Opinión ciclista
Ciclistas sin banderas
Los aficionados al ciclismo amamos los ciclistas y no sus banderas
¿Estamos de acuerdo?
Porque somos diferentes, muy diferentes, a los aficionados a otros deportes, digamos más mayoritarios, como el fútbol.
Yo entiendo que sí.
Muchos seguidores entendemos que sí.
Vayamos por partes.
El otro día, en la última jornada de La Liga española, disputada el anterior fin de semana, se dio un hecho que no por merecido no deja de ser sorprendente.
Hemos de situarnos en el estadio Benito Villamarín de Sevilla, en el partido Betis-F.C. Barcelona, con victoria inapelable para el cuadro catalán por 1-4.
En el encuentro, como la mayoría de veces -así lleva más de 10 años-, Leo Messi rindió a una altura estratosférica y descomunal, de otra galaxia, algo a lo que ya nos tiene muy (mal) acostumbrados: hizo triplete y su tercer gol, además, fue una auténtica obra de arte.
En aquel momento, la afición rival se rindió ante semejante exhibición rubricada por aquel golazo.
La hinchada bética, puesta en pie, ovacionó al astro argentino que lo aclamó sin ningún tipo de complejos.
Muy merecido.
Pero esto no es lo habitual en el mundo del fútbol.
Y lo sabemos ¿verdad?
Por eso la noticia se hizo viral y se reconoció que, en este caso, el fútbol de Messi está muy por encima de unos colores y de unas banderas.
Pocos antecedentes tenemos a este caso.
Quizás podamos recordar como los aficionados merengues, en el Santiago Bernabéu, hicieron lo propio aplaudiendo a Ronaldinho en el recordado encuentro entre el Real Madrid y el F.C. Barcelona con la contundente victoria del equipo catalán por 2 a 6 a domicilio.
Ahora hace más de 10 años de esto.
Y en el mundo del fútbol, poco más.
Quizás los aplausos que se llevaba Iniesta (salvo en Bilbao) por todos los campos de fútbol de España, por ser el artífice de aquel gol para la historia que marcó contra Holanda.
Los aficionados, sean del color que sea y porten la bandera que sea, le estarán eternamente agradecidos.
Pero como venimos explicando, esto en el mundo del fútbol son anécdotas que suponen pequeñas excepciones a un deporte envuelto en guerras mediáticas entre aficiones, colores y unas banderas.
Esto en ciclismo no pasa
¿No creéis que es así?
Los aficionados al ciclismo somos lo suficientemente agradecidos, apasionados, justos y creo que bastante inteligentes, para saber valorar a estos hombres que llevan su físico al límite.
Y esto, independientemente del equipo en que corran, a la nacionalidad que pertenezcan o el estandarte que porten por bandera.
Esto, a nosotros, no nos importa.
Por supuesto que siempre querremos que gane “uno de los nuestros”; es normal, pero vamos, que si el que vence, sea del país que sea, se lo merece, porque es un grandísimo corredor, porque es un crack, porque se deja la piel en la carretera, haciéndonos felices de esta manera, y hemos vibrado con su victoria, estaremos de acuerdo que nos importará bien poco su procedencia, por no decir nada.
Y no sólo en las victorias que podamos disfrutar, también nos desconsolaremos con sus derrotas, sean de dónde sean.
Seguramente opinéis que esto no siempre ha sido así, que también podemos encontrar la excepción que rompe la norma en forma de ovejas negras que critican, atacan e incluso escupen o apedrean a ese campeón dominador al que no hay forma de derrocar y que quizás por su carácter no caiga demasiado bien entre un sector de la afición.
Podemos recordar algunos nombres.
Sin ir más lejos, Lance Armstrong -y no vamos a entrar aquí en por qué, iniciando otro tipo de debate bien conocido por todos-, era insultado y vilipendiado por los aficionados franceses en las carreteras del Tour.
Igual que, en menor medida, le está pasando a Froome en la actualidad, por otros motivos, porque existe ese sector de forofos que no soportan su insultante dominio. Si bien, sin llegar al extremo del texano, pero que igualmente es abucheado por algunos aficionados “de salón” que ni siquiera saben lo que es subirse a una bicicleta para dar pedales, simplemente.
Pero a diferencia del ejemplo del fútbol, estos casos son puntuales y son también la excepción para un deporte como el ciclismo en el que prácticamente la mayoría de todos los corredores son queridos, apreciados, estimados… llamadlo como queráis, desde el primero al último, porque el que gana es un campeón, pero el farolillo rojo es un héroe.
Cruz Bike Rack N es un portabicicletas de techo, compatible con la mayoría de tipos de cuadros
Por eso todos los ciclistas son tan admirados, sean cuales sean sus nacionalidades, por sus gestas, por su sacrificio y esfuerzo, por sus proezas, porque el hecho de estar en la línea de salida ya merece todos nuestros respetos.
