Ciclistas
Con Iván Ramiro Sosa, vuelve la esencia del escarabajo
Iván Ramiro Sosa es de esos corredores menudos que hacen temblar cuando una carretera mira hacia el cielo
Sobre Iván Ramiro Sosa, tenemos que irnos un poco atrás.
En los años ochenta, la historia la sabemos, surgieron en número y calidad muchos ciclistas colombianos que se hicieron llamar escarabajos.
Su peculiaridad era volar hacia arriba, al punto que grandes del pelotón no dudaron en buscar placebos y formas de apaciguar tanto poder en las cumbres, arrimándolos a sus intereses.
Siempre fue legendaria la querencia de Bernard Hinault por tener contentos a sus rivales colombianos, un campeón como Lucho Herrera convenía tenerlo de tu lado.
El escarabajo era tostado de piel, liviano de peso y un puñal cara a la montaña.
No escatimaba en las cumbres, el desnivel era su gasolina y la altitud su aliado natural.
Una combinación perfecta que tenía una conjura, un ritmo endiablado en las primeras jornadas de una gran vuelta, jornadas llanas, territorio hostil, que ponía aquellos corredores aguerridos en las cumbres, vulnerables en los páramos, contra las cuerdas.
De ese ciclismo, del primer ciclismo colombiano que aterrizó en el Europa, el de los ochenta, aunque antes ya hubo campeones venidos de ultramar, algunos con calado entre la afición, como el propio Cochise, quien hizo fortuna al lado del recién fallecido Felice Gimondi…
De ese ciclismo, como decimos, bebe Iván Ramiro Sosa, el menos colombiano de los colombianos actuales, o el más colombiano de entre los de entonces.
El retrato de un Suunto para una salida memorable
El del Ineos es liviano, tostado y certero.
Su ataque no admite prebendas, es seco, y aburre al rival, que se abre buscando el aire que su rival le niega.
Iván Ramiro Sosa es como aquellos colombianos de los ochenta, no es como los que conquistan otras carreras en la actualidad, que ganan sprints como Hodeg o Gaviria, grandes como Bernal, o se hacen mayores a base de fe y calidad como López.
Pero tiene pegada, ese duende de los grandes escaladores de ayer y de hoy, que cuando te miran a la cara sabiendo que te van a hacer año, te lo hacen.
La Vuelta a Burgos es su terreno, una carrera de recta final para la Vuelta a España, que se disputa en cimas desgarbadas, carreteras ásperas y sol que quita las ganas de todo.
En Lagunas de Neila dejó hacer, porque sabía que, llegados a un punto, nadie tendría cambio para sacarle en el cambio de ritmo postrero.
Un golpe, sólo uno, para dejar a Carapaz y compañía, otro más para secar a Rui Costa.
Dos días antes, entre la niebla, hizo lo mismo, abriéndose a su paso como aquella que vio la persecución de Lucho Herrera tras Perico, Luz Ardiden año 1985.
El ciclismo de Iván Ramiro Sosa es de esos que te levantan del asiento.
Es muy joven, y explota muy joven, ¿hasta dónde llegará?
Es la pregunta que nos hacemos cada vez que esa patria regala una estrella al firmamento ciclista.
Su atractivo es quizá su gran problema, esa espontaneidad.
La regularidad que se necesita en las grandes vueltas deberá llegar, por el momento, su atractivo le puede hacer un corredor que enamore por días, por instantes, por regalos de esos que no caen en el olvido aunque las estadísticas no recojan.
Es joven por eso, ya debutó en el Giro, nos suscitaba morbo saber qué hubiera hecho en la Vuelta, una carrera que en muchos perfiles le sería propicia.
Aunque ya sabemos que aquellos colombianos que llamábamos escarabajos tuvieron, de inicio, no pocos problemas para romper el techo de cristal que Lucho Herrera logró quebrar el día que ganó su Vuelta.
Imagen: Vuelta a Burgos
Ciclistas
Tirreno-Adriático: Juan Ayuso en hora y forma
Juan Ayuso puede añadir la Tirreno-Adriático a un inicio de 2025 inmejorable
No ganó de forma aplastante, quizá acostumbrados a ver exhibiciones brutales vestidas de UAE, pero la temporada de Juan Ayuso, hasta esta Tirreno-Adriático, está siendo de 10.
Los rivales los conocíamos, estaban marcados, incluso un Filippo Ganna, y eran buenos, Tom Pidcock, hiperactivo, Jai Hindley y el propio Mikel Landa.
Ninguno se lo puso fácil.
Pero Juan Ayuso, marcado desde la salida, vivo y con todas las opciones de cara a esta etapa reina, cumplió el pronóstico.
La etapa había arrancado muy movida, con Mathieu van der Poel atacando desde el kilómetro 0, lo que prometía emoción.
Después de un ritmo frenético, finalmente se escaparon ocho corredores: Gianni Vermeersch, Benjamin Thomas, Samuele Battistella, Jasper Stuyven, Chris Hamilton, Magnus Cort Nielsen, Andrea Vendrame y Andrea Pietrobon.
