Ciclismo antiguo
El de Oslo debió ser el mundial en la cuenta de Miguel Indurain
En el Mundial de Oslo, Indurain era el más fuerte con diferencia pero se cruzó Armstrong
Por motivos de situación y quizá de clima, también por ser en agosto, creo que el mundial que mejor recuerdo en condiciones similares a lo que puede ser Glasgow, pasando del de Yorkshire, es el de Oslo.
Hace treinta años de aquello.
Aunque todos apuntan a Colombia, Duitama en concreto, lo cierto es que ese Mundial fue el que debió caer del lado de Miguel Indurain.
Oslo 1993: En aquel Mundial Indurain resultó el más fuerte, pero en ciclismo la matemática no exacta y las circunstancias de carrera incidieron mucho, hasta el punto de ser la clave.
Todo empezó y acabó con un americano rebelde: Lance Armstrong en 1993 debería pesar sus buenos 80 kg, unos ocho o diez más de los que tenía, en plena forma, cuando dominó de forma tiránica durante siete años consecutivos -de manera fraudulenta- en el Tour de Francia de las ediciones entre 1999 y 2005.
Muchos jóvenes que lo descubrieron por aquel entonces, siendo el rey de la gran ronda gala, quizás hoy, si visionaran el video de aquella épica carrera, puede que no reconocieran a aquel descarado joven norteamericano que, en la penúltima vuelta de aquel mundial, atacara con decisión para convertirse en Campeón del Mundo con tan sólo 21 años.
Porque Lance, como ya le avisó Merckx, tenía que bajar de peso si algún día quería competir ascendiendo montañas en carreras de tres semanas, ya que en aquella época, más que un ciclista, parecía un defensa de fútbol americano de anchas espaldas y mucha masa muscular.
Pero el circuito mundialista de aquel 29 de agosto en Oslo le venía como anillo al dedo
Él lo sabía.
Era un semidesconocido aquel día en la capital noruega, pero estaba convencido que si corría con cabeza (algo poco habitual en él, más acostumbrado a dar rienda suelta a su fogosidad atacando sin mesura en todas las carreras que participaba y en las que acababa desfondado) tendría opciones de ganar.
Era un impaciente, pero en aquel Campeonato del Mundo se mentalizó que debería esperar su oportunidad.
Allí tenía que enfrentarse a los mejores ciclistas del momento, entre ellos a Miguel Induráin, el gran favorito para el mundial, aunque el circuito noruego no era lo suficientemente duro para el campeón navarro.
Además las estadísticas tampoco le eran favorables, ya que indicaban que ningún corredor con 21 años había alcanzado nunca el maillot Arco Iris.
Así se vino para Noruega, concentrado sólo en la victoria, y acompañado por su madre, que en todo momento cuidó de él hasta en el más mínimo detalle.
La lluvia en el Mundial de Oslo
El otro día hablé con un amigo que estuvo una semana en Noruega durante el mes de julio: todos los días le llovió, me dijo.
Aquella jornada en Oslo amaneció lloviendo.
Lo hizo torrencialmente durante todo el día.
Los ciclistas lo pasaron muy mal durante las siete horas de carrera, pero hubo alguien que quizás aún lo pasó peor: Linda Monneyham, la madre de Armstrong, que estuvo sentada en la grada sin moverse, contemplando empapada el paso de los corredores y viendo cómo muchos iban cayendo en aquel circuito de 18,5 km.
La calzada se había convertido en lo más parecido a una pista de hielo de patinaje.
Un circuito muy malo y peligroso.
Recuerdo incluso como el propio Perico, que corrió pero no acabó, criticaba con dureza a la organización.
Los ciclistas seguían desplomándose como moscas y salían despedidos hacia todas partes.
El propio Armstrong cayó dos veces, aunque pudo montarse de nuevo en su bicicleta y seguir compitiendo. Continuaba esperando su momento.
Faltando 14 vueltas estaba en el grupo de cabeza del mundial lo comandaba Induráin junto a Museeuw, Fondriest, Riis o Tchmil.
