Ciclismo antiguo
El asalto colombiano empezó por el Dauphiné
En 1984 el universo ciclista mira al “Dios Sol”, Bernard Hinault, quien había pasado en blanco una buena parte de la temporada pasada, por forzar la rodilla en la Vuelta, y culminado su divorcio con Cyrile Guimard para irse a la manos del multimillonario Tapie, a los mandos del controvertido proyecto de La Vie Claire.
Hinault se tomó la entonces llamada Dauphiné-Libéré, cuando estaba en manos del diario de la zona, como una cuestión de fe para creer que en el Tour podría hacer algo frente a su insolente excompañero, ahora rival en el Renault, Laurent Fignon, un ciclista dotado de un talento mágico pero que debía demostrar que su victoria en la mejor carrera no había sido un cruce con la fortuna.
#DiaD 4 de junio de 1984
Hinault quiere hacer suyo el Dauphiné, la carrera que figuraba cuatro veces en su abultado historial. Para ello el francés pone toda la carne en el asador, primero con sus compañeros, en una agotadora jornada de casi 180 kilómetros remojada por la lluvia. El líder Francisco Rodríguez, que caminaba maltrecho e infiltrado por una caída, no tardó en ceder, mientras el australiano Phil Anderon se iba hacia delante a por la etapa.
Cuando parecía que Hinault domaría el grupo surgió un segundo colombiano, Martín Ramírez, que no contento con aguantar hasta los cuatro ataques del tejón, se fue hacia delante para que el hueco de su compatriota Rodríguez no quedara en manos de Hinault, quien se quedó tieso de tanto ataque en medio de la subida final al Col du Rousset.
Martín Ramírez sentenciaría al día siguiente el Dauphiné a su favor, en un triunfo que muchos consideran clave en el desembarco de eso que ahora vemos tan habitual, un colombiano ganando en Europa. Ramírez tenía como compañeros de podio a Hinault y Lemond, nada menos, y daba continuidad al éxito de Lucho Herrera, el más brillante de toda la generación de escarabajos, en el Clásico RCN frente a los mentados Lemond y Fignon.
Colombia ya había puesto una cabeza de puente en las playas europeas. La euforia creció exponencialmente, pero el maestro Urrego recordaba que “esto no es el Tour”. El mítico periodista venido de ultramar elogiaba la gesta de Ramírez, pero no ocultaba su debilidad, Herrera, el jardinerito moreno, muy moreno, de cara afilada y mirada ambiciosa que a las pocas semanas habría de reinar en el Alpe d´ Huez.
Imagen tomada de foro.larutadelescarabajo.com
INFO
Suunto Spartan, nace la nueva generación de relojes GPS
La tan esperada nueva generación de relojes multideportivos Suunto estará disponible muy pronto. Suunto presenta hoy Suunto Spartan Ultra, un reloj GPS multideporte de alta gama para deportistas y aventureros. Además, Suunto está renovando Movescount, su servicio deportivo online, con nuevas funciones y mejoras.
“Hace tiempo que nos preguntaban qué vendría después del Ambit3 -explica Sami Arhomaa, director de la unidad Performance de Suunto-. Así que es un gran placer poder presentar la nueva generación de soluciones de aventuras y multideporte Suunto Spartan”. La solución incluye los relojes Suunto Spartan Ultra, un servicio renovado de Suunto Movescount y aplicaciones móviles para iPhone y Android. “En un mundo donde todo va muy rápido y existe una cantidad de información abrumadora, los deportistas necesitan mejores herramientas para evaluar su eficiencia y cumplir sus objetivos. Todas las personas que desean mejorar desean estar al tanto de sus progresos. Cada vez hay más personas que buscan guía e inspiración en comunidades de gente que comparten su misma visión. La solución Spartan se basa en las opiniones obtenidas del diálogo constante con deportistas y entrenadores de todo el mundo. La nueva solución multideporte Suunto Spartan ofrece nuevas herramientas para progresar basadas en el concepto de comunidad. Estamos convencidos de que estas herramientas les ayudarán a cumplir y superar sus objetivos y expectativas”.
