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Ciclismo antiguo

Cada estrella colombiana tiene una gran historia detrás

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Rigoberto Urán JoanSeguidor
World Fondo WT – Epic

Razones para explicar el desmedido entusiasmo por el ciclismo colombiano

¿Qué le pasa al aficionado del ciclismo colombiano, que al tiempo que glorifica a sus ciclistas, también los lapida?

¿Y por qué muchos los defienden, casi religiosamente, a capa y espada independiente de la derrota o victoria?

Inevitablemente, las condiciones sociopolíticas de Colombia han estado ligadas al ciclismo.

Todos los países han tenido problemas, guerras, dificultades… pero no sabría decir si el caso colombiano es singular.

Y es que cuando nació la Vuelta Colombia en 1951 fue en medio de una guerra civil llamada “La Violencia”, época en que se produjo el “Bogotazo”, el asesinato de un líder liberal con aspiraciones presidenciales en 1948, desencadenando un conflicto con un saldo de más de 3.000 muertos.

El ciclismo pasó entonces a ser un bálsamo necesario para olvidar la cruda realidad, entonces con los escarabajos rápidamente empezaron las hazañas no sólo dentro del país, también en el exterior.

Con la Vuelta a Colombia las noticias cambiaban, la realidad del país estaba puesta en estos hombres que competían por regiones, pero las rivalidades se solventaban encima de la bicicleta y no de otras maneras.

En los ochenta, en tiempos de Miguel Ángel Bermúdez, el ideólogo de llevar un equipo amateur al Tour de Francia, Colombia pasada por la época de Pablo Escobar, y con ello, por el narcotráfico, del que los ciclistas no fueron ajenos a ello, y más aún, dentro de circulo ciclístico se encontraba el hermano de Pablo Escobar, quien también fue ciclista profesional y luego director de equipo.

 

Efectivamente, una relación peligrosa con este deporte, que cobró con cárcel y con la vida a más de un escarabajo que quiso probar la gloria no con sus piernas sino como mula.

Gonzalo Marín, ganador de varias etapas en la Vuelta a Colombia, fue uno de los ciclistas que perdió su carrera y su vida, producto de negocios en este mundo ilegal.

Alfonso Flores, uno de los ciclistas más recordados por ganar el Tour del Porvenir en 1980 fue asesinado por sicarios, sin que su crimen se resolviera.

En el libro de Matt Rendell «Reyes de la Montaña» se dice que fue porque pasó de triunfos en la carretera a triunfos de corazones con dueño, líos de faldas con narcos que no perdonan.

Volviendo a Miguel Ángel Bermúdez, éste se salvó de un atentado de un “carro bomba” que se vincula a la venganza por expulsar al hermano de P. Escobar de un evento ciclístico en el que él iba como reportero.

Consecuentemente, el recelo y la desconfianza caía a todo colombiano que llegara al exterior, estigmatización que aun persiste en nuestros días, lo cual es motivo de vergüenza.

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Pero afortunadamente hay gran potencial humano de calidad (no sólo en los deportes, también en las simples relaciones interpersonales), buenos representantes que logran limpiar la imagen en el exterior y romper la estigmatización que por décadas se ha ganado la mala fama.

Y a pesar de las condiciones sociopolíticas y culturales de Colombia, sus habitantes están orgullosos de haber nacido en este país, sí, un país “tropical” donde el sol brilla 365 días sobre el firmamento, incluso a 2600 metros o más: tal vez esa seguridad de que el sol va a estar al día siguiente es la forma como se acepta el paso del tiempo.

Pero para esa condición de esperanza, el colombiano medio debe aferrarse ya sea a pequeños o grandes detalles, de su familia, de sus amigos, de la variada geografía y clima del país, de la misma espiritualidad, siendo un país mayoritariamente católico, aunque con huellas de un pasado indígena que consideraba sagrados los cerros y las lomas en donde pensaba vivía alguna divinidad.

Por eso es frecuente encontrar en la cima de alguna montaña o cerro de Colombia, una cruz o virgen como sitio de peregrinación y a la vez paso de rutas ciclistas.