Aunque para él la presencia del tricampeón del Tour era su mayor amenaza.
Allí, en el fondo de aquel grupo, supo permanecer escondido hasta aquella penúltima vuelta en la que decidió pasar al ataque.
Ahora o nunca, pensó.
Llegó con una ligera ventaja al ascenso del Ekeberg, la mayor dificultad de aquel recorrido.
Pero aún seguía sintiendo el aliento en su cogote de sus perseguidores.
Andaban muy cerca.
En ese momento volvió a pensar en lo de siempre, que quizás otra vez, otra maldita vez, había vuelto a atacar demasiado pronto, cometiendo el mismo error de nuevo.
Sin embargo en ese instante en el que estuvieron a punto de darle caza, se levantó sobre su sillín, apretó los dientes, demarró con fuerza, y aumentó ligeramente su ventaja.
En el descenso del Ekeberg le sobrevino el pánico.
Eran 4 kilómetros de carretera deslizante.
Podría caer de un momento a otro.
Era lo más fácil.
Al final pudo sortear aquellas curvas manteniéndose muy firme y con mucha fuerza.
Al llegar abajo se giró: ¡no venía nadie! No se lo podía creer. Iba a ganar. Nadie había saltado a por él. Puede que la vigilancia extrema a la que se sometieron por detrás hizo que lograra ese pequeño margen de tiempo.
Fue suficiente, porque quedaban tan sólo 700 metros para finalizar aquel infierno, y pudo celebrarlo, cerrando los puños, tirando besos y saludando a los aficionados.
Cruzaba la meta y lograba levantar los brazos en solitario.
La primera en ir a su encuentro fue su madre.
Y allí se quedaron los dos, abrazados bajo la lluvia y calados hasta los huesos, echándose ambos a llorar.
No había mucho tiempo para más. El rey Harald de Noruega le esperaba. Quería conocerlo.
El sprint de plata mundial para Indurain
Por detrás, a tan sólo 19 segundos del texano, Induráin, gran sorpresa para todos, conseguía batir al sprint a auténticos especialistas como Olaf Ludwig y Johan Museuuw: plata, bronce y chocolate, respectivamente.
Por muy poco se había quedado de conseguir ganar la Triple Corona: Giro, Tour y Mundial en un mismo año.
No pudo ser.
Luego supimos que, a pesar de aquella medalla de plata lograda con todo merecimiento, Induráin estuvo a punto de abandonar a mitad de carrera.
Él mismo confesó no encontrarse bien ante aquellos adversos elementos como el frío y la lluvia, pero pudo rehacerse y acabar de la mejor manera posible.
El maillot Arco Iris se le volvía a resistir, como el año anterior en Benidorm (6º) o el bronce de Stuttgart del 91.
En ambas ocasiones el mismo ganador, el mismo campeón mundial: un imperial Gianni Bugno.
Estaba claro que aquel maillot arco iris no descansaría hasta que no fuera a parar a la espalda de Miguel
A ver qué nos depara Glasgow.
Texto: Jordi Escrihuela
Ciclismo
DEP Joaquín Galera
Hermano de Manuel Galera, Joaquín llegó a ganar una etapa del Tour
Poco a poco nuestros mayores se nos van y en este caso Joaquín Galera, una de las figuras más destacadas del pelotón español en los años sesenta y no era sencillo estar en este nivel, entonces el ciclismo español tenía muy buenos ciclistas. .
Nacido en 1940 en Baúl, una pedanía del municipio de Baza, en la provincia de Granada, Galera dejó una huella imborrable en el deporte nacional, tanto por sus logros sobre la bicicleta como por su compromiso con la memoria de su hermano.
Joaquín Galera fue ciclista profesional entre 1961 y 1972, y durante más de una década formó parte de equipos emblemáticos como Kas, Licor 43, Fagor, La Casera-Bahamontes y Karpy.
Su carrera internacional fue especialmente brillante en el Tour de Francia, prueba que disputó en cuatro ocasiones: 1964, 1965, 1966 y 1969. Su momento más recordado llegó en la edición de 1965, cuando se alzó con la victoria en la 16ª etapa entre Gap y Briançon, jornada en la que el mítico italiano Felice Gimondi vestía el maillot amarillo.
