Ciclistas
¿A dónde llegará Primoz Roglic?
Primoz Roglic es otro de los ciclistas del año
No hay vuelta de hoja sobre las sensaciones que nos transmite Primoz Roglic, un ciclista que parece sacado de otra época.
Lo tiene todo, todo lo necesario, sobre el papel y en la práctica y además lo ejecuta con fría precisión.
Nos recuerda ese ciclista que en tiempos fue la fórmula del éxito, un ciclista fuerte, templado que no transmite quizá la pasión de Egan Bernal, por ejemplo, pero que destila fortaleza y seguridad.
Primoz Roglie es lo más parecido a esos ciclistas de los ochenta y noventa que con el tiempo han ido a menos, porque las circunstancias y los recorridos los han arrinconando.
Pero ello no les quita atractivo, porque demuestran de inicio a fin cómo hacer las cosas bien .
Al margen de ganar carreras Roglic deja entrever qué podría hacer en el futuro si sigue esta progresión.
Si como dicen algunos, para optar a una grande hay que ganar vueltas pequeñas, él ya está en eso.
Primoz Roglic parece sacado de los noventa
Dicen que no es escalador pero mantiene a raya a Nairo y Landa en el lado más duro de Arrate, y a Bernal en Romandía.
Dicen que es gran contrarrelojista, para mí el segundo mejor del mundo tras Tom Dumoulin, porque sentencia carreras cuando son llanas, pero en una cronoescalada sale indemne frente la mejor versión de Bernal.
Con dos vueltas como País Vasco y Romandía en el palmarés, ganadas además con solvencia y sensación de ir a más no cabe duda que este esloveno, que un día fue saltado de esquí, abre muchos interrogantes, tantos que no podemos menos que preguntarnos dónde llegará cuando afronte una grande.
En el Tour de Romandía, Roglic no sólo ha ganado, es que se ha funcionado a la perfección con su equipo al lado, con un ciclista como Steven Kruijswijk, cuya suerte cambió para siempre aquella vez que se fue al suelo cuando Nibali le apretó bajando.
Que Kruijswijk le ayude de esa manera, siendo además el único segundo de abordo que estaba con los líderes en los momentos importantes de Romandía, demuestra que en el Lotto-Jumbo hay fe en su nueva estrella eslovena.
Imagen tomada de @LottoJumbo_road
Cicloturista de la Sea Otter, un paisaje para todos los gustos y niveles
Richard Carapaz
La opción de Richard Carapaz siempre es dar la cara
Richard Carapaz sólo sabe morir matando
En el pelotón hay muchos tipos de corredores, pero hay una distinción rápida y palpable, los valientes por norma y los que se esconden en la panza del grupo, obviamente Richard Carapaz pertenece a los primeros.
pero cómo mola Carapaz
— JoanSeguidor (@JoanSeguidor) June 9, 2023
Atacar como lo hizo en una cota de segunda, tras el primer arreón de otro que tal, Julian Alaphilippe, a la vista de todos y en especial de Jonas Vingegaard, le describe como uno de esos ciclistas que sólo puedes querer.
Sé que suena a cuento de suicidio, Carapaz se llevó soldado al ganador del Tour, que además transmitía unas sensaciones «hors cotegorie» pero no le pudo ni la intimidación ni el complejo que generan algunos ciclistas en la actualidad.
Fue a por todo, con todo, sin síntoma de abrir el codo para pedir relevo, sin mirar para atrás, hasta que Vingegaard le dejó atrás.
Sé que suena romántico, eso de intentarlo al sol, saliendo en la pantalla, siendo valiente, pero es que no veo otra forma de hacerlo.
Hay una capa intermedia de ciclistas que llaman a la puerta de los más poderosos y para echarles el guante, no les queda otra que, al menos, intentarlo.
Sé que las comparaciones son odiosas, pero ver la reacción de otros ante la tormenta, para acabar casi en el mismo sitio, hace que la percepción cambie mucho.
Carapaz hizo gala de su primer arranque, duro, violento y fuerte, pero por detrás apreciar a Enric Mas, Adam Yates y Mikel Landa, completamente engullidos en el grupo, pasados unos metros es decepcionante.
Pero volviendo al ecuatoriano, Carapaz lo intenta, siempre lo prueba, lo hizo contra Pogacar en aquella famosa etapa en la que el esloveno cogió el amarillo en el Tour 21, lo intentó en Dauphiné contra Vingegaard y otras veces más.
