Ciclismo
Degenkolb, el último de una generación en Roubaix
La Roubaix de Degenkolb cierra el capítulo de una generación
Hubo un momento en la previa de esta travesía hacia Roubaix que imaginé una carrera en la que ciclistas como Jonh Degenkolb, Peter Sagan, Alexander Kristoff, Zdenek Stybar, Greg Van Avermaet, Sep Vanmarcke o Oliver Naessen encontraran una rendija de protagonismo.
Pues la han tenido…
La imagen de Sagan, ahí en la cuneta, medio recostado, tras la caída, es recreación ciclista de la Pietá #ParisRoubaix2023 pic.twitter.com/PnIVSz5vDm
— JoanSeguidor (@JoanSeguidor) April 9, 2023
La última imagen de Peter Sagan en el infierno se ha resumido en esa cuneta de hierba dolorido muy lejos de meta, mientras que Greg Van Avermaet buscó una remontada imposible cuando por delante ya volaban y a Alexander Kristoff le vimos caído en el Arenberg.
A los otros, salvo Degenkolb, no les hemos podido apreciar en carrera y eso que el eterno Vanmarcke venía de hacer podio en la Gante-Wevelgem.
Capítulo a parte merece Jonh Degenkolb, un ciclista que siempre me ha caído genial, y que esta vez Roubaix le ha dejado a deber una.
La acción que saca al alemán de la quiniela ya la sabemos todos, un accidente del que Van der Poel se libra de milagro pero que se cobró al ganador aquó hace ocho años.
Porque antes de seguir, recordar que el último en firmar San Remo el mismo y Roubaix había sido Degenkolb.
En todo caso, la injusticia fue mayúscula, pues a diferencia de otros en ese grupo -Ganna y Küng por ejemplo- a Degenkolb aún no se le habían visto las costuras ante Van der Poel y Van Aert.
No digo que el alemán hubiera ganado, pero algún debería haber jugado.
Pero su suerte es la de toda una generación que desde la pandemia creo que ha tocado techo.
Es lo que hay, un tema de paso del tiempo.
El otro día Oscar Freire nos comentó en el podcast que la generación que vino tras él, la que llena el primer párrafo de este artículo, no fue tan buena como la de Cancellara y Boonen, con la que él convivió.
Yo no me atrevería a decir tanto, quizá por desconocimiento, pero de lo que no cabe duda es que Degenkolb nos ha dado pistas, señales de que quien tuvo retuvo, y a esta gente siempre debemos tenerlos en cuenta, incluso cuando nada invite a hacerlo.
Imagen: A.S.O./Pauline Ballet
Ciclismo
Los apuros de Le Coq Sportif no le son indiferentes al ciclismo
Gravel
Vías verdes, la opción más familiar para descubrir la Comunitat Valenciana en bicicleta
Vías verdes, «slow cycling» en la Comunitat Valenciana
Alicante, Valencia y Castellón, las tres provincias de la Comunitat Valenciana se extienden sobre paisaje variado y sorprendente, lleno de matices para experiencias inolvidables para el ciclista.
Hablamos de un destino mediterráneo que ofrece un escenario perfecto para salidas en bicicleta, sea road, MTB o gravel, solo o en grupeta, con la familia, con amigos… El territorio es rico y diverso en actividades para ciclistas amateurs y profesionales, que combinan el cicloturismo con otras propuestas culturales, deportivas, naturales o enogastronómicas, surgiendo así gran variedad de experiencias estructuradas e impulsadas por empresas y entidades turísticas de la región.
Toda esta oferta se vertebra en rutas ciclistas de diferente dificultad y pensadas para todos los públicos, desde rutas BTT y grandes travesías, hasta 13 vías verdes que transcurren por todo el territorio. Y es que la Comunitat Valenciana es un destino bien comunicado y diverso que ofrece costa, pero también mucha montaña, con 2500 horas de sol al año y con temperaturas óptimas casi todo el año para que la bicicleta sea protagonista en un paisaje tan diverso como sorprendente.
Las 13 Vías Verdes de la Comunitat Valenciana
Las Vías Verdes son antiguos trazados ferroviarios rehabilitados como itinerarios accesibles para senderismo, ciclismo y otras actividades al aire libre, promoviendo el turismo sostenible y la conexión con la naturaleza.
