Ciclismo antiguo
Vuelta 2015: Aru & Plaza, virreyes de Guadarrama
Así remontó la Vuelta Fabio Aru a Tom Dumoulin en Guadarrama
Veinte etapas, subidas, cronos, llegadas peligrosas, una etapa vertiginosa en Andorra, miles de circunstancias y peligros, pero La Vuelta 2015 llega a Guadarrama con todo por decidir.
La vigésima etapa de La Vuelta de 2015 salía de San Lorenzo del Escorial y moría en Cercedilla, cerca en el mapa, pero lejísimos en el itinerario de La Vuelta. De donde el enorme monasterio, cuya planta en forma de parrilla recuerda el tráfico final del santo, salía una etapa que, situada al final de la carrera, cumpliría con la fama que precedía a Guadarrama.
Cuatro primeras figuraban desafiantes al pelotón. Cuatro primeras que simulaban un bucle sobre el papel en una jornada casi simétrica.
Navacerrada y Morcuera de inicio, y a la vuelta lo mismo, pero al revés, Morcuera y Cotos, anterior al falso llano hacia Navacerrada, de donde el pelotón bajaría a Cercedilla.
Guadarrama, el día anterior de Madrid, el sitio preñado de leyendas y roto por la tradición, un lugar que vio vuelcos imposibles, jornadas memorables, días para la retina. Un lugar que no volvería a decepcionar.
Foto: Unipublic/Miguelez
Lo que Tom Dumoulin pasó en Guadarrama
De salida, Tom Dumoulin vestía orgulloso un maillot de líder que se asentaba sobre una extraordinaria contrarreloj en Burgos, acabando en los mismos contrafuertes de la catedral, y una numantina resistencia en la montaña.
Pero la suerte de Dumoulin no estaba aún dictada. A seis segundos, amenazante, un ciclista que no conoce la expresión bajar los brazos: Fabio Aru. El sardo, todo casta y posición imposible sobre la bicicleta, es una suerte de martillo pilón que mina la resistencia del rival a base de emplearse al 110%. Siempre un punto más allá. Para hacer caer a sus contrincantes en un pozo mitad desesperación, mitad agotamiento.
Por eso y por una mala estrategia, Tom Dumoulin sabría qué peajes cobra Guadarrama para ganarse su favor. Desde las primeras ascensiones, es notoria la falta de gregarios con el líder. Muchos asienten, no es un buen síntoma.
Foto: Unipublic/Miguelez
En el lado contrario, Aru lleva la carrera encendida, sobre todo en el segundo paso de la Morcuera. Dario Cataldo, Mikel Landa y Luis León Sánchez son los celestes que acompañan al sardo hacia su ataque definitivo.
Dumoulin flaquea y Landa no para de acelerar. La cuerda se rompe no lejos de la cima, el neerlandés cede. Ya en el alto pierde veinte segundos, el maillot rojo es virtualmente de Fabio Aru.
Pero Dumoulin tiene una opción, un hilo de vida en medio de tanta hostilidad. Acabado el descenso de la Morcuera, camino de la base de Cotos, hay una efímera transición. Los ve, los tiene ahí, es una recta ingrata y cruel, pero corta, excesivamente corta, porque pasa de atisbarlos y tocarlos, a perder la estela cuando la carretera se empina hacia Cotos.
Dumoulin perdería la Vuelta en Guadarrama.
Aru ganaría la Vuelta en Guadarrama.
En la meta de Cercedilla, el italiano bate el brazo en lo alto sabedor de que ha ganado su primera grande. Ha resistido, ha insistido y ha decantado la balanza a su favor. A su lado entra Joaquim Rodríguez, quien acabará segundo, con la casi certeza de que vivía los últimos kilómetros de su carrera en La Vuelta.
