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Ciclismo

La realidad de los equipos profesionales españoles es muy complicada

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El rol de los equipos profesionales españoles no debería quedar en teloneros

Este post sobre los equipos profesionales empieza como aquel de hace más o menos un mes, cuando lo de Caja Rural en Itzulia, es decir con una disculpa.

No hablo lo suficiente de los equipos profesionales españoles y cuado lo hago, no es en el mejor tono.

Todo viene por las reacciones que he tenido al artículo sobre el remolque que Dani Navarro realizó en la Vuelta a Asturias.

CCMM Valenciana

Reacciones que han sido de todos los colores, lo que yo dije que era un error otros me puntualizaron que era una trampa, pura y dura, aunque al margen de ese matiz, cada uno puede darle la categoría que quiera, me quedo con un par de reflexiones que dan la imagen de lo que es hoy el ciclismo profesional español más allá del Movistar, que está para echarlo de comer por separado.

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Me consta, de primera mano además, que en el Burgos BH, en especial su director Rubén Pérez, es muy consciente de la cagada que perpetraron el fin de semana llevando a Dani Navarro «acoplado» a su coche, montaña arriba.

Lo que no acierto a entender es que nadie haya salido a pedir disculpas y admitir el error, que también trampa.

Sí lo sé, es el pan nuestro, y seguro que pasa miles de veces, pero a ellos les cazaron en la carrera de casa para el ciclista en cuestión.

Dicho esto, muchos han conectado lo de Dani Navarro con el desenlace de la segunda etapa de la Itzulia para acabar concluyendo que el amateurismo que se maneja en los equipos profesionales españoles es brutal.

No creo que diga nada que sorprenda a muchos, en el último podcast de A Cola de Pelotón, el «matemático» Raul Banqueri, como sabéis el «hacedor» de una lista que pone a cada equipo en su sitio de cara a las próximas licencias del WT, admite que estructuras con un potente nivel económico se rigen con un amateurismo brutal a la hora de escoger sus objetivos y lograr sus puntos.

Si esto pasa en el ciclismo del máximo nivel ¿qué no habrá de pasar en los equipos profesionales españoles?

Costa Blanca- Diputació Alacant

La realidad de estos cuatro bloques, que emplean a un buen número de ciclistas -prefiero no saber el sueldo de algunos- y personal técnico más auxiliares, es la que vemos en muchas de las carreras en las que toman parte.

Se filtran, buscan la escapada, logran kilómetros de tiro de cámara y cuando la carrera se pone seria de vuelta al pelotón.

Es una realidad que vemos en cada etapa de «transición» de la Vuelta y en los minutos muertos de Vota e Itzulia, olvidando aquellos tiempos en los que los equipos modestos eran capaces de influir mucho más en el pelotón.

Cuando veamos los pros italianos en el Giro, veremos equipos que muchas veces llegan hasta meta y con opciones de ganar.

Aquí en España la brecha que se ha abierto es brutal y no quiero imaginar el mérito que supone mantener en pie estas estructuras.

Pero ¿deben resignarse al papel que el ciclismo actual les ha impuesto?

Querría pensar que no, que hay margen para hacer otras cosas que, por ejemplo, el Kern Pharma al menos intenta, con un equipo coral donde todos suman y dan presencia.

Ceñirse a ser teloneros es un triste papel en este teatrillo, mirarse en lo que hacen algunos fuera del World Tour pero con ganas de brillar debería ser más habitual.

Victorias como las del Murias en la Vuelta a España o aquella que tanto ha rentabilizado Madrazo hace unos años no eran cosas tan raras y si la pólvora no da para ellas, la carretera es un campo abonado a probar cosas nuevas, no sólo pillar minutos de publicidad y podios secundarios.

Imagen: FB de Volta Catalunya

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Ciclismo

Tour: Pogacar, un triunfo más, una oportunidad menos

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Posiblemente la victoria más fría de Pogacar en el Tour

Dicen que, en los últimos kilómetros del Mur de Bretagne, Pogacar llegó a los 55 kilómetros por hora para llevarse la segunda etapa de la primera semana del Tour de Francia.

Una aceleración brutal en el momento clave, pero contenida, como focalizada únicamente en lograr la victoria de etapa. Y punto.

Un Pogacar frío, calculador, no sé si afectado por las noticias sobre Joao Almeida o simplemente consciente de que no todo el monte es orégano.

CCMM Valenciana

Él y el UAE están trabajando, y mucho. Un desgaste que, aunque invisible en el momento, posiblemente se haga notar más adelante.