Y como dice Matt Rendell, la escalada en una sociedad fervientemente religiosa, se convierte en un peregrinaje para el alivio de penas por medio del sacrificio que implica llegar a la cúspide y luego la redención.

Parecería que el mismo país en sí mismo es un cerro empinado que hace moler las piernas y sufrir a quien lo sube para luego llegar a lo alto y descansar con satisfacción, con la esperanza del sol del nuevo día, así se repita una y otra vez.

 

Sea como fuere, un aficionado colombiano se aferra con esperanza a la mínima gota con la que pueda saciar la sed de felicidad y alegría tan buscada por el hombre, en medio de un desolador panorama en donde diariamente se registra un hecho violento.

Por eso se aferra a la alegría y a la felicidad que genera el ciclismo colombiano, para él es motivo de orgullo, pues detrás de cada ciclista hay una historia de resiliencia y superación ante las dificultades y ejemplo para muchos jóvenes que lo necesitan como imagen, de que se puede hacer las cosas muy bien sin necesidad de coger malos caminos en la lucha del diario vivir.

Si uno indaga en la motivación que lleva a un ciclista verá que no sólo será por las oportunidades económicas, reconocimiento o fama, o porque simplemente sea bueno, se suma que, ante las presiones diarias de la sociedad colombiana y el constante bombardeo de noticias desalentadoras en términos sociales, influye la sensación de catarsis y libertad que proporciona la bicicleta.

Historias de superación como Rigo, al que paramilitares le asesinaron su padre, o como la de Higuita quien “se libró por uno minuto de un tiroteo a la puerta de su casa en el que murieron tres niños de su edad, 13 o 14 años en las comunas de Medellín” (Carlos Arribas, Diario El País, 2020), y de seguro decenas de historias saldrían.

Detrás de cada pedalada del ciclismo colombiano hay una historia personal que inevitablemente se une al entorno social

Por eso y aunque se trate de un deporte, las entrevistas en los medios de comunicación a veces se dirigen a la situación del país.

Cuando Lucho Herrera gano la Vuelta a España 1987, ante una pregunta que le hicieron los periodistas, respondió:

Mi mayor deseo, en este momento en que me acabo de coronar como campeón de la Vuelta a España, es que en Colombia haya paz, paz, mucha paz, entendimiento entre todos los colombianos, que el deporte y en especial una conquista como ésta sirve para unificarnos”.

Sin embargo, la violencia en Colombia no da tregua y siendo Lucho ya rey del ciclismo en Colombia, no hubo reino que lo protegiera del conflicto interno, pues en 2000 fue secuestrado en su natal Fusagasugá, misma suerte que corrió, Oliverio Rincón, ganador de etapas en las tres grandes, pero este siendo secuestrado dos veces el mismo año.

En la segunda gran vuelta ganada por un colombiano, Giro de Italia 2014, como si se tratara de un déjá vu o Lucho le estuviera susurrando al oído, Nairo dijo en el podio:

Colombia no es guerra, Colombia es paz, Colombia es amor”.

Covadonga- Nairo Quintana JoanSeguidor

El “sueño” de Lucho se hizo “realidad”, aparentemente, años más tarde, con el Acuerdo de Paz firmado entre el Gobierno y las FARC, el mismo año en que Nairo Quintana sucedería a Lucho en ganar en Lagos de Covadonga.

Estas fueron sus palabras ese día, cuando le preguntaron al respecto:

La verdad es un momento histórico para nosotros, muy emocionado porque era un paso que necesitábamos dar. Y ahora nosotros todos los colombianos tenemos que apoyar este paso y todos los colombianos podamos vivir en paz…»

Es interesante la respuesta de Nairo a Carlos Arribas del diario El País cuando este, le pregunta:

¿Ha influido tanto como se escribe el ciclismo en la conciencia colombiana y en el proceso de paz? “-

Se ha hecho un trabajo. Hemos sido unos conductores para ese proceso. Desde que había la guerra nuestras alegrías eran como pañitos de agua tibia para tanta gente que había sido afectada, y luego, a medida de eso, fuimos conductores de esa paz de ir relacionando esto con esto; nosotros, los deportistas en general, y luego, los artistas, para que se llevara a cabo este proceso. El presidente ha apostado por eso y, como en todos los lados, ha tenido críticas fuertes, ha tenido otras críticas favorables

Similares ideas comparten los ciclistas, independiente de la región natural de Colombia, en pro de mejorar la imagen a nivel internacional.