La Comunitat Valenciana reúne 176 kilómetros que han sido recuperados como itinerarios e infraestructura no motorizada, esperando a todo tipo de ciclistas. Ofrece un máximo grado de facilidad y comodidad en su recorrido, garantizando la accesibilidad universal y adaptados a todos los públicos.
Son, como decimos, 13 rutas marcadas en el mapa de Vías Verdes de la región, que transcurren desde Benicàssim y Barracas, en la provincia de Castellón, hasta Torrevieja, en Alicante.
Curiosamente, la distancia que separa Carcaixent de Gandía fue el primer tramo de ferrocarril de España hace 160 años, marcando el inicio de una red de líneas ferroviarias que cayeron en desuso con el tiempo. Hoy esas vías son la base de excelentes salidas de ciclismo familiar, que permiten una visión singular del territorio, atravesando acueductos, puentes, túneles y estaciones de tren que hablan del pasado reciente del territorio.
Iniciamos este pequeño viaje por el norte, por la provincia de Castellón. Con inicio en la población de Barracas, al pie de la Sierra de Javalambre, la de “Ojos Negros” es la más larga entre las vías verdes de toda España con sus 218 kilómetros que transcurren entre Aragón y la Comunitat Valenciana, siguiendo la antigua línea que unía las minas de hierro Ojos Negros (Teruel) con el puerto de Sagunto.
La mitad del trazado corresponde a la Comunitat Valenciana y de ellos, 67 kilómetros están totalmente acondicionados y en perfectas condiciones de utilización.
En la costa, a la altura de Benicàssim, transcurre la “Vía Verde del Mar” entre la citada población y Oropesa, que sigue la primitiva línea ferroviaria Valencia-Tarragona durante 6 kilómetros de costa agreste y natural en la que encontramos infraestructuras históricas como profundas trincheras, un largo túnel iluminado o puentes metálicos. El trazado presenta dificultad baja y permite enlazar la Vía Verde del Mar con los parques naturales del Prat de Cabanes y la Serra d’Irta.
En Alicante contamos con la “Vía Verde de Dénia”, unos 6 kilómetros sobre la antigua línea férrea de FEVE Carcaixent – Dénia entre campos de naranjos y casas modernistas, en un entorno de gran belleza enmarcado por el Montgó y la sierra de Segaria. La antigua vía es una ruta amable, acondicionada y muy bien señalizada, que puede conectarse con el Verger, y desde ahí por carril bici hasta la Marjal de Pego-Oliva. Seguimos con la “Vía Verde de Alcoi”, de 10 kilómetros y construida sobre el antiguo ferrocarril Alcoi-Alicante, que permitía la exportación de los productos manufacturados de la ciudad. Atraviesa un bosque mediterráneo en el corazón del Parque Natural del Carrascal de la Font Roja y comprende varios puentes, viaductos y túneles (importante llevar luces), destacando el viaducto de las Siete Lunas, una obra de ingeniería que alcanza hasta 46 metros sobre el río Polop.
La “Vía Verde del Maigmó” presenta 22 kilómetros de variedad y alta dificultad deportiva, pues asciende hasta el puerto del Maigmó, a más de 660 metros de altura. Recorre un paisaje sorprendente y lleno de contrastes con impresionantes ramblas, barrancos y cárcavas fuertemente erosionadas. La vía verde está dotada de áreas de descanso, barandillas de protección y paneles informativos.
La cultura ciclista de la Comunitat Valenciana se fusiona con su rica tradición turística
Por el contrario, la “Vía Verde de Ibi” es ideal para las familias. Comprende un kilómetro y medio de tierra compacta alrededor de la conocida como “Ciudad del juguete”, discurriendo por el amplio valle agrícola de almendros y olivos que separa la sierra del Menejador al norte, incluida en el Parque Natural del Carrascal de la Font Roja y la sierra del Cuartel al sur. Mientras que la “Vía Verde del Serpis” supone 10 kilómetros que alternan tramos fluviales, bosques de ribera y hasta túneles a lo largo del cauce del río que da nombre a este itinerario.
Cerrando la provincia alicantina, la “Vía Verde de Xixarra”, que debe su nombre al ferrocarril Villena-Alcoi-Yecla, ofrece 15 kilómetros de dificultad media por paisajes planos y despejados y el gran atractivo de las fortalezas de Villena y Biar. Además, permite enlazar con el Camino de Santiago del Sureste.
