Primoz Roglic
Muchos firmarían la temporada de Primoz Roglic
Aunque sin una grande, la temporada de Roglic no ha sido mala
La estadística lo dice, las sensaciones también, la temporada de Primoz Roglic no ha estado al nivel de las anteriores, ni siquiera, en las expectativas creadas.
Eso es un hecho, objetivo y subjetivo al mismo tiempo, como lo es que, como contrapunto a lo dicho, el esloveno ha logrado cuajar una campaña en la que ha tirado abajo hitos que seguro en su balance personal le satisfacen.
Sigo creyendo, y lo dije el año pasado, que Roglic no va a ganar nunca el Tour de Francia, y os juro que me gustaría equivocarme, pues sinceramente lo merece.
La suya es una de esas carreras grandes que posiblemente no se culmine con la carrera más preciada, pero ello no significa que no esté entre los mejores de siempre.
Como digo lo merece, por cómo corre y ha evolucionado, por la competitividad que presenta y aunque sólo fuera por la edición que se le escapó hace un par de años, en una de las historias más duras que hemos visto en vivo y en directo estos años.
Quiero pensar que no sentenciaron más a Pogacar porque en el fondo no les quedaba tanto como nos parecía de fuera, y eso que Sepp Kuss me admitió no hace tanto que le infravaloraron.
Aquello, no obstante, es pasado, doloroso pero pasado, aunque no sé si muy doloroso para Roglic, quien sabe trazar línea gruesa sobre las desgracias, ir a casa a restablecerse y volver a ser el que era.
Este año, como digo, no ha sido el mejor numéricamente, no ha repetido en la Vuelta, no ha optado al Tour, pero al menos en éste se puede arrogar el papel de decisivo cuando empezó el baile en la Télégraphe para poner al rey Tadej en jaque.
Roglic ese día fue decisivo en el engranaje del Jumbo
A pesar de venir tocado del pavés y con desventaja, sabía Pogacar que dejarle ir tan lejos de meta, pero con Van Aert por delante, podía ser una locura.
Como dijimos el otro día en la charla a tres sobre el top 5 de la temporada, Vingegaard gana el Tour merecidamente, pero Roglic y los Jumbo contribuyen mucho a ese éxito.
Para Roglic el Tour 2022 creo que es la constatación que hay trenes en la vida a los que hay que subir sí o sí.
A la rivalidad con Pogacar, le surge el nuevo ganador de la mejor carrera en su propio equipo, un golpe complejo de gestionar, sin duda, como esas lesiones que arrastra hace tiempo y que le han llevado a un reset total este invierno.
La gota que colmó el vaso fue la Vuelta y la forma de abandonarla, en shock, tras una caída desgraciada en pleno éxtasis de un soberbio ataque que, sinceramente, anunciaba un final de carrera muy prometedor.
Nadie dejó de ponerse esa tarde en su piel, auténticamente roto por una caída de la que el magnífico ciclista que es Fred Wright poco tiene que decir, pues fue Rogla, desgraciadamente, quien creo que yerra en cogerle la rueda y asegurarse un afilador «mortal».
Antes de todo esto, Roglig metió dos generales que hablan de su categoría, despachó París-Niza y Dauphiné, en dos carreras que ya debían estar en su palmarés si no fueran por las caídas que siempre le han perseguido.
Y es que, viendo ambas pruebas en su vitrina, más lo decisivo que fue el Tour y lo querido que resultó en la Vuelta, no podemos decir otra cosa que muchos ya firmaban una temporada así.
Primoz Roglic
No llaméis a Primoz Roglic «pancartero» por favor
La etiqueta de «pancartero» no hace justicia a Roglic
La mejor Volta de años recientes, salvada en gran medida por esos dos monstruos, viajó por primera vez en su larga historia a Eslovenia gracias a un ciclista excepcional llamado Primoz Roglic.
Un éxito que, visto 48 horas después, sigue habiendo quien lo critica o lo pone en el alambre por la forma de correr de Primoz Roglic, recuperando ese término tan odiado en este ciclismo de «pancartero» o tipo que se juega os cuartos cuando la meta está a la vista.
Decir que Roglic ha sido «pancartero» en esta Volta no es desacertado, el recorrido daba para lo que daba y jugarlo todo al final era la única opción de secar una amenaza como Remco.
Incluso podría admitir el mismo adjetivo para la Tirreno que gana, en la que no le hacen falta más que tres achuchones al final para llevarse el éxito en la primera que competía.
Sin embargo, decir que Roglic es un «pancartero» de manual sí que es faltar a la verdad.