Declaración de Fernando Gaviria, respecto a su apodo “El Misil Gaviria”:

«No me gusta este apodo porque hace referencia a la guerra… Colombia es ya un país criticado por la guerra, las armas, el conflicto armado. En el deporte tratamos de cambiar esta visión. Colombia es un país como los otros, no es un país del Tercer Mundo«.

 

Paradójicamente y remando contra el destino, en las mismas fechas en que Nairo se coronaba campeón de la Vuelta España 2016, expresó:

Que el mundo entero sepa que nuestro país es paz, es deporte, es amor«.

Cuatro años más tarde, el 11 de septiembre los medios de comunicación titulaban la realidad:“Masacre en Bogotá”, en relación a los más de diez manifestantes asesinados en protestas contra la Policía, y paradójicamente también, en la misma semana en que se conmemoraba el Dia Nacional de los Derechos Humanos, el 9 de septiembre.

Tres jóvenes muertos dejaron estas confrontaciones, en el municipio de Soacha, donde nació Daniel Felipe Martínez, mismo lugar donde fueron engañados más de un centenar de jóvenes en la primera década del 2000, con promesas de empleo y finalmente víctimas de lo que se conoce como ejecuciones extrajudiciales.

Etapa 13 de Tour de Francia 2020

Pocos kilómetros antes de coronar el Pas de Peyrol (Le Puy Mary), las letras en el pavimento 2SOS Masacre»eran un llamado de auxilio de una población queriendo ser escuchado, en un país donde un porcentaje de la gente, eso sí, incluyendo el Gobierno, estaba más preocupado y sentidos por los daños de infraestructura ocasionado en la ciudad que por las pérdidas humanas.

En un país donde expresarse ante los notables hechos de injusticia y corrupción del Gobierno es sinónimo de “castrochavismo” o “adoctrinamiento izquierdista”, resulta peligrosa esta estigmatización si se tienen en cuenta los cientos de lideres sociales y ambientales asesinados a lo largo del año 2020, más de 200 muertos.

Es la realidad que se vive, no se puede ocultar, así como no se pudo ocultar cuando la televisión pasó por encima del mensaje de SOS en el pavimento.

Y me pregunto ¿en algún otro país pasa algo mínimamente parecido?

Por eso, valoramos, gran parte de los aficionados, cada ciclista de Colombia, porque sabemos el contexto de lo que se vive en el país, y sabemos que hay tener mucho valor y fuerza de corazón para lograr el puesto que se han ganado, sin saber por las dificultades que haya qué tenido que pasar, porque al parecer el cicloturismo en algunas regiones rurales ya es declarado objetivo militar.

Ante esto se tiene que lidiar, y por eso nuevamente gran parte respetamos y admiramos el poder de resiliencia de los escarabajos colombianos.

En Colombia hay mucha gente que aún cree en el enemigo invisible del comunismo como el causante de todos los males del mundo.

Décadas de violencia y confrontación armada entre la guerrilla, paramilitares y el ejército, y con los medios de comunicación como influenciadores de la sociedad, han formado la idea que todo vestigio de protesta o reclamo es obra del comunismo, y que por ello se justifica la guerra, se justifican los asesinatos, se justifica la vulneración de la libertad y de los derechos humanos, incluso se justifica acabar con la paz, objetivo logrado por el actual Gobierno.

No sobra mencionar que en Colombia ganó el “No a la paz” por un 51% cuando se realizó el plebiscito del Acuerdo de Paz, lo que evidencia una polarización y estigmatización enorme entre unos y otros.

Finalmente aún no hay llegado el entendimiento ni la unificación que pedía Lucho Herrera.

