Ciclismo
El día de honrar el maillot de campeón
La jornada de campeonatos nacionales nos deja grandes campeones
Cada domingo previo al Tour, el ciclismo vive su jornada de carrusel de campeones nacionales y curiosidad de saber quién portará qué maillot, a ser posible ya en Francia durante buena parte de julio.
Ya sabéis que en España el título se dirimió en esa franja privilegiada por el ciclismo profesional que son Benidorm y sus alrededores, la Costa Blanca con epicentro en La Nucía, ciudad del deporte.
Os podéis imaginar, junio, pasado mediados, costa de Levante, calor y humedad marcaron una carrera preciosa, nada que ver con lo que tenemos el placer de disfrutar en otro tipo de competiciones.
Una carrera condicionada de base, con equipos de todos los tamaños y favoritos que no siempre van marcados
Como dijo Alberto Contador al final, todos los que han estado delante al final realizaron una carrera sensacional, por que la carrera lo fue, sí: recordando las categorías inferiores, con una sucesión de escapadas e intentos sin suerte que acabó en la llegada en un grupo pequeño que Astana manejó a su antojo.
Un año después de Luisle, Omar Fraile se hace un maillot de campeón de España a su medida y molde, en una llegada en la que parecía que iba a trabajar para Alex Aranburu y acabó siendo él el campeón.
Vuelve el Omar de años atrás, el de 2018 hacia atrás, el mismo que suma pocas pero valiosas victorias, mientras despliega uno de los físicos más imponentes del pelotón.
Astana era el equipo bisagra de la carrera, no el más numeroso, pero sí el más apropiado para el terreno, incluso con las multitudinarias presencias de otros conjuntos -fenomenal el Kern Pharma, que no sólo fue Roger Adrià, aunque sí especialmente el catalán que corre entre World Tours como si los viera pasar cada día enfrente de casa-.
La maestría de Astana, tenía varios campeones en concurso, los hermanos Izagirre y Luisle, añadida a la soledad de gente como Pello Bilbao o David de la Cruz y la renuncia expresa de Movistar dio con un campeón celeste.
Si ayer mismo decíamos que ver delante a Pello Bilbao nos alegraba el rato, sumarle el triunfo de Rémi Cavagna en Francia, un maillot que no paseará por el Tour, pero sí por el resto del calendario.
El nacional francés, da igual que llueva o haga un calor casi árido, es cada año una carrera de un nivel altísimo, donde resulta ganador un ciclista que parece sobrevivir a los elementos y no sobreponerse a ellos.
¿Más campeones?
Wout Van Aert pondrá la bandera belga en el trenecito de Jumbo en el Tour, Sony Colbrelli en Italia, éste va muy bien para el Tour, y Peter Sagan volverá con el maillot eslovaco, como en aquel Tour de 2015, cuando Tinkov le echaba el aliento para que ganara algo y nos obsequió con una memorable bajada a Gap el día de Rubén Plaza.
Iba de verde Sagan ese día, pero fueron esos los últimos días que le vimos con el maillot de su país, antes de tres años irisados.
En definitiva, jornada preciosa de ciclismo, que nos va a dar 365 días de banderitas pululando por el pelotón a lomos de varios equipos, no de todos, no de este Movistar que se excusa en la misma burbuja que otros grandes equipos saben gestionar sin renunciar a ninguna competición.
Ciclismo
El Giro sin el Stelvio, sin el puerto imperial
La acumulación de nieve es brutal en el Stelvio a pocos días del paso del Giro
Embobado, así me quedó yo cuando descubrí, por la tele, la magnificencia del paso del Giro por el Stelvio por primera vez.
Fue hace 30 años, aquella famosa etapa de Aprica en la que el Stelvio se situaba al inicio del día, con Franco Vona escapado.
No sucedió nada relevante, a la vista, aunque el cansancio del Stelvio lo llevaban los favoritos del Giro con Mortirolo como siguiente coloso de la jornada.
Esta vez vemos que el monstruo quizá no se pueda ascender.
El Stelvio acumula mucha viene, tanta, que a varios días del paso del Giro se barrunta su cancelación.
Se paso o no, yo quería traeros una historia…
Hace unos años pude asistir a una interesantísima charla que presentaba un libro sobre la bicicleta desde el punto de vista de los ingenieros de puertos y caminos.
La edición del mismo, más de 300 páginas en encuadernado de tapa blanda, ancho lomo americano y paginado de perfecta calidad del mismo corrió a cargo de varios miembros del Colegio barcelonés de tal insigne profesión bajo el yugo de la pasión de la bicicleta.
Entre otros temas de extraordinaria profundidad, fui al de los puertos de montaña.
Entendía que como ingenieros de puertos tenían algo que decir.
Y lo hicieron: Dedicaron un capítulo que llevaba por nombre «¿Por qué los puertos suelen tener un 7% de desnivel medio?»..
