Alejandro Valverde
Valverde en Sicilia: Es indestructible
La etapa que gana en Sicilia es el enésimo retorno de Valverde
En una de esas tardes que uno está pensando en Roubaix, se nos ha dejado otra muesca en la historia de Alejandro ValverdeAlejandro Valverde, ahora en Sicilia.
Sí lo sé, sería descabellado dedicarle al murciano un post por cada triunfo que firma, pero el goteo de éxitos que mantiene esta temporada, con sus 41 primaveras en las piernas y todas las cicatrices que el ciclismo le ha procurado, provoca que la admiración vuelva a este mal anillado cuaderno cada vez que Valverde toca la campana.
Hace tiempo, cada vez que firma un nuevo éxito, afirmamos que Alejandro Valverde ha consumido nuestra capacidad de asombro, que se erige en un espejo limpio y nítido de lo que es amor y pasión por este deporte, que supera lo que parece que no se va a poder superar y sigue en liza como si el tiempo no pasara.
Es cierto que le cuesta ganar mucho más que antes, es cierto y lógico, pero la lagrimita de admiración cae cada vez que logra, como en el Giro de Sicilia, cruzar la meta el primero.
Hoy hace justo tres años Alejandro Valverde se proclamó campeón del mundo en Innsbruck, culminando una recuperación tremenda a causa de la caída en el prólogo del Tour 2017.
Hoy hace un mes y diez días Alejandro Valverde se partía en dos en la Vuelta a España
Todo pasa por Alejandro Valverde, lo bueno, lo malo, lo tétrico pero él sigue ahí, vigente, con su bocamanga arcoíris como ese pasado que viene al presente a recordarnos que estamos, seguimos estando ante un ciclista de leyenda.
Un corredor que ha ido y ha vuelto varias veces, que ha podido tener mejores o peores momentos -aquí le hemos criticado muchas veces- pero que su relación con este deporte es un idilio que se resiste a morir incluso cuando la edad invita a pensar en otras cosas, otros proyectos, la familia y el hogar.
La victoria en el Giro de Sicilia de Valverde no es la más importante de su carrera, la realiza en una llegada que tiene muy por la mano y los rivales, siendo buenos -Alessandro Covi hizo un gran Giro de Italia-, no eran los mejores que se podían cruzar en su camino.
Que Valverde esté ahora mismo así, en este estado de forma, habiéndose ido de la Vuelta roto por el dolor de dejar a su equipo cojo, sólo habla de lo que le dedica este tío a la bicicleta: horas y pasión «no limits».
Ya estamos mareando con Lombardía, ya leemos comentarios, la verdad no lo necesita, bueno lo cierto es que no necesita mucho de lo que lleva haciendo hace tiempo, pero si en las hojas muertas asoma la cabeza, más de uno tendrá sudores fríos.
Pensar en él como favorito, no lo veo, pero tampoco lo veía en Lieja y lanzó el sprint del grupo ganador.
En un momento en el que el ciclismo español campa por el desierto, que Valverde traiga estas noticias desde la bella Sicilia significa que los males con tortas, pues se pasan mejor y hablamos de tortas que quitan el hambre, no de la que se pegó una vez cruzada la meta.
Alejandro Valverde
«El día menos pensado»: «Ahora tienes pendiente vivir» le dicen a Valverde
Valverde abre y cierra «El día menos pensado»
Siempre me he preguntado cómo debía ser la relación de Alejandro Valverde con su familia, y no lo digo en tono malo, más bien fruto de saber cómo se ha relacionar con los suyos una persona que ha pasado tanto tiempo fuera de casa y tan volcado en lo suyo.
No en vano Valverde ha pasado a la historia del ciclismo por alargar su carrera deportiva más allá de las 40 primaveras, tras más de veinte en el profesionalismo.
Es decir sus hijos han nacido con él compitiendo.
La cuarta entrada de «El día menos pensado» no escatima la figura de Valverde desde el mismo principio, y hasta el final.
Era de esperar, y de hecho suponía, sobre el papel, el elemento más potente para un serial que siempre ha venido abonado por el morbo de situaciones surrealistas que en este 2022 no se dieron.
De inicio Valverde y su mujer ya salen dándole el desayuno a los peques, y no tan peques antes de acercarles al bus del colegio.
Una acción cotidiana enmarcada por una estrella mundial del deporte que al final de todos los capítulos oye de su mujer: «Ahora tienes pendiente vivir».
Vivir, eso tan sencillo, en la mano de casi todos los mortales, que veo tan complicado en una persona como el murciano.
Aunque este deporte no le ha quitado de sus momentos de realidad mundana, con las dos cervezas diarias que admite haberse cascado durante su carrera deportiva y las salidas con su grupeta, una de ellas con susto monumental, el del pasado mes de julio, justo cuando arrancaba el Tour y fue atropellado a mala fe por un hijo de puta.
El Valverde de este «El día menos pensado» es un Valverde lacrimógeno, nostálgico, que se pasa la serie pellizcándose para creer que esto aún no se acababa, pero sí, había un final y éste lo sitió cuando se quitó la ropa de ciclista en el hotel de Madrid, tras acabar su última Vuelta: «Cuando me vestí de normal me dije: esto se ha acabado».
Han hecho bien los mentores del documental de Movistar en medir bien las apariciones del murciano, que ya ha tenido sus documentales, el momento de masaje de Escámez -más de 1000 masajes en once o doce años- con Rojas y Mas es hilarante, cuando su hijo le mete una buena trola sobre el colegio, pues el Bala no entendía el inglés de la profesora.
Lo mejor fue sin duda Lombardía, y no sólo que un tipo que me cae genial como Jan Ullrich fuera al bus a mostrarle sus respetos, me gustó mucho el niño que acoge emocionadísimo su autógrafo antes de salir.
El chaval sabía que estaba ante algo único.
Alejandro Valverde
Valverde y el gravel, dos caminos que parecen cruzarse
Momparler: «Creo que Valverde va a ser uno de los que monten en gravel y va a sorprender»
Hemos recibido desde La Mussara, esta charla con el seleccionador nacional, buen amigo de este mal anillado cuaderno, Pascual Momparler, sobre su relación con el gravel contando, entre otras cosas, que ve a Alejandro Valverde metido en la modalidad.
Mucho antes de ser seleccionador nacional de ciclismo en ruta, Pascual Momparler fue una de las primeras personas que anticipó una palabra que iba a llegar como un terremoto al ciclismo: gravel.
Gran aficionado al cyclocross desde joven, compró su primera bicicleta de gravel hace casi una década. Desde entonces, ha vivido el imparable crecimiento de esta modalidad.
Cada vez más aficionados y también, por supuesto, cada vez más pruebas. Numerosas en el extranjero y, también, a nivel nacional, como la Mussara Hunting Dogs que se celebra desde hace tres ediciones en la Costa Brava de Girona.
¿Hace cuántos años que practicas gravel?
Más de 15. Yo corrí en cyclocross cuando era más joven. Recuerdo ir desde mi casa al circuito todos los días y volver. Me lo pasaba muy bien. Iba con la bici de cyclocross por los caminos. Hacía mis viajes y mis aventuras con esa bicicleta, buscando vías verdes cuando el gravel aún no existía. Cuando empezó el gravel en Estados Unidos, compré mi primera bicicleta hará unos 7-8 años. Desde entonces, salgo con ella siempre que puede porque me parece muy divertido.
La organización de Mussara vio cómo aumentaba la cantidad de usuarios en bicicleta de gravel y decidió empezar a organizar en 2021 la Mussara Hunting Dogs. ¿Tú notas que cada vez hay más usuarios de gravel en tus salidas?
Sí, sí, sí. El gravel es una disciplina que no es moda. Ha venido para quedarse. Yo creo que va a apartar a ese cicloturismo de carretera y a ese mountainbike que se practica por caminos. Esa gente se va a quedar en gravel. Unos porque utilizan una bicicleta que no es adecuada para el uso que le están dando y otros porque se van a dar cuenta de que con una bicicleta de gravel pueden hacer lo mismo, pero por caminos más tranquilos y huyendo un poco de los coches. Todo eso ya está llegando.
¿Qué tiene el gravel que engancha tanto?
En mi caso, fue una época que cogí un poco de peso y cuando salía con la grupeta era una tortura. Pero luego empecé con bicicleta de gravel y me divertía mucho. Vas a 20 por hora, concentrado, en las curvas aprietas la técnica… me pareció muy divertido. Creo que eso es lo que engancha a la gente. Con una hora u hora y media te diviertes aunque vayas tú solo.
¿Cuál es tu rincón favorito para salir?
Suelo salir mucho por donde discurre la Jaén Paraíso Interior, Úbeda o Baeza, por ejemplo. Aunque voy por toda España y llevo siempre la gravel en el coche. Me he ido fijando en que cada vez hay más diversidad entre las bicicletas gravel: más rápidas, más de aventura o con doble suspensión. Son pequeños cambios que hacen falta dependiendo de los caminos por los que salgas.
El año pasado fue el primer mundial de gravel organizado por la UCI. ¿Fue una sorpresa para vosotros este paso?
En la comisión europea de cyclocross, a la que pertenezco, se hablaba de la posibilidad de este mundial desde hace cuatro o cinco años. En países como Italia, Bélgica o en el norte de Francia estaba pegando muy fuerte el gravel. Así que tampoco ha sido una gran sorpresa. Lo que sí que me sorprendió fue que tantos corredores españoles acudieran.