El mismo Nairo se ha visto duramente criticado por fotos con el expresidente Uribe (hoy en casa por cárcel), aún cuando Nairo declaró varias veces su apoyó al proceso de paz.

La combinación de Cruz para tu portabicicletas

Claro ejemplo, de la polaridad de este país, lo describe esta columna sobre Egan Bernal.

Las críticas a Egan, simplemente, corroboran el vacío de una sociedad azotada por la violencia que requiere de figuras que llenen un vacío de las mismas frustraciones, y repito: si en un país gana el «No a la paz» no es extraño este tipo de linchamiento; años de violencia han dejado secuelas y cicatrices difícil de olvidar en un sector de la sociedad que no está dispuesta al perdón y a la reconciliación, y cuando pasa esto, de alguna forma se exterioriza.

No digo que los que critican a Egan sean de un partido político x o y, pero como dicen algunos ciclistas, “es lo que hay”.

Mismamente, se me tildara con algún calificativo no tan agradable al final de este escrito.

¿Quién sabe cuántos de esos fans que apoyan y corren tras los colombianos en las carreteras europeas, tuvieron que salir exiliados por el riesgo del conflicto armado o por alzar la voz denunciado algo hecho de corrupción o irregularidad?

Y, aun así, en el país que se encuentren, guardan un profundo sentimiento orgullo, de alegría y felicidad por esta tierra, a pesar de todo, y esto mismo lo reflejan los ciclistas cuando ganan, lo refleja las decenas de colombianos gritando apoyando sus ciclistas

¿Por qué tanto arraigo en la pasión por este deporte?

Estos representantes son la cara bonita de un país rico en culturas, biodiversidad, climas, gente; es la manera de decirle al mundo “somos más que un pueblo violento y estos ciclistas son prueba de ello”.

Es bueno conocer el contexto de lo que se vive en Colombia, porque de alguna manera u otra esto ha influido para tener este tipo de pasiones, lo digo sin ser psicólogo o sociólogo, pero supongo que algo tendrá que ver.

En medio de un país en el que se reprime o censura a quien osa reclamar condiciones dignas, la actuación de nuestros ciclistas es un desahogo profundo y liberador, y que tal vez por ello se celebra con tanta pasión.

Son la representación misma de la idiosincrasia colombiana… la tenacidad, el sacrificio, el valor de cada ciclista enfrentando un puerto, es el homólogo de superar un panorama socioeconómico y político que no es el mejor, pero que tiene ante sí, el orgullo de haber nacido en esta tierra.

Finalmente, es el mismo orgullo de los aficionados belgas, italianos, franceses, eslovacos, vascos o españoles, etc., que sienten por su país y que por ello ondean su bandera al paso de la caravana multicolor.

Por J. Viasus desde Bogotá

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Ciclismo antiguo

3 desenlaces top de la Milán-San Remo

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Milán-San Remo Kwiatkowski Sagan JoanSeguidor
World Fondo WT – Epic

La belleza de la Milán-San Remo reside en los desenlaces más mágicos de toda la campaña

Cada año el ciclismo nos ofrece dos instantes top, dos de esos momentos que ves venir, que anticipas con la seguridad que te van a dejar seco en el sofá: los desenlaces de la Milán-San Remo y el Mundial de ciclismo.

Si en la pugna por el arcoíris suele suceder en las dos vueltas finales -a no ser que tercie un Remco-, en la la primavera acontece en la subida y bajada Poggio.

Una suerte de carrusel de emociones en la que cada gesto, cada trazada y la suerte juegan un papel total para entrar en la historia.

En este magno escenario, han ganado grandes nombres, pero también otros notables ciclistas que tienen en San Remo su mejor logro y que ,en cierto modo, les hace justifica ante la ausencia de fortuna en otros teatros.

En los tiempos recientes recuerdo la victoria de un tipo brillante pero con escaso palmarés como Jasper Stuyven, o los inesperados éxitos de Matt Goos o Gerald Ciolek, hace diez años justo, cuando la lluvia y la nieve obligaron a recortar el tramo central de la carrera.