Hay una explicación: su fecha de construcción.
Los puertos modernos contemplan ese desnivel, los anteriores no suelen respetarlo.
Actualmente tenemos puertos que siguen el mismo trazado original: Aubisque, Tourmalet, Izoard, La Madeleine, Pailères,… todos sobrepasan el siete por ciento, pues en su caso fueron trazados en el siglo XIX.
A finales del mentado siglo, ya se empezaba a hablar de racionalizar los porcentajes.
En el artículo titulado “Determinación de la pendiente máxima que conviene para salvar grandes alturas en las carreteras” la Revista de Obras Públicas iluminaba sobre la cuestión.
Se atisbaban puertos con tramos del ocho por cierto separados por breves “descansillos”.
Las carretas tiradas por mulas y los incipientes coches necesitaban estas facilidades si no querían despeñarse cuesta abajo y marcha atrás.
En estos parámetros se ubican Hautacam, Luz Ardiden, Plateau de Beille,…
Y sí, ell Passo dello Stelvio se instala entre los primeros.
Su construcción es una obra de ingeniería formulada hace poco menos de doscientos años.
Urgía conectar el Imperio Austrohúngaro con la Lombardía.
La fábrica, ideada por Carlos Donegani, despierta tantos halagos como su dureza e innegable atractivo paisajístico y legendario, estas rampas las doblegó Fausto Coppi.
Sus 48 curvas de herradura por el eterno valle aupadas sobre sillerías de mampostería causan furor entre los fotógrafos.
Su trazado unía las ciudades de Bormio y Pratto Stevio, o lo que es lo mismo la Lombardía y el Trentino por cuestas cuyo desnivel supera los 1800 metros.
Hoy esa conexión se hace por modernos túneles y el puerto ha quedado como un gran parte temático natural y al aire libre de la épica ciclista y humana, pues por aquí se vieron enormes combates de la primera Guerra Mundial, esa que dicen enterró los grandes imperios, pero a la que sobrevivió el Stelvio.
Para este artículo he necesitado la ayuda del libro “La ingeniería en la bicicleta” de Fundación Esteyco y especialmente el capítulo firmado por un loco de la bicicleta, Oriol.
Imagen tomada de http://www.vacanzattivajournal.com/
Ciclismo
Giro, Valentin Paret-Peintre y correr junto a Bardet
Cómo Valentin Paret-Peintre ha pasado de admirar a Romain Bardet a correr con él
Es bonito ver a ciclistas emocionados como Valentin Paret-Peintre en el final de esta etapa del Giro de Italia.
23 años y su primer triunfo profesional, además en el Giro de Italia.
Cuántos zarandeos de brazos hizo antes de cruzar la línea de meta, cuánta alegría y emoción en ese rostro, y luego en la entrevista, verte medio desencajado, con el casco aún, demostrando lo muchísimo que esta gente pone en cada pedalada.
Me recordó un poco a Matej Mohoric el año pasado en el Tour cuando rompió a llorar en la misma entrevista post etapa contando las penurias del ciclista profesional.
Me hizo gracia una pregunta que le realizó el periodista en la entrevista posterior, sobre si le emocionó correr al lado de Romain Bardet, antes de dejarlo atrás y rebasar a Jan Tratnik.
Admitió admiración por su compatriota, un ciclista que es ejemplar en todo.
Recordó los podios en el Tour de Romain, ojo que para entonces Valentin estaría por los 17 años, un juvenil avezado, que ni en sus sueños pensó en estar en una como ésta.
Pero, llegado el momento, el ciclismo le ha dado la opción de ganarse bien la vida y disfrutar con lo que le gusta, al lado incluso de Romain Bardet.
La pregunta que le hicieron a Valentin Paret-Peintre en ese momento me recordó a la que le hice hace unos días a dos jóvenes ciclistas del Kern Pharma, Ibon Ruiz y Alex Jaime.
Hablaron sobre el cambio que existe de mirar con pasión a tu ídolo a correr al lado de él y curiosamente Ibon fue claro: «La perspectiva cambia, los veo diferentes, porque ahora yo estoy al lado de ellos«.
Es cierto, es así, para el ganador en Bocca della Selva parece que queda un poso de esa pasión que Romain Bardet le despertó en sus años mozos.
El tiempo le ha puesto a su lado y ha ganado una gran jornada, otra, del Giro de Italia.
Imagen: FB de Giro d´Italia
Ciclismo
Pogacar en el Giro ¿Saving mode?
Si Pogacar piensa en ahorrar el Giro puede perder mucho interés
Cuando medio sentencias una carrera como Giro como hizo Tadeg Pogacar en la contrarreloj de Perugia son muchas las cuestiones que surgen.
Evidentemente que el esloveno no ha ganado aún la carrera, que pueden suceder mil cosas, entre ajenas a la competición, como un accidente, percance o avería, a un mal día o incluso posible debilidad del equipo.
