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Ciclismo antiguo

Laurent Jalabert, 55 años y sensaciones infinitas

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El 1995 de Laurent Jalabert es una de las campañas más brutales jamás vista

DMT – KRSL pogi’s edition

He recuperado una conversación antigua con Laurent Jalabert el día de su cumpleaños, 55 primaveras de uno de los ciclistas más queridos y admirados que he tenido la suerte de disfrutar.

Fue una charla alrededor de una de las mejores temporadas que sin duda hemos presenciado a título individual pues si le pides un titular a Jalabert sobre el año 1995 queda claro: «Lo quería ganar todo».

Vamos por eso al meollo de nuestra conversación, consideramos que la temporada 1995 de Laurent Jalabert ha sido la mejor firmada por un ciclista en los últimos 30 años…

Kern Pharma

«Suena fuerte eso»

Si miramos desde entonces quizá se te aproximó Philippe Gilbert en 2011 y Alejandro Valverde alguna campaña, por ejemplo la de 2008, pero poco más.

Tú afrontas ese año muy condicionado por dos hechos de la campaña anterior…

¿Cómo influyó a Laurent Jalabert aquella victoria en los Lagos de Covadonga?

«A ver, yo iba escapado con muchos minutos y sin gran presión. Sin embargo esos días rebosaba confianza. Los kilómetros iban pasando y la gente se iba quedando hasta que aguantamos Roberto Torres y yo. Me atacó muchas veces, pero aguanté y gané arriba. En ese momento fue como jugar a la lotería, pero me indicó que podía hacer otras cosas»

Hasta la fecha estabas etiquetado como gran sprinter…

«Sí, pero ese triunfo cambió mi forma de ver las cosas»

Y luego la caída en la primera etapa del Tour

«Fue brutal, tras esa caída el ciclismo pasó a un segundo plano, sólo me interesaba volver a ser persona. Tenía 24 años y pasé por momentos muy difíciles. No fue fácil volver a ilusionarme, a ser ciclista, a perder el miedo a esas circunstancias, de hecho empecé a pensar en competir de otra manera, a no meterme en esas llegadas tan masivas y peligrosas, a buscar el éxito en sprints de grupos más pequeños. Hasta la fecha había disfrutado de la vida fácil de sprinter, que está todo el día a rueda y la presión aparece sólo al final, cuando hay que disputar»

Rudy projet – 2023 – EOS Helmet

¿Qué cambio experimentas?

«Paso a ser más agresivo y completo»

Primera vuelta de tu carrera deportiva, toda una París-Niza

«Fue una victoria clave. Se fraguó en una escapada larga con Vladislav Bobrik. Recuerdo que pinchó a 40 de meta y conseguí mentalizarme para llegar solo hasta el final«

Un punto de inflexión

«A partir de ese día me vi capaz de cualquier cosa»

Temporada 1995, tras la caída del Tour y su recuperación, tras el pelotazo de los Lagos ¿qué objetivo tenía Laurent Jalabert de inicio?

«Tenía la voluntad de demostrar que quería ser ciclista, tanto a mí mismo como al resto. No tenía tiempo que perder»

¿Qué papel juega Manolo Saiz?

«Es clave, incluso siendo ciclista él me insistía que valía para otras muchas cosas. Recuerdo que siendo aún ciclista de Toshiba, se me acercó un día y me dijo que esas piernas veía una Vuelta a España«

Premonitorio

«Ya ves, creía más en mí que yo. En las primeras carreras, la ONCE trabajaba para mí y perdía su rueda, o quedaba en otra parte del grupo, Manolo me convenció que si trabajaban así era por que creían en mí, pero yo esquivaba la responsabilidad»

¿Qué papel juega la cabeza en todo esto?

«Es la clave. A veces el punto entre la derrota y la victoria reside en la cabeza. Recuerdo etapas en las que me llevaban al límite, pero sacaba un resquicio para acelerar y demostrarme que el otro iba peor que yo»

Siempre he pensado que la cabeza fue la gran baza de Laurent Jalabert
«Tuve momentos de todo, momentos en los que volaba y otros más complicados»

Tras París-Niza, apuntas a la Milán-San Remo…

«Iba con toda idea, siempre pensé que San Remo era mi clásica. Durante años, tras el final de la París-Niza me quedaba por la zona, preparando e inspeccionando el final, cuando entonces era más raro que se hiciera, planificando cada paso. Ese día Maurizio Fondriest me sacó los ojos en el Poggio, atacó justo veinte metros antes que yo lo tuviera planificado. Cuando arrancó, me pilló justo a su rueda»

¿Cómo son esos metros de Poggio y el descenso a San Remo?

«Fondriest iba nerviosísimo, mirando para atrás todo el rato. En el descenso me sentía confiado a su rueda y acabé ganando al sprint»

¿Por qué nunca te gustaron los adoquines?

«Los descubrí ya en Toshiba, siendo muy joven y fue duro, luego llego a la ONCE, un equipo en el que no había nada de cultura en esas carreras. Íbamos como obligación. Competí un año en Flandes y acabé reventado, nunca sabes dónde estás, qué te queda, es mareante y esa incertidumbre te quita fuerzas que luego necesitas»

La Flecha Valona es otra cosa…

«Era una carrera que me iba como un guante, ese final en Huy era perfecto. Llegué a la base escapado con Berzin y Fondriest»

¿Qué sucedió en aquella Lieja?

«Pequé de exceso de confianza, fui un poco prepotente. El equipo controló y controló pero a 100 kilómetros de meta estaba reventado, así que decidí jugármela yo solo. Cogí a los escapados y a ochenta de meta decidí atacar. Acabé muerto y los rivales no eran unos cualquiera, desde Armstrong, a Bugno y Bartoli hasta Gianetti que acabó ganando»

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Descanso y Volta a Catalunya, otra más a la saca

«Melcior resultó clave para llevarme la carrera. Corríamos en su casa, lo conocía todo al dedillo»

Y llega el Tour

«Curiosamente nunca se me había dado bien del todo. En 1992 conseguí el maillot verde pero siempre tenía la sensación era una carrera en la que fallaba, por lo que fuera, además estaba la caída del año anterior»

¿Para un francés el Tour no es sencillo?

«Hay una presión enorme de la prensa, no te lo puedes imaginar, y luego estaba mi confianza, que no siempre era la mejor»

Pero ese Tour del 95 salió tremendo

«Quería una etapa y el verde esos eran los objetivos»

¿Qué te pasó en la etapa de Lieja?

«Iba mal colocado. Estábamos en la una recta e Indurain hizo lo que nunca había hecho, atacar. Él no necesitaba eso, tenía un poder en las cronos que le permitía no atacar, pero aquel día lo hizo y me pilló atrás. Cuando pasé al frente del grupo ya se había ido por delante con Johan (Bruyneel)«

Sin embargo esos días volabas

«En ese Tour tenía unas piernas capaces de cualquier cosa, esa es la verdad»

Mende, dia D ¿qué te parece que llamen al lugar Montée Laurent Jalabert?

«Si te soy sincero me da bastante igual, quizá hubiera tenido sentido llamarle así al año siguiente pero…»

Tras el Tour, la Vuelta, menuda Vuelta…

«íbamos con una idea, que la ONCE ganara la Vuelta, daba igual con quién»

Dos etapas queremos comentar de una edición mil veces revisada, primero Ávila

«No fue planificado. En cierto momento dijimos a tope y nos salió bien. Fui escapado con Roberto Pistore hasta que me quedé solo, mientras el equipo vigilaba por detrás a Abraham Olano, el principal rival»

Y Sierra Nevada…

«Entonces ya llevaba varias etapas ganadas. La táctica era, llevar el grupo junto y si en los últimos mil metros me veía bien intentar sacar unos segundillos más para la general. Bert Dietz -escapado aquel día- nos llevaba tres minutos a dos de meta. Cuando arranqué al final, estaba convencido que no lo pillaba, pero…»

Lo pillaste ¿qué te hizo dejarle ganar la etapa?

«Cuando paso al coche del Telekom vi tal cara de decepción en el conductor que decidí ponerme tras él y animarle a sprintar, quedaban nada, cien metros»

Olano casi os pilla por detrás

«Sí fue de muy poco. La verdad es que no tuve tiempo de pensarlo, me salió así en ese momento»

¿Por qué no fuiste al Mundial de Colombia?

«Acabé la Vuelta fundido, nunca había mantenido ese nivel de estrés durante tres semanas. Además llevaba un dolor de rodilla desde la etapa de la Vuelta en Luz Ardiden que me había dejado muy tocado, llegué incluso a temer por perder la carrera»

¿Viste aquel Mundial?

«Sí, estaba de vacaciones y lo vi. En esos momentos llegué a la conclusión que mi sitio estaba ahí, en Colombia, compitiendo. Fue un error no haber ido, sin duda habría tenido mis opciones»

Han pasado ya 25 años de todo aquello…

«No soy mucho de mirar al pasado, más en días como hoy, que pienso en el futuro por delante de cualquier cosa. Cuando pienso en aquel año me vienen grandes recuerdos, fue una parte de muy emocionante de mi vida»

Ese año nadie lo ha conseguido igualar desde entonces

«Es que lo piensas y es muy difícil repetirlo. A mí me vinieron grandes temporadas tras aquella, pero ninguna a ese nivel»

Un titular para ese 1995 de Laurent Jalabert

«Lo quería ganar todo»

De las 139 victorias que firmó, 22 fueron en 1995.

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Ciclismo antiguo

París-Niza 1989, el primer gran Indurain

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Con esa victoria en la París-Niza, Miguel Indurain se postulaba en los escenarios grandes

En el baúl del recuerdo, mirándolo ahora, y gracias a la invitación de los amigos de Pedal Vintage, uno se percata del valor que tuvo aquella París-Niza de 1989 para Miguel Indurain.

El mocetón ya había dado algunas claves de su clase, un crecimiento contenido bajo las recomendaciones de reputados médicos que hablaban del portento que estaban cultivando en el inolvidable Reynolds.

El año anterior, 1988, había formado parte del equipo que acompañó a Perico en su Tour, con ese famoso capítulo del Peyresourde en el que empezó a descolgar a gente y casi se quedó solo.

Kern Pharma

A las pocas semanas ganaría la primera de sus tres Voltas.

Pero el año 1989 fue otra cosa, fue pisar suelo francés y seguir su idilio con el país vecino, donde ya había triunfado en un Tour de la CEE, lo que hoy sería el Avenir.

En esa París-Niza, Miguel Indurain anticiparía cosas que habrían de pasar durante los años venideros.

El inicio en París, lo ganó el prologuista por excelencia, Thierry Marie, pero con Indurain ceca, a cinco décimas de segundo, y por delante de los dos grandes favoritos, Laurent Fignon y Stephen Roche.

El navarro ya había puesto el pie en la carrera y de ahí nadie le apartaría, ni siquiera una mala crono por equipos de 58 kilómetros en medio de una carrera de una semana de duración.

Aquel era otro ciclismo.

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Pese a la mala crono por equipos, y eso que Reynolds iba con Gorospe y Mauri, entre otros, Indurain utilizó un par de jornadas consecutivas para de remontarle el minuto veinte que el joven Laurent Bezault, el «nuevo Jeff Bernard» le llamaron, le había tomado al final de aquel test colectivo.

Fueron dos movimientos tan significativos como premonitorios.

En el Mont Faron, Indurain se pone en cabeza del grupo de los grandes desde el inicio, y hace de la preciosa subida a orillas del Mediterráneo el primer gran filtro de la carrera.

Uno a uno, un goteo sin fin tras la estela del ciclista del Reynolds que le sacó los colores hasta el mismo Stephen Roche, el gran favorito, toda vez que Laurent Fignon se había retirado (ganaría en San Remo a los pocos días.

Al día siguiente, una jornada de media montaña hace el resto. a poco de coronar el Col de Vignon, el vigente ganador del Tour, Pedro Delgado hace destrozo en el pelotón y lanza a su compañero cuesta abajo.

Miguel Indurain cogería al fugado, su futuro compañero en Banesto, Gerard Rué, y entre ambos disparan la diferencia hasta más allá del minuto.

Con el navarro de líder, sólo quedaba defender la renta en el Col d´Eze ante el «hiperespecialista» Stephen Roche quien se queda a 13 segundos de la gesta.

Sin saberlo, había perdido el irlandés ante el inminente monstruo del ciclismo, un poderío latente que en ese 1989 despertó del todo, incluso en el Tour, en un lugar llamado Cauterets.

Imagen: @crstobalcabezas

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Briançon, Lieja & Valkenburg, las 3 esquinas del ciclismo

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Grandes vueltas, monumentos, ciclocross… esto ocurre en Lieja, Briançon y Valkenburg

Hay lugares en el bello globo bendecidos por la naturaleza, la belleza o el azar. En ciclismo hay tres en concreto que beben de su ubicación y extraordinaria tradición. Supongo que podréis añadir alguno más, pero a mi se me ocurren estos tres: Lieja, Briançon y Valkenburg.

La primera la conocéis de sobra, es noticia una vez al año, fijo, cuando no más.

Es la cuna de la decana, la Lieja-Bastogne-Lieja porque era el trayecto que encajaba para que los periodistas fueran y vinieran en tren el día de carrera, siguiendo al pelotón.

Kern Pharma

Por Lieja además pasa el Tour de forma recurrente, si no es directamente, en tránsito

Por Lieja discurrió incluso una edición de la Vuelta a España y en Lieja se han jugado varios campeonatos del mundo.