Itzulia

Es cierto que durante muchos años hemos tenido desenlaces al sprint en Milán-San Remo.

Los años de Zabel, de Freire, incluso los de velocistas como Cipollini o Cavendish, algunas ediciones tuvieron sus cocos en el Poggio pero no lograron romper.

Y es que la clave está ahí, en romper en el Poggio, si no para arriba, para abajo, una tachuela en cualquier carrera que pesa tras casi 290 kilómetros de carrera.

La entrada en las curvas, frenando para no salir despedido, es la mejor imagen de la dureza real del Poggio en cuanto pendiente, otra cosa es la velocidad a la que van las balas.

En todo caso, los años recientes nos han traído ediciones memorables que entran en colisión con eso que muchas veces he leído sobre qué era mejor, ¿la Strade o San Remo? cuando yo creo que no son cosas comparables.

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No me voy muy lejos en el tiempo para marcaros tres desenlaces top de la Milán-San Remo, tres además que son diferentes entre ellos.

En 2014 la  victoria fue para el noruego de casco torcido, Alexander Kristoff

Entonces en el Katusha, el nórdico sabía muy bien que todo lo que no fuera llegar al sprint le iba a complicar la carrera.

Sabedor de las que se lían en el Poggio, él dejó hacer, Nibali fue el intento más brillante, pero sin éxito.

Luego del descenso, ya con la meta en el horizonte, Kristoff adelantó plazas y puso a un ciclista hoy controvertido como Luca Paolini a controlar con tal maestría el grupo que el noruego, hoy en el Uno X, se vio obligado a imponerse con esa fuerza bruta que le caracteriza.

Cuatro años después, hubo quien rompió el grupo en el Poggio y ganó en San Remo

Si en la edición de Kristoff, Nibali se había quedado con las ganas, esta vez no le pasó factura el gran grupo.

Atacó en el momento exacto en el Poggio para coronar con lo justo y descender hasta la Via Roma con tiempo para celebrarlo con Caleb Ewan maldiciendo su suerte.

Y vamos a por la última que quiero reseñar, la de 2017 y el sprint increíble, con roce incluido, entre Peter Sagan, Julian Alaphilippe y Michal Kwiatkowski, un ciclista mayúsculo en estos escenarios, ganador en San Remo tras soldarse a Sagan en el Poggio, cuajar un descenso impecable y la rúbrica en la volata final.

Como veis tres momentos, tres desenlaces diferentes pero todos poniendo en común que la Milán-San Remo es eso, una carrera mágica.

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Ciclismo antiguo

MMR personaliza la bicicleta irisada de Oscar Freire

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World Fondo WT – Epic

El arcoíris de Óscar Freire brilla sobre la Adrenaline Aero personalizada por MMR

Óscar Freire, tiene desde este miércoles en su residencia de Torrelavega, la bicicleta más personal y representativa de su carrera. El homenaje de MMR a su trayectoria y destacadísimo palmarés. Su carácter único merecía un objeto irrepetible.

Citar a Freire es situarnos en un récord de tres victorias en los campeonatos mundiales de ruta. Y esa es una mesa solo compartida por Alfredo Binda, Eddy Merckx, Rik Van Steenbergen y Peter Sagan.

La Adrenaline Aero, modelo de alto rendimiento aerodinámico y gran presencia visual de MMR, logra extender su impacto estético con el acabado escogido por Javier González, director de arte de MMR y máximo responsable del proyecto de personalización para Óscar Freire.

El proceso creativo de MMR en la obra de Óscar Freire

Un diseño de MMR basado “un cromado oscurecido con reminiscencias a tendencias de décadas pasadas. El acabado final queda enriquecido por la combinación con el color negro, que le aporta connotaciones de exclusividad y moderación”.

Profundizando aún más “la combinación monocromática se ve contrastada por una bandera arcoíris de colores saturados, un elemento que, aunque clásico, es el protagonista indiscutible del diseño y de la propia carrera de Óscar Freire”.

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Un proyecto que se prolongó durante 4 meses, entre la sede de MMR en Avilés y el estudio madrileño Muse Bikes, responsables del pintado “a mano” de esta Adrenaline Aero.