¿Y cómo conformaste el equipo que acudió al Mundial?
Como era el primer año, la selección la llevó más el equipo que se encarga de la parte de mountainbike. El criterio que se siguió fue que la gente hubiera cumplido las ratios que pedía la UCI, haber completado el número de carreras necesarias y clasificarse. Entre todos estos, se hizo un pull y un equipo final.
¿Y hay algún corredor que veas que puede ser un fan del gravel cuando se retire?
Yo creo que Valverde va a ser uno de los que monten en gravel y va a sorprender a más de uno. En la Strade Bianche disfrutaba mucho, el año pasado se quedó con ganas de correr en Jaén. Yo sé que lo tiene en su cabeza. De los que vinieron al Mundial, Carlos Verona me sorprendió por su técnica. Sé que tenía su bicicleta de gravel para descargar, pero vi que tenía mucho nivel.
El gravel tiene esa doble vertiente, entre competición y hobby más relajado. ¿Cómo puede evolucionar el gravel de competición en el futuro?
Al final, a la gente le gusta competir y le gusta ganar. Por un lado, está el cicloturista al que le gusta ir por caminos, ver cuántas horas es capaz de echar sobre la bicicleta, retos de supervivencia… este grupo no irá a competir. Pero seguro que surge otro grupo de gente a la que sí le guste competir. Esa gente con ADN de desnivel, distancia y dureza que buscará pruebas para pelearse con otros y ver cuánto tardan en hacer una marcha.
Texto: La Mussara
Alejandro Valverde
Alejandro Valverde, el segundo mejor de siempre del ciclismo español
Motivos para poner tan arriba a Valverde en la historia del ciclismo español
Llueve sobre mojado en este mal anillado cuaderno, y una vez consumada su retirada, creo que es buen momento de retomar la plaza de Alejandro Valverde en la historia del ciclismo español.
Hace un tiempo, creo que en el tedio de la pandemia, hice un listado de mis 10 mejores ciclistas españoles de la historia, fue algo subjetivo, aunque en parte, pues en el medio puse y valoré ciertas estadísticas que contemplaban el conjunto de la carrera de cada ciclista, y no sólo lo más gordo.
En este sentido, si mirásemos la estadística, el termómetro de PCS es muy bueno, pues pone toda la carne en el asador, y en esta clasificación Alejandro Valverde sería el mejor ciclista de la historia del ciclismo español y sexto entre todos.
Pero hay matices, sentimientos y recuerdos.
Como he dicho en más de una ocasión, un tipo que ha ganado cinco Tours de Francia, haciéndolo como lo hizo Miguel Indurain, no puede pasar por otra plaza que no sea la primera.
El navarro no sólo conquistó la carretera, lo hizo con los aficionados, los estadísticos, los menos seguidores del ciclismo, completó un serie irrepetible, con una autoridad tan sólida como su sencillez.
Dicho esto, y con Indurain en otra esfera, para mí la segunda plaza se la disputan Alejandro Valverde y Alberto Contador.
En este desempate me quedo con Alejandro Valverde, por varios motivos
El primero y más obvio es la larguísima trayectoria deportiva que ha cuajado.
Dos décadas enteras en el pelotón, nunca corriendo a ver qué pasaba, siempre aspirando a lo máximo, volviendo de una sanción y esquivando lesiones y caídas de una manera «casi milagrosa»
Sólo tuvo una grave, cosa complicadísima en un trecho tan grande de tiempo, y se recuperó para ser campeón del mundo.
En esas veinte temporadas compitiendo -le quitamos la 2010 y 2011- Alejandro Valverde se ha destacado como uno de los ciclistas más originales del ciclismo español.
Apuntó maneras más allá de las grandes vueltas, carreras que nunca dejó de lado, y amasó un palmarés de clasicómano monstruoso, con especial cita a su etiqueta de ardenero y especialista en mundiales, hasta que lo logró, pisó el podio más veces que nadie, y eso que en el camino le quedaron algunas actuaciones sonadas, y no precisamente por lo bueno, dígase Salzburgo o Florencia.
Pero salvados momentos puntuales, lo que Valverde le ha dado al ciclismo español es una trayectoria de ciclista de otra época, tocando todos los palos, sacando la cabeza en cada sprint, en cada corte, donde fuera.
Todo eso lo logró con la eterna sensación de que podría haber escogido mejor sus objetivos.
Si Alberto Contador tuvo siempre claro que las grandes vueltas era su terreno, Valverde picoteó en ellas, en especial en el Tour, quizá más de lo debido, pues yo nunca le vi favorito a la ronda francesa.
Su obsesión por esta carrera no le quitó de construir un palmarés irrepetible, pero nos cabe la duda qué habría sido si se hubiera centrado más en lo que todos veíamos que mejor se le daba.
O incluso haber probado más dos clásicas que creo que entraban en su molde como San Remo y Flandes.
Sea como fuere él siempre tuvo claro que la opinión de los demás era como un hilo musical -tiene un palmarés abrumador en carreras como Murcia, Valencia, Andalucía y Mallorca- y los números le avalan, también en vueltas por etapas, en especial tres muy gordas: Volta, Itzulia y Dauphiné.
Valverde, a groso modo, es más longevo, más singular y más laureado que Contador, por eso le pongo en la posición de plata de los mejores de siempre.
Alejandro Valverde
Nibali ha sido el corredor que alguna vez quisimos ver en Valverde
Aunque el palmarés de Valverde sea mayor, el de Nibali tiene muchísimo valor
Por mucho que cueste decirlo y pensarlo, Vincenzo Nibali y Alejandro Valverde ya son exciclistas.
Les espera ahora una vida que, entiendo, será más tranquila, más familiar, aunque seguro seguirán siendo solicitados en mil sitios, pues la suya es una leyenda que ha hecho grande este deporte durante los últimos veinte años.
Evidentemente que entre las mil cosas y obviedades que hemos dicho de ambos durante el Giro de Lombardía, han surgido, como no, las comparaciones.
Yo le he dedicado un ratillo a la ficha de ambos en el PCS y os quiero dar unos datos que no son interpretables, pues son estadística.
Alejandro Valverde es el sexto mejor ciclista de siempre, habiendo logrado 133 victorias y corrido 32 grandes vueltas y 35 monumentos.
Por su parte, Vincenzo Nibali se ha situado entre los 35 mejores ciclistas de la historia con 27 grandes vueltas corridas y 44 monumentos.
Como veis, dos monstruos de su tiempo, que se han zurrado hasta la saciedad durante años, en mil paisajes y en mil circunstancias para completar un periodo que, sinceramente, considero imborrable.
Luego están, como digo, las comparaciones… y no digo nada descabellado si afirmo que Vincenzo Nibali es ese ciclista que muchas veces habría querido ver en Alejandro Valverde.
Sé que a lo que ha hecho el murciano es muy difícil ponerle un pero, que hay que situar en valor todo lo logrado, pero también es cierto que lo del italiano ha sido magia sobre ruedas, emociones a flor de piel y querencia por los grandes escenarios.
Valverde es imbatible por Nibali en cantidad pero ¿y en calidad?
El segundo atesora cuatro grandes y tres monumentos, por una grande y cuatro monumentos del primero.
La selección de títulos que Nibali ha sido capaz de reunir en sus estanterías habla de un concepto muy diferente del ciclismo.
Vincenzo ha tenido victorias que podríamos decir «menores» pero nunca ha desestimado carreras como Milán-San Remo o Lombardía, por correr en casa o cerca de casa.
El objetivo de Valverde en pruebas como el Indurain, Valencia, Murcia y Andalucía, por citar unos ejemplos, incluso por delante de clasicotes como San Remo o Amstel ha sido algo que aficionado medio, entre el que me incluyo, no ha sentado bien.
No sé si ha sido él o su entorno, si el huevo o la gallina, pero estoy seguro que alguno de esos 133 triunfos el admirador de Valverde los habría cambiado por otros de más prestigio.
Ojo que digo el aficionado, pues el corredor al final ha hecho, como corresponde, lo que le ha rotado.
La cultura ciclista italiana de la que ha mamado el siciliano se nota en ese palmarés por la variedad que alcanza y lo celoso que ha sido de brillar en el calendario patrio, de por sí un top tres en prestigio mundial, muy superior, sin duda al español.
Luego está la actitud en carrera.
Alejandro Valverde ha basado sus grandes éxitos en estrategias inteligentes, sí, pero conservadoras, también.
Sus cuadro Liejas y cinco Flechas se resuelven de forma similar, lo mismo que otros muchos triunfos, cosa que por ejemplo Nibali ha logrado variar más.
El siciliano tiene una San Remo fraguada en la coronilla del Poggio con los velocistas viéndole partir, o un par de Lombardías culminados con estrategias brillantes y descensos históricos.
Valverde nos ha hecho vibrar, pero esa punta de velocidad y ese instinto que siempre le han acompañado han dado con triunfos más contenidos que los fuegos artificiales de Vincenzo.
¿Cuántas veces nos habría gustado ver a Alejandro tomar riesgos?
Más de una y más de dos, por eso victorias como la del Tour de 2012 o aquella clásica llamada Roma Maxima -efímera sucesora del Giro del Lazio- son tan queridas por los especialistas en Alejandro Valverde, por fraguarse de forma diferente a tantas y tantas de esas más de ciento treinta dianas con las que deja el ciclismo.
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