Noticias de ciclismo
Los ciclistas de negro no pueden reivindicar su seguridad
Aunque vaya elegante, un ciclista de negro no es el más visible de la ruta
Mi entre comillas campaña contraria a los ciclistas de negro, sobre todo en los que la espalda y casco predomina negro, se basa en su falta de coherencia.
Y no es algo que se ciña a España, es algo internacional.
Es algo que ves en la presentación de gamas de las marcas, las revistas, las presentaciones, es un tema que va de Australia a USA pasando por Europa.
En todos los sitios, el negro se identifica con el ciclista elegante.
Y no es algo que sólo se identifique con las marcas Premium, también de precio medio y aquellas de grandes superficies.
Lo que veo no sólo un tema de tu propia seguridad, también de la imagen que trasladas.
Y no la imagen como algo superfluo, y sí por el mensaje que transmites: reivindicas seguridad, pero ir de negro no parece muy coherente con ese mensaje.
No sólo es un tema de seguridad, también demostrar que te preocupa.
Me hace gracia la gente que salta diciendo que no hay estadísticas que demuestren que ir en bicicleta de un color blanco o flúor te atropellen menos que yendo de negro, que si a mí me atropellaron yendo de blanco o amarillo.
Y no se trata de eso, la gente sigue muriéndose en coche, incluso viajando con airbags y en coches semiblindados y usando el cinturón de seguridad.
La accidentalidad de los ciclistas de negro no es un tema de estadística, ni de estudios universitarios, cuando no hay mejor estudio que ir en coche o en bicicleta y distinguir de lejos a un ciclista que va de amarillo por que sencillamente es más visible que otro color.
El amarillo y blanco siempre se distinguirán más que un ciclista de negro.
No hacen falta estudios para demostrarlo.
Es de cajón.
Cruz: todos los portabicicletas
Es como si pruebas a meter la mano en agua hirviendo, sabes que te vas a quemar.
Dejando eso claro, que se nos ve menos, considero alucinante que las marcas potencien el ciclista de negro, no sólo en invierno, también en verano con el tema del calor.
Un ciclista de negro siempre va a pasar más calor en verano.
Es increíble que el ciclista medio, sin darse, cuenta se lo ponga como si tal cosa.
Cuando las peñas o grupetas se hacen ropa, eligen muchas veces el negro.
Los ex pros suelen usar el negro una vez cuelgan la bicicleta y no tienen compromisos publicitarios.
Cinco consejos para el insomnio antes de una carrera imporante
En fin, lo del ciclista de negro es una corriente que me parece alucinante.
Que sea elegante y estilice el negro en la ropa de vestir no significa que haya que utilizarlo sobre la bicicleta
Mi culotte sí que acostumbra a ser negro, aunque en el pasado haya utilizado algún otro color.
Eso sí, es interesante que en la parte de la rabadilla tenga algún color llamativo.
Para mí el ciclista de negro no tiene derecho a pedir nada, puede sonar radical, pero es así, él mismo no da ejemplo.
Muchas veces leo a gente que me hace gracia, por no decir que pena, diciendo “uno de negro, que no se entere Alix” cuando los que se ponen en peligro son ellos.
Tiene que predominar ropa de color amarillo, o llamativa, y que el casco en la misma línea.
Y que conste que me parece bien que el ciclista vaya guapo, pero siempre con colores visibles.
Ha llegado gente nueva al ciclismo con poder adquisitivo que tiene esta prioridad, perfecto.
Siguiendo con la visibilidad del ciclista, me parece triste que la gente lleve luces que no prueben antes, y eso que las hay muy buenas, como las Bontranger, que valen 50 euros, que se ven a distancia y vas a usar durante toda la vida.
Hay otras más baratas que también funcionan, pero antes de comprarla mejor saber si iluminan.
Otra cosa que pondría obligatoria sería un espejo en la parte izquierda, al final del manillar para ver quién viene por detrás.
Yo lo uso y es muy útil, incluso, llevado a los piques te motiva.
Todo lo que se pueda invertir en visibilidad es poco.
Por Antonio Alix
Ciclismo antiguo
Il Lombardía y el ciclismo auténtico
Todo buen ciclista italiano siempre mira a Il Lombardia
Muchos italianos pululaban por las salidas de la Vuelta a España, inquietos, afinando la forma, cuidando la figura. Están concentrados al 110%. “¿Vais al mundial” les dices. “Sí, al mundial, y a Il Lombardia”.
Es su monumento, el monumento, ese que algunos ven ahí, en octubre, lejos de los otros cuatro, pero que es un canto al ciclismo imperecedero.
Es el camino que nunca cesa, el círculo que nunca acaba. Lombardía a través de los tiempos, el ciclismo que muda, entre villas e iglesias románicas, lagos y enmohecidos bosques que desnudan su belleza cobriza, el ciclismo centenario, que bebió de la “belle époque”, Gino y Fausto, pero de los que vinieron después.
Porque si el ciclismo es eterno en algún sitio, pensad en Italia.
Il Lombardía es la meta desde hace 117 años.
“Dios creó la bicicleta para que el hombre la utilizara como en el instrumento de esfuerzo en la dura carretera de la vida” reza el busto de Fausto Coppi, en en Ghisallo, la ermita de los ciclistas desde donde se atisban las lomas que anidan el lago de Como.
Como toda grande que se precie, Il Lombardía nació para el relato de la prensa.
Era el titular de la época, el que gustaba y duplicaba tiradas.
La Gazzetta dello Sport sacó de cero la carrera. Era otoño, otoño de 1905, la Italia del norte, la que conectaba con la Europa que vivía en la efervescencia de miles de cambios que la acechaban.
Todo fue cosa de Desgrande italiano, Armando Cougnet, que inaugurando su nuevo semanario “Gli Sport”. “No hay tiempo que perder, necesitamos ideas y pasión a raudales, debemos atacar primero, tomar posiciones”.
Así era la prensa de principios de siglo XX, una lucha sin cuartel y pensaron en Lombardía. Estudiaron rutas con el Touring Club, pasaron dos años, madurando y meditando la propuesta, hasta que fueron a la Gazzetta y ésta echó el resto.
Titulares lustrosos y grandes sobre fondo rosa: “Un critérium de otoño”.
Pensaron en noviembre, y un mes antes lo anunciaron, querían probar a los corredores en medio del incipiente invierno. 53 probaron las “delicias” del trazado, saliendo del sur de Milán, de enfrente de una trattoria, de nombre Boschetto in Rogoredo, a las seis de la mañana de un doce de noviembre.
Un tal Romolo Buni dio la salida ondeando la tricolor.
Buni era prehistoria itálica, estrella de la pista, se había medido contra el caballo de Buffalo Bill.
E Il Lombardía creció, y vivió la época dorada, que arrancó Alfredo Binda, el corredor cuya ausencia en el Giro estaba remunerada para dar opciones a los rivales, que siguió la estela de Constance Girardengo y que vio el florecimiento de un toscano que leyó Dante y comprendió a Miguel Ángel, Gino Bartali, quien antecedió a Fausto Coppi, la leyenda que atravesó generaciones y corazones.
Coppi ganó su quinto Lombardía en 1954, lo pudo hacer a los años, pero lo evitó Darrigade. Luego no hubo grande italiano que no escribiera su nombre en Il Lombardia: Bitossi, el ciclista del corazón loco, Gimondi, Moser, Saronni, Baroncheli, Bartoli, Cunego, Bettini y Nibali como síntoma de que aquí, el alma de ciclismo italiano que sobrevive a los tiempos como el garante de la tradición auténtica.
Imágenes: FB de Il Lombardia
Noticias de ciclismo
La nueva montaña de Jonas Vingegaard
La mejora de Tadej Pogacar obliga a Jonas Vingegaard a redoblar progresión
No es automático, pero sí me suele ocurrir, cuando veo una gran exhibición de Tadej Pogacar, me acuerdo de Jonas Vingegaard.
No tiene el carisma, tampoco la longitud de actuación del esloveno, no transmite igual, pero sencillamente, que haya un tipo que sea capaz de pararle los pies a este monstruo me parece admirable.
Porque Vingegaard no sólo lucha contra el talento y el portento físico que es Tadej Pogacar, también contra la personalidad y simpatía que despierta el nuevo campeón del mundo.
Si ante la pregunta de si querías que Pogacar ganara el mundial, hubo mayoría que así lo pidió.
¿Quieres que Tadej Pogacar gane el Mundial?
¿Por qué?— JoanSeguidor (@JoanSeguidor) September 26, 2024
La gente quiere al supercampeón de una manera que en ciclismo no es sencillo encontrar, no al menos con los dos más cercanos que se le asemejan, Eddy Merckx y Bernard Hinault, auténticos sicarios sin sentimientos, carentes de simpatía ni complicidad.
Ganaban humillando, Pogacar también, pero con guante de seda.
Hasta contra eso compite Jonas Vingegaard.
A mí cuando estos dos superciclistas colisionan, me la trae al pairo quién gane, la verdad.
En ocasiones tomo parte por Vingegaard por el mero deseo que haya cierta igualdad entre ambos y en la lucha por la carrera.
Yo no sé si el danés estará viendo mucho ciclismo estos días, pero si lo hace, estará compungido por lo que está viendo y por lo que sufrió en sus carnes en el Tour.
Es cierto que no llegó al 100%, pero el salto de calidad de Pogacar este año no es ni disuasorio, es directamente un puñetazo en la mesa de la rivalidad más fecunda de las últimas décadas.
Solo os digo una cosa, por vuestro bien y del ciclismo: Que Vingegaard recupere su mejor versión y sea capaz potenciarla el año que viene.
— JoanSeguidor (@JoanSeguidor) October 5, 2024
El margen de mejora que se le impone a Jonas Vingegaard para hacerle frente a Tadej Pogacar, aunque sólo sea en el Tour y quién sabe si el Giro, no creo que estuviera en los cálculos ni del corredor ni de su equipo.
La situación me recuerda mucho a aquella etapa de Tirreno 2022, cuando Vingegaard claudicó ante Pogacar en Carpegna con una cara larga al cruzar la meta de esas que marcan época.
Fue eso, un golpe brutal, casi humillante, pero no definitivo, pues a los pocos meses vino la gran jornada del Granon y su victoria en el Tour.
El nivel de mimo que pusieron en aquel trabajo me parece reseñable, y creo que en esta ocasión ya están en ello.
Otra cosa es si les volverá a resultar o si les será suficiente.
Imagen: A.S.O. / Charly López
Noticias de ciclismo
La gran y singular historia de Simon Yates en el Jayco
Con su marcha al Visma, Simon Yates pone fin a un singular romance con Australia
Hace diez años Adam y Simon, parecidos no, calcados, hasta en la forma de pedalear, recalaban en uno de los equipos con mayor creatividad del pelotón, el entonces Orina-Green Edge.
Su movimiento fue curioso, con el ciclismo de su majestad dominando, el Team Sky en lo más alto, dos de los mejores talentos de las islas se iban al equipo australiano, reclamando los galones que creían merecer y que el Team Sky tenía reservados para Chris Froome.
Desde un buen inicio supimos de los dos.
Como en un carrusel, Adam y Simon Yates aparecían alternativamente, sacando punta a una clase innata para escalar y lucir un instinto que rara vez hacía agua.
Cada uno hizo su carrera, hoy posiblemente Adam Yates está más delante, su salto en el UAE, previo paso por Ineos -como bien nos puntualizan- lo hemos visto todos, pero Simon tiene a bien haber ganado toda una Vuelta a España.
Seis años ha pasado de ello, y la recuerdo como una de las grandes más igualadas e inciertas de los años recientes, con Nairo, Valverde, Miguel Ángel López, Enric Mas en versión Quick Step.
Simon Yates llegó a esa carrera tras perder un Giro de Italia que parecía más que decantado a su favor, no sólo por una general que encabezaba hace días, también por las exhibiciones que se permitió hacer, algunas incluso vestido de rosa,
Pero llegó la Finestre y la gran jornada de Chris Froome para cambiarlo todo y sacarlo, hundido, hasta del top veinte.
De aquellas lecciones, Simon sacó conclusiones y enmendó la plana con una Vuelta a España que acabó como un tiro.
Hablo de ese año, de 2018, porque fue el ejemplo claro del grado de inmersión que Simon Yates logró en el entonces Mitchelton.
Siempre con los australianos, vio a su hermano irse de Ineos a UAE hace dos años, siendo uno de los mejores movimientos de mercado de los tiempos recientes.
Adam Yates no sólo ha subido dos niveles su rendimiento que ha logrado engrosar su palmarés con victorias tan importantes como la de Bilbao en el Tour que acabaría en el podio.
Simon Yates deja ahora su casa, dos años después, para probar suerte en la casa de enfrente, en el Visma siendo otro hombre de confianza, otro más unido a los que ya tiene, de Jonas Vingegaard.