Incluso sabiéndose inferior o no en la mejor forma.
Y ¿sabéis qué pasa?
Que a veces salen las cosas, que las cuentas resultan y que los triunfos llegan.
Carapaz saltó ante Roglic y Nibali aquella vez camino de Courmayeur para decantar un Giro, saltó ante velocistas como Caleb Ewan para rebañarles una etapa en sus narices y le echó un pulso a Wout Van Aert para colgarse el oro olímpico.
Porque el ciclismo es Carapaz, es rehacerse de los golpes y crecerse ante rivales superiores, sobre el papel, que el maillot no te quede grande y que honres el deporte que te da de comer y te completa con actitud, algo que se le supone a muchos, pero no todos tienen.
Pondría la mano en el fuego sobre las opciones de Carapaz en el Tour, no creo que lo vaya a ganar, pero seguro que a su rueda más de una cosa importante va a pasar… lo veremos.
Imagen: A.S.O/Billy Ceusters
Ciclistas
Larga vida y suerte a Jonas Vingegaard
La opción de Vingegaard me parece la más obvia a un Pogacar desencadenado
Qué destrozo ha propiciado Jonas Vingegaard en una cota de segunda categoría del Dauphiné.
No le hizo falta ni atacar, tomó la rueda de Richard Carapaz y le dio carpetazo en medio de la subida, casi sin aceleración, con una facilidad pasmosa, sin mueca de dolor.
Admiración total tanto por Carapaz, como por Alaphilippe: morir matando es loable y bello, pero esta gente camina a otro nivel.
Jonas Vingegaard era y es absoluto favorito en un Dauphiné que el año pasado ya demostró haber podido ganar de no respetarse la jerarquía de Roglic.
En la crono de ayer, ya dio el primer aviso, rueda a años luz del resto, luego, en la medida montaña, a puertas de los grandes altos, no ha dado opción.
Es increíble la brecha que se ha abierto entre unos corredores y el resto, transmiten la sensación de correr entre niños, haciendo a su capricho y antojo, dando por cerrada la carrera cuando les conviene.
Jonas Vingegaard sí, está en ese Big 6, expresión que gustará más o menos, pero que me parece la más adecuada para describir la realidad.
De esos seis, dos, se jugarán lo gordo en el Tour de Francia.
Junto a Vingegaard, Pogacar es el miembro de esa lista para optar a la mejor carrera.
Sobre el papel, sí, ya sabemos que el esloveno parece un peldaño incluso por encima, pero no lo tendría yo tan claro.
A falta del primer duelo en Francia, les veo en el mismo nivel, incluso con misma cuota de favoritismo.
Si nos gusta un poco el ciclismo tenemos que ser, además, del danés, pues se erige como el único baluarte sólido ante el poder de un corredor de época.
Ojalá llegue bien al Tour, y que su equipo llegue con la cadena engrasada y ver de qué son capaces.
Vingegaard lo hace todo bien, qué obviedad, pero no sólo eso, tiene la experiencia del año pasado, supo domar a la bestia y ojalá todos esos que le tachan deban mirar para otro lado porque el nórdico realiza una defensa ejemplar de su triunfo.
Imagen: A.S.O/Billy Ceusters
Julian Alaphilippe
Alaphilippe siempre es bienvenido
El Dauphiné nos devuelve al Julian Alaphilippe ganador en vísperas del Tour
Hay un ciclista que se transforma como nadie para el Tour y ese es Julian Alaphilippe.
Yo no le veo ganándolo, por mucho que hace cuatro años estuviera ahí, de amarillo, hasta muy al final, sin embargo, que Loulou brille en vísperas de la gran carrera es una buena noticia.
No sé qué futuro le aguarda en el Soudal Quick Step, el monstruo de Remco Evenepoel cada vez deja menos espacio a otros, lo que sí tengo claro es que el Tour sigue siendo de Alaphilippe, aunque parece que poco tiempo, el que queda para que el belga ponga un pie en la «Grande Boucle».
Así las cosas, ha vuelvo a pisar un podio en el Dauphiné, demostrando que en ese flaco cuerpo sigue habiendo un ciclista mayúsculo en todos los registros posibles.
Un corredor que, por ejemplo en el Tour, explota el escenario como nadie, corre contra gigantes, pero como si nada, va con todo y se permite éxitos inolvidables como hace un par de años, de arcoíris.