También participó en tres ediciones de la Vuelta a España, en los años 1965, 1970 y 1971, logrando su mejor resultado en 1970 con un destacado octavo puesto en la clasificación general. A lo largo de su carrera, Galera sumó importantes triunfos en competiciones nacionales, como el Campeonato de España de montaña y la prestigiosa Subida a Arrate en 1964. Un año más tarde, en 1965, amplió su palmarés con victorias en la Vuelta a los Valles Mineros y en la Subida al Naranco.
Más adelante, en 1968, se impuso en la exigente Subida a Urkiola, y en 1970 consiguió una victoria de etapa en la Vuelta a Andalucía.
Pero la vida de Joaquín Galera también estuvo marcada por la tragedia.
En 1972, su hermano menor, Manuel Galera, también ciclista profesional, falleció trágicamente durante la Vuelta a Andalucía tras sufrir una caída en el Puerto del Mojón, provocada por una avería en el cambio de su bicicleta.
En el libro de Secudario de Lujo, Jaime Mir nos explicó con pelos y señales aquella horrible caída.
Desde entonces, Joaquín mantuvo vivo su recuerdo organizando el Memorial Manuel Galera, una competición ciclista que se celebró ininterrumpidamente desde 1972 hasta 2004.
Por ella pasaron grandes nombres del ciclismo nacional como Óscar Sevilla y José María Jiménez, quienes también inscribieron su nombre en el palmarés de la prueba.
Con la muerte de Joaquín Galera, el ciclismo español pierde a un corredor combativo, un referente de su generación y una persona profundamente comprometida con los valores del deporte y la memoria.
Su legado, tanto en las carreteras como en el corazón de los aficionados, permanecerá intacto.
Ciclismo antiguo
Las clásicas e Indurain, una relación no imposible
Las clásicas podrían haber sido un gran terreno para Miguel Indurain
En estos días en los que, al tener más tiempo, nos llenan las sobremesas largas con las gestas de Miguel Indurain, nos surge una reflexión: ¿qué habría sido del astro navarro si hubiera decidido abrir su carrera también a las clásicas?
Un gran día en Lieja
El 16 de julio de 1995, Miguel Indurain sorprendió al mundo. No lo hizo en las montañas alpinas ni en las llanuras francesas, sino en el ondulado paisaje de las Ardenas. Durante la séptima etapa de aquel Tour Indurain mostró lo que pudo haber sido y nunca fue en las clásicas.
Era un clasicómano en potencia. Aprovechó el perfil quebrado de esa etapa para arrebatar 50 segundos a sus rivales en una escaramuza que no tenía precedentes. Ese momento quedó grabado en la memoria colectiva española como un hito, ya que mostró un Indurain diferente: agresivo, punzante e imprevisible.
¿Podría haber conquistado las carreras de un día?
Al observar su historial, es lógico preguntarnos si Indurain habría sido un gran corredor en las clásicas. Durante los años previos a su primer Tour (1989-1991), acumuló destacadas actuaciones en pruebas como la Clásica de San Sebastián (1º), Lieja-Bastoña-Lieja (4º) y Flecha Valona (4º, 7º). Tenía la resistencia y, además, cierta velocidad en los momentos decisivos.
Una de las grandes pruebas de su potencial en las clásicas fueron los Mundiales. Indurain siempre compitió al máximo nivel en estas pruebas, logrando tres medallas, incluso cuando ya se encontraba centrado en el Giro de Italia y el Tour. En una línea temporal paralela, es posible que hubiera sumado grandes victorias a un palmarés que, por sí mismo, ya era impresionante.
La Lieja, su carrera más adecuada
De todas las clásicas, la que más se ajustaba a sus características era Lieja-Bastoña-Lieja, donde consiguió un cuarto puesto en 1991. En esa edición, Indurain se metió en un corte que había sido provocado por Claude Criquielion, muy lejos de la meta. Al final, como era habitual en esos años, la victoria fue para Moreno Argentin.
