Ciclismo
La selección española en el Mundial, nada de paños calientes
El equipo que presenta la selección española en el Mundial tiene caché para hacerse notar
Está claro que la de Pascual Momparler al frente de la selección española no está siendo la época más brillante del combinado en carreras como el mundial, europeo y Juegos Olímpicos.
Un bronce en todo su periodo es un resumen muy pobre para un ciclismo acostumbrado a brillar hasta no hace tanto.
Es cierto, como dijo una vez, que le tocó «bailar con la mas fea», es decir alinear corredores que sencillamente no daban más de sí ante la generación de bestias que todos conocemos, pero claro una cosa es bailar con la más fea, y otra pasar, como ha sucedido casi siempre, completamente inadvertido.
No todo son podios, ni medallas, también son actuaciones como la de Héctor Álvarez en en el mundial juvenil.
Quedó sexto, pero tuvo una presencia brutal durante toda la carrera, presencia y opciones reales de medalla hasta quedarse vacío.
Eso es lo que queremos, entre los Remco, Pogi y Mathieu, ver lucir a los nuestros.
Como Pello Bilbao en Montreal.
Esta vez creo que Pascual Momparler no puede decir que baila con la más fea.
Con Pello Bilbao en dulce y creo que un punto por encima del resto, la selección española en el Mundial de Zúrich tiene a todos los que tienen que estar.
Sólo veo a Pello con la jerarquía para ser outsider a los grandes nombres, de hecho le veo en la segunda línea, entre aquellos que no responden a los apellidos de Van der Poel, Pogacar y Evenepoel.
Pello tiene un fondo infinito, un estado de forma terrible y viendo el circuito y las bajadas que tiene, ojo a la humedad pues no se espera lluvia, le meto en el segundo escalón.
Trabajar para Pello podría ser lo más sensato en ciertos tramos del recorrido, pero ojo lo que tiene tras él.
Personalmente, confío más en la gente que llega en forma, como Roger Adrià y Pablo Castrillo, que en los nombres de Enric Mas y Mikel Landa, quienes necesitarían una selección brutal, tipo Lombardía 2022, para estar delante, con el handicap que no tienen sprint en los desenlaces.
Juan Ayuso viene fino de Luxemburgo, como Van der Poel, pero no ha dado en el clavo aún con grandes carreras de un día y a Carlos Rodríguez le veo a contrapie todo el año.
El recorrido me parece duro para Alex Aranburu, buena baza para meter en escapadas de largo radio.
En fin, que esta vez el técnico no «baila con la más fea», que tiene material para devolverle a España algo de la gloria y notoriedad que no se da desde el mundial de Valverde.
La crisis que avistábamos entonces ha remitido, sabemos que juegan contra gigantes, pero nadie dijo que un Campeonato del Mundo fuera fácil.
Imagen: RFEC
Ciclismo
Al mundial de gravel le queda para ser un Mundial
El Mundial de gravel traerá estrellas de la carretera pero no a las propias de la modalidad
Curiosamente el domingo, mientras se celebre el que muchas veces he considerado el 6º monumento, la París-Tours, por caminos de viñas, algunas grandes estrellas estarán en el Mundial de Gravel en Flandes.
Lo cierto es que para uno que le gusta disfrutar de esta modalidad, le término competición en gravel sigue siendo algo que me chirría, sí ya sé, es un concepto antiguo y que en este ciclismo el gravel también merece un mundial, pero perdonadme que siga sintiéndome incómodo con la vinculación de la palabra competición con el gravel.
En todo caso, el tercer mundial de gravel es una realidad que ha movilizado una tierra tan ciclista como Flandes en pos de una carrera que seguro será preciosa.
Desconozco como la darán y dónde, seguir algo así es una locura mayúscula, al punto que las coberturas acaban siendo muy diferentes a las de carretera.
Y es que hay todavía muchas cosas por aclarar sobre el Mundial de gravel y que acabe considerado un mundial más como tal.
He leído esta pieza de Cyclingnews y me veo aquí un percal muy similar al del MTB, cuando los corredores que cumplen con la temporada regular se quejan de que los grandes nombres de la carretera les quitan los focos en mundiales y Juegos Olímpicos.
Este mundial no va a tener muchas de las estrellas que compiten regularmente en gravel durante el año, quejosas de que aquí quedan desplazadas por los grandes nombres.
Las ausencias de australianos y estadounidenses son notables.
Ello, que va un poco en contra de lo que sería un mundial como tal, supongo que se la traerá al pairo a quienes han montado la carrera del domingo en Flandes, que se garantizan buenos titulares con la salida de gente como Matej Mohoric, campeón saliente, Mathieu Van der Poel, Lotte Kopecky, Lorena Wiebes y Jasper Stuyven, entre otros.