No elude la batalla, busca las escapadas, firma maillots de la montaña a base de coronar puertos en solitario y siempre acaba ganando una etapa.
A veces incluso hasta cronos, como aquella que logró de amarillo en Pau.
Sucede a veces que, cuando alguien se sabe perseguido por Julian, en un descenso, acaba errando y por los suelos, como aquella bajada, creo que en el Portillon, cuando Adam Yates se fue al suelo porque sabía que le venía Julian, por detrás.
El otro día hablábamos de Pinot en el Giro, sus gestitos, su teatralidad, tan común en estrellas francesas.
Alaphilippe bebe del teatrillo del grimpeur galo en primera persona y perpetúa la especie como Voeckler, Virenque y otros.
En un ciclismo, con cartas muy marcadas, en grandes vueltas en las que los mejores bloquean la acción, como en el Giro, la carrera paralela, la lucha por las etapas, es la salvación.
En ese escenario, Julian Alaphilippe luce siempre, en especial cuando las caídas, percances y averías no forman parte de su paisaje.
Imagen: A.S.O/Billy Ceusters
Ciclistas
Christophe Laporte tiene para él y para el Jumbo
El palmarés de Laporte en Jumbo no está siendo pequeño
En la primera etapa del Dauphiné vimos una imagen conocida, Christophe Laporte levantando los brazos y llevándose el primer amarillo de la carrera, como cuando vistió aquel de Paris-Niza, tras una tremebunda exhibición del Jumbo Visma.
Esta vez no hizo falta un golpe de efecto, el don de la oportunidad y puntería que el francés ha afinado en el equipo neerlandés le sirvió para sacar petróleo del dolor de Rune Herregodts, cazado y superado pero que muy cerquita del arco de meta.
Fue una imagen familiar de estos dos últimos años.
El Christophe Laporte del Jumbo Visma ha mejorado con mucho el ciclista que aterrizó hace 18 meses procedente del Cofidis.
Decisivo para sus líderes, sabe guardase algo para seguir sumando en lo personal.
¿Un ejemplo?
El pasado Tour, en el que el francés fue una pieza más en el engranaje del Jumbo, lo que no le impidió sacar brillo a su momento, ganando una etapa a 48 horas de París.
La máquina de ganar que era esos días el equipo que cambia el kit para el Tour por no coincidir con el líder, contó con Laporte en sus visitas al podio.
Fue una victoria de inercia, de ciclista crecido, con instinto afinado y mejorado entre los compañeros que está.
Recordar la exhibición de París-Niza el año pasado, de inicio con Roglic y Van Aert, o con éste mismo en el Harelbeke del año pasado.
Con el belga ya ha formado dupla exitosa, la más sonada la Gante-Wevelgem de este año que acabó en sus manos para desespero de muchos que veían a Van Aert ganando.
Pequeño, pero interesante, muy top, ese es el palmares de Christophe Laporte en el Jumbo.
Fue el primero de los mortales tras Remco en el pasado mundial y consiguió una victoria de superioridad y oportunismo en A Través de Flandes, el gran día de Oier Lazkano.
Ahora mismo vuelve a estar en el trenecito de Jumbo para el Tour y eso es mucho decir, pues no sólo estará para jornadas llanas y proteger a Vingegaard, también formará parte de la pizarra del equipo para combatir a Pogacar en la montaña.
En estos equipos, clasicómanos como Van Aert o Benoot no se libran de currar y moverse en los grandes puertos, y Laporte está también en ese rol.
Imagen: A.S.O/Billy Ceusters
-
Ciclismo1 semana atrás
El Indurain más apabullante estuvo en el Dauphiné
-
Ciclismo2 días atrás
Landa y Mas, menos mal que las cronos son cortas
-
Ciclistas1 día atrás
Larga vida y suerte a Jonas Vingegaard
-
Primoz Roglic1 semana atrás
¿Roglic al Tour? No sé yo
-
Ciclismo6 días atrás
Siete ciclistas que quieren entrar en el «big 6»
-
Primoz Roglic4 días atrás
Roglic podría hacer historia en la Vuelta a Suiza
-
Ciclismo1 semana atrás
La generosidad de la familia de Estela Domínguez
-
Ciclismo antiguo1 día atrás
Txomin Perurena, se nos fue un hombre bueno