Desde ese día, nunca más vimos a Indurain brillar con la misma intensidad en una clásica. Los adoquines, con su dureza y su peligro, no eran el terreno adecuado para él, pero pruebas como la Amstel Gold Race o Lieja habrían podido ser objetivos posibles.
Lo que jugaba a su favor
Indurain tenía una serie de características que lo habrían hecho muy competitivo en las clásicas:
- Un físico formidable para afrontar los recorridos duros.
- Técnica y manejo de la bicicleta impecables, como hemos visto en los momentos más serios de su carrera.
- Una mente estratégica, con una visión de carrera excepcional y una economía de esfuerzos sin igual.
- Buena punta de velocidad, mejor de lo que a menudo mostró. Un ejemplo claro es el Mundial en el que ganó al sprint a Ludwig y Museeuw.
Lo que jugaba en su contra
Sin embargo, su planificación para el Tour de Francia, que lo convirtió en un campeón imbatible durante cinco años, se le interponía en su camino. La primavera, con su calendario de clásicas, no se ajustaba a su preparación para el Tour.
La ausencia de clásicas en su palmarés
A pesar de todo, si comparamos a Indurain con otros grandes del ciclismo, su palmarés se queda sin algunas de las clásicas más prestigiosas. Pero todo eso, los tiempos, los rivales, las exigencias… todo era muy distinto a lo que había en el pasado.
Cada época, en definitiva, fue diferente.
Ciclismo antiguo
¿Veréis la película de Gino Bartali?
Leyendas como Gino Bartali tardan en tener una película
Siempre he pesando que el ciclismo es el deporte más literario, y por ende cinematográfico que existe, un deporte que se mueve por los sitios, que se escribe en historias increíbles y en circunstancias que no somos capaces de concebir.
Me sucedió cuando escribí la historia de Mariano Cañardo y todo lo que de su vida se desprende, y claro, cuando veo que va a salir una película de Gino Bartali empiezo a salivar.
Porque la vida de Gino Bartali, dos veces ganador del Tour de Francia y héroe de la resistencia durante la Segunda Guerra Mundial, será llevada al cine en una nueva película biográfica titulada Bartali.
El actor Miles Teller será Gino Bartali en su película, para rememorar su éxito deportivo y su papel crucial en la resistencia italiana al transportar documentos secretos y ayudar a judíos a esconderse durante la invasión alemana.
La película será dirigida por E. Chai Vasarhelyi y Jimmy Chin, ganadores del Oscar en 2018 por el documental Free Solo.
La producción estará a cargo de su compañía, Little Monster Films.
Gino Bartali una leyenda, en lo deporgivo ganando múltiples títulos como el Giro de Italia y el Tour de Francia antes y después de la guerra.
En lo histórico demostrando su valentía durante la Segunda Guerra Mundial, transportando mensajes y papeles importantes escondidos en su bicicleta, le valió el reconocimiento de Justo entre las Naciones en 2013, por parte del Centro de Memoria del Holocausto en Jerusalén.
Miles Teller, conocido por sus papeles en Whiplash y Top Gun: Maverick, flipa por interpretar a Bartali, destacando el coraje y la humanidad del ciclista que arriesgó su vida por otros.
La historia de Bartali ya ha sido explorada en otras películas y libros, pero esta nueva versión promete ampliar la faceta heroica del ciclista mucho más allá de su legado deportivo, cosa muy importante en los tiempos de que corren.
Recordar a Gino Bartali es recordar la barbarie.
Lo aplaudo.
Ciclismo antiguo
Indurain: Amor por los Pirineos
Podemos decir que lo mejor de Indurain empezó y acabó en los Pirineos
Ya lo sabéis, Miguel Indurain es un navarro de Villaba, un pueblo cercano a Pamplona, situado en el Camino de Santiago, con los Pirineos a unos 40 kilómetros, por lo que no es raro que desde pequeño pudiera disfrutar de esos paisajes montañosos.
A solo un paso de su casa, tenía lugares como Roncesvalles y otras zonas para entrenar.
