Ciclismo antiguo
La Escalada a Montjuïc nos pone nostálgicos
Por la Escalada a Montjuïc todos los grandes quisieron pasar una día u otro
Soy un nostálgico.
Y un romántico, del ciclismo heroico.
No lo puedo remediar.
Y es que cuando los árboles de mi ciudad se visten de colores dorados y el cielo azul, radiante, con esa luz diurna tan clara y diáfana que sólo el mes de octubre nos proporciona, es cuando me invade el desconsuelo.
Sí, la echo de menos, y es que ya han pasado once años desde que la tradicional Escalada a Montjuïc -la “montaña mágica” de Barcelona- bajara el telón ya no sólo de aquella temporada sino que además lo hizo de forma definitiva.
Un disgusto que nos llevamos los aficionados a un tipo de ciclismo diferente, con un carácter único y un formato muy original, que combinaba una carrera en línea que consistía en dar cinco vueltas a un circuito de 24,3 km, por las carreteras que entrelazan la montaña olímpica y una dura cronoescalada de 8,7 km al Castell, antigua fortificación de la Ciudad Condal y que domina el skyline de su frente marítimo.
Y es que aquel 2008, como otras muchas cosas, la crisis y la falta de patrocinadores se llevaron por delante esta clásica del panorama internacional, que cerraba la temporada y ponía broche de oro a la competición dentro del cansado pelotón ciclista en Europa.
Cada vez se requería más dinero para atraer las fatigadas piernas de los corredores, que ya empezaban a sufrir un calendario marcado por la globalización y que, por tanto, ya no acababa en Montjuïc.
Pero a pesar de esta decadencia sufrida sobre todo con la entrada en el nuevo milenio, la Escalada tuvo ese auge que mantuvo durante bastantes años, y era un preciado botín de fin de temporada para aquellos que querían lucirse, antes del merecido descanso, delante de la afición o los que querían reivindicarse ya de cara al año siguiente, buscando la renovación con su equipo o bien para intentar cambiar de aires.
Desde aquel otoño de 2007, el fin de curso para los aficionados ya no ha sido lo mismo.
Se encuentran a faltar las grandes figuras del pedal retorciéndose por la terrorífica rampa al 14% que lleva a los ciclistas desde el mar a la montaña, mientras el teleférico asciende, de manera parsimoniosa, pasando por encima de sus cabezas.
Montjuïc, el escenario
Esta imagen indeleble que sobrevive en nuestro imaginario colectivo, con la ciudad como telón de fondo, el edificio de las Tres Chimeneas que se asoma a sus cuestas porque no quiere perderse el espectáculo único que ofrece esta escalera al cielo de Barcelona o el paso por el monumento que homenajea a “La Sardana”, es todo un símbolo que va de la mano del pelotón y que no puede faltar en el álbum de fotografías de la Escalada.
Y los barceloneses… un público entregado que abarrotaba las cunetas en sus curvas y revueltas, en una matinal en la que se acercaban para ver de cerca a sus ídolos, a los que sólo habían podido seguir leyendo sus gestas en las épicas crónicas de la época, o bien, con la llegada de la televisión, esos que habían visto por la tele atacando puertos como Lagos de Covadonga, Tourmalet, Alpe d’Huez o Stelvio, entre otros, y que ahora los tenían allí, en su montaña, dando más brillo y esplendor a la prueba.
La Escalada siempre fue una referencia internacional.
Había nacido en el año 1965 a partir de una original idea de Joaquim Sabaté, presidente del Esport Ciclista Barcelona, y enseguida se consolidó como un evento ciclista de primer orden, que relanzó a la capital catalana otorgándole una nueva imagen, más moderna y cosmopolita, formando parte indisoluble del patrimonio cultural y deportivo de Catalunya.
Aquella primera edición la ganó el célebre Federico Martín Bahamontes, dándole notoriedad desde el principio al acontecimiento.
Si hablamos de la Escalada a Montjuïc (o simplemente, L’Escalada) lo hemos de hacer como si de un museo al aire libre de la historia del ciclismo se tratase.
Por esta rampa de 2,5 km a una media de casi al 7%, con rampas de hasta el 14%, han pasado mitos vivientes como Eddy Merckx, que se la adjudicó hasta en seis ocasiones, o Raymond Poulidor, que venía a Montjuïc a ganar, y a demostrar sus dotes de escalador, aprovechando la ausencia de Anquetil, que en esta época ya disfrutaba de sus vacaciones.
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Otros grandes campeones que hicieron historia en el corazón de esta montaña los podemos encontrar en los nombres de Fignon, Zoetemelk, Criquielon, Lejarreta (que inscribió hasta 5 veces su nombre en su palmarés), Rominger, Zulle y ya más recientemente, Purito Rodríguez o Beloki.
En la última edición del 2007 nadie se podía imaginar que Dani Moreno, bajando del podio de Montjuïc, iba a tener el honor de ser su último ganador.
También eran muchos los que al final de esta rampa ponían punto y final a su carrera, despidiéndose de la afición, algo que hizo por ejemplo Perico Delgado.
Para muchos, despedir la temporada ciclista viendo la Escalada por televisión, significaba apurar el último sorbo de ver a los artistas del pedal en acción al menos hasta el mes de febrero, en el que volvían las retransmisiones en la competición que daba el pistoletazo de salida en la isla de Mallorca con su tradicional Challenge.
El próximo fin de semana el ciclismo se cita en Cambrils
Como curiosidad, resaltar que la famosa rampa de acceso al castillo donde han quedado inmortalizadas bellas imágenes para la posterioridad, en realidad es contra dirección para todo tipo de vehículos, incluidas las bicicletas, claro, aunque se habla de la posibilidad de diseñar un carril bici cuesta arriba para que todos los aficionados podamos escalar la mítica montaña emulando a nuestros grandes campeones mientras culebreamos por esta cinta gris asfaltada y podamos alzar los brazos después de haber superado este épico rincón inclinado de la ciudad de Barcelona.
Esperemos que en un futuro no demasiado lejano alguien sea capaz de poner pasta encima de la mesa para volver a recuperarla. Eso deseamos todos.
Por Jordi Escrihuela
Imagen tomada: Biela Libre
Ciclismo antiguo
100 años de Bernardo Ruiz
Bernardo Ruiz fue el primer español en pisar el podio del Tour
Cuando Bernardo Ruiz nació, ayer hace 100 años, España en pleno periodo de la dictadura conducida por Miguel Primo de Rivera en conexión directa con el el rey Alfonso XIII, el último monarca antes de la irrupción de la segunda república.
En Orihuela, Bernardo Ruiz daba sus primeros pasos, los de un un pionero que abrió el camino para el ciclismo español en competiciones internacionales, primer podio en el Tour, en un contexto muy diferente al actual, puesto que en su época el ciclismo en España estaba en la prehistoria.
Desde joven, Ruiz demostró su talento.
Empezó a ganar competiciones importantes como la Vuelta a España en 1948 y la Volta a Catalunya en 1945, con 20 años. También ganó varias veces el Campeonato de España y la Vuelta a Valencia.
Pero lo más destacado de su carrera fue su participación en el Tour de Francia, el gran escaparate y restablecido tras el parón por la Segunda Guerra Mundial.
En 1951, Bernardo destacó en el Tour al ganar dos etapas y quedar en noveno lugar en la clasificación general, lo cual fue un gran logro para un ciclista español en esa época.
Al año siguiente, en 1952, logró el tercer puesto en la clasificación general del Tour, convirtiéndose en el primer español en subir al podio, fue el primero de una lista larga y fecunda en nombres que vienen hasta hace bien poco.
Este logro fue muy importante para el ciclismo español, que en ese entonces no tenía mucho reconocimiento internacional.
Además, Bernardo siempre destacó la figura de Fausto Coppi, el ciclista italiano que para él fue el mejor de todos, por su talento y versatilidad tanto en carretera como en pista.
Después de catorce años de carrera, Bernardo Ruