue para Moreno Argentin.
Desde ese día, nunca más vimos a Indurain brillar con la misma intensidad en una clásica. Los adoquines, con su dureza y su peligro, no eran el terreno adecuado para él, pero pruebas como la Amstel Gold Race o Lieja habrían podido ser objetivos posibles.
Lo que jugaba a su favor
Indurain tenía una serie de características que lo habrían hecho muy competitivo en las clásicas:
- Un físico formidable para afrontar los recorridos duros.
- Técnica y manejo de la bicicleta impecables, como hemos visto en los momentos más serios de su carrera.
- Una mente estratégica, con una visión de carrera excepcional y una economía de esfuerzos sin igual.
- Buena punta de velocidad, mejor de lo que a menudo mostró. Un ejemplo claro es el Mundial en el que ganó al sprint a Ludwig y Museeuw.
Lo que jugaba en su contra
Sin embargo, su planificación para el Tour de Francia, que lo convirtió en un campeón imbatible durante cinco años, se le interponía en su camino. La primavera, con su calendario de clásicas, no se ajustaba a su preparación para el Tour.
La ausencia de clásicas en su palmarés
A pesar de todo, si comparamos a Indurain con otros grandes del ciclismo, su palmarés se queda sin algunas de las clásicas más prestigiosas. Pero todo eso, los tiempos, los rivales, las exigencias… todo era muy distinto a lo que había en el pasado.
Cada época, en definitiva, fue diferente.
Ciclismo antiguo
¿Veréis la película de Gino Bartali?
Leyendas como Gino Bartali tardan en tener una película
Siempre he pesando que el ciclismo es el deporte más literario, y por ende cinematográfico que existe, un deporte que se mueve por los sitios, que se escribe en historias increíbles y en circunstancias que no somos capaces de concebir.
Me sucedió cuando escribí la historia de Mariano Cañardo y todo lo que de su vida se desprende, y claro, cuando veo que va a salir una película de Gino Bartali empiezo a salivar.
Porque la vida de Gino Bartali, dos veces ganador del Tour de Francia y héroe de la resistencia durante la Segunda Guerra Mundial, será llevada al cine en una nueva película biográfica titulada Bartali.
El actor Miles Teller será Gino Bartali en su película, para rememorar su éxito deportivo y su papel crucial en la resistencia italiana al transportar documentos secretos y ayudar a judíos a esconderse durante la invasión alemana.
La película será dirigida por E. Chai Vasarhelyi y Jimmy Chin, ganadores del Oscar en 2018 por el documental Free Solo.
La producción estará a cargo de su compañía, Little Monster Films.
Gino Bartali una leyenda, en lo deporgivo ganando múltiples títulos como el Giro de Italia y el Tour de Francia antes y después de la guerra.
En lo histórico demostrando su valentía durante la Segunda Guerra Mundial, transportando mensajes y papeles importantes escondidos en su bicicleta, le valió el reconocimiento de Justo entre las Naciones en 2013, por parte del Centro de Memoria del Holocausto en Jerusalén.
Miles Teller, conocido por sus papeles en Whiplash y Top Gun: Maverick, flipa por interpretar a Bartali, destacando el coraje y la humanidad del ciclista que arriesgó su vida por otros.
La historia de Bartali ya ha sido explorada en otras películas y libros, pero esta nueva versión promete ampliar la faceta heroica del ciclista mucho más allá de su legado deportivo, cosa muy importante en los tiempos de que corren.
Recordar a Gino Bartali es recordar la barbarie.
Lo aplaudo.
Ciclismo antiguo
Indurain: Amor por los Pirineos
Podemos decir que lo mejor de Indurain empezó y acabó en los Pirineos
Ya lo sabéis, Miguel Indurain es un navarro de Villaba, un pueblo cercano a Pamplona, situado en el Camino de Santiago, con los Pirineos a unos 40 kilómetros, por lo que no es raro que desde pequeño pudiera disfrutar de esos paisajes montañosos.
A solo un paso de su casa, tenía lugares como Roncesvalles y otras zonas para entrenar.
Cuando Miguel empezaba a formarse como ciclista, recorría rutas como Larrau, Ochagavía y Valcarlos.
Y esos Pirineos tan cercanos fueron clave para su desarrollo y también lo trataron muy bien. Desde sus primeras victorias en carreras como Cauterets y Luz Ardiden, quedó claro que iba en serio y que su objetivo era el Tour.
Ya en 1991, Miguel tuvo su primer gran golpe en el Tour, aunque las cosas no estaban siendo fáciles para los ciclistas españoles en general, ni para su equipo Banesto en particular, en especial por la etapa de Jaca.
Pero la gran jugada vino al día siguiente, en la etapa de Jaca a Val Louron, cuando Miguel aprovechó una jornada épica en los Pirineos para dejar huella.
En el Tourmalet, a mitad de etapa, se fue para adelante con el italiano Claudio Chiapucci, y al final, subió al podio con el maillot amarillo por primera vez.
Los Pirineos siempre fueron su terreno.
En Cauterets logró su primer triunfo en el Tour y en Luz Ardiden se perfiló como el ciclista imparable que llegó a ser, incluso dejando atrás a figuras como Greg Lemond.
Ya antes, en el Tour del Porvenir, se mostró como un gran talento en las montañas, que siempre fueron su zona de gloria y sufrimiento.
Y aunque en 1996 sufrió un golpe durísimo en Hautacam, cuando se despidió de su sexto Tour, Miguel siempre encontró más alegrías que decepciones en los Pirineos.
Esos mismos Pirineos que le dieron tanto y lo vieron brillar, también fueron testigos de sus inicios, pero su historia sigue siendo una de las más grandes del ciclismo.
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