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Noticias de ciclismo

El Giro 2022 toca el cielo en el Pordoi

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El Pordoi es la Cima Coppi de este Giro de Italia

Antes de la Marmolada, el Giro pasará por el Pordoi con la seguridad que está en su punto más alto.

Hubo por estos pagos una etapa mítica hace casi treinta años. Corrían en aquel pelotón nombres que suenan a gloria en tiempos en los que los héroes corren escondidos.

Fue una jornada de esas que deja la memoria marcada a una generacion, porque la generosidad en la carretera se cobra el recuerdo, el cariño de quien ama este deporte, lo que significa e implica.

CCMM Valenciana

Y la historia la escribieron con mayúsculas dos gigantes como Claudio Chiapucci y Miguel Indurain, bajo la pertinaz lluvia de los Dolomitas, en el enjambre de puertos del lugar, de subidas inhumanas, aquellos días ocultas y escondidas en la niebla que agarraba con obsesión la piedra del paisaje.

Pero ese día Miguel Induriain, generoso habitualmente, hizo un gesto que dejó huella, quiso pasar primero por el Pordoi, esa edición la “cima Coppi” de la carrera.

Quizá supiera el navarro de la vinculación de esa subida con el gran Fausto, quizá supiera de las estelas que adornan la subida en recuerdo del irrepetible ciclista que marcó los tiempos tan hondamente que todos en su país o en cualquier rincón del universo ciclístico le recuerdan como el grandísimo que fue.

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En la cima del Pordoi, Jordi Escrihuela nos dijo que hay una bicicleta de Gilberto Simoni, que también hay un monumento a Fausto Coppi, el corredor que un día voló sobre las 33 curvas del puerto, que puso el Pordoi en el mapa.

Fíjense en Fausto Coppi ¿escala? No, no escala. Corre, sencillamente, como si la mesa fuese llana como una mesa de billar. Desde lejos se diría que ha salido a dar un alegre paseo. Desde lejos, porque desde cerca se ve como se le enflaquece el rostro y se le contrae el labio superior, lo que le confiere una singular expresión de ratón apresado en una trampa

Dino Buzzati, el cronista del “Corriere della Sera”, estaba ahí, en el Giro de 1949, viendo a Coppi volar, distanciar al resto, perpetuar el Pordoi. El narrador de la escena deportiva en la Italia que recuperaba el resuello tras la Segunda Guerra Mundial, plasmó ese Giro que marcó la línea entre Bartali y Coppi.

Dicen que hay cimas más duras, más altas, si se nos permite, hasta más fuertes, en los alrededores, pero el Pordoi es la esencia de los Dolomitas.

Cercado por el Sella, la Marmolada, aquí se tienen las mejores vistas, incluso de los puertos suizos cuando el verano cae sobre las cumbres que rebosan nieves perennes.

El sitio vivió otras batallas, como en el Grappa, osarios recuerdan soldados que se dejaron el aliento en las guerras mundiales.

Costa Blanca- Diputació Alacant

Sin embargo el lugar está prendado de Coppi y su figura, quizá por eso Franco Chioccioli, el corredor que más se le asemejó sentenció un Giro, el de hace 25 años, ante el desespero de Marino Lejarrera.

No es el más, duro, como dijimos pero su sucesión de curvas, rítmicas, casi sinfónicas le confieren carácter musical, primero entre pinos, luego con la singular flor de edelweis como testigo.

Arriba está cima, esta vez la «cima Coppi».

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Ciclismo

Bike Week Gran Canaria: La magia de pedalear bajo el cielo grancanario

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Hay algo en el aire de la Gran Canaria Bike Week que no se encuentra en cualquier maratón de bicicletas: quizá sea el aroma salino del Atlántico acariciando los pulmones. O quizás esa luz particular que adopta la isla al amanecer cuando la flota de cascos empieza a rugir cuesta arriba. Este evento, que en su edición de 2025 se desarrollará del 30 de noviembre al 7 de diciembre, recorrerá carreteras costeras, cumbres volcánicas y pueblos tradicionales.

Para cualquier ciclista aficionado o amante de la aventura sobre dos ruedas, es una llamada a vivir algo más que fitness: es una experiencia de inmersión. Imagina rodar por senderos con vistas al mar, el sol pintando de dorado los riscos, el viento marino soplando fuerte justo cuando arrancas la cuesta. Se respira ilusión, sudor y, también, un impulso de escapada que rompe la rutina.