El pelotón no dejó que la fuga se distanciara demasiado, con equipos como Bahrain y UAE interesados en la etapa, ya que era la única montaña del Tirreno-Adriático.
La diferencia comenzó a reducirse en la subida final, donde primero Bahrain y luego UAE, excelso Del Todo, como el año pasado en esta misma carera, pusieron presión a Filippo Ganna.
Vendrame, que ya había ganado una etapa en esta carrera, se lanzó en solitario con 5 kilómetros para la meta. En esa misma subida, Ganna fue descolgado del grupo por Isaac del Toro, quien, como decimos, impuso un ritmo muy duro.
Poco después, Ayuso atacó y, tras él, se unieron Pidcock y Hindley.
Mikel Landa logró conectar con ellos, pero Ayuso no dejó de atacar. En los últimos 3 kilómetros, el español lanzó varios ataques hasta dejar atrás a sus rivales.
Fue una gran demostración de madurez de Ayuso, quien, pese a la presión y las expectativas sobre sus hombros, controló la situación y ganó con autoridad.
Pidcock fue segundo y Hindley tercero, y no se lo pusieron fácil.
Imagen: FB TirrenoAdriatico
Ciclismo
La caída y abandono de Vingegaard son una muy mala noticia
Ciclistas
La seguridad le quita el sueño a Vingegaard
La caída de Itzulia ha disparado los temores de Vingegaard sobre la seguridad
Para Jonas Vingegaard el accidente de la pasada Itzulia puede ser un antes y un después, lo admitió en su día y ahora lo refleja cada vez que habla de seguridad en el ciclismo.
Ciclistas
Jasper Philipsen va para MVP
Hay pocos ciclistas más valiosos que Jasper Philipsen
Podríamos decir que Jasper Philipsen aún no está en la mesa de los grandes, pero sin duda es uno de los ciclistas que más se acerca a reclamar su lugar.
Hoy en día, Philipsen es uno de los corredores más valiosos del pelotón, no solo porque tiene el nivel para competir y no desentonar al lado de ciclistas como Mathieu van der Poel, sino también porque ha demostrado ser capaz de asumir el mando en momentos cruciales y decidir las carreras a su favor cuando la situación lo requiere.
En las últimas temporadas, el belga ha dejado huella, especialmente con sus victorias en el Tour de Francia y en la Milano-San Remo.
Además, sus dos segundos puestos en el París-Roubaix resaltan la consistencia y el nivel de sus actuaciones.
Es impresionante la cantidad de victorias que ha logrado, muchas de ellas de gran calidad.
Su capacidad para adaptarse y brillar en diferentes escenarios lo ha consolidado como uno de los referentes del pelotón.
Es cierto que a veces se le ha señalado por su actitud algo «mafiosa», como aquella vez en el Tour de Francia, cuando mostró una ambición y control casi abusivos dentro del pelotón. Sin embargo, no se puede negar que Philipsen ha evolucionado hasta convertirse en un ciclista indispensable en la actualidad, un verdadero diferenciador en la carretera.
Su presencia, por ejemplo, ha elevado el nivel de su equipo, Alpecin, y le ha dado a la formación una dimensión competitiva que rivaliza con los grandes equipos.
Mientras que a Van der Poel no se le conoce tanto por sacrificarse por un compañero, Philipsen ha demostrado ser un corredor por quien Mathieu pone el equipo por delante cuando es necesario.
Además de su talento, Philipsen destaca por el buen ambiente que transmite en el pelotón, manteniendo una buena relación con otras grandes estrellas, como Tadej Pogacar y Michael Matthews.
A pesar de sus momentos de tensión, su carácter competitivo y su espíritu de equipo han sido clave para consolidarlo como uno de los ciclistas más completos.
En cuanto a su evolución como sprinter, Philipsen ha dejado atrás las críticas que alguna vez recibió, como cuando nuestro querido Adrián García lo apodaba «Jasper Disaster».
Hoy es uno de los sprinters más letales, habiendo superado las 50 victorias, muchas de ellas de gran nivel, como las nueve etapas del Tour de Francia y varias etapas en la Vuelta a España. Además, su victoria en Kuurne-Bruxelles-Kuurne este año ha sido una clara señal de su potencial, demostrando a Visma que en Alpecin tienen un rival formidable.
No solo es un hombre de victorias en el sprint, sino también un corredor versátil.
La victoria en el Gran Premio de Escalda de hace dos años, donde brilló rodando de manera sublime sobre los adoquines, lo consolidó como un gran especialista en terrenos difíciles, donde se mostró eficiente y competitivo, conectando con otros velocistas belgas que también dominaban las piedras.
Hoy, la presencia de Philipsen es uno de los principales alicientes para poner en aprietos a Pogacar en la Milan-San Remo.
Como es bien sabido, si Van der Poel no logra romper la carrera, Philipsen será uno de los hombres clave.
Este 2025 ya ha comenzado a demostrar cómo puede hacerle daño al mejor ciclista del mundo, reafirmando que está preparado para luchar por los títulos más prestigiosos.
Imagen: A.S.O.
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