Son ellos los que se llevarán el calor popular y la atención en una modalidad que pisan 1 ó 2 veces al año.
¿Injusto? depende cómo se mire, pero está claro que la carretera debe alimentar las otras modalidades ciclistas si éstas quieren seguir siendo viables.
En el Mundial de gravel, por eso, se dan circunstancias curiosas como que los equipos son los que sufragan los gastos de los corredores, pero estos lucen la elástica nacional.
Alguna táctica de equipo y supranacional se da por descontada, aunque no veo aquí tan sencillo aplicar pizarras como en la carretera, pues el gravel es otro rollo, más peligroso y en ocasiones hasta temerario, cuando al organizador se le va la mano y mete algún tramo que mejor se hace con una MTB.
Hacen bien, por eso, en ponerlo muy al final de la temporada, con el incipiente otoño aterrizando y entrando en bosques que se llenan de ternura y belleza, conectando un poco, aunque sea muy poco, con esa idea romántica y viajera que me gusta concederle al gravel.
Imagen: FB Challenge Tires
Ciclismo
Pogacar estrena arcoíris en la bella Emilia
El Giro dell´Emilia no necesita el WT para tener a Pogacar y otras estrellas
El arcoíris saldrá de nuevo en la Emilia Romagna, y no por la reedición del mundial de Imola de hace cuatro años, en medio de la pandemia, y sí por que será el lugar donde Tadej Pogacar estrene el maillot irisado más deseado de los últimos tiempos.
¿Quieres que Tadej Pogacar gane el Mundial?
¿Por qué?— JoanSeguidor (@JoanSeguidor) September 26, 2024
La Emilia Romagna es una región en dos, separadas por una linea invisible en el mapa peor tangible en el paisaje y el paisanaje.
Los romagnolos se vierten hacia el Adriático, en el interior la Emilia envuelve la bella Bolonia.
Este sábado, una semana después del mundial, viene el Giro dell´ Emilia, una de esas joyas que pervive en el tiempo y sobre los tiempos con el estreno del maillot arcoíris.
Todo sucederá en Bolonia, donde no hay momento que no suceda bajo una arcada, y en su cima de San Luca, siempre presente, desde el primer momento que pones el pie en el aeropuerto boloñés. .
Es una ciudad bajo arcos, de espacios interiores, ajenos a la intemperie, hasta podrías subir hasta San Luca bajo los arcos.
Un urbanismo paralelo, íntimo, a veces oscuro, testigo de negros eventos y peores presagios.
El Giro dell´ Emilia no es ajeno a esa estampa: Allí donde la ciudad pierde su nombre, trepa un tentáculo de ese pulpo callejero en forma de arcada, desde Porta Saragozza, no lejos de San Petronio y los grandes templos de la gastronomía boloñesa.
Una arcada que al principio es llana, paralela a la vía y que, en el espectacular Arco del Meloncello, corre montaña arriba para concluir en San Luca, iglesia que por fuera promete una belleza que no se corresponde con el interior.
Pues bien, en este entorno tanto de orfebre, de ciclismo italiano de toda la vida, sin necesidad de estar en calendario del World Tour, Tadej Pogacar va a correr por primera vez con el maillot que más deseaba.
Será una carrera en modo revancha, pues nunca ha ganado aquí, por mucho que a los pocos días lo consiguiera en Lomardía.
Emilia es uno de los escenarios en los que ciclistas como Enric Mas y Primoz Roglic mojaron la oreja al imbatible Pogacar en un terreno que me parece perfecto no, lo siguiente para sus condiciones y el equipazo que siempre le rodea.
En el Giro dell´Emilia, Pogacar buscará su victoria 24 del año, algo que roza la locura.
Que no lo logre sería la noticia.
Imagen: FB Giro dell´Emilia
Ciclismo
La clase media crece en Movistar
Ahora al Movistar Team le toca mantener el buen talento que le está floreciendo
Hace unas semanas, cuando escribíamos sobre Pelayo Sánchez en el Giro de Italia, nos preguntábamos cuánto tiempo le duraría el asturiano al Movistar Team, ante las demostradas dificultades de mantener los buenos corredores que destacan en el equipo.
A raíz de ese artículo tuve una conversación con el entorno del equipo azul «hombre, no digas que Pelayo se puede ir nada más empieza a destacar«.
Es cierto, fue lo primero que me vino a la cabeza cuando el ciclista cuajó esa semana final en la grande italiana, tenía todo para ser el ciclista perfecto en los tiempos que corren, presencia constante en carrera, olfato para fugas y además una victoria de etapa.