Le ha ido bien siendo conservador en muchos momentos, fruto especialmente de ese final asesino que tiene, que tanto nos recuerda a Tony Rominger, pero esas actuaciones de sacar la cabeza al final, se han alternado con jornadas de ciclismo muy top que algunos no quieren recordar.
Es sencillo, tanto como irse al momento en el que Roglic abandonó la Vuelta del año pasado, tras buscar en Tomares sorprender al líder Remco y tomarle unos segundos.
Se fue al suelo y se nos partió el corazón, pero sucedió precisamente por tomar riesgos.
El primer Roglic, el que gana dos etapas del Tour en 2017 y 2018, toma el mando de la cabeza en colosos como Galibier y y Aubisque, menudo descenso realizó en solitario en ambos.
Luego viajar a jornadas de relumbrón, la victoria en la Itzulia de hace dos años, batiendo a Pogacar en un mano a mano sostenido a no sé cuánto de meta, como el que le propone y acepta de Egan Bernal en Lagos de Covadonga.
Roglic es el iniciador de la gran etapa del Granon, con él empieza el baile alrededor de Pogacar, y lo hace en la cima del Télégraphe, a sesenta de meta.
Eso es Primoz Roglic, eso es también, un tipo con una admirable forma de entender este deporte, que a esas exhibiciones le ha añadido historias de superación y gestión de frustración que bien deberíamos hacer propias, en especial aquellos que siempre ven en un deportista top un ejemplo a seguir.
Imagen: Guillem Riera
Primoz Roglic
Roglic & Evenepoel, el Giro de Catalunya
El duelo Roglic & Evenepoel es el anticipo del Giro de Italia
La cosas de la vida, la Volta 2023, que con tanto detalle os hemos descrito, se supone este año un anticipo del Giro con Primoz Roglic y Remco Evenepoel en la salida.
A unas seis semanas de la primera grande, y en medio del subidón de la primavera, nos vemos con un entremés de mayo en pleno marzo en una carrera que, por otro lado, ofrece un diseño muy mejorable.
Pero están aquí, con cuentas pendientes y sabedores que los focos van a estar en ellos.
La última vez que Roglic y Evenepoel me midieron fue en septiembre, en el drama que le tocó vivir a Roglic en aquella llegada en llano en la que estaba ejecutando un ataque de esos que duelen, pues no se esperan, pero reporta un golpe moral y unos segundillos.
Roglic acabó por los suelos, destrozado -cuántas quemazones le hemos visto ya- y la sensación que su duelo con Evenepoel dejó hojas en blanco.
Medio año después, vuelven a cruzarse en la Volta, como grandes favoritos en un listado con nombres interesantes -ojalá veamos a un Bernal de regreso- pero ninguno a su nivel.
Sobre esta semana que empieza, creo que el reto para Evenepoel es cojonudo.
Corre un tipo de carrera que sin venirle mal, tampoco es su terreno idóneo, le quitan las cronos, como en casi todos los sitios, y le encadenan a tres llegadas en alto, ante un rival directo en unas semanas.
Ya sabemos que viene de dar grandes números en Tenerife, pero las sensaciones que ofrece el campeón del mundo en carrera son de debilidad cuando le ponen en aprietos para arriba.
Lo vimos en el UAE Tour con Adam Yates, cuando el británico le dejó en el tramo final.
Cierto es que Evenepoel gestionó bien la renta, pero Roglic y otros saben que el belga que resulta tan intratable en ciertos terrenos, ofrece debilidades en las llegadas en alto.
No sé hasta qué punto Roglic vendrá a disputar la general.
Tras hacerse con la de la Tirreno transmitiendo la sensación de que pasaba por ahí, ahora tiene opción de sumarle una Volta a su listado de vueltas por etapas que reluce en su estantería.
Ojo que el amigo viene con Dauphiné, París-Niza, Tirreno, Itzulia y Romandía, en una colección que no muchos han juntado estos años, de Valverde a Froome, pasando por Nairo, Richie Porte y el mismo Pogacar.
La Volta en este caso vendría a engrosar el caché, pero especialmente daría señas de lo que puede pasar en el Giro, ahí donde Roglic y Evenepoel se han citado para seguir lo que dejaron pendiente en la Vuelta.
Primoz Roglic
Tirreno-Adriático: Roglic me gusta hasta «pancartero»
Las victorias de pancarta de Roglic en Tirreno suman como las heroicas
Sí ya sé, los éxitos de Primoz Roglic, entre vallas y bajo la pancarta de meta de la Tirreno-Adriático, han vuelvo sobre la figura de aquel ciclista matador que firmó una buena parte de sus victorias en el tramo final de las carreras.
Y es cierto, el esloveno logró muchos triunfos así, muchos de esos más de 65 que adornan uno de los mejores palmarés que pululan ahora mismo por el pelotón.