Montaje al completo

La Adrenaline Aero customizada para Óscar Freire se ha configurado con el grupo Dura-Ace Di2 R9270, ruedas Shimano Dura-Ace C50, cubiertas Hutchinson Fusion con perfil 28mm, manillar Vision Metron Aero ACR, potencia FSA ACR 110mm y sillín Selle Italia SRL.

Freire fue un activo colaborador en el desarrollo de productos Shimano y uno de los primeros en probar la tecnología Dura-Ace Di2. La sede central de Shimano en Madrid goza del privilegio de albergar la bicicleta protagonista de una de sus victorias en los campeonatos mundiales de ruta.

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Ciclismo antiguo

Y con Fausto Coppi amaneció la primavera

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Fausto Coppi Primavera JoanSeguidor
World Fondo WT – Epic

Una tarde hacia San Remo, Italia respiró primavera con el campeonissimo

«Un uomo solo é al comando». Cuando Coppi salía del negro túnel del Turchino, Italia entera resoplaba tras años de humillación: estaba floreciendo la primavera.

Ya lo creo que iba solo: El francés Tesseire, segundo, circulaba a un cuarto de hora, los otros más lejos.

Cuando la Milán-San Remo ni siquiera había dejado la Lombardía, el vencedor ya iba solo.

Era Fausto Coppi, lo estaba haciendo en la primera gran carrera de Italia tras la Segunda Guerra Mundial.

Nos vamos la Milán-San Remo de 1946.

Coppi logró culminar su magna obra con 147 kilómetros de escapada en solitario.Ya en las pedanías milanesas, Fausto ya estaba al frente.

Itzulia

Turchino ese punto celebre de la Milán-San Remo es un paso de no más de 50 metros, oscuro y perentorio, el momento de dejar atrás el interior y empezar a atisbar el azul Mediterráneo.

Ese día vio la luz, la primavera que vino con Fausto Coppi, cargada a sus espaldas. Una multitud lo aclamaba. “Habemus Campeonnissimo”.

Una vez cruzada la meta de San Remo, Bartali se mostraba abatido, se sabía en retirada ante el nuevo fenómeno surgido de las cenizas de la conflagración mundial. Emergía sin embargo una legendaria rivalidad que fue llevada a todos los campos.

Coppi era el hombre moderno, libre pensador, estiloso, adscrito a los avances de la dietética y del entrenamiento científico.

Gino fue “el piadoso”, el campeón monacal en una Italia que necesita estímulos.

Un ser humano excepcional que jugó a ser héroe, anónimo durante mucho tiempo, en la guerra. Coppi era díscolo.

Dejaba a Bruna y su domicilio conyugal para irse con la conocida como “Dama Blanca”.

Bartali, el feligrés, icono de la Italia puritana y férrea, incluso rechazó besar a la miss Josephine Baker, en la salida del Tour de 1938 en París por estar comprometido.

Pero las exhibiciones de Coppi tenían “truco”.

Trabajaba con un masajista ciego que le seguía por doquier.

Con él Coppi revolucionó el concepto de optimización en el ciclismo. Sacó partido y punta a todo aquello que los grandes anteriores habían omitido. Su esfuerzo y sacrificios serían pasto de técnicas inusitadas hasta entonces.

Coppi resultó la Primavera del ciclismo, tal cual.

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El punto de inflexión.

Nada fue igual tras él.

Pero Coppi no se entiende sin Bartali.

Entre ambos ganaron ocho Giros y cuatro Tours.

Su pique les llevó a autoeliminarse ante la incredulidad de los rivales en el Mundial de 1949.

Incluso Bartali llegó a pensar que las pócimas de Coppi le daban un poder sobrenatural.

Dijo: “Miraré todo lo que me parezca sospechoso. Todos los frascos, todas las pomadas, todas las botellas. Se los daré a un amigo farmacéutico”.

Hay que cosas que desde entonces no han cambiado, la sospecha, la mirada de reojo al de al lado, eso tan latino que han adoptado todas las familias y apellidos del ciclismo.