Con el movimiento, se ponen fin a 10 años de fructífera relación, llegando a admitir, incluso, que pierde dinero.
Imagen: A.S.O./Charly Lopez
Noticias de ciclismo
Primoz Roglic, en cabeza del top 10 de la Vuelta
La historia de la Vuelta premia a Roglic por encima de las leyendas de siempre
Quería dejar pasar unos días desde el triunfo de Primoz Roglic en su cuarta Vuelta Ciclista a España para situarle en el cuadro de de los mejores de la historia de la carrera.
Leyendo entre líneas ese titular, que reniega de Heras. Correcto.
— Sergio Palomar (@serpal_) September 11, 2024
Aunque la interpretación de las palabras de Javier Guillén pueda dar a entender cierto menosprecio a Roberto Heras, yo creo que todo lo contrario, es la admisión de la labor del esloveno por la carrera española, una simbiosis perfecta en la que ambas partes, como hemos visto, han salido ganando.
Pocos podíamos vaticinar que Roglic iba a construir el legado más potente de la historia de la Vuelta.
Atrás queda un top ten prendado de calidad, historia y mucho cariño por nuestra gran vuelta.
Roberto Heras, 4 victorias
El bejarano se equipara en la estadística final con Roglic, pero sinceramente, las sensaciones, la cantidad de etapas y lo enrarecido de su último triunfo en 2005 le sitúan un peldaño por debajo.
Heras, como Roglic, encontró en la Vuelta el cariño que no le dio el Tour de Francia.
Rominger y Contador, 3 triunfos
Si el suizo fue el primero en poner el listón tan alto, con un serial de tres éxitos consecutivos, sólo igualado con Roglic, el madrileño nunca falló en las Vueltas que tuvo a tiro, haciendo un 3 de 3.
Ahora ver qué español sucede a Contador.
Froome, Berrendero, Delgado, Zulle, Hinault, Fuente y Deloor, 2 triunfos
En este grupito vemos bien reflejadas las dos épocas de la Vuelta, con la entrada de Chris Froome, por el rebote de la edición quitada a Juanjo Cobo, ya en septiembre y con la Vuelta en su estatus actual, siendo codiciada por gran parte de las estrellas.
En el grupo de biganadores, el ciclismo español se asienta en tres leyendas como Berrendero, Fuente y Perico, mientras que Zulle la ganó corriendo para la ONCE.
Hinault lo disputaba todo, hasta una Vuelta que reconstruía su prestigio a principios de los 80, y Deelor, siempre será el primero.
Es curioso, porque las cuatro victorias de Roglic en la Vuelta a España vinieron de decepciones anteriores en otras grandes.
En 2019 venía de perder un Giro de Italia en los Alpes por su indecisión ante Carapaz en el marcaje con Nibali, salvando el podio por los pelos.
Al año siguiente, el la Vuelta restañó las heridas que le dejó la derrota con Pogacar en la cronoescalada de La Planche des Belles Filles, mientras que en 2021 y 2024 logró la general tras durísimas caídas en el Tour.
Todo esto refuerza, si cabe, una relación idílica que ha finalizado con Primoz Roglic delante de todas las leyendas de la Vuelta a España.
Ahora, como insinúa Guillén, a ver si crea el club de los 5.
Imagen: Unipublic- Sprint Cycling Agency
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Toni García
22 de enero, 2020 En 13:15
No puedo estar más de acuerdo, Iban y Antonio.
Sin llegar a justificar la actitud de las empresas, es cierto que el color negro es el más barato de fabricar, tanto en pinturas de bicis como en tejidos, que es lo que nos ocupa.
No es menos cierto que la física nos dice que el color negro es el que más se calienta al sol, y también es el que más se enfría por radiación emitida. En verano quizá una cosa pueda compensar la otra, pero en invierno te convierte en una estufa hacia afuera, o sea, una nevera por dentro. De esto no se publican estudios, qué casualidad (de lo primero, sí).
Y respecto al tema luces de día, evidentemente que si vas de negro está clarísimo que debes llevarlas, pero hay que tener en cuenta que desde un vehículo mucho más rápido (yo también conduzco), la luz por sí sola no te da una información rápida de la distancia. Con ropa clara y contrastada con el asfalto, el tamaño se percibe muchísimo antes y por tanto también la distancia real.
La DGT debería ocuparse del tema, pero ya sabemos que lo fácil lo hacemos imposible.