Ciclismo antiguo
Ciclistas: Mis tres estrategas de cabecera
La línea Lemond-Jalabert-Nibali dibuja el triángulo de los mejores ciclistas estrategas que hemos visto
Entre los ciclistas hay muchas virtudes compartidas, pero también otras, como el juego de estrategas que no todos tienen por la mano.
En la historia del ciclismo que nos ha tocado ver, han habido corredores que se han distinguido por una fuerza y dominio, en su momento, que no han necesitado de la pátina de estrategia que otros sí precisan.
Corredores que han corrido a lo bruto y les ha salido bien, a veces, tipo Alberto Contador o Jan Ullrich, incluso si nos apuráis, diría que Chris Froome no siempre ha sido un buen «tramador», sus primeros triunfos fueron merced a un golpe certero de inicio que le permitía entrar en guerras de las que salía escalado.
Otros mostraron evolución, como Fabian Cancellara, que pasó de ganar Flandes y Roubaix siempre solo, a lo bruto, a gestionar escapadas con varios y batirse al sprint.
En clásicas, Tom Boonen, por eso, nos ha parecido el maestro en la anticipación, uno de los mejores ciclistas estrategas que acabó dando con el palmarés que le contempla, una auténtica leyenda.
Hoy, Primoz Roglic juega ese rol de estrategia bien medida que maquilla en gran parte la igualdad con la que se mide ante sus rivales, sabe que si los lleva en el redil hasta cerca de meta, los tiene en su mano y con ello, los segundos de bonificación que construyen la ventaja.
A día de hoy, con casi 35 años de ciclismo degustado en directo, hay un ciclista que combina fuerza y pizarra casi a partes iguales: Miguel Indurain.
Huelga poner ejemplos.
En una línea imaginaria de ciclistas que hayan sido o sigan siendo buenos estrategas me gustaría echar mano de tres nombres más una bola extra, la de Moreno Argentin, un Maquiavelo sobre la bicicleta, cuya astucia llegó a poner en jaque al propio Indurain en el Giro de Italia.
Las andanzas de Argentin las contamos en su día juntándole con otros cuatro buenos ejemplares de sacar petróleo de donde no lo hay: Simon Gerrans, Pascal Richard, Wladimir Belli y Rui Costa.
Sin embargo, cuando uno crece y se enamora del ciclismo viendo la modernidad eterna de Greg Lemond, sabe que eso es especial.
Que el Tour de 1989 siga en los anales, y todos hablen de él tarde o temprano es por su exclusiva culpa: una carrera que fue una obra de arte entre los tres mejores de aquella generación, con la única ausencia de otro gran zorro llamado Stephen Roche, y que acabó en manos del americano cuando Laurent Fignon pintaba a ganador y Perico llegaba como el más fuerte.
La gestión de la carrera de Lemond aquel año es un manual sin fecha de caducidad de cómo saca provecho de cada acción y cada gesto del rival, solo, sin equipo, con la única certeza de que su clase intrínseca saldría cuando lo necesitara.
Como en el Mundial que le ganaría a Sen Kelly un par de meses después.
Lemond fue de los mejores y curtido con los mejores, que llegó de América con una mano delante y otra detrás, haciéndose un nombre y sacando la cabeza ante el propio Bernard Hinault.
Cayó con grandeza en el Tour de 1991, ante el dominio que iniciaba Indurain, pero su perfume de campeón sigue disfrutándose aún hoy.
Laurent Jalabert fichó por la ONCE con la etiqueta de prometedor sprinter que, nada más aterrizar, sumó etapa y maillot verde en el Tour, un logro de gestión y estrategia que él mismo destaca cuando tienes la suerte de hablar con él de aquello que fue.
Ganó en los Lagos siendo un velocista, en medio de un mar de etapas en su palmarés, y firmó un año, 1995, que sublima las estadísticas.
Una campaña llena de intensidad, con carreras en las que salió escaldado, como la Lieja, pero otras que quedan para el recuerdo por sus movimientos certeros ante rivales enormes, tipo San Remo ante Fondriest.
Jalabert alargo su trayectoria lo suficiente como para seguir sumando y sumando grandes carreras en la conjunción de un ciclista irrepetible que aún hoy continua siendo objeto de estudio para muchos que consideran una buena pizarra como la primera piedra del éxito.
De Jalabert y Lemond bebe Vincenzo Nibali…
Keisse: "Nibali forced Evenepoel into error in the Tour of Lombardy. Of course we can't say anything about that, that's race. Evenepoel has to keep Nibali's wheel there, because the further you are, the more difficult it becomes to come back"https://t.co/4xYYUhUbX7
— La Flamme Rouge (@laflammerouge16) November 14, 2020
El siciliano es el mejor de los estrategas entre los ciclistas contemporáneos, un corredor que, como a veces hemos dicho, ha ganado cuatro grandes vueltas en tiempos de Froome y Contador.