Entrevistamos, poco después a Pelayo en el podcast, y todo lo bueno que intuíamos en la carretera nos lo corroboró en persona.
Es un ciclista de nuestro tiempo, que no crece al ritmo de otros, pero lo hace convencido y con los pies en el suelo.
Pelayo Sánchez es el mejor exponente de una clase, la clase media, que está creciendo en el seno de Movistar como hacía tiempo que no veíamos, como en los años de los Herrada, de los Izagirre, de Rui, de Castroviejo y otros tantos que poco a poco fueron dejando la estructura.
El otro día, cuando Iván Romeo ganaba el mundial sub 23 de contrarreloj volví a pensar en esta realidad y en la necesidad de que un equipo que toda la vida había sido aspiracional no sea trampolín como ha sucedido de forma tangible con Oier Lazkano.
Porque los azules tienen una colección de ciclistas muy buenos, excelentes que van creciendo en un entorno que no vamos a descubrir ahora.
No son ciclistas que exploten a los 19 ó 20 años, pero demuestran que vienen con la lección aprendida y sus fundamentos son sólidos, cada año mejoran algo, volviendo a aquello de que la mejor versión de un ciclista debería surgir a partir de los 27-28 años.
Veremos qué tal resulta Diego Pescador, sólo 19 años.
En esa línea se encuentra Pelayo, con 24 primaveras, pero también apreciamos la evolución de Carlos Canal (23), Javier Romo (25), Jon Barrenetxea (24) y los italianos Manilo Moro (22) y Lorenzo Milesi (22).
En caso de estos dos hablamos de ciclistas italianos con trayectoria, el primero muy buen pistard a la sombra de Ganna, Consonni y Milan, el otro fue líder de la Vuelta el año pasado en DSM.
Espero que ambos experimenten las mejoras que este año, por ejemplo, no le hemos visto a Davide Formolo.
Con un líder claro y en el mejor momento de su carrera, Enric Mas, sumando buenos puntos, esta base tiene margen para seguir creciendo y devolviendo poco a poco al equipo a donde merece, cerca del top 10, sin ser el equipo hegemónico que ha sido otras veces, pero sí ofreciendo una mejor cara en muchos frentes.
Imagen: Unipublic/Cxcling/Naike Ereñozaga
Ciclismo
Zúrich: ¿Por qué fue el perfecto escenario para el mundial de ciclismo?
Cuando el mundial de ciclismo es en el centro de Europa resulta espectacular
Este artículo no quiere resucitar eso de que Europa, la vieja Europa, es la cuna del ciclismo, que aquí está el kilómetro cero y esas cosas, no, no pretende eso, pero sí quiere poner en valor lo visto en el Mundial de ciclismo del pasado domingo y en lo que se nos transmite.
Desde hace más de 30 años que vengo viendo mundiales como para pensar que cuando la localización se sitúa en un emplazamiento como Zúrich va a ser un éxito, casi seguro.
Está en medio, principalmente del meollo de las grandes aficiones, Suiza está cerca de Francia, Italia, Alemania e incluso relativamente a tiro de los Países Bajos y Bélgica, aficiones que no tienen pereza en moverse.
El crisol de banderas, colores y pintadas es brutal, ello con la tradicional publicidad del Mundial de ciclismo, que si Mapei, que si Tissot.
Luego está el paisaje, en un incipiente otoño que en Zúrich fue remojado a más no poder, sobretodo en las carreras más jóvenes.
Las carreteras ratoneras, giros, trazados bien complicados que visualmente invitan a quedarse y tácticamente son un dolor para los corredores.
Eso es el ciclismo en lugares como Zúrich, el domingo, pero también Lovaina, Imona o incluso, yéndome lejos, el inolvidable de Florencia, aquellos de Verona y Freire y los de frontera en Medrisio y Varese.
En el camino hemos tenido ediciones a deshoras como las de Australia que ganan Thor Hushovd y Remco Evenepoel o el engendro de Qatar donde lo único relevante fue el destrozo que el viento le hizo al pelotón.
Esto no es un mensaje que quiera desplazar otras sedes y lugares, el noruego tuvo su atractivo, sobretodo en el final de la crono que gana Dumoulin, y el de Richmond de Sagan tuvo toque europeo, como el de Glasgow el año pasado.
Otro que fue la bomba, por ubicación fue el de Innsbruck, que además pasaba hasta por debajo del tejadillo de oro.
En fin, que sitios como Zúrich son esos lugares en los que el ciclismo luce y donde una gesta como la de Pogacar resulta un poco más mágica, si cabe.
Imagen: FB UCI
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