Sólo así me explico que Pogacar se limitara a asegurar la etapa —que no es poca cosa: 101 triunfos en seis temporadas y media como profesional—.

También hay que contextualizar el lugar y el momento.

El Mur de Bretagne ha ganado una leyenda que, para mí, está algo sobrevalorada.

El sitio es precioso, un verdadero santuario donde se respira la pasión bretona por el ciclismo. Una pasión que vemos reflejada en sus banderas, quizá junto a las flamencas y las ikurriñas, de las más vistas en las cunetas de medio mundo.

Pero de ahí a llamarlo el «Alpe d’Huez bretón» me parece exagerado. No deja de ser una subida al estilo Amstel: ancha, recta, con buena visibilidad… y poco más.

Todo en un contexto ya conocido: primera semana del Tour, ciclistas más frescos y una igualdad latente.

Claro que esa igualdad la rompen, cuando quieren, los tres del podio del año pasado.

Quizá por todo eso, y sabedor de los problemas de un ciclista clave —no, lo siguiente— como Almeida, Pogacar disputó y celebró lo justo, sin forzar más allá de su umbral habitual.

Y quizá ahí esté otro de los «problemas»: que nos ha deleitado tantas veces, y desde tan lejos, que todo lo que no sea ganar por aplastamiento nos sabe a poco.

Imagen: ASO

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Ciclismo

El Tour es importante pero no lo más para Van der Poel

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La relación de Mathieu van der Poel con el Tour no deja de sorprender

Es curioso, pero ayer el propio Contador lo explicaba durante la carrera: el Tour interesa, pero no es lo que más motiva a Mathieu van der Poel.

Aunque sobre el papel no hay nada más importante que la carrera que llena estos días de ciclismo, lo cierto es que el neerlandés se ha caracterizado por hacer cosas que indican lo contrario.

Hace ya cuatro años, cuando debutó con victoria de etapa y se vistió de amarillo, Van der Poel abandonó el Tour al inicio de la segunda semana para competir en la prueba de MTB de los Juegos Olímpicos de Tokio.

CCMM Valenciana

La semana que nos regaló entonces valió lo que muchos ciclistas no consiguen en toda su carrera: ese triunfo de etapa en el Mur de Bretagne —curiosamente donde llegan hoy—, el maillot amarillo y aquella escapada memorable en la etapa 7, una jornada en la que él y Van Aert dinamitaron el pelotón a más de 200 kilómetros de la meta.

Las ediciones siguientes fueron, para el capo del Alpecin, bastante discretas, marcadas por la desidia y la desconexión… salvo cuando debía lanzar el sprint a su compañero Jasper Philipsen.

Hace dos años, el Tour fue para Van der Poel un simple escenario para afinar su forma de cara al Campeonato del Mundo en Glasgow, carrera que —como bien sabéis— acabó ganando.

No recuerdo si fue en esa edición o en la del año pasado, pero llegó a declarar que el Tour le aburría, que no le favorecía y que, por eso, le costaba plantearse un pico de forma en julio como el que prepara para la primavera, por ejemplo.

Me recordó un poco a lo que en su día dijo Peter Sagan sobre el ciclismo en ruta en general: que sobraban muchos “minutos de la basura” y que, por eso, prefería la MTB.

Van der Poel suma dos etapas y varios días de amarillo en su historial del Tour. No es poco, pero está lejos del palmarés que ostenta en otros escenarios.

Sin embargo, ha sabido construir su grandeza y su nombre al margen del Tour, algo nada sencillo, pero que él maneja a la perfección.

En un escenario en el que su archirrival Van Aert ha brillado con más fuerza, Van der Poel ha pasado más de puntillas, aunque nunca de lado.

Y ahora, una vez más, vuelve a vestir de amarillo, con el reto de mantenerlo hasta los mismísimos Pirineos.

Imagen: A.S.O./Romain Laurent

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Ciclismo

Healy en el Tour, el premio «casi» siempre llega

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Cuando gana Ben Healy, y lo hace en el Tour, se celebra

¿Cuántas fugas cazó el año pasado en el Tour Ben Healy para acabar sin victoria?

Pues unas cuantas.

Llevado por el motor que atesora y la rabia de no lograrlo nunca, ha vuelto a la carga en una de las etapas más complejas de esta primera semana del Tour: más de 200 kilómetros en terreno quebrado, más de 3000 metros de desnivel, final en muro y 24 horas después de la crono.