Y eso demuestra el tamaño de un competidor nato que ha sabido reunir un palmarés único firmando todo tipo de pasajes, por que Nibali nunca nos ha parecido el prodigio físico que sí han sido sus principales rivales.
Jornadas como aquella de Tirreno en la que hizo saltar a Froome bajo el diluvio, los ataques certeros de Lombardía y San Remo, el Giro 2016, un monumento al acoso sin descanso al rival o la etapa del pavé del Tour que acaba ganando, una etapa en la que Astana fue un reloj alrededor suyo, sacando del mapa a Froome y dejando a Contador al límite.
Y es que el ciclismo, más allá del duelo directo, del mano a mano, es una suerte de matices y movimientos que bien ejecutados nos regala campeones que siempre quedan para los anales.
Aquí os he traído mis favoritos de siempre.
Ciclismo antiguo
100 años de Bernardo Ruiz
Bernardo Ruiz fue el primer español en pisar el podio del Tour
Cuando Bernardo Ruiz nació, ayer hace 100 años, España en pleno periodo de la dictadura conducida por Miguel Primo de Rivera en conexión directa con el el rey Alfonso XIII, el último monarca antes de la irrupción de la segunda república.
En Orihuela, Bernardo Ruiz daba sus primeros pasos, los de un un pionero que abrió el camino para el ciclismo español en competiciones internacionales, primer podio en el Tour, en un contexto muy diferente al actual, puesto que en su época el ciclismo en España estaba en la prehistoria.
Desde joven, Ruiz demostró su talento.
Empezó a ganar competiciones importantes como la Vuelta a España en 1948 y la Volta a Catalunya en 1945, con 20 años. También ganó varias veces el Campeonato de España y la Vuelta a Valencia.
Pero lo más destacado de su carrera fue su participación en el Tour de Francia, el gran escaparate y restablecido tras el parón por la Segunda Guerra Mundial.
En 1951, Bernardo destacó en el Tour al ganar dos etapas y quedar en noveno lugar en la clasificación general, lo cual fue un gran logro para un ciclista español en esa época.
Al año siguiente, en 1952, logró el tercer puesto en la clasificación general del Tour, convirtiéndose en el primer español en subir al podio, fue el primero de una lista larga y fecunda en nombres que vienen hasta hace bien poco.
Este logro fue muy importante para el ciclismo español, que en ese entonces no tenía mucho reconocimiento internacional.
Además, Bernardo siempre destacó la figura de Fausto Coppi, el ciclista italiano que para él fue el mejor de todos, por su talento y versatilidad tanto en carretera como en pista.
Después de catorce años de carrera, Bernardo Ruiz decidió retirarse en 1958.
Su legado en el ciclismo español es enorme, pues fue el primero en lograr un podio en el Tour y abrió las puertas para que otros ciclistas españoles pudieran destacar en el ámbito internacional.
Por todo, Bernardo Ruiz fue un ciclista clave en la historia del ciclismo español, especialmente por su papel en el Tour de Francia, y su legado sigue muy vigente desde la expo que se le ha dedicado en su Orihuela natal.
Imagen: Córdoba Hoy
Ciclismo antiguo
DEP Emile Idée, el ganador de etapa del Tour de más edad
Fallecido a los 104 años, Emile Idée se hizo ciclista en plena Segunda Guerra Mundial
No hace mucho Federico Martín Bahamontes nos dejaba a los 95 años para dejar de ser el ganador de Tour vivo más viejo.
Estos días leemos que se ha ido Emile Idée, un exciclista francés de 104 años que con su etapa en el Tour de Francia a finales de la década de los 40, suponía el vínculo vivo más longevo con aquellos años de postguerra.
Como decimos, Emile Idée era el ciclista más veterano en ganar una etapa del Tour de Francia, y nos dejó a los 104 años en su casa, cerca de París.
Fue una figura destacada del ciclismo francés en los años 40, a pesar de que su carrera se vio interrumpida por la Segunda Guerra Mundial.
Idée se convirtió en profesional en 1942 -en plena Segunda Guerra Mundial y los nazis ocupando Francia- y destacó como especialista en contrarreloj.
Ganó varios Campeonatos Nacionales y el desaparecido GP Nations, considerado en su época como el título no oficial de contrarreloj mundial.
Durante su carrera de 12 años, corrió para equipos como Alcyon-Dunlop, La Perle–Hutchinson y Peugeot-Dunlop. Además, compartió pelotón con leyendas francesas como Louison Bobet y corredores internacionales como Fausto Coppi y Briek Schotte.
Incluso quedó segundo en la París-Roubaix de 1948, detrás del belga Rik van Steenbergen.
Uno de sus mayores logros fue ganar cinco veces el Critérium Nacional, una de las carreras por etapas más prestigiosas de Francia. También fue el ciclista más longevo de la primera edición del Tour de Francia tras la guerra, en 1947.