Pero no le va a hacer ascos, el amigo Primoz, a una facultad que no todos tienen, capaz de aguantar escondido toda una jornada, para asomar al final, muy al final, lo justo para ganar la etapa.
Admito que pensé, desde un inicio, que Roglic no venía a por esta Tirreno, no al menos en la medida que podía ir años atrás a por la París-Niza o el Dauphiné.
Era su primera carrera desde que le vimos hecho un Cristo en aquella llegada de la Vuelta, justo antes de retirarse.
Una pretemporada condicionada por una operación y la incertidumbre del debut en una carrera de este nivel.
Incluso, cuando ganó el primer día serio de la carrera, pensé que era fruto de ese «savoir faire» en llegadas que pican, como otras veces le habíamos visto.
Pero no, amigas y amigos, este tipo es un rodillo, un killer «made in Slovenia» que no perdona ni cuando justo rompe a sudar.
¿Se han alienado los astros para su más que segura segunda Tirreno? es posible, el viento de la jornada reina ha jugado a su favor, pero es que esta gente, como Roglic digo, no triunfan fruto de la casualidad, en ellos reside un don, el del acierto, pero también la capacidad de esconder la cabeza, mezclarse en el grupo, aguantar lo que ellos saben aguantar y sacar el genio al final.
No ha derrotado a unos cualquiera Primoz Roglic en la carrera de los dos mares, pero está claro que, de inicio, ya sabíamos que estaban en otro nivel, en caso que la forma del esloveno estuviera más que aceptable.
Primoz Roglic, dije el otro día, es como esos delanteros a los que les favorecen los rebotes, pero claro, para que te vengan de cara, hay que estar y éste siempre está.
No acabo de ver a Roglic ganando esta Tirreno, creo gana por la inercia y clase que atesora, pero hoy he visto esa Lieja que gana tras perder el Tour, esa Itzulia tras caerse en París-Niza y esa Vuelta que domina tras abandonar el Tour.https://t.co/TLBDnI7lib pic.twitter.com/LLQbyp3sqV
— JoanSeguidor (@JoanSeguidor) March 9, 2023
Se va a llevar una Tirreno-Adriático rara, sin jornadas para enmarcar, como en otras ediciones, pero eso la estadística no lo contempla.
Esta sabe de números y registros y Roglic pone por segunda vez el huevo en la Tirreno, esta vez sin haber competido y ganando tres etapas, las tres de pancartazo, sí, pero es que la situación así lo requería.
Una cosa tengo cada vez más clara, más viendo la París-Niza, cuánto va a echar de menos Vingegaard a Roglic en el Tour
Imagen: FB Tirreno Adriatico
Primoz Roglic
Tirreno-Adriático: Primoz Roglic siempre se levanta
La victoria de Roglic en Tirreno recuerda que el esloveno siempre vuelve
Nos explicaba el amigo de Eurosport Adrián García en la presentación de la Vuelta a España, los sentimientos que le despierta Primoz Roglic y lo poco objetivo que es a veces con él, en un recuerdo que me ha venido a la mente con la etapa que ha ganado en la Tirreno-Adriático.
El esloveno es eso, deporte, espíritu y todo lo bueno que el ciclismo representa.
Pero no sólo eso, es ambición y entereza a partes iguales.
Porque sólo así entendemos la victoria que Roglic ha firmado en la primera llegada en alto de la Tirreno-Adriático.
No es la primera vez que Roglic en un estado de forma que ofrece dudas acaba llevándose el éxito.
Por ejemplo en la Vuelta del año pasado, cuando ganó la primera jornada en España en un final muy similar a éste de Italia.
Es un ciclista con muchos registros, pero en llegadas aquí nunca perdona, ni siquiera cuando llega tras una etapa en la que ha circulado tranquilamente en la panza del grupo, como desentendiéndose de la carrera, incluso cuando Alaphilippe probó suerte de lejos.
Cada victoria que Roglic celebra tras no verle desde su última caída, es una victoria del ciclismo.
No puede ser entendido de otra manera, es el espíritu y esencia de lo que es la propia vida, levantarse tantas veces como te caigas, aunque a veces, como bien vemos, te haces mucho daño.
No acabo de ver a Roglic ganando esta Tirreno, me parece que gana por la inercia y clase que atesora, pero hoy he visto esa Lieja que gana tras perder el Tour, esa Itzulia que consigue tras caerse en París-Niza y esa Vuelta que se lleva tras abandonar el Tour.
Eso es Roglic, y aquí sí que tomo un deportista profesional como ejemplo para las cosas importantes de la vida.
Imagen: @Jumbovismaroad
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