Son tantas las circunstancias que rodean este deporte, cada escena, que nunca se puede dar nada por seguro.
Pero en el caso de Pogacar en este Giro, la fama le precede y los objetivos que siguen a la carrera Italia también pesan.
Antes de empezar el Giro, comentamos que Pogacar iba a afrontar una gran vuelta de seis semanas, con unas cuentas por medio sin casi competir.
El doblete Giro-Tour exige contención y mesura en cada movimiento y gasto que se ejecute en la primera de las dos grandes.
Pogacar empezó el Giro on fire, casi ganando la primera etapa y triunfando y vistiendo el rosa en la segunda, en Oropa.
Cuando atacó en la tercera etapa para casi reventar la llegada al sprint muchos empezamos a pensar si esto podía ser sostenible.
Cierto es que él no fue el primero en atacar, pero seguir a Honoré, dejarlo atrás y luego proponer la caza al pelotón, todo eso castiga.
No sé si fue en ese momento o madurándolo en el equipo, pero el Pogacar que hemos visto en las jornadas más próximas parece responder más al clásico perfil de ciclista que piensa en ahorrar y escatimar
A la vista cómo ha puesto el listón le extrañamos no estuviera con Ganna en uno de los «capi» de San Remo, pero esta vez en el Giro, y se mimetizara con los Ineos en el sterrato.
Incluso en Prati di Tivo, tuvo al equipo controlando todo el día para rematar muy al final, en lo que puede ser uno de los ataques más cercanos a meta de Pogacar.
Al Giro le importa que Pogacar esté juguetón o no.
Incluso a riesgo de ampliar aún más su diferencia, cuando ataca el esloveno, el resto tiene que moverse, tiene que hacer algo, un poco como sucedió en la Volta, cuando Mikel Landa saltaba incluso con la certeza de llevárselo a rueda.
La primera semana ha tenido muy buenos episodios de ciclismo y algunos han surgido del mismo Pogacar, sus movimientos o su mera presencia,
Porque incluso con una carrera con la general tan «definida» en apariencia puede deparar excelentes instantes alrededor del gran capo.
Ciclismo
El Giro es la mejor cantera de triunfos para Movistar
Movistar se expresa con menos presión y más acierto en el Giro
En este tweet Luis detalla las 25 victorias a las que ha llegado la estructura histórica en el Giro de Italia con el éxito de Pelayo Sánchez.
Pelayo Sánchez ha sumado la 25 de @Movistar_Team en el @giroditalia , la 123 en una grande #ciclismo #giro24 https://t.co/tJaLml5Lhq
— luis guinea (@luisgui2) May 9, 2024
La cuenta la abrió en 1992 Miguel Indurain ganando en Sansepolcro la primera de las dos cronos que lograría en su primera maglia rosa en Milán.
Desde entonces la variedad de nombres indica que al equipo esta carrera le ha ido bien, de hecho es la última gran vuelta que ganaron con Richard Carapaz, hace cinco años.
Una historia que en los últimos diez años se mantiene a buen ritmo anotador.
Hace diez años, Nairo Quintana ganaba dos etapas, la primera de ellas en Val Martello, aquella famosa etapa del descenso del Stelvio y el lío que se armó en el coche del Quick Step y Rigoberto Uran.
Desde entonces, Movistar ha ganado once etapas en el Giro de Italia, una cifra que contrasta con las otras dos grandes.
Un dato que puede resultar insignificante pero que para mí es representativo de esta estadística: en el mapa que ilustra el artículo del tweet, el triunfo de Pelayo Sánchez se sitúa casi en medio de todos los demás.
Es anecdótico, podréis decir, pero es un poco el reflejo de que, corriendo como corrió Pelayo el jueves, el equipo abre mucho sus opciones de ganar etapas y hacer más grande el botín.
Si en la Vuelta y el Tour, Movistar insiste en ir a por la general y condicionar casi toda la actuación colectiva a este objetivo, en el Giro han ganado ciclistas como Einer Rubio, Gorka Izagirre, Andrey Amador, Giovanni Visconti, Beñat Intxausti… por correr con riesgos y dejarse de objetivos a largo plazo, que además sin Nairo ni Carapaz son una quimera.
Y así tenemos un equipo que luce en Italia como no lo hace en otras grandes.
La etapa que gana Pelayo Sánchez es el vivo ejemplo de lo carísimo que está todo en este ciclismo, en el que nada se regala.
En un solo día, el asturiano pasó por mil escenarios y rivalizó con gente como Alaphilippe para lograr una etapa.
Pero lo hizo, e igual que el día anterior nos maravillamos por la capacidad competitiva de Cofidis y Benjamin Thomas, Movistar demuestra que, si se pone, perfectamente puede competir en este ecosistema tan extremo.
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