Por último, la “Vía Verde de Torrevieja” se desarrolla en siete kilómetros sobre el ramal de lo que fue el antiguo ferrocarril Alicante-Murcia, descubriendo la gran tradición salinera de la población y los flamencos que anidan en las lagunas saladas de la Mata y Torrevieja. Se trata de una ruta tranquila apta para toda la familia.
Ya en la provincia de Valencia, la “Vía Verde de la Safor” se dispone sobre el histórico trazado de 7 kilómetros comentado anteriormente, entre Carcaixent y Dénia, permitiéndonos descubrir el rico patrimonio cultural de Gandía y el entramado de acequias y campos tradicionales por los que discurre la ruta.
La “Vía Verde del Antic Trenet” atraviesa el territorio de la comarca de la Ribera Alta partiendo de Carcaixent. Esta antigua vía de ferrocarril es ahora una ruta amable de casi 12 kilómetros por el interior de València que puede recorrerse a pie, en bicicleta, patines y en silla de ruedas.
La “Vía Xurra”, por su parte, arranca del norte de la capital de Valencia en 15 kilómetros hasta Puçol, transitando por la huerta histórica regada por el Turia, un emplazamiento singular de gran valor cultural y etnográfico.
Y acabamos este paseo por las rutas cicloturísticas valencianas con la “Vía Verde de Llíria”, 6 kilómetros entre campos de naranjos y cultivos hasta, si se quiere, el parque natural del Turia y la misma ciudad de Valencia.
Ya lo veis, múltiples opciones de recorridos entre mar y montaña y paisajes para todos los gustos para descubrir en bicicleta.
+ INFO
+ GUÍA DE CICLOTURISMO -VÍAS VERDES
Ciclismo
Moments 24 Pogačar cambió la forma de ver el mundial
En el Mundial, Tadej Pogačar culminó su mejor día de siempre
No creo que sea una exageración decir que Tadej Pogačar logró, en este Mundial de Zúrich, cambiar para siempre nuestra manera de ver esta carrera.
Es el Mundial, no es cualquier cosa. Siempre se define en la segunda o última vuelta, con emoción hasta el final, con margen de error mínimo y nervios hasta el último instante.
No sé si esto marcará un cambio permanente, pero cada Mundial que veamos a partir de ahora se comparará inevitablemente con lo que presenciamos en 2024, con el esloveno como protagonista.
Aunque lo esperábamos, no deja de sorprendernos la capacidad de asombro que genera este ciclista, sin lugar a dudas el mejor que hemos visto en mucho tiempo.
Cuando atacó a más de 100 km de la meta, desbarató de un solo golpe todas las estrategias posibles de sus rivales.
¿Atacar de lejos?
¿Quién podría hacerlo?
Sinceramente, el esloveno estaba en las apuestas, pero quizá no para hacerlo con tanta intensidad ni desde tan lejos. Hacerlo más cerca de la meta habría sido lo más lógico, más acorde con su estilo en las últimas carreras.
Dos semanas antes, en Montreal, había desbaratado todas las opciones de sus rivales a dos vueltas del final, y parecía que esa estrategia era suficiente.
Pero el Mundial le exigió un paso más. Asumió un riesgo que, en otras circunstancias, probablemente no habría corrido. Sabía que se enfrentaba a los mejores rivales posibles, a los más temibles: Van der Poel y Evenepoel.
Contra semejantes bestias, el que ataca primero suele tener cierta ventaja, y Pogačar era muy consciente de ello.
Abrir camino y generar caos en el pelotón se ha convertido en una de sus señas de identidad. El poder disuasorio de sus ataques es tal que, cuando se lanza, da la sensación de que el resto ya compite por la segunda plaza.
No fue diferente esta vez. Detrás de él, lo perseguía gente de altísimo nivel, pero, al final, sucedió lo mismo que en tantas otras carreras: la victoria fue suya.
En un año donde hemos visto al mejor ciclista del mundo llevar a cabo actuaciones solitarias y magistrales, este Mundial se destaca como su obra maestra, la culminación de una temporada impresionante.
Ponerle el maillot arcoíris a este año era, sin duda, el colofón perfecto que Pogačar —y muchos de los aficionados que amamos el ciclismo— deseábamos para él.
Pero claro, cuando un corredor no solo busca el título, sino que además quiere lograrlo de una manera única, especial y eterna, eso ya es llevarlo a otro nivel. Y aquí tenemos a un ciclista que no compite únicamente por estadísticas, puntos o títulos individuales. Está escribiendo directamente las páginas de la historia, sin intermediarios, persiguiendo una excelencia que, en este Mundial, fue absoluta.