Una semana de etapas que prometen (y cumplen)

La organización ha preparado una serie de rutas que parecen salidas de un guión cinematográfico: largas distancias, desniveles que ponen a prueba las piernas y panoramas que te recompensan cuando crees que ya no puedes dar un pedal más. Por ejemplo, la primera etapa, que comienza en Telde, asciende hasta el pico de Las Nieves, un desafío que separa al ciclista de domingo del verdaderamente apasionado.

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Más adelante, rutas como Arucas, Gran Canaria Verde muestran la versatilidad del terreno: bosque, montaña, verde intenso, una combinación que cualquier amante del asfalto y el paisaje valorará. Pero como bien saben los que han participado en eventos similares, no es sólo la ruta. Es la atmósfera. Es el café previo a la salida, la charla en la meta, la bici aparcada junto al camión de asistencia mientras baja la luz del día.

Y es precisamente esa atmósfera la que ha convertido a Gran Canaria en un destino que trasciende el deporte. Los hoteles adaptados a ciclistas, los bares que sirven desayunos energéticos a las seis de la mañana y hasta los pequeños negocios locales que aprovechan el tirón de la semana para ofrecer promociones o experiencias paralelas. En ese mismo contexto el interés por saber quién será el ganador se dispara  y con ello las visitas a las mejores casas de apuestas, donde los especialistas analizan el rendimiento de los ciclistas y opinan sobre quién podría alzarse con la victoria. Este acontecimiento en Gran Canaria mueve a muchos usuarios no solo físicamente, sino también en la red, con un mismo motivo, saber quién será el ganador de la Bike Week.

¿Por qué Gran Canaria se ha vuelto un imán para ciclistas?

El que haya rodado alguna vez por la isla lo sabe, no es casualidad. La isla es reconocida como el destino de ciclismo todo el año gracias a su clima templado, sus carreteras bien mantenidas y su red de rutas para todos los niveles. Por eso eventos como este tienen ya una tradición asentada: el ciclista no sólo compite, sino que se deja llevar por un entorno que invita a descubrir, detenerse, observar. La convivencia entre deporte y turismo se da con una naturalidad que pocas regiones logran.

Cómo aprovechar al máximo la Bike Week

Si estás pensando en apuntarte o simplemente en pasar por allí como espectador o acompañante, te sugiero algunas ideas que no siempre aparecen en las guías oficiales:

  • Elige la etapa según tu forma física: No es lo mismo una ruta de 138 km con más de 3.500 m de desnivel que otra más tranquila de 75 km. Lo inteligente muchas veces es optar por un fin de semana y no por toda la semana.
  • Aclimatarse antes de la salida: La altitud, el viento y el sol pueden jugar una mala pasada. Pasear por Maspalomas el día anterior ayuda más de lo que parece.
  • Disfruta también fuera de la bici: No todo es pedalear. Subir al mirador, callejear por Teror, sentarte en una terraza con vistas al Atlántico.
  • Conecta con otros participantes: Este tipo de pruebas crean comunidad. Ese café tras la etapa se convierte en intercambio de historias, rutas y futuras aventuras.
  • Verifica bien tu registro, equipamiento y logística: La organización ofrece asistencia, puntos de control y transporte. Pero revisa siempre la letra pequeña.

Un cierre con sabor a rueda y brisa

Cuando la última etapa llegue y el sol se esconda detrás de los riscos, te quedarás con algo más que kilómetros en las piernas. Te quedará la sensación de haber estado en un lugar donde el ciclismo se mezcla con el paisaje, con un soplo de libertad y con la certeza de que, en Gran Canaria, siempre habrá una nueva cuesta esperándote.

La Gran Canaria Bike Week no es sólo una carrera, es una celebración del movimiento, del paisaje y del alma que empuja a seguir rodando.

Imagen: Pexels

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Ciclismo

Se va Rui Costa, se va una «cátedra» de ciclismo

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Rui Costa, el último superviviente de otra forma de ganar

Se marcha Rui Alberto Faria da Costa, portugués de Póvoa de Varzim, nacido en 1986, con 38 años y casi dos décadas de oficio a sus espaldas.

Lo hace en perfil bajo, como ha vivido su carrera: a su ritmo, midiendo los esfuerzos, sabiendo cuándo gastar y cuándo guardar.