El día por eso fue de virreyes, porque la alegría de Fabio Aru fue sazonada por el héroe de Guadarrama aquella tarde derretida de calor. Cuando no se había ni cumplido la primera hora de carrera, ya empezaba a sonar Rubén Plaza en la narración de la jornada.
Su nombre ya salía en los reportes de los escapados a 130 kilómetros de meta, urdiendo sigilosamente su plan, un plan que Hansen, Dani Navarro, Vorganov y Moreno Moser, entre otros, no podían imaginar.
Así las cosas, Rubén Plaza, entonces enrolado en el Lampre, y ganador de la etapa de Gap del anterior Tour, abrió el tarro a 114 kilómetros de la meta en Cercedilla, es decir, a cuatro de coronar la Morcuera. Al alicantino aún le quedaba subir la propia Morcuera otra vez por el otro lado, tras un llano por el altiplano de Soto del Real, el regreso hacia meta pasando por Cotos y el falso llano de Navacerrada.
Una “bendita locura” que partió la carrera en dos: lo que ocurría entre los capos de la general y la travesía de Plaza por los campos al norte de Madrid manteniendo a raya un grupo numeroso de persecución en el que no iban precisamente cojos.
Tras nadar y nadar por los océanos de Guadarrama, Rubén Plaza tenía tiempo suficiente para celebrar y darse cuenta de lo que había realizado: una machada de 114 kilómetros en solitario.
La Vuelta terminó resolviéndose en el camino que acaba de dejar el ciclista nacido en Ibi, con un grupo y un pelotón absolutamente destrozados, y las leyendas de Guadarrama viniendo al presente, todas de golpe y sin previo aviso.
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Imagen: Unipublic/Graham Watson
Ciclismo antiguo
Eddy Merckx en el Giro: cinco triunfos y enormes polémicas
La corona de Merckx en el Giro tiene cinco joyas
Eddy Merckx, para muchos el mejor ciclista de la historia y del Giro, por ende, nació en 1945 en Meensel-Kiezegem, Bélgica.
Dicen que desde los ocho años ya andaba en bici y tenía como ídolo a Stan Ockers, una figura del Tour de Francia.
“El Tour lo era todo para mí”, diría años después.
Su verdadero nombre es Edouard Louis Joseph Merckx y fue ciclista profesional entre 1961 y 1978.
Durante esos años se ganó el apodo de “El Caníbal” porque quería ganarlo todo, y casi lo logró: 525 victorias en su carrera, incluyendo cinco Tours de Francia, cinco Giros de Italia y una Vuelta a España.
También ganó tres mundiales, casi todas las clásicas (menos la París-Tours) y batió el récord de la hora.
Un monstruo en vida.
Merckx y e Giro, binomio lleno de aristas
Su relación con el Giro fue especial: lo ganó cinco veces y dejó huella en cada participación.
En Italia lo adoran casi tanto como en Bélgica.
Eso sí, su carrera no estuvo libre de polémicas.
En tres ocasiones dio positivo en controles antidopaje (fencamfamina, norefedrina y pemolina), aunque él siempre defendió su inocencia.
A pesar de eso, su legado sigue siendo enorme.
Se retiró en 1978 y desde entonces ha recibido todos los honores:
Barón en Bélgica, Comandante de la Legión de Honor en Francia, y el trofeo UCI al mejor ciclista del siglo XX.
Hay velódromos, calles, estatuas, libros, cómics y hasta una marca de bicicletas con su nombre.
De vez en cuando, aún aparece como comentarista en carreras o sólo se deja ver para revuelo del personal.
“El Ogro de Tervueren” no solo está en lo más alto de la lista de los mejores ciclistas de todos los tiempos: es una leyenda viva.
Antxon
22 de abril, 2025 En 13:33
Guadarrama es traicionera, no se gana La Vuelta pero se puede perder. Esas etapas q se sale a full ha habido pájaras históricas, le tocó a Dumoulin, una brillante etapa de Astana con Luisle tirando a bloque por Navacerrada