Suunto Spartan Ultra – el reloj GPS para aventuras multideportivas
A prueba de aventuras
Los relojes Suunto Spartan Ultra se fabrican a mano en Finlandia y han sido diseñados para durar en cualquier situación. Resistentes al agua hasta 100 m, presentan una pantalla táctil a color muy duradera con un amplio ángulo de visión y una gran visibilidad bajo la luz solar. La carcasa es de poliamida reforzada con fibra de vidrio, la esfera de cristal de zafiro y el bisel de titanio grado 5 (grado aeroespacial) o acero inoxidable. Para todo tipo de aventuras deportivas, Suunto Spartan Ultra ofrece navegación guiada en ruta, altitud barométrica con FusedAlti™, una brújula digital y una batería duradera.
Experiencia deportiva
El Suunto Spartan Ultra es un verdadero reloj multideporte. Con GPS, FusedSpeedTM, pulsómetro y un acelerómetro integrado, monitoriza los entrenamientos con precisión y ofrece información versátil sobre los progresos realizados en multitud de deportes. Incluye numerosos programas deportivos preconfigurados (p. ej. para triatlón, natación, ciclismo, carreras de aventuras o deportes de nieve), así como para actividades y entrenamientos específicos. Por ejemplo, en running puede elegirse el programa básico con la información imprescindible para correr, un programa de trail running, etc. Además, el Suunto Spartan Ultra proporciona un resumen visual de la actividad realizada, el estado de recuperación y el progreso conseguido para planificar mejor los entrenamientos. El reloj también permite registrar lo que siente al usuario después de cada entrenamiento.
Asimismo, el Suunto Spartan Ultra monitoriza la actividad general durante todo el día, cada día, con etapas diarias y semanales, calorías, y tiempo en activo. En combinación con la App Suunto Movescount, permite obtener notificaciones en el móvil. Finalmente, el reloj ofrece información actualizada sobre los mejores tiempos conseguidos en cada deporte.
Ciclismo antiguo
París-Niza 1989, el primer gran Indurain
Con esa victoria en la París-Niza, Miguel Indurain se postulaba en los escenarios grandes
En el baúl del recuerdo, mirándolo ahora, y gracias a la invitación de los amigos de Pedal Vintage, uno se percata del valor que tuvo aquella París-Niza de 1989 para Miguel Indurain.
El mocetón ya había dado algunas claves de su clase, un crecimiento contenido bajo las recomendaciones de reputados médicos que hablaban del portento que estaban cultivando en el inolvidable Reynolds.
El año anterior, 1988, había formado parte del equipo que acompañó a Perico en su Tour, con ese famoso capítulo del Peyresourde en el que empezó a descolgar a gente y casi se quedó solo.
A las pocas semanas ganaría la primera de sus tres Voltas.
Pero el año 1989 fue otra cosa, fue pisar suelo francés y seguir su idilio con el país vecino, donde ya había triunfado en un Tour de la CEE, lo que hoy sería el Avenir.
En esa París-Niza, Miguel Indurain anticiparía cosas que habrían de pasar durante los años venideros.
El inicio en París, lo ganó el prologuista por excelencia, Thierry Marie, pero con Indurain ceca, a cinco décimas de segundo, y por delante de los dos grandes favoritos, Laurent Fignon y Stephen Roche.
El navarro ya había puesto el pie en la carrera y de ahí nadie le apartaría, ni siquiera una mala crono por equipos de 58 kilómetros en medio de una carrera de una semana de duración.
Aquel era otro ciclismo.
Pese a la mala crono por equipos, y eso que Reynolds iba con Gorospe y Mauri, entre otros, Indurain utilizó un par de jornadas consecutivas para de remontarle el minuto veinte que el joven Laurent Bezault, el «nuevo Jeff Bernard» le llamaron, le había tomado al final de aquel test colectivo.
Fueron dos movimientos tan significativos como premonitorios.
En el Mont Faron, Indurain se pone en cabeza del grupo de los grandes desde el inicio, y hace de la preciosa subida a orillas del Mediterráneo el primer gran filtro de la carrera.
Uno a uno, un goteo sin fin tras la estela del ciclista del Reynolds que le sacó los colores hasta el mismo Stephen Roche, el gran favorito, toda vez que Laurent Fignon se había retirado (ganaría en San Remo a los pocos días.
Café para muy cafeteros pic.twitter.com/mDT1mUvCnf
— JoanSeguidor (@JoanSeguidor) April 23, 2024
Al día siguiente, una jornada de media montaña hace el resto. a poco de coronar el Col de Vignon, el vigente ganador del Tour, Pedro Delgado hace destrozo en el pelotón y lanza a su compañero cuesta abajo.
Miguel Indurain cogería al fugado, su futuro compañero en Banesto, Gerard Rué, y entre ambos disparan la diferencia hasta más allá del minuto.
Con el navarro de líder, sólo quedaba defender la renta en el Col d´Eze ante el «hiperespecialista» Stephen Roche quien se queda a 13 segundos de la gesta.
Sin saberlo, había perdido el irlandés ante el inminente monstruo del ciclismo, un poderío latente que en ese 1989 despertó del todo, incluso en el Tour, en un lugar llamado Cauterets.
Imagen: @crstobalcabezas
Ciclismo antiguo
Briançon, Lieja & Valkenburg, las 3 esquinas del ciclismo
Grandes vueltas, monumentos, ciclocross… esto ocurre en Lieja, Briançon y Valkenburg
Hay lugares en el bello globo bendecidos por la naturaleza, la belleza o el azar. En ciclismo hay tres en concreto que beben de su ubicación y extraordinaria tradición. Supongo que podréis añadir alguno más, pero a mi se me ocurren estos tres: Lieja, Briançon y Valkenburg.
La primera la conocéis de sobra, es noticia una vez al año, fijo, cuando no más.
Es la cuna de la decana, la Lieja-Bastogne-Lieja porque era el trayecto que encajaba para que los periodistas fueran y vinieran en tren el día de carrera, siguiendo al pelotón.
Por Lieja además pasa el Tour de forma recurrente, si no es directamente, en tránsito
Por Lieja discurrió incluso una edición de la Vuelta a España y en Lieja se han jugado varios campeonatos del mundo.
Incluso Lieja ha albergado el mundial, recuerdo uno en tiempos de Mariano Cañardo cuando los italianos monopolizaban la contienda.
Luego está Briançon, ahí en el valle, encajada entre Izoard y Galibier, en medio de un océano de cimas con nieves perpetuas, en una encrucijada, cerca de Italia, de Sestriere, la puerta al valle de Aosta.
Briançon y su ciudadela han visto el mismo año el Giro y a las pocas semanas el Tour de Francia
Si no es final de etapa, es ciudad de paso. En el olimpo de los lugares ciclistas, está tocada.
Ciudades bendecidas por el ciclismo: Lieja, Briançon y… Valkenburg.
Aunque si queréis que os seamos sinceros, lo de Valkenburg es rizar el rizo.
Encajada en el Limburgo, la ceja de las Árdenas donde los Países Bajos dejan de ser bajos.
En el corazón de la vieja europa la ciudad neerlandesa es al ciclismo lo que Old Trafford al fútbol, la catedral del circo de las dos ruedas, un idilio del lugar, de la gente y el paisaje con la bicicleta.
Valkenburg tiene por descontado el ciclismo anualmente siendo ciudad de paso, mil veces, y meta de la Amstel Gold Race, la fiesta nacional neerlandesa de la bicicleta y el ciclismo.
Valkenburg ha puesto en el mapa un enclave como el Cauberg, la violenta subida en la que Philippe Gilbert hace estragos, habiendo ganando varias veces la Amstel Gold Race y siendo, incluso, campeón del mundo.
La ciudad del Valkenburg, modesta en dimensiones y población ha sido sede de los Campeonatos del Mundo de ciclismo en carretera cinco veces. Nada más y nada menos.
Cinco mundiales de ciclismo han acontecido en Valkenburg
Viajamos a 1938 y conocemos a marcel Kint, alemán, que se convierte en campeón mundial.
Diez años después, y tres ediciones más allá, por el paréntesis de la Segunda Guerra Mundial, Valkenburg corona a Alberico Schotte, el belga que sacó petróleo de la increíble rivalidad de Bartali y Coppi, anulados en un marcaje imposible.
Año 1979. Jan Raas, el especialista en la Amstel, saca oro de Valnkenburg que bate al sprint a Thurau y Bernaudeau.
Ya en el 98, Oskar Camenzind, suizo de Mapei, se corona campeón el día que todos miraban a Michele Bartoli bajo el diluvio de septiembre limbugués.
El Tour tambièn ha aterrizado por Valkenburg, dos veces además. Ganaron Giles Delion, prometedor francés, en 1992, y Matthias Kessler, alemán de final infeliz, en 2006.
Pues bien, con este bagaje, con una infinidad de carreras, pruebas y eventos relacionados con las dos ruedas, el Campeonato del Mundo de ciclocross aterrizó hace cinco años en Valkenburg.
Imagen: G.Demouveaux
Ciclismo antiguo
1994: La Flecha Valona que cambió el ciclismo
Nada fue igual tras la Flecha Valona de 1994 y los azules haciendo pleno
La primera parte de los noventa se tiene como la época más oscura de la historia del ciclismo y muchos toman la Flecha Valona de 1994 como el cénit.
No son pocos los testimonios que hablan de un ciclismo psicodélico, de corredores que no corrían, volaban, de cosas raras, de podencos hechos caballos de carreras,…
Testimonios no faltan.
Dos son elocuentes. Greg Lemond justifica parte de su declive por las dos velocidades de aquel ciclismo, un salto de rendimiento que apuntaba una sustancia cuyas siglas eran EPO. David Millar habla en su libro de sus primeras carreras como algo inalcanzable, no había ni roto a sudar que el pelotón ya les había dejado de rueda.
#DiaD 20 de abril de 1994
En el año 94, la Vuelta a España seguía disputándose en abril.
En la antesala de la misma estaba el tríptico de las Ardenas, pero en orden diferente al actual. Una semana después de Roubaix, se corría la Lieja, luego la Flecha Valona y finalmente la Amstel, posteriormente vendría la Vuelta que en esa ocasión dominaría a placer Tony Rominger.
La Flecha Valona se presentaba como la reválida para Eugeny Berzin. El ruso de rubia cabellera había ganado en Lieja días antes y era la punta de lanza del potente Gewiss. Por nombres el equipo celeste copaba las apuestas, sin embargo, los italianos no querían ganar, querían sencillamente coparlo todo.
En el llano que precedía el muro de Huy, Berzin, que iba insultantemente fácil, tomaba unos metros sin que nadie osara seguirle, salvo sus dos compañeros Moreno Argentin y Giorgio Furlan. En la cima de Huy Argentin culminaba la masacre, siendo primero por delante de sus dos colegas.
“Ellos ruedan y nosotros nos quedamos. Hacen que ir en bici parezca sencillo, no necesitan ni preparar estrategia alguna” dijo Gérard Rué, el gregario de Miguel Indurain, preso de la incredulidad.
Los peores temores que circulaban por el pelotón se hacían realidad y las sospechas no tardaron en plasmarse cuando al día siguiente en una conversación entre Michele Ferrari y varios periodistas, en una pedanía de Lieja, el galeno afirmaba sin pudor:
“Si yo soy ciclista y sé que hay una sustancia que mejora el rendimiento y otros la usan, yo también la utilizaría. La EPO no es mala, sólo lo es si abusas de ella, como si te atiborras de zumo de naranja”.
En efecto, el ciclismo de dos velocidades ya era un secreto publicado y público, la caja de pandora se había abierto, estallaría en pocos años…
Imagen: Cronoescalada
Ciclismo antiguo
Amstel Gold Race by Jan Raas
Nadie dominó la Amstel Gold Race como Jan Raas
Jan Raas fue una de las esas buenas figuras que tuvo el ciclismo a finales de los setenta y principios de la siguiente, que hizo de la Amstel Gold Race su feudo, se la llamó «Amstel Gold Raas».
Nacido en 1952, fue posiblemente el primer ciclista con pinta de intelectual.
Todo un espejo donde se miró el maître Fignon.
Fue posiblemente el gran valedor de esa megaestructura neerlandesa llamada Ti Raleigh comandada por Peter Post.A Raas la victoria le gustaba más que a un tonto un lápiz
Era perrete, parecía italiano más que ciudadano del respetable reino neerlandés.
Gustaba, además, de tomar el pelo a los rivales.
Su último gran triunfo fue en el Tour de 1984, una etapa donde puteó con tino al visceral Marc Madiot, hasta que le rebañó la victoria toda vez que le había asegurado que no estaba para dar relevos.
Sin embargo tuvo gestos encomiables, como cuando renunció al amarillo en un prólogo muy condicionado por la furiosa lluvia.
Eso sí, al día siguiente se empleó a fondo para vestirlo en buena lid.
Éste era Jan Raas
En 1977 Jan Raas ganó su primera Amstel, poco después de hacerlo en San Remo
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