Diecinueve temporadas en la élite, más de treinta victorias, un maillot arcoíris en Florencia 2013 y la sensación —tan extrañada en este ciclismo de laboratorio— de haber sido un corredor con instinto.

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Rui Costa fue muchas cosas.

Fue aquel joven del Benfica que aterrizó en la estructura de Eusebio Unzué, suspendido en 2010 por una contaminación alimenticia que pudo haberle cortado las alas, pero volvió con más colmillo que nunca.

Fue el ciclista que no regalaba un solo relevo, el que hacía de la inteligencia su principal arma, el que convertía cada fuga en una partida de ajedrez.

“Navajero” en el sentido más noble del término: sabía leer la carrera, sabía esperar su momento y, sobre todo, sabía rematar.

Le llamaban «Ruín» Costa, completamente injusto.

Ganó tres Vueltas a Suiza consecutivas entre 2012 y 2014, un récord al alcance de muy pocos.

Y firmó tres etapas del Tour de Francia, siempre en solitario, siempre a su manera: sin estruendo, sin fuegos artificiales, pero con una eficacia quirúrgica.

Rui no ganaba mucho, pero cuando ganaba, lo hacía con precisión de relojero.

Y, claro, está Florencia.

Aquel Mundial de 2013 en el que Portugal se coló entre la España de los galácticos.

Bajo la lluvia toscana, Rui Costa leyó la carrera como un veterano.

Valverde miró a Purito, Purito se fue, y Rui salió a por él.

Lo alcanzó y lo batió en el sprint más incómodo para el aficionado español en décadas.

Las lágrimas del catalán, la frialdad del portugués y la sonrisa de quien sabía que había hecho lo justo, ni más ni menos.

El ciclismo, en su versión más cruda.

Criticado muchas veces por conservar, por no dar la cara, por correr “a la vieja usanza”, Rui Costa fue, sin embargo, un corredor imprescindible.

Porque representó ese tipo de ciclista que no necesita mover vatios para ganar, que mide, calcula y aprovecha el momento.

Porque en tiempos de jóvenes prodigios, él seguía jugando con la experiencia, con el olfato, con esa inteligencia táctica que solo los elegidos poseen.

Su paso por el UAE, el mismo equipo que hoy domina el ciclismo con Pogacar, fue el epílogo de una carrera larga y silenciosa.

Pero incluso ahí, cuando parecía que el tiempo lo había dejado atrás, Rui volvió a dar señales de vida: en 2023 ganó la Volta a la Comunitat Valenciana y una etapa de la Vuelta, con Intermarché, escapado y fiel a su estilo.

El zorro viejo que aún sabía cómo cazar.

Su último podio llegó en el Trofeo Matteotti de 2025, derrotado por un joven del UAE, Isaac del Toro.

El relevo estaba servido.

Rui sonrió, como siempre.

Y se bajó de la bicicleta con la misma elegancia con la que la había llevado durante casi veinte años.

El ciclismo me ha hecho muy feliz! Es el momento de disfrutar la vida, de estar con los míos”, dijo en su despedida.

Lo dice un tipo que ha ganado un Mundial, ha sufrido sanciones, ha tenido enemigos y amigos, y ha dejado huella.

Rui Costa no fue el más querido ni el más espectacular, pero fue un ciclista de raza.

De los que corren con la cabeza fría y el corazón escondido.

De los que te ganan cuando pestañeas.

Un corredor que, sin levantar la voz, ha dejado su nombre grabado entre los imprescindibles de los últimos quince años.

Imagen: ASO/B.Bade

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Noticias de ciclismo

La bicicleta «made in Spain» busca su ritmo de crucero

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España ve como la salud de la bicicleta se estabiliza

Tras unos años de ascenso vertiginoso, la industria de la bicicleta en España parece haber encontrado un punto de equilibrio.

Hasta agosto de 2025, el país ha fabricado 194.980 bicicletas, con un valor total de 159,9 millones de euros, según datos del Ministerio de Industria y Turismo. Lejos de interpretarse como un retroceso, las cifras reflejan una fase de estabilización tras el fuerte impulso vivido entre 2020 y 2023, cuando el sector creció a un ritmo inusual.