Hemos sido testigos de una temporada histórica, probablemente la mejor que hemos visto, y aún así, cualquier resultado que no fuera la victoria en este Mundial habría sido insatisfactorio.
Estamos ante un ciclista que no le teme al vacío ni al fracaso, y eso que ya ha conocido ambos.
Plantear una persecución infernal durante más de 100 km, manteniendo una diferencia que rara vez superó el minuto, requiere no solo motivación y carácter, sino también el mejor motor que hemos visto en los últimos 40 o 50 años de ciclismo.
El maillot arcoíris no podía estar en mejores manos. Dos semanas después, Pogačar lo estrenó en el Monumento de Lombardía, y siete días antes ya había roto el hielo en la Emilia.
¿Habrá maldición del arcoíris?
Como tantas otras cosas, mucho me temo que Pogačar seguirá reescribiendo la historia del ciclismo.
Ciclismo
Qué tarde la de Aprica, qué día el de Pantani e Indurain
30 años después aquella carretera hacia Aprica sigue soñando con el gran duelo entre Pantani e Indurain
Simpre leo y escucho mucho sobre Pantani, ese ciclista que, como ya hemos dicho muchas, nos hizo sentir cosas que pocos lograron transmitir. Sensaciones que comenzaron en un «kilómetro cero»: aquella etapa con Indurain en Aprica.
No es de extrañar que siga siendo un mito.
Lo que sucede con Pantani es casi esotérico, algo que escapa a la razón, una locura difícil de explicar. Conocemos su trágico final, y sabemos que el nudo de su vida estuvo marcado por el dopaje. Pero se le perdona. Se mira hacia otro lado, porque su magia todo lo puede. Créeme, lo he escuchado de viva voz de personas de su entorno, romañolos que no solo lo admiran, sino que lo idolatran.
Tan es así que la segunda etapa de este Tour de Francia, la que va de Cesenatico a Bolonia, será la «Etapa Marco Pantani». Y todos lo entienden, lo justifican… lo aplauden.
Es que fue tan fuerte lo que nos hizo sentir aquel día, aquel Pantani junto a Indurain camino de Aprica, que esa emoción flota por encima de todo lo demás.
Permitidme recordar aquel día: Todo sucedió un 5 de junio. El Giro de 1994 avanzaba por la bota de Italia, con el orden establecido tambaleándose.
Un rubio, un ruso llamado Evgeni Berzin, dominaba la carrera desde los primeros capítulos. Golpe en Campitello Matese, golpe en la crono llana de Follonica. Indurain, Miguel Indurain, batido en una prueba en solitario. Alarma.
Todo podía volver a su sitio en una etapa que atravesaba el corazón de los Dolomitas.
Veníamos de Merano, donde el día anterior un joven pero calvo ciclista, Marco Pantani, había ganado en solitario. El destino: Aprica. En el camino, tres colosos de altura decreciente.
Primero el Stelvio, entre pareces heladas e incipiente bruma sin más novedad que el desgaste invisible de los héores.
Luego en el Mortirolo, palabras mayores, estallaría todo.
Desde la base arrancaba Marco Pantani, el chico calvo del día anterior, el jovenzuelo que amenazaba con eclipsar a Claudio Chiapucci.
Con Pantani se fueron Armand De Las Cuevas, el boxeador frustrado, y Berzin, saltarín, rubio, maglia rosa.
Indurain, quieto atrás.
Pasan penosamente los metros, y el ritmo de Pantani es un rodillo.
Caía De las Cuevas, Indurain le superaba por detrás.
Cae Berzin, el yunke navarro le cazaría, lo maduraría y lo dejaría antes de la cima.
En el descenso Indurain va camino de encarrilar su tercer Giro. Alcanzó a Pantani, formando un frente común, con Nelson «Cacaíto» Rodríguez como testigo de aquella hazaña. Quedaba la tercera subida: la más sencilla, un trámite llamado Valico di Santa Cristina, antes de llegar a Aprica.
Pero el trámite se atragantó. Pantani atacó, e Indurain se derrumbó. Exhausto, seco, maltrecho. La ventaja que lo ponía en disposición de ganar el Giro desapareció.
Qué día aquel.
Imagen: Planeta Ciclismo
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