Al buen aficionado al ciclismo nunca le dolerán prendas reconocer a un corredor que no sea compatriota suyo, que la victoria de ese temido rival -el que ponía en peligro el liderato mundial de su ídolo- habrá sido bien merecida y así lo reconocerá, siempre que se lo haya ganado a pulso, por supuesto, sin trampas, ni malas jugadas y con un fair play exquisito.
Creo que seguimos todos de acuerdo.
Por eso, podemos decir sin temor a equivocarnos, que en el ciclismo no existen guerras ni de equipos ni de banderas.
Que sí, que todos querrán -querremos- que gane su -nuestra- escuadra preferida o su -nuestro- corredor predilecto, pero si por lo que sea es derrotado en buena lid, el buen aficionado al ciclismo ni se pondrá a gritar, ni a insultar, ni a pegar golpes contra la pared y, ni mucho menos, dejará de cenar -algo que sí pasa, por ejemplo, con algunos aficionados al fútbol-.
Lo reconocerá y punto. Y lo aplaudirá.
Evidentemente, los Mundiales de ciclismo sí se disputan por banderas y selecciones nacionales, pero, como ya hemos comentado, si un corredor que no es de los nuestros se lo merece con todos los honores, por calidad, tanto deportiva como humana, por clase, por palmarés, por competitividad y espectáculo, no se nos caerán los anillos en reconocerlo y admirarlo, igual que, por ejemplo, todo el mundo quería que ganase Valverde en el último mundial de Innsbruck, en el que incluso aficionados y periodistas de medio mundo se pusieron de acuerdo con este deseo.
Por algo será.
Como desde nuestras fronteras reconocimos la superioridad de Peter Sagan en los anteriores mundiales, a Froome en sus victoriosos Tours o a Cancellara en los diferentes monumentos que ganó a lo “Espartaco”, por poner algunos ejemplos.
Todo esto también viene a cuento, porque así ha sido el caso a la hora de mostrar toda nuestra fascinación a ese portento de corredor que está arrasando en este principio de temporada: Julian Alaphilippe, ganando con autoridad el esprint de la pasada Milán-San Remo.
Sí, a pesar de que un francés fue el que le privó la victoria a nuestro estimado Alejandro -entre otros favoritos-, las muestras de cariño, las bonitas palabras de admiración, de devoción y veneración que se llevó fueron unánimes entre todos los aficionados y la prensa menos fanática, que haberla “hayla”.
Por este motivo, ante semejante campeón, sólo nos queda quitarnos el sombrero y decirle “chapeau”.
A pesar de que ni pertenece a nuestro equipo ni lleva nuestra bandera.
Así que, al igual que hicieron los aficionados béticos con Messi, levantémonos de nuestros asientos y aplaudámosle.
A rabiar.
Imagen tomada de FB de Il Lombardia
Opinión ciclista
Tour: Estas etapas matan el ciclismo
La primera de las etapas en Francia ha sido un lastre para el Tour
En un ciclismo, en una sociedad de paciencia menguante, como leo a Ander Izagirre, etapas como la primera del Tour en Francia son un tiro en el pie de este deporte.
Llego ahora a casa y leo que os estáis aburrrrriendo con la etapa tostón del Tour. Aquí tenéis algunas decisiones brutas y cómicas que tomaban los organizadores de Giro, Tour y Vuelta contra el aburrrrrimiento. pic.twitter.com/HDRvFMGrRr
— Ander Izagirre (@anderiza) July 4, 2023
No hablamos del deportista, ni de su necesidad de tomarse un respiro en una jornada que conecta la salida vasca con los Pirineos, que puede ser tomada con más o menos calma, hablamos de imagen, de la percepción, de la sensación que, o eres un enfermo de esto, o es imposible tragarse semejante bodrio.
¿Lo mejor?
La retransmisión, como casi siempre, aunque para conocer las Landas, quizá mejor los documentales de La 2.
La imagen de recreo y asueto generalizados esta jornada de julio fue el mejor tarjetón de invitación a la siesta.
Ya veis, el mito de la siesta y el ciclismo, con la voz de Perico o Javier Ares de fondo, en el calor de julio, las jornadas intensivas en el trabajo.
El ciclismo no puede permitirse etapas así, el Tour, tampoco.
Es la etapa cuatro del Tour de Francia 2023, no estamos en ruta hacia los Campos Elíseos, de homenaje al ganador, ni tampoco en el día después de una gran batalla.
Las fuerzas están frescas y las etapas buscan ganadores y protagonistas en su desarrollo.
El hecho que lamentaba Antonio Alix, sobre los belgas atacando al unísono, como en una broma pactada con la moto de Philippe Gilbert, define un paisaje triste, indigno de la mejor carrera del mundo.
El comentario de Contador, sobre cómo suben los clicks de su marca de bicicletas cada vez que uno de los suyos va en fuga debería ser de conocimiento generalizado en el pelotón, a sabiendas que hay mucha gente mirándoles, pero también equipos de marketing calculando cada segundo que su marca tiene exposición en la televisión.
Jasper Philipsen repitió triunfo en una de las peores etapas que recuerdo del Tour, y eso que hay unas cuantas, pues fumadas suceden cada año, puntuales a la cita.
El ciclismo no se puede permitir días así, los ciclistas por intocables que crean, tampoco.
Seguro que vendrán grandes días de ciclismo, pero si a la larga estos trayectos decantan la balanza sucederá que igual no habrá dinero para todos.
Imagen: A.S.O./Charly Lopez
Noticias de ciclismo
Qué poco sabemos sobre el Tramadol
Ahora mismo sólo el ciclismo ha prohibido el Tramadol
Cierto es que no es dopaje, no al menos sobre el papel y en la norma, pero a mí que me lo expliquen ¿qué cojones pasa con el tramadol?
En otras palabras, no se puede dejar de golpe https://t.co/34sQQ5uT7n
— JoanSeguidor (@JoanSeguidor) December 10, 2022
Su nombre corre por los mentideros hace tiempo, no da beneficio alguno en el rendimiento, sobre el papel, pero pitar con esto, o similar, te puede valer la ruina.
En ciclismo ya está prohibido, en otros deportes habrá que esperar, como si se necesitara un tiempo de transición para dejarlo estar.
La sensación, si no fuera porque la hemos visto mil veces en el deporte, sería fea, extraña, casi nauseabunda.
La cosa es sencilla, es matar la sensibilidad del deportista para que éste se centre en el rendimiento sin que nada moleste, si quiera eso tan humano que es el dolor por el esfuerzo fuera norma que esta gente practica.
Ver su gestión denota que hay que poner tanta gente, tan diversa, de acuerdo que parece hasta siniestro que a nadie se le hubiera ocurrido antes.
Otra muesca más en quienes dicen mirar por la salud del deportista
Pillaron en Catar, en puertas del mundial de fútbol a un tipo con 2000 pastillas de Tramadol, como aquel auxiliar de Festina cargado de mierda que cazaron en la frontera entre Bélgica y Francia camino de la salida del Tour en Dublín.
No sé si adujo «consumo privado» en su defensa.
En aquel caso, ya sabemos lo que pasó, en este caso es un argumento más para quienes abogan por el tramadol fuera del deporte, no sólo del ciclismo.
Como me decían en twitter este finde ¿qué no sabrá la WADA sobre el tramadol para hacer esto?
Y lo más tétrico: ¿Qué se habría evitado de haberle puesto coto antes?
El Tramadol no es dopaje, insisten, y escribo constantemente aquí, pero todo lo que toca lo pudre y estigmatiza.
Se utilizó como arma arrojadiza para los irresponsables que iban a saco en algunas llegadas, sin miedo ni complejos, y ahora pesa como una losa sobre una de las grandes estrellas del pelotón, el amigo Nairo, que sigue sin equipo, oficialmente reconocido a puertas de Navidad.
Lo lamentable de todo esto es que, como muchas veces digo, es que estamos ante la punta del iceberg… ¿cuánta parte del cuento nos estamos perdiendo?
Opinión ciclista
Luis Enrique y la mal llamada prensa deportiva
Lo que está sucediendo con Luis Enrique es el termómetro de la prensa que se llama deportiva
Este es un tema que cuando empecé este mal anillado cuaderno solía tratar, pero con el tiempo dejé de lado, por ser imposible sacar nada bueno. Hablo de eso que llaman prensa deportiva.
Admito que me gusta el mundial de fútbol, me gusta mucho, desde siempre, su historia, las leyendas, las sedes… es una mística que sólo los Juegos Olímpicos y ciertas carreras ciclistas, diferentes cada año, según resulten, pueden igualar.
Antes del evento en Qatar, ya sabíamos que el ambiente alrededor de la selección española iba a estar condicionado por la figura del seleccionador, un gran aficionado al ciclismo además, Luis Enrique.
Pues bien, no ha hecho más que empezar el evento y tenemos llamas en las redes contra Paco González, en representación de la camarilla, por su diatriba ante el seleccionador.
Al margen que me parezca que tenga o no razón, el fútbol es algo tan apasionante como espectáculo colectivo, que esto, para mí es una menudencia, lo que me alucina es el ensañamiento gratuito contra una persona que podrá caerte mejor o peor pero que si está será por haber demostrado méritos suficientes para ejercer.
Es la bronca política, el negarle toda cualidad al adversario, llevada a la prensa que se dice deportiva.
Para la gente del ciclismo, la verdad, lo que tenga que decir esta gente poco o nada nos va a sorprender.
Con los años nos han regalado análisis sesudos como aquel que decía que el ciclismo es un deporte fácil porque van sentados o los mismos que medían la salud del ciclismo español por la cantidad de corredores que iban al Tour.
No entremos en cuando hablaban de dopaje.
Ahora, parece que a muchos se les ha caído la careta de esta camarilla.
España, lo siento, no tiene prensa deportiva, tiene una banda de malos actores, aireando lo peor de algo tan hermoso como el fútbol, para sacarse el sueldo a final de mes.
Lo triste es cuando se acuerdan de otros deportes, tipo ciclismo, y sale a flote toda su desconexión con la realidad del deporte.
A mí personalmente Luis Enrique me cae bien, sé que no es políticamente correcto pero al menos lo ves venir.
Y como repiten muchos, por cualquier cosa, hay que bancarle: que en sus famosos streams diga que está pendiente de la campaña de ciclocross me parece genial.
Tenemos aquí un buen embajador, un ciclista de papear kilómetros y sacarle todo el partido a la flaca.
Sólo por eso, y por destapar el disparate que algunos ejercen cada día en nombre de la prensa deportiva, le tenemos que querer.
Nosotros somos modestos, hablamos de nuestro deporte, nos equivocamos mil veces, pero somos directos y transparentes en nuestra opinión, pero sobretodo hablamos de algo que nos apasiona y lo hacemos con cariño infinito.
Opinión ciclista
Faltan datos para valorar el convenio de Movistar con Arabia
El anuncio de colaboración de Movistar y Arabia es incompleto
Dinero e influencia árabe en el deporte occidental es algo tan corriente, que a veces no entiendo tanto revuelo como ayer, cuando supimos del acuerdo de colaboración entre el Movistar Team y Arabia Saudí, a través, tengo entendido, de su federación.
Lo cierto es que el anuncio de ayer entra el molde habitual de estos comunicados.
Hablan de colaboración, lo centran en personal técnico y métodos de entrenamiento, pero poco hablan de lo que todos queremos saber: la panoja.
Y es así, y así lo refleja, por ejemplo, Cyclingnews, que deja la duda en el ambiente, cosa que no he leído en otros sitios.
Hace unas semanas, durante la Vuelta, Eusebio Unzue habló de dinero fresco para la estructura, luego vinieron los efímeros rumores de Repsol y ahora esto.
¿Es Arabia el mecenas que va a incrementar el presupuesto del Movistar Team?
Esa es la madre del cordero y la pregunta para la que nadie tiene, ahora mismo, una respuesta, por mucho que nos podamos imaginar que así habría de ser.
Como decía al principio, dinero e influencia árabe en el carísimo deporte occidental es un hecho que ya sabemos no es exclusivo del ciclismo.
En el caso de Arabia Saudí, es obvia su relación con el fútbol español, además de invertir en otros deportes como Fórmula 1, golf y ciclismo, con el Saudi Tour que les organiza ASO, como uno de esos bolos de pretemporada en medio del desierto, antes que empiece la campaña trascendente.
Para los países de la zona, es capital sacarse de encima el yugo del petróleo activando acciones ajenas al mismo, bien asesorados desde occidente.
Empezaron entrando en marcas de lujo de moda, colonias y esas cosas, siguiendo por infraestructuras y llegaron deporte, viendo el ciclismo como algo muy occidental en lo que también les interesa estar presentes y de paso blanquear su imagen.
A nadie se le escapa que estos países no son paradigma de derechos humanos ni tde rato igualitario entre mujeres y hombres, pero eso no ha sido óbice para negar su dinero y que siga la fiesta.
Porque cuando aplaudimos a un corredor del Bahrain o el UAE, o a ver el año que viene el Movistar, nos desproveemos de todos los prejuicios que podamos tenerles.
Hay en este sentido una entrevista muy interesante a Gino Mäder, corredor que ha tenido cierto compromiso con temas como el medio ambiente, en la que se encoge de hombros cuando se le pregunta por el sueldo que percibe y su pagador, el estado de Bahrain.
Vengo a decir que sí, que no es estético, que no es edificante de primeras, pero que el tinglado necesita de pasta y ésta ahora mismo está en ese lado del hemisferio y aunque nos hagamos cruces, el que gestiona las estructuras no dudará en cogerlo si en ello le va el futuro.
No olvidemos que en breve veremos un mundial de fútbol sacado del verano por jugarse en Qatar y que todos acabaremos mirando para otro lado en estas cuestiones.
Como en todo, el diablo está en el detalle y no sabemos el 100% del contenido de ese acuerdo, cuánto le supone a las arcas del gestor del equipo y que contraprestaciones tendrá, por ejemplo, en el maillot.
Por eso practicar la autopsia antes de cualquier saber el precio de todo esto, me parece precipitado.
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