Los datos mensuales muestran un ajuste natural en la producción. En agosto de 2025, se ensamblaron 20.040 bicicletas por valor de 14,8 millones de euros, mientras que en julio se habían alcanzado 24.470 unidades y 22,2 millones de euros. La comparación interanual —ligeramente inferior en torno al 2% en valor y al 5% en unidades— indica que el mercado comienza a moverse con una cadencia más sostenida, menos impulsiva, pero más coherente con la demanda real.

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El precio medio de la bicicleta fabricada en España durante agosto fue de 739 euros, una cifra que encaja con la tendencia de los últimos meses: una oferta más diversificada, donde la gama media y urbana convive con productos de alto rendimiento. El sector parece orientarse hacia un equilibrio entre volumen y especialización, apostando por modelos adaptados al uso cotidiano y a la movilidad sostenible.

En perspectiva, 2024 cerró con 309.900 bicicletas producidas y una facturación de 240,1 millones de euros. Entonces ya se intuía esta consolidación: más unidades (+2,9%) pero con una ligera moderación en el valor (-2,2%), fruto de un mercado que comenzaba a asentarse tras los años de fuerte expansión. El precio medio fue de 725 euros, ligeramente inferior a los 775 de 2023, consolidando una base más amplia de consumidores.

El empleo también muestra la madurez del sector: más de 24.000 puestos de trabajo directos vinculados a la bicicleta en España —desde la producción hasta la reparación—. Una cifra que se mantiene estable, lo que habla de un ecosistema sólido, con empresas que han sabido adaptarse a los nuevos tiempos.

Más que un frenazo, el momento actual es un cambio de ritmo. El pelotón de la bicicleta española ha dejado atrás los ataques desmedidos y pedalea ahora con una cadencia constante, mirando al horizonte con confianza y experiencia.

Nos lo cuenta Ambe, que nos ofreció un excelente entorno para divagar sobre la bicicleta y su industria hace unos días en la sede de Shimano en Madrid.

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Noticias de ciclismo

10 momentos de 2025: El Angliru catapulta a Almeida al nivel de Vingegaard

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Ese día en el Angliru, Joao Almeida anduvo al nivel del gran rival de su jefe

Situación inédita, cuando menos lo podíamos imaginar.

Aquella jornada en el Angliru, cuando la niebla cubría las rampas imposibles y los favoritos se miraban con el respeto que impone la leyenda, Joao Almeida estuvo a punto de cambiar el curso de la Vuelta.

Inquietó a Jonas Vingegaard, le pisó los talones al gran rival de Pogacar, y salió de aquella montaña con la sensación —y con el convencimiento general— de que el danés no era inabordable.

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En el balance de aquella Vuelta se habló mucho de las siete victorias de etapa del UAE, de su dominio en la tercera grande del año.

Pero estoy seguro de que en las filas de Matxin habrían cambiado todas esas celebraciones por una sola: la victoria final en Madrid. No pudo ser.

Los malos momentos de Almeida en la última semana le dejaron sin fuerzas para asaltar el trono, justo para defender la segunda plaza.

Aun así, el portugués dejó en el Angliru su mejor versión, una de las ascensiones más memorables que se recuerdan en tiempos recientes.

Ese día, UAE lo apostó todo.

Vine hizo la limpieza, Oliveira se lanzó por delante, y el bloque funcionó como un reloj.

Querían la Vuelta, y durante unos kilómetros pareció que podían tenerla.

Almeida cedió unos metros al inicio, fiel a su estilo diésel, pero cuando se asentó en su ritmo nadie pudo con él. Qué digo igualarle, ni siquiera seguirle la rueda.

Solo Vingegaard, con su rostro de granito, sabía lo cerca que había estado de perderlo todo en el coloso asturiano.

Delante, el portugués daba la medida de su crecimiento.

De aquel joven que se descolgaba en los primeros repechos y volvía al grupo con su pedaleo constante, al líder que aquel día humilló al miedo escénico del Angliru.

Ya no había bromas ni etiquetas: Joao Almeida se había convertido en un capo, en un corredor de grandes vueltas con todas las letras.

No ganó la Vuelta, es cierto. Vingegaard resistió, como los campeones que saben sufrir cuando toca. Pero aquel día, en el corazón de Asturias, Joao Almeida dejó su firma.

En el Angliru, el portugués no solo subió una montaña: subió un peldaño más en su camino hacia la eternidad del ciclismo.

Imagen: Unipublic/Rafa Gómez/Sprint Cycling Agency

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DESTACADO: Giro de Italia

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