Incluso Lieja ha albergado el mundial, recuerdo uno en tiempos de Mariano Cañardo cuando los italianos monopolizaban la contienda.

Luego está Briançon, ahí en el valle, encajada entre Izoard y Galibier, en medio de un océano de cimas con nieves perpetuas, en una encrucijada, cerca de Italia, de Sestriere, la puerta al valle de Aosta.

Briançon y su ciudadela han visto el mismo año el Giro y a las pocas semanas el Tour de Francia 

Si no es final de etapa, es ciudad de paso. En el olimpo de los lugares ciclistas, está tocada.

Ciudades bendecidas por el ciclismo: Lieja, Briançon y… Valkenburg.

Aunque si queréis que os seamos sinceros, lo de Valkenburg es rizar el rizo.

Encajada en el Limburgo, la ceja de las Árdenas donde los Países Bajos dejan de ser bajos.

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En el corazón de la vieja europa la ciudad neerlandesa es al ciclismo lo que Old Trafford al fútbol, la catedral del circo de las dos ruedas, un idilio del lugar, de la gente y el paisaje con la bicicleta.

Valkenburg tiene por descontado el ciclismo anualmente siendo ciudad de paso, mil veces, y meta de la Amstel Gold Race, la fiesta nacional neerlandesa de la bicicleta y el ciclismo.

Valkenburg ha puesto en el mapa un enclave como el Cauberg, la violenta subida en la que Philippe Gilbert hace estragos, habiendo ganando varias veces la Amstel Gold Race y siendo, incluso, campeón del mundo.

La ciudad del Valkenburg, modesta en dimensiones y población ha sido sede de los Campeonatos del Mundo de ciclismo en carretera cinco veces. Nada más y nada menos.

Cinco mundiales de ciclismo han acontecido en Valkenburg

Viajamos a 1938 y conocemos a marcel Kint, alemán, que se convierte en campeón mundial.

Diez años después, y tres ediciones más allá, por el paréntesis de la Segunda Guerra Mundial, Valkenburg corona a Alberico Schotte, el belga que sacó petróleo de la increíble rivalidad de Bartali y Coppi, anulados en un marcaje imposible.

Año 1979. Jan Raas, el especialista en la Amstel, saca oro de Valnkenburg que bate al sprint a Thurau y Bernaudeau.

Ya en el 98, Oskar Camenzind, suizo de Mapei, se corona campeón el día que todos miraban a Michele Bartoli bajo el diluvio de septiembre limbugués.

El Tour tambièn ha aterrizado por Valkenburg, dos veces además. Ganaron Giles Delion, prometedor francés, en 1992, y Matthias Kessler, alemán de final infeliz, en 2006.

Pues bien, con este bagaje, con una infinidad de carreras, pruebas y eventos relacionados con las dos ruedas, el Campeonato del Mundo de ciclocross aterrizó hace cinco años en Valkenburg.

Imagen: G.Demouveaux

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Ciclismo antiguo

1994: La Flecha Valona que cambió el ciclismo

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Nada fue igual tras la Flecha Valona de 1994 y los azules haciendo pleno

La primera parte de los noventa se tiene como la época más oscura de la historia del ciclismo y muchos toman la Flecha Valona de 1994 como el cénit.

No son pocos los testimonios que hablan de un ciclismo psicodélico, de corredores que no corrían, volaban, de cosas raras, de podencos hechos caballos de carreras,…

Testimonios no faltan.

Kern Pharma

Dos son elocuentes. Greg Lemond justifica parte de su declive por las dos velocidades de aquel ciclismo, un salto de rendimiento que apuntaba una sustancia cuyas siglas eran EPO. David Millar habla en su libro de sus primeras carreras como algo inalcanzable, no había ni roto a sudar que el pelotón ya les había dejado de rueda.

#DiaD 20 de abril de 1994

En el año 94, la Vuelta a España seguía disputándose en abril.

En la antesala de la misma estaba el tríptico de las Ardenas, pero en orden diferente al actual. Una semana después de Roubaix, se corría la Lieja, luego la Flecha Valona y finalmente la Amstel, posteriormente vendría la Vuelta que en esa ocasión dominaría a placer Tony Rominger.

La Flecha Valona se presentaba como la reválida para Eugeny Berzin. El ruso de rubia cabellera había ganado en Lieja días antes y era la punta de lanza del potente Gewiss. Por nombres el equipo celeste copaba las apuestas, sin embargo, los italianos no querían ganar, querían sencillamente coparlo todo.

En el llano que precedía el muro de Huy, Berzin, que iba insultantemente fácil, tomaba unos metros sin que nadie osara seguirle, salvo sus dos compañeros Moreno Argentin y Giorgio Furlan. En la cima de Huy Argentin culminaba la masacre, siendo primero por delante de sus dos colegas.