CCMM Valenciana

Mathieu van der Poel fue el detonante, puso la pólvora, pero Healy tenía la mecha, la forma de prender una de las etapas más bellas de lo que llevamos de Tour.

El irlandés es Juan sin miedo, así lo hemos admitido desde aquellas primeras veces que le vimos delante, cuando intentaba conjurar a Pogacar en Amstel y hacía diana en el Giro.

Decíamos anteayer sobre las victorias en solitario de Pogacar, ojo al porcentaje del irlandés, un ciclista que no sabe rodar en grupo, más en días como hoy.

Healy ve el umbral de los 30-40 kilómetros para meta, ataca y se va, de forma irremisible, sin solución, directo a seguir sumando en medio del caos de etapas brutales, de esas que ves pasar los kilómetros como si fueran semanas por la cantidad de cosas que suceden.

Healy ató su primer triunfo en el Tour lejos de meta, dando forma a la escapada buena —una fuga tipo Tour con gente como Van der Poel, Dumbar, Simmons, Barta o Storer—, contribuyendo a que se consolidara con la marabunta tirando por detrás y sacando petróleo de su forma de rodar en solitario.

El tipo, tan desgarbado, tan peculiar, es una maravilla sobre la bicicleta, una combinación de estilo inconfundible, carisma por su forma de ser y motor privilegiado.

Su triunfo es merecido y abunda en el excelente botín que el Education First sigue sacando de grandes carreras, un equipo que no cuenta con grandísimos presupuestos, pero lo suple con carácter, valentía y personalidad.

Resuelven las carreras a las mil maravillas, recordad a Powless delante de los Visma, recordad a Asgreen, a Carapaz y ahora Healy. Podrían tomar nota algunos.

Imagen: A.S.O./Jonathan Biche

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Ciclismo

Tour: Enric, sin más

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Los planes de Tour no varían para Enric Mas

Un apunte, antes de que siempre se diga que nos gusta atizar a Enric Mas, su inicio de Tour ha sido bueno, excelente, bien situado, pertrechado por Iván García Cortina, salió airoso de una criba que se llevó por delante nombres no menores, es decir, Primoz Roglic, Florian Lipowitz, Carlos Rodríguez o el mismo Remco Evenepoel.

Enric Mas vino al Tour sin rodeos, él quería «correr a la antigua», pensando en la general, economizando, dejando de lado todo lo demás, como si en su palmarés sobrasen los triunfos.

Cuando Enric dijo eso, pensaríamos que estábamos ante el mismísimo Miguel Indurain pero no…

CCMM Valenciana

Es la historia de siempre, un relato manoseado y sin recorrido en el que un top 5 justificaría todo el sacrificio que ello conlleva.

Un día de la marmota del que nos escapamos y que, lastimosamente, puede arrastrar a todo el equipo.

Me niego a pensar que no son capaces de correr de otra manera, me parece perfecto que tengan claras las ideas, los objetivos y que no los escondan, tienen un plan y lo llevan adelante, pero ¿es realista?

Ahora mismo me vienen una docena de nombres mejores que Enric Mas para entrar en el top 10 del Tour de Francia.

Hasta el mismo Kevin Vauquelin, mucho más joven, pero ganador de una etapa en el Tour y podio en Suiza, me parece más sólido en la apuesta de hacer puesto en el Tour.

Y si no lo logra, al menos le cabe el consuelo de ir engordando su palmarés.

Eso de inicio, luego no entremos a valorar los dos cocos, más Remco, Roglic & Lipowitz, más cualquier tercer hombre de UAE y Visma, sin obviar a otros muchos, el mismo Carlos Rodríguez si me apuráis.

Y eso que veo a Carlos lejos de aquel que hace dos años nos maravilló.

Es una opción, respetable, legítima, pero que no podemos compartir, no hay forma de manejarlo de otra manera.

Me gustaría, eso sí, que dos ciclistas, en especial dos que quiero ver, Castrillo y Romeo, dos nuevos desprovistos de tanta tontería histórica y peso de la leyenda.

Movistar bebe de ese Reynolds que cambió la historia hace más de 40 años, pero los tiempos cambian, los nombres con ellos, no tiene opción en la general, a no ser que se vayan para casa unos cuantos y otros tantos rindan muy por debajo de lo esperado.

Todo lo demás es un brindis al sol, un brindis que Enric Mas quiere hacer sí o sí, él sabrá, si le sale, a pesar de lo que penséis, nos alegraremos, otra cosa es que a priori no parece la opción más sensata.

Imagen: A.S.O./Romain Laurent

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DESTACADO: Giro de Italia

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