El momento cumbre de su carrera llegó en 1949, cuando ganó la etapa 13 del Tour de Francia en un sprint final en Nimes. En una entrevista, Idée recordó haber intimidado a un rival italiano durante esa escapada, diciéndole: «Si intentas atacar, te doy una buena paliza«.
Aunque no se sabe si el italiano le tomó en serio, Idée demostró ser el más rápido y se llevó su única victoria en el Tour.
Se retiró en 1952 y luego abrió varias tiendas de bicicletas, viviendo el resto de su vida en Melun, cerca de París.
Emile Idée será recordado no solo como un gran ciclista, sino como un testimonio viviente de una era crucial del ciclismo.
Imagen: Journal L´Union
Ciclismo antiguo
DEP Pascal Hervé
Para mí, Pascal Hervé fue uno de los mejores ciclistas que sucumbieron en el derrumbe del equipo Festina
Imagen: Ciclismo a fondo
Ciclismo antiguo
La primera Vuelta a España de la historia
Cincuenta inconscientes tomaron la salida de la primera Vuelta a España
Pues ya estamos en los noventa años desde la primera Vuelta Ciclista a España.
Fue por estas fechas que unos cincuenta descerebrados se ponían en marcha desde la madrileña Puerta de Hierro.
Eran pocos, muy buenos, duros como rocas e inconscientes.
Eran lo que a la historia le llamaríamos la prehistoria, pioneros e impulsores de un deporte que por esas fechas causaba furor, lanzaba hordas a las cunetas, paraba fábricas, daba recreo a los niños y se sentaba en cualquier tertulia de bar.
El 29 de abril de 1935 nacía la Vuelta a España
Hace ochenta años, en un país hecho trizas ideológicamente, con la República, la segunda, en plena revisión y en vísperas de un conflicto que muchos consideraron la primera entrega de la Segunda Guerra Mundial, quedaban escasos quince meses para la Guerra Civil.
Los ciclistas que tan temprano se reunieron en Madrid salieron dirección a Valladolid para completar la primera etapa.
Luego camino al norte, paseo por la cornisa cantábrica y paso obligado por el ombligo de la España republicana, Eibar, de donde curiosamente habían salido todas las bicicletas que se usaron en esa edición, pues traerlas de fuera con aquellas comunicaciones era imposible.
Eibar era esos días un semillero de cambios y continuas cábalas.
Acaban de dejar la armería, en crisis por muchos motivos, y se habían centrado en juntar los mismos tubos pero para dar forma a bicicletas.
En la salida de la Vuelta, de la primera Vuelta, hubo una especie de subasta para ver quién equipaba la mitad internacional del pelotón, representada por un puñado de belgas entre los que estaba la gran figura de la edición, Gustaaf Deloor.
BH ganó la partida y se llevó las estrellas europeas. Ganaron la Vuelta.
En el otro lado, estuvo el pelotón español, encabezado por Mariano Cañardo a los mandos de una Orbea, la otra gran fábrica eibarresa que compitió por las vedettes belgas. Cañardo no ganó la carrera, estadísticamente hablando, pero fue el personaje que juntó todo tipo de personas para chillarle en la cuneta y apretar gajos de tiza escribiendo «Viva Cañardo» contra las terribles carreteras del momento.
Siguiendo con la carrera ésta continuó en dirección a Zaragoza, a las huestes del Club Ciclista Iberia y su antiguo velódromo en el que ganó precisamente Mariano, antes de entrar en Barcelona, donde la gente acogió la carrera con la locura que sólo Cañardo, ídolo del lugar, podía despertar.
Posteriormente camino de Levante, Granada, Sevilla, Extremadura y vuelta a Madrid previo paso por Zamora, a donde Cañardo llegó montado en la bicicleta de un transeúnte porque la suya no daba abasto a pinchazos y averías.
Aquel ciclismo de hígado y sangre nos resulta lejano, mucho en el tiempo, incluso en la mentalidad, pero sin embargo era auténtico y en muchos sentidos envidiable, no en el papel del ciclista, que pasaba auténticos calvarios, pero sí en el del espectador.
Era el ciclismo de portadas, el de litros y litros de tinta vertidos en papel, el de palabras airadas entre seguidores,… un ciclismo que ochenta años después anhelamos
Y ya que nos alineamos con efemérides, decir que hará cuarenta primaveras nació Ciclismo a Fondo, la revista con la que crecimos y alimentamos los sueños ciclistas de niñez.
La decana cabecera surgió con un imberbe Perico ganando aquella Vuelta en la que casi nadie se pone de acuerdo cómo se resolvió más allá de la certeza del resultado. Podríamos incluso achacarlo a la niebla y confusión de Navacerrada.
Obviamente no puedo menos que recomendaros mi libro, que por cierto se abre con lo que pasó tal día como hoy hace casi noventa años…
Imagen: Hemeroteca El Mundo Deportivo
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