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Ellos ruedan y nosotros nos quedamos. Hacen que ir en bici parezca sencillo, no necesitan ni preparar estrategia alguna” dijo Gérard Rué, el gregario de Miguel Indurain, preso de la incredulidad.

Los peores temores que circulaban por el pelotón se hacían realidad y las sospechas no tardaron en plasmarse cuando al día siguiente en una conversación entre Michele Ferrari y varios periodistas, en una pedanía de Lieja, el galeno afirmaba sin pudor:

Si yo soy ciclista y sé que hay una sustancia que mejora el rendimiento y otros la usan, yo también la utilizaría. La EPO no es mala, sólo lo es si abusas de ella, como si te atiborras de zumo de naranja”.

En efecto, el ciclismo de dos velocidades ya era un secreto publicado y público, la caja de pandora se había abierto, estallaría en pocos años…

Imagen: Cronoescalada

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Ciclismo antiguo

Amstel Gold Race by Jan Raas

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Nadie dominó la Amstel Gold Race como Jan Raas

Jan Raas fue una de las esas buenas figuras que tuvo el ciclismo a finales de los setenta y principios de la siguiente, que hizo de la Amstel Gold Race su feudo, se la llamó «Amstel Gold Raas».

Nacido en 1952, fue posiblemente el primer ciclista con pinta de intelectual.

Todo un espejo donde se miró el maître Fignon.

Kern Pharma

Fue posiblemente el gran valedor de esa megaestructura neerlandesa llamada Ti Raleigh comandada por Peter Post.A Raas la victoria le gustaba más que a un tonto un lápiz 

Era perrete, parecía italiano más que ciudadano del respetable reino neerlandés.

Gustaba, además, de tomar el pelo a los rivales.

Su último gran triunfo fue en el Tour de 1984, una etapa donde puteó con tino al visceral Marc Madiot, hasta que le rebañó la victoria toda vez que le había asegurado que no estaba para dar relevos.

Sin embargo tuvo gestos encomiables, como cuando renunció al amarillo en un prólogo muy condicionado por la furiosa lluvia.

Eso sí, al día siguiente se empleó a fondo para vestirlo en buena lid.

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Éste era Jan Raas

Integraron con él el Ti Raleigh, Gerrie Knetemann, Henk Lubberding y un ciclista de apellido impronunciable, Bert Oosterbosch, quien posiblemente alimente parte del exorcismo presente que mantienen en Países Bajos frente al dopaje.
El de Eindhoven pudo ser por edad y ciclo competitivo uno de los pioneros en el uso de EPO.
Hay opiniones encontradas, pero lo que es constatable es que fue encontrado muerto por paro cardiaco a la edad de 42 años.
Con el tiempo Raas sería mentor de otro gran equipo holandés, la Buckler, ese bloque de los noventa compuesto por tremendos gigantones, el origen del actual Jumbo.

En 1977 Jan Raas ganó su primera Amstel, poco después de hacerlo en San Remo

Abrió por entonces el mejor periodo jamás logrado a título individual en la fiesta ciclista nacional y holandesa.
En sus orígenes, la Amstel debió partir de Amsterdam para acabar en la zona del Limburgo, lo que viene a ser la única montaña del plano estado bañado por el mar del Norte.
Las primeras salidas se tuvieron que ir finalmente a Breda, donde la rendición.
Mucho más joven que sus coetáneas valonas, la Amstel nació en 1967 si bien antes su creador, Herman Krott, logró que la empresa cervecera patrocinara un equipo amateur.
La Amstel surgió en cierto modo como culminación a los muchos critériums que poblaban el calendario nacional.
Eran muchos pero casi sin entidad.
Los Países Bajos que tan buenísimos ciclistas tenían necesitaban un acontecimiento de primer orden.
Si Limburgo es su hábitat, el Cauberg, su faro.
Raas tiene aquí su lugar fetiche, pues al margen de ser campeón del mundo, encadenó cuatro éxitos aunque alguno embarrado en la polémica como en un raro transitar de los coches de carrera que le acabó por beneficiar frente a Francesco Moser en 1979.
El ciclo de Raas lo interrumpió Bernard Hinault, cuando lo relegó a la quinta plaza una vez batió a De Vlaeminck.
Al siguiente Raas volvería a ganar.
Cinco veces campeón, el fenomenal ciclista tulipán es destacadísimo recordman de esta carrera pues lejos se ubican Knetemann, Merckx y Jaermann, dos veces ganadores, y Gilbert, con triple corona cervecera

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