Cuando Miguel empezaba a formarse como ciclista, recorría rutas como Larrau, Ochagavía y Valcarlos.
Y esos Pirineos tan cercanos fueron clave para su desarrollo y también lo trataron muy bien. Desde sus primeras victorias en carreras como Cauterets y Luz Ardiden, quedó claro que iba en serio y que su objetivo era el Tour.
Ya en 1991, Miguel tuvo su primer gran golpe en el Tour, aunque las cosas no estaban siendo fáciles para los ciclistas españoles en general, ni para su equipo Banesto en particular, en especial por la etapa de Jaca.
Pero la gran jugada vino al día siguiente, en la etapa de Jaca a Val Louron, cuando Miguel aprovechó una jornada épica en los Pirineos para dejar huella.
En el Tourmalet, a mitad de etapa, se fue para adelante con el italiano Claudio Chiapucci, y al final, subió al podio con el maillot amarillo por primera vez.
Los Pirineos siempre fueron su terreno.
En Cauterets logró su primer triunfo en el Tour y en Luz Ardiden se perfiló como el ciclista imparable que llegó a ser, incluso dejando atrás a figuras como Greg Lemond.
Ya antes, en el Tour del Porvenir, se mostró como un gran talento en las montañas, que siempre fueron su zona de gloria y sufrimiento.
Y aunque en 1996 sufrió un golpe durísimo en Hautacam, cuando se despidió de su sexto Tour, Miguel siempre encontró más alegrías que decepciones en los Pirineos.
Esos mismos Pirineos que le dieron tanto y lo vieron brillar, también fueron testigos de sus inicios, pero su historia sigue siendo una de las más grandes del ciclismo.
-
Ciclismo1 semana atrás
Colnago quiere recuperar el cetro de la París-Roubaix
-
Ciclismo1 semana atrás
Itzulia: Aranburu no merecía un asterisco en su gran día
-
Ciclismo7 días atrás
El camino de Mathieu van der Poel hacia ser el mejor «killer» del pelotón
-
Ciclismo3 días atrás
¿A qué pez gordo podría fichar un reforzado Movistar?
-
Ciclismo1 semana atrás
Enric Mas insiste en los mismos errores
-
Ciclismo1 semana atrás
París-Roubaix: Wout van Aert, sin la presión de otras veces
-
Ciclismo5 días atrás
Monumentos: Pogacar aborda los grandes de siempre
-
Ciclismo6 días atrás
París-Roubaix, las leyes del peso y Pogačar
Pilar López
5 de agosto, 2023 En 2:24
A ver si citamos al verdadero autor del texto. Con un poco de maquillaje no se arregla.
Este es el original: https://twitter.com/jescrihuela/status/1687483452000538624?s=20
Iban Vega
5 de agosto, 2023 En 9:55
cierto, y lamento el malentendido
Jordi tiene muchos textos en esta web, éste es uno de ellos, y siempre citados.
Éste lo he refrescado y he omitido su nombre.
Gracias por el aviso.
Galego mindoniense
7 de agosto, 2023 En 16:23
Ganar el Giro, Tour y Mundial no es la Triple Corona 😅. En todo caso, eso sería más bien las 3 Grandes Vueltas, pero una carrera de 1 día como el Mundial pinta poco mezclada en un mismo concepto con el Giro y el Tour (y omitiendo a la Vuelta ciclista a España, así porque sí).
Galego mindoniense
7 de agosto, 2023 En 16:26
Y, ojo, cualquiera que hubiese ganado le Tour de France entre 1999 y 2005 casi con toda seguridad lo habría hecho de manera fraudulenta. Después de todo; las ediciones de 1996, 1997 y 1998 están igual de sucias que las vencidas por el norteamericano.
Eva
14 de noviembre, 2023 En 0:36
Siempre hay alguno que va de listo. Señor Galego mindoniense, la auténtica TRIPLE CORONA -así, en mayúsculas- es ganar Giro, Tour y Mundial en un mismo año.
Menos risitas y la próxima vez infórmese mejor.