Ciclismo antiguo
Boonen y Cancellara hicieron mucho por nuestro buen gusto
Mucha gente descubrió las clásicas y sigue con ellas desde el periodo de Boonen y Cancellara
El otro día en El Podcast de El Cuaderno de JoanSeguidor, haciendo el podio de 2022, surgieron los nombres de Tom Boonen y Fabian Cancellara para compararlos directamente con el dúo Van der Poel Van Aert.
La historia, caprichosa ella, nos concede, cada cierto tiempo una dualidad a la que agarrarnos para disfrutar más aún de este deporte.
La de Boonen y Cancellara llegó en un momento oportuno, hace más de quince años, para meternos por pura seducción el mágico mundo de las clásicas, un mundo que yo apreciaba desde mucho antes, pero que con ellos dos, se atrajo mucha gente, hasta el punto que hoy veamos una «Montonera» en Eurosport tras cada monumento.
Boonen & Cancellara: Ambos han empequeñecido al otro, se han dado hasta en el carnet pero yo no sabría con quién quedarme.
Sin entrar en esa disyuntiva, no por el momento, un servidor miró siempre con envidia y admiración los empolvados y amarillentos libros del «Miroir du Cyclisme» de los setenta, cuando en esas hojas se veían los rostros endiablados de Roger De Vlaeminck, Jan Raas, Francesco Moser y Bernard Hinault dándose de lo lindo.
Aquello fue glorioso, pero no lo vi.
Una generación de grandes de un día, que suizo y belga supieron emular en un su duelo eterno, desplazando al resto como a una especie de tercer escalón, sí tercero.
Su mérito fue sencillo: coparon la narrativa de todas las grandes de primavera que corrieron, condicionando a tal punto que si no ganaban ellos, lo hacía uno de sus compañeros.
Estadísticamente, Tom Boonen fue el mejor de la historia en su género, las piedras.
Surgió como un velocista, pero siguió los pasos de otros como Johan Museeuw para completar su catálogo de habilidades hacia las clásicas.
Fabian Cancellara amasó mucho sobre adoquines, asimilaba mejor los esfuerzos en solitario -era un croner brutal- y emprendía cada carrera como un todo o nada.
Celebro contra fuerza bruta, o el bruto si me lo permiten, en definitiva, si bien Fabian en sus años finales corrió echando mano de la pizarra pues ya no le daba para chafar rivales.
La pena que nos queda de sus años es que no coincidieron tantas veces como su reinado se extendió.
En sus duelos queda por encima de todos aquel de Flandes 2010, con Fabian y la cruz suiza en el pecho y Tom enfundado la tricolor belga -qué maillot más bonit-.
El helvético inmortalizó aquel día el ataque sentado en el Kapelmuur.. lo demás ya lo sabéis, aquel día Boonen no quedó muy bien parado.
Coincidieron otras veces, si era al sprint Tom no perdonaba, pero no creáis que fueron tantos sus duelos, cuando no era uno, era el otro que quedaba fuera de concurso, bien por lesión o enfermedad.
Con todo Boonen demostró que era posible ganar de todas las maneras.
Su perfil veloz añadido a un físico que pocos pueden sondear le permitieron tal abanico.
Fabian necesitaba liarla de lejos y olvidarse de una técnica en la que resultaba nulo: el sprint.
Con todo se les extraña, eran luz en la primavera, dos tipos capaces de hacernos soñar, que además supieron romper registros y amasar un palmarés para toda la historia, cosa que algunos que vinieron luego con muchos brios, dígase Sagan o los citados Van der Poel y Van Aert, aún no tienen.
No fue tan sencillo como pareció…
Imagen: Flickr
Ciclismo antiguo
Eddy Merckx en el Giro: cinco triunfos y enormes polémicas
La corona de Merckx en el Giro tiene cinco joyas
Eddy Merckx, para muchos el mejor ciclista de la historia y del Giro, por ende, nació en 1945 en Meensel-Kiezegem, Bélgica.
Dicen que desde los ocho años ya andaba en bici y tenía como ídolo a Stan Ockers, una figura del Tour de Francia.
“El Tour lo era todo para mí”, diría años después.
Su verdadero nombre es Edouard Louis Joseph Merckx y fue ciclista profesional entre 1961 y 1978.
Durante esos años se ganó el apodo de “El Caníbal” porque quería ganarlo todo, y casi lo logró: 525 victorias en su carrera, incluyendo cinco Tours de Francia, cinco Giros de Italia y una Vuelta a España.
También ganó tres mundiales, casi todas las clásicas (menos la París-Tours) y batió el récord de la hora.
Un monstruo en vida.
Merckx y e Giro, binomio lleno de aristas
Su relación con el Giro fue especial: lo ganó cinco veces y dejó huella en cada participación.
En Italia lo adoran casi tanto como en Bélgica.
Eso sí, su carrera no estuvo libre de polémicas.
En tres ocasiones dio positivo en controles antidopaje (fencamfamina, norefedrina y pemolina), aunque él siempre defendió su inocencia.
A pesar de eso, su legado sigue siendo enorme.
Se retiró en 1978 y desde entonces ha recibido todos los honores:
Barón en Bélgica, Comandante de la Legión de Honor en Francia, y el trofeo UCI al mejor ciclista del siglo XX.
Hay velódromos, calles, estatuas, libros, cómics y hasta una marca de bicicletas con su nombre.
De vez en cuando, aún aparece como comentarista en carreras o sólo se deja ver para revuelo del personal.
“El Ogro de Tervueren” no solo está en lo más alto de la lista de los mejores ciclistas de todos los tiempos: es una leyenda viva.
Galego mindoniense
11 de noviembre, 2023 En 18:32
Yo prefiero a Fabián Cancellara.
Galego mindoniense
11 de noviembre, 2023 En 18:35
Imposible olvidar aquella mítica bicicleta que andaba sola que usó Fabián Cancellara en algunas clásicas de 2010. Dejó atrás a Tom Boonen con una facilidad pasmosa gracias a ese artilugio.