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Ciclismo antiguo

8 lugares de mi primavera ciclista

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World Fondo WT – Epic

Reúno los sitios más veraces para explicar la primavera ciclista

Ya sé que cada uno tiene bien definido su mapa de lugares para poder vivir un día una primavera ciclista in situ, pero si tenemos que escoger, vamos a por ocho sitios que seguro dan la medida de lo que se nos viene por delante.

Aquí vamos a por una rápida y subjetiva tuta de 8 sitios que, cuando los veo, sé que estoy en casa, que estamos en primavera.

La subida más icónica de Flandes es la capilla, Le Grammont, como la conocí en sus primeros años, hoy es el Kapelmuur, una loma a la salida de Geraardsbergen que fue la clave del Tour de Flandes durante muchos años hasta que hace once, exactamente, quedó relegada por el circuito con Oude Kwaremont y Paterberg.

La capilla es sin embargo el filtro principal de la Het Nieuwsblad, que recrea aquellos finales de De Ronde, encadenada con Bosberg.

Tras la apertura, la calle central de Siena que lleva a Il Campo, ahí donde Van der Poel despegó sobre la resistencia de Alaphilippe, ha sido el icono emergente entre mis lugares de la primavera.

Podría escoger otros lugares, sitios con sterrato, pero esa calle sienesa, tan toscana, tan vertical, es fruto de la importancia que la Strade se ha granjeado en la primavera.

Luego hay un giro, muy pronunciado, bajando el Poggio hacia San Remo, que recordaréis por la cabina, como ese vestigio de un pasado que no tenemos tan lejano y que cada año intento buscar en la televisión como el punto de inflexión de la carrera.

Ahí vimos pasar solo a Nibali hace unos años, por ahí ha pasadoen cabeza varias veces Alaphilippe, incluso recuerdo aquella vez que King Kelly se lanzó en ese punto a por Moreno Argentin, treinta años de aquello ya.

Siguiente parada es el paso fugaz de los ciclistas por el sitio de Ypres y la salida por su arco, inicio además de la Gante-Wevelgem.

Urbanismo flamenco, como el de la gran plaza de Brujas, al servicio del ciclismo, una escena perfectamente tirada de un sitio que quedó en ruinas tras la primera Guerra Mundial.

Ciclismo en Flandes Koppenberg JoanSeguidor

De De Ronde, el Tour de Flandes, vendría a quedarme con el Oude Kwaremont, pero el Koppenberg es magia pura, un estadio abovedado, bajo las ramas y hojas de un denso bosque en el que bate el corazón más flamenco.

Qué duro y pesado se hace.

Su adoquín es incómodo, descarnado, el más similar a Roubaix que ofrece Flandes, pero es que la inclinación y lo íntimo del lugar acaban de cerrar el círculo para explicar lo que es el ciclismo en Flandes, un arraigo singular e incondicional del hombre, la bicicleta y la tierra.

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Paso página, viajo a Roubaix, bueno al camino que lleva a Roubaix, en el que muchos echarán mano de la icónica recta de Arenberg, pero yo me quedó con otro tramo, cinco estrellas en la calificación de «paveses».

Las curvas del Carrefour de l´ Arbre son «Tourmalets» para más de uno, aquel paraje en medio de la nada, sacado como de un campo de batalla, en el que Tom Boonen vio como iban cayendo los rivales en serpentín en cada giro, todos tras él.

Foto: A.S.O./Gautier Demouveaux

Damos el salto a Valonia, a dos enclaves en la recta final de la primavera.

El inicial es Huy, el epílogo de la Flecha Valona, el bien llamado «kilómetro más largo» por entre estaciones que parecen un «viacrucis», no sé quizá lo sean.

Y luego la Roche-aux-Faucons, el sitio donde la Lieja-Bastogne-Lieja, la más vieja de las conocidas -con permiso de la Milán-Turín-, salta por los aires y en el que posiblemente nos percatemos que la primavera, ya a finales de abril, se nos escapa de las manos.

Foto: ASO/Pauline Ballet

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DESTACADO: Volta a Catalunya 2023

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