Mathieu Van der Poel
En el ciclismo de Van der Poel, el Tour cuenta, pero no tanto…
El calendario de Van der Poel demuestra que el Tour importa, pero otras cosas también
Cuando Mathieu Van der Poel cruzó la meta de Oudenaarde, segundo y apesadumbrado por la victoria de Asgreen en el Tour de Flandes, puso fin al mismo tiempo a su primer ciclo de carreras de carretera de la campaña.
Las ruedas gordas y la posibilidad de ser campeón olímpico en la carrera de BTT de Tokio llamaban a su puerta y para afinar de cara a cita nipona con el calendario marcando el regreso a la ruta en Suiza y un esperando debut en el Tour de Francia, allí donde su abuelo escribió la historia eterna.
Sobre las opciones de Van der Poel, hay opiniones para todos los gustos.
Esta semana tuvimos ocasión de participar en una tertulia en Radio Marca en la que el periodista de El Periódico, Sergi López-Egea, hacía las cuentas por Van der Poel, aduciendo que posiblemente se equivoque yendo a Tokio y sacrifique sus opciones de brillar en el Tour, por que, como vino a decir «en ciclismo, está el Tour y luego, todo lo demás».
????Nuevo episodio del podcast de los amigos de @BiciEscapa
????️Presenta @JoanPrats360
????️Entrevista a @PuritoRodriguez Yo con la generación actual de ciclistas no ganaría nada
????♂️Análisis del Tour de Flandes y la Vuelta al País Vasco con Sergio Luque, @JoanSeguidor y @sergi_lopezegea pic.twitter.com/5KSCpY6A7V— Radio Marca Barcelona ???? ???? #ElDeporteQueSeVive ⚽ (@radiomarcabcn) April 6, 2021
Si bien es cierto que el Tour es la madre del cordero, no lo es menos que las tornas van cambiando y Van der Poel lo evidencia.
Está claro que todo presupuesto se justifica en el Tour, pero también que emerge otro tipo de ciclismo, el de doce meses al año, combinando disciplinas, que engancha a un público muy diferente al de hace treinta años.
Ahora muchos aficionados al ciclismo tienen varias bicicletas, salen en bici muchos días, pasan por donde sus ídolos han dejado huella y se identifican con aquellos que le dedican su vida al ciclismo, como hacen sin ir más lejos Van Aert y Van der Poel.
En este contexto, las marcas de bicicletas deciden sobre la suerte de los contratos e influyen en los equipos, marcando a uno u otro según su conveniencia.
Y no sólo eso, mirad las audiencias en un mercado como Flandes, un mercando apetecible para los patrocinadores de Van der Poel por motivos obvios…
The top 30 of best-watched #cycling races in #flanders now counts:
* 17 races with a +1 million audience
* 13 #rvv editions
* 11 #parisroubaix editions
* 3 #gentwevelgem editions
* 1 WC, LBL and KBK editionThe first #TDF stage is on 31, with almost 900K viewers. pic.twitter.com/tC3cQmVaPa
— Daam Van Reeth (@vrdaam) April 6, 2021
Faltaría en ese cuadro la edición de 2021 que superó los 1,2 millones de espectadores
Es brutal la fuerza que tienen estas carreras, ese ciclismo que en España vemos lejano, pero que por esos lares lo ven pasar por la puerta de casa, coincidiendo en la ruta con Museeuw, Van Petegem o Boonen, cuando no ciclistas en activo.
Esa realidad pone, la primera emisión del Tour lejos del top de emisiones.
Seguro que en España las cosas no son así, que las grandes vueltas toman el mando, también por que las clásicas se dan a duras penas en la pública, pero ello no significa que lo que pase en Flandes no pueda acabar llegando aquí en un tiempo, Van der Poel marca ese camino, y ese peso que le atribuimos al Tour se diluya en parte, pues si una cosa tenemos clara es que «le Tour c´ est le Tour» y seguirá siéndolo.
Mathieu Van der Poel
Moments23 Una Roubaix a medida de Van der Poel
El manejo de Van der Poel de la Roubaix fue excepcional
Ganar en Roubaix son palabras mayores, muchos grandes no lo han logrado, muchas estrellas con espacio para el pedrusco en su estantería, y éste que nunca llegó, por eso que Mathieu Van der Poel lo tenga ya es un motivo para celebrar.
Entre los grandes instantes del año está la alineación de los astros por parte del neerlandés camino del infierno.
Una carrera en varios actos en los que se jugó el éxito en el monumento más deseado y en todos Van del Poel manejó a su conveniencia con la imagen en lo más alto del podio de Roubaix.
Siempre estuvo ahí, primero en minoría, tras Arenberg frente a los Jumbo, y luego sacando partido de un compañero que fue oro.
El momento fue, por eso, más adelante, en el Carrefour de l´Arbre, en ese mal paso entre él, Philipsen y el desgraciado Degenkolb, por los suelos en la que quizá estaba siendo su última opción de repetir en el infierno.
Y llegó Carrefour de l´Arbre…
La salvada monumental de Van der Poel entre Degenkolb y Philipsen ya era una señal, la otra vino con la remontada a Van Aert, al ataque, y descolgarlo a la salida del tramo porque el belga, que para mí iba fundido, se quedó atrás con la bici rota.
Ganó el mejor, el de los cuatro monumentos, primero, segundo y primero en los celebrados este año, amasando la leyenda y alimentando un futuro que no tiene techo.
Así lo contamos ese día, con la calentura post carrera por la mente.
Esquivado Degenkolb, descolgado Van Aert… más todo lo de antes, es complicado encontrar una carrera tan a favor de obra como esta Roubaix para Van der Poel.
Mathieu Van der Poel
Top23 Van der Poel, una temporada de francotirador
Los éxitos de Van der Poel en 2023 parecían descontados por adelantado
Ahí está Mathieu Van der Poel, en el suelo, buscando aire tras el monumental esfuerzo entre París y Roubaix, en el césped del velódromo, en un instante tangible, entre el dolor y la felicidad absoluta.
Qué año de Mathieu, innegablemente top 2 o top 3, en rivalidad absoluta con Pogacar y Vingegaard.
Año de francotirador, cirujano del palmarés, manos pequeñas, piernas poderosas.
El 2023 que se cierra le ha dado a Mathieu Van der Poel un tridente de éxitos que quien más quien menos imaginaba para neerlandés.
Sin embargo no es sólo la estadística, no sólo el asiento contable, es la forma de hacerlo, de perdurar en los libros y las crónicas de hacerlo a su manera.
En San Remo, Van der Poel le dejó el sello a Pogacar y cía, en el mismo Poggio, en plena faena destructiva del esloveno.
Su ataque, en el momento clave, en el umbral de los 300 kilómetros, nos presenta un ciclista evolucionado y mejorado para ser lo que es.
Luego estuvo Roubaix, en un juego estratégico perfecto del su equipo, formando tándem efectivo con Philipsen, escondido y comedido gran parte de la carrera y emergiendo cuando se le requería, en especial en el Carrefour de l´Arbre, dando cuenta del Van Aert.
Finalmente el Mundial, sellado en otro ataque demoledor, en el momento de caza a Bettiol y salvando esa caída en la que el mundo se paró.
Son tres triunfos, no hay muchos más, pero qué éxitos, de época y diferenciales, que por mucho que sean cantados para su palmarés, tienen un mérito indiscutible.
Porque Mathieu Van der Poel puedes imaginar cómo lo va a hacer, y casi siempre te lo hace, a su manera y conveniencia.
Ahora que le vemos darle brillo al arcoíris de ciclocross, esperamos que haga lo propio con el de carretera en la primavera, incluido en Flandes, donde tiene una revancha con Pogacar.
Incluso cayendo, el neerlandés es enorme, como aquel día en Flandes.
Imagen: A.S.O./Pauline Ballet
Mathieu Van der Poel
Van der Poel también tiene y pone límites
El calendario de Van der Poel cada año es más pequeño y centrado
Hubo unos meses, no sé si por la salida de la pandemia, o por las ganas de estos chavales, que el ciclismo entró en un stress competitivo que nos hizo preguntarnos por la longevidad de estos corredores en el tiempo y espacio, corredores como Remco, como Van Aert, con Pogacar o el mismo Van der Poel.
Ciclistas que le metieron una velocidad más a este deporte, descolocando a otros que venían de liderar el ciclismo antes de la pandemia.
Una cambio de ritmo en el que Mathieu Van der Poel ha tenido mucho que ver.
Aquella famosa Strade Bianche de 2021 es un icono de esta nueva realidad, un ciclismo asilvestrado, corrido a pura fuerza, sin reserva ni rodeo, con siete grandes nombres metidos en la escapada y todos tirando como si no hubiera un mañana.
Van der Poel salió victorioso de aquella jornada en la que el propio Alaphilippe probó uno de los ataques más brutales que recordamos en mucho tiempo.
Ese Mathieu era campeón del mundo de ciclocross, brillaba en carretera y tenía billete para la carrera olímpica de MTB
Lo corría todo, doce meses al año non stop, incluso clásicas más pequeñas, en las que su sola presencia era invitación a ponerte la tele y disfrutar del espectáculo.
Estos tiempos tocan a su fin.
Mathieu Van der Poel hará el año que viene 29 años y admite que «un invierno sin ciclocross también estaría bien«.
Es decir que lo que le vamos a ver competir este invierno, ojo que si no está Van Aert, se queda sin interlocutor, habrá que disfrutarlo mucho y bien porque en el futuro nada está claro.
Y lo mismo sucede con MTB, pues Van der Poel en persona ha admitido que mejor centrarse en algo, y ese algo creo que va a ser carretera.
El Van der Poel que hemos visto este año ya anticipaba estos movimientos, pero creo que vamos a una selección más fina de objetivos y carreras para el neerlandés, carreras que si todo va a bien se va a hinchar a ganar varias veces, com Roubaix o Flandes, donde no se baja de la segunda plaza del podio desde hace cuatro ediciones.
Luego estarán los objetivos ajenos, que no aleatorios, Mathieu Van der Poel querrá etapas en las tres grandes, haber sido líder en todas ellas y firmar éxitos en los pocos sitios que le quedan por situar en su palmarés.
Nada que ver con ese ciclista de 2019, 2020 y 2021 que todo lo competía y casi todo para ganar.
Al final todos, también él, tenemos límites.
Mathieu Van der Poel
Moments23: Con Van der Poel emergió el arcoíris en Glasgow
La proeza irisada de Van der Poel en Glasgow nos dejó sin respiración
Me hablaba hace poco Flecha sobre su experiencia en la versión escocesa de Further de las sorpresas que guardaba Escocia para el ciclista, que en medio del temporal, el cielo podía dejar de descargar de golpe y regalarte un arcoíris memorable.
Un tiempo tan azaroso como cambiante, incluso en verano, incluso una tarde cualquiera de domingo de agosto cuando los mejores del mundo, con Mathieu Van der Poel al frente, se juegan el arcoíris entre Edimburgo y Glasgow.
El mundial, el supermundial de ciclismo, el que puso a Glasgow en el centro del universo de todos los ciclismos, disfrutó en exclusiva de la mejor versión de siempre de un Mathieu Van der Poel que mereció más que nadie el premio que se llevó a casa, el maillot más bonito de nuestro deporte.
La tarde la recordáis bien, mientras todos moríamos de calor en medio continente, Escocia recibía el pelotón con esa calidez gris, espesa y húmeda que le caracteriza.
El circuito ratonero y estresante hizo el resto, una carrera memorable que pasó a los anales mal que les pese a muchos que esperan recorridos en el desnivel por el desnivel sea el protagonista casi único.
Por suerte, en el ciclismo que se impone se premian virtudes como las de Mathieu Van der Poel, a priori encantado con el recorrido de Glasgow, aunque había que competir, mucho y bien.
Y lo hizo, vaya si lo hizo, en medio de un grupo de estrellas, reducido y selecto, sacando la cabeza en medio de tanto coco.
Atento siempre, dio el golpe final, uno y definitivo, en una penúltima vuelta que tuvo el susto de la curva y la caída para ponerle la zozobra que el supremo estado de forma del neerlandés no iba a conceder.
Incluso con la caída, con la maneta medio rota, las zapatillas con las boas colgando, incluso con todo eso, Van der Poel voló en una travesía suprema hacia uno de los oros más deseados del ciclismo actual.
Su triunfo fue la guinda a su temporada de francotirador y una muesca más en su cuenta privada con Van Aert.
Mirad los anales, porque yo de memoria no recuerdo un año con el mismo campeón mundial de ruta y ciclocross.
Si uno tenía que abrir ese capítulo, tenía que ser él.
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