Mathieu Van der Poel
Tour 2022: A Van Aert le falta el mellizo Van der Poel
Imaginaros la 1ª semana del Tour si a Van Aert el añadimos Van der Poel
Ya sabéis que aquí somos muy de mirar para atrás y recordar cómo estábamos hace un año: entonces la imagen era la de un Mathieu Van der Poel que había abandonado el Tour, tras una primera semana excepcional, pues quería competir por el oro olímpico en la carrera de BTT, mientras Wout Van Aert ya había ganado en Ventoux y estaba en capilla de sus dos triunfos finales.
Una postal aquella muy diferente a la actual.
La risa va por barrios y mientras Wout Van Aert le saca todo el jugo al Tour, metiéndose en los debates al lado del mismísimo Tadej Pogacar, Mathieu Van der Poel está desaparecido.
La sensación de todo esto es que el neerlandés, salvo fogonazos puntuales, sigue a contrapié desde aquella caída en la carrera olímpica.
No ha pasado un año, pero si recapitulamos, recogemos varios episodios que hablan de un corredor que va a trompicones.
Van der Poel ser perdió casi toda la campaña de ciclocross y entró en la primavera en el momento de la campana, con la Milán-San Remo.
Antes había tomado parte en la épica Roubaix de otoño, que le gana Colbrelli.
Luego de San Remo, dio todo lo que tuvo para conseguir Flandes (lleva dos triunfos y una segunda plaza en tres años) ante Pogacar y ahí se acabó su primavera en cuanto a resultados, pues en Amstel y Roubaix, nunca pareció en la terna de aspirantes.
Lo que ahora mismo está pasando, y forma parte de este serial de «quiero y no puedo», es que el Giro que compitió escapado en su amplia mayoría parece haber sido demasiado.
Van der Poel no podía ir al Giro a debutar y ganar una etapa, con el premio del rosa, él tenía que ser protagonista casi todas las etapas, corriendo como si no hubiera un mañana, condicionando fugas,…
Es una manera de correr adorable, le puso muy arriba en popularidad, incluso más que el propio Van Aert en el Tour: Si el belga compite en titulares con gran favorito a la carrera, en Italia, Van der Poel fue mucho más protagonista que el podio entero.
Pero eso tiene costes.
El corredor se presentó en Copenhague con una primera semana que era anillo al dedo para sus posibilidades.
No se le ha visto más allá de las tomas desde «Arrière du peloton».
Él mismo lo admite, lo dijo antes del pavés, «no contéis conmigo», y se sumergió en la panza del pelotón.
¿Recordáis cuando nos preguntábamos si era posible competir como esta gente durante tantos años?
No siempre se puede estar perfecto, ni siquiera estos fenómenos, pero a VDP se le impone un reset, un descanso, un no sé qué que devuelva su mejor versión y que dijo que iba a correr más frío, aunque las intenciones le duraran dos días.
Imagen: A.S.O./Charly Lopez
Mathieu Van der Poel
Van der Poel hijo en 5 esenciales
Ahora mismo no le veo límites al palmarés de Mathieu Van der Poel
No sé si es que el año le ha resultado muy intenso o que Mathieu Van der Poel ha querido pasar página rápido, pero su maillot irisado ha sido visto y no visto.
Unas cuantas carreras y cierre de Van der Poel en una París-Tours que merece a los mejores
Habrá que esperar a la próxima primavera para disfrutar a tope el buzo más especial del pelotón con más asiduidad en las espaldas de uno de los corredores con más flow del pelotón, un tipo que no deja indiferencia, despierta pasiones y genera afición como pocos.
Desde que diera el salto a la carretera, Mathieu Van der Poel ha demostrado una evolución tan brutal que nos cuesta reconocer en este campeón aquel mozalbete nieto de Poulidor recién venido del ciclocross, aunque con bagaje ya en carretera.
Con esta premisa, queremos dejar cinco básicos para entender y querer a Mathieu Van der Poel.
Una evolución tangible,…
Ver a Van der Poel «campeonar» en Glasgow y ponerlo negro sobre blanco con el que reventó en Yorkshire, cuatro años antes, es como degustar dos ciclistas diferentes.
El de entonces, un auténtico temerario, que se echaba las fugas a la espada y las arrastraba hasta caer destrozado.
El de este verano, un ciclista certero, con un golpe, sólo uno pero demoledor y suficiente para ser campeón del mundo.
Un cambio de ritmo brutal
Ahí reside la gran fuerza del neerlandés.
Cuando acciona el mecanismo de destrucción se acabó el plan para los demás, abre un pequeño hueco rápido y lo van ensanchando de forma paulatina e irremisibe hasta que decanta la carrera.
Lo vimos en San Remo, en Roubaix y en el Mundial, un tridente que habla del salto de calidad que le ha implicado el año que acaba.
Registros muy marcados
Si una cosa tiene el nene es que su programa se va concentrando y se centra en aquello que sabe le va a resultar.
Salió de la zona de confort del ciclocross para crecer en su entorno natural, las clásica, y en ello está.
Tiene claro el objetivo y se centra en él, todo lo demás que venga perfecto, como etapas o el amarillo del Tour, pero él la historia la escribe en sus terrenos.
Sólo se tuerce del renglón con el BTT, que no le sonríe, pero no creo que ceje en el empeño con unos JJOO en el horizonte.
Techo sin adivinar
Una vez abierto el melón de los monumentos, nos queda saber cuántos será capaz de coleccionar.
En clara competencia con Pogacar, que le ha pisado el césped en Flandes, ahora mismo cuelgan cuatro de su palmarés, pero a ritmo que va mira de tú a tú leyendas no tan lejanas como Boonen y Cancellara.
Si sigue con este registro anotador puede acabar entre los mejores de todos los tiempos en la materia.
¿Un día? El mundial mismo
Este Campeonato del Mundo escocés ha sido el culmen, la cuadratura del círculo para Mathieu Van der Poel.
Con presencias más contenidas y bien calibradas, su actuación en Glasgow ha sido sencillamente abrumadora, tanto como el cambio de ritmo que exhibió y la forma con la que se repuso de la caída posterior.
El coco ya viste de arcoíris, ¿qué será lo siguiente?
Por de pronto seguro que nos amenizará algunas sobremesas de Navidad y fechas aledañas.
Mathieu Van der Poel
Mundial: La mejor carrera de Mathieu Van der Poel
Todo fue perfecto en el Mundial de Van der Poel
Haced un ejercicio, nada, en cuatro años de ciclismo, mirad el mundial de Mathieu Van der Poel hacer cuatro años en Yorkshire y ésta de Glasgow.
Ambas se desarrollan en la gran isla, en emplazamientos no muy lejanos, en condiciones algo similares, pero con desarrollo y resultado muy diferentes.
Mathieu Van der Poel se ha convertido en una máquina de matar perfecta, afinada y efectiva que, ahora sí, empieza a engullir un palmarés monstruoso: San Remo, Roubaix y Mundial, el mismo año.
El circuito, ay el circuito de Glasgow era un guante a su mano, pero lo era también al espectáculo y a una carrera abierta, llena de alternativas, cortes y giros de guión.
Todo aconteció justo cuando dieron caza a Alberto Bettiol, a unos veinte largos de meta.
Mathieu Van der Poel, acompañado de Pogacar, Van Aert y Pedersen, le dio la puntilla a sus rivales con un ataque, seco y certero sin necesidad de más.
Pogacar no era el de Flandes, Van Aert perdía metros -en una imagen con la que debe soñar, él quedándose de VDP- y Pedersen ya no tenía más.
La carrera pudo estar sentenciada desde ese mismo momento, ante la desproporción de ritmos si no llega a ser por la caída de Mathieu Van der Poel en una curva de derechas.
¡Caída de 🇳🇱 Mathieu Van der Poel! Ha vuelto como si nada pese a romperse la zapatilla.#GlasgowScotland2023 pic.twitter.com/23btsHOXiq
— Alpe__dHuezPT (@Alpe__dHuezPT) August 6, 2023
Qué costalazo, rasponazos en codo, rodilla y lateral derecho, zapatilla derecha con BOA rota, pero con lo suficiente para seguir con la marcha infernal y devolver la diferencia como si nada hubiera pasado.
El circuito, tan poca cosa para algunos, estaba abriendo unas diferencias brutales entre los ciclistas.
Los cambios de sentido, las cuestecitas, los látigos… la tensión en definitiva había sido demasiado hasta para los rivales directos para Van der Poel.
Antes de todo esto, y volviendo al principio, el nuevo campeón del mundo, medio año después de serlo de ciclocross, había dado una lección de gestión y enfoque en una carrera como ésta.
A diferencia de Yorkshire, el VDP de cuatro años después es un corredor fiable y anotador, un killer en esencia con un punto de locura, que espero nunca pierda, pero lo suficientemente controlado como para saberse el mejor cuando está bien.
El mundial de Glasgow ya figura en su palmarés, la leyenda continúa…
Mathieu Van der Poel
Van der Poel en la Amstel, cuando el ciclismo salió en las noticias
La Amstel de Van der Poel fue una de esas marcianadas eternas
Aquella Amstel Gold Race sigue siendo tema de conversación en muchos hilos de redes sociales y grupetas, la que Mathieu Van der Poel se embolsa in extremis, viniendo de atrás, de la nada, del vacío.
Corrían escapados dos de los mejores ciclistas de aquella primavera.
Ojo que hablamos de hace cuatro años, que con pandemia de por medio, parecen una eternidad, mucho más que un ciclo olímpico, pero cuatro años nada más.
Julian Alaphilippe lo ganaba todo esos días, dominó San Remo y Strade del tirón, con especial mención a la primera, que había ganado de forma soberbia.
Jakob Fuglsang estaba, sin saberlo, en capilla de imponerse en solitario en la Lieja-Bastogne-Lieja, una semana después.
Amstel Gold Race de 2019: una de las mayores marcianadas de Van der Poel.
🎥 https://t.co/2gGam4hFjZ pic.twitter.com/RgAHZUdV16— Iker Gallastegi (antes @ikguallas) (@ikgallas) April 14, 2023
Era el dúo favorito y se destacó rápido, ya veis entonces un ataque a 35 de meta nos parecía la hostia, pero más o menos por ahí atacó Alaphilippe.
Circulaban ambos con una distancia interesante que parecía definitiva.
Más de medio minuto a kilómetro y medio cuando aconteció el desastre para los de cabeza.
El francés, que ya había dado cuenta del danés en la Strade, vio cómo Jakob empezó a racanear sin disimulo en los relevos.
Ambos empezaron a vigilarse, a hacer eses prolongadas a lo largo de la carretera, sin reparar que los de atrás venían conducidos por un furibundo Mathieu Van der Poel, quien tomó el mano a seis de meta y de ahí ya no le quitaron hasta cruzar el arco de esa Amstel.
Lo que a kilómetro y medio parecía increíble, empezó a tomar forma a partir del triángulo rojo y a unos 400 metros ya nadie dudaba que aquello podía saltar por so aires.
Kwiatkowski también andaba por ahí y fue el primero en cazar.
Van der Poel condujo el grupo para susto de Alahilippe que se vio desbordado a tal punto que lanzó el sprint precipitado y sin gas.
El neerlandés los pasaría por encima, Simon Clarcke subió a la segunda plaza y Fuglsang, asómbrense, fue tercero.
Julian cayó fuera del podio mientras que Schachmann, el llorado Lambrecht, De Marchi, Madouas y Bardet, entre otros, no pudieron ni cogerle la aspiración al tío que llevaba un rato dejándose la vida en la persecución.
Ni rebufo, ni mierdas, Van der Poel sacó el ciclismo de la zona de confort y lo puso en los telediarios e informativos de día siguiente, en medio de los titulares del fútbol y esas cosas.
Sacar al ciclismo de su círculo íntimo, eso hizo Mathieu, lo puso alto, muy alto, en una de esas acciones que trascienden el deporte en cuestión.
Cuando hablamos de estos cocos, podemos decir que hubo una primera vez para su asalto, y si hemos de situarlo en algún punto, lo pondría en aquel domingo de abril de 2019.
Mathieu Van der Poel
París-Roubaix: Van der Poel se alinea los astros
Esta París-Roubaix pone a Van der Poel en el estadio de los muy elegidos
Alinear los astros no debería estar en la mano de nadie, pero hay gente que yo creo es capaz de cogerlos, domarlos y disponerlos a su favor, Mathieu Van der Poel lo ha demostrado en la París-Roubaix 2023.
Una victoria redonda, que lo tuvo todo a su favor, lo que le compete y le rodea, en una de esas carreras que seguro pasarán mil veces por su cabeza, pues todo resultó perfecto.
Y no fue sencillo, no lo podía ser, es la jodida París-Roubaix, pero este Mathieu Van der Poel lo es todo en carrera, es capo, es listo, tiene mentalidad, físico, una técnica que quita el sentido y la pizca de suerte que todo campeón necesita.
Cuando los Jumbo armaron el pifostio a más de 1o0 de meta, pocos podíamos imaginar como un tipo solo, vestido de azul con las bocamangas neerlandesas iba torcer las cosas a su favor de esa manera.
Laporte y Van Aert dieron primero, mucho antes de Arenberg.
Jumbo proponía como se le demandaba, a Van Aert le daba el aire.
Pero Roubaix es la carrera de supervivencia y los momentos clave y para Jumbo quedaron en la historia sendos instantes, dos averías clave, la de Laporte a la salida de Arenberg y la de Van Aert en el final de Carrefour de l´Arbre.
En ambos sitios se sentenció la carrera para los amarillos y el pedrusco empezó su camino hacia la estantería de Mathieu.
Tras el meneo de Arenberg, Van Aert se vio solo ante tres Alpecin, Mathieu más Jasper Philipsen y Giani Vermeersch.
La superioridad que todos imaginábamos para Jumbo, que además perdió a Van Baarle en el bosque, pasó al Alpecin.
VDP no quiso que eso parara y mando darle cera a la cabeza, más cuando los amarillos apretaban por detrás con Van Hooydonck y Laporte.
Van Aert tuvo excusa para no darlo todo y dedicarse a vigilar a un Van der Poel que sencillamente estaba incontenible.
Cada vez que tomaba la cabeza, cada vez que buscaba abrir gas, el grupo, con murlacos como Küng. Pedersen y Ganna, se estiraba hasta casi romperse.
Y llegó Carrefour de l´Arbre…
La salvada monumental de Van der Poel entre Degenkolb y Philipsen ya era una señal, la otra vino con la remontada a Van Aert, al ataque, y descolgarlo a la salida del tramo porque el belga, que para mí iba fundido, se quedó atrás con la bici rota.
Ganó el mejor, el de los cuatro monumentos, primero, segundo y primero en los celebrados este año, amasando la leyenda y alimentando un futuro que no tiene techo.
No, no nos hemos acordado de Pogacar, y es que lo de VDP va directo al olimpo ciclista.
Imagen: A.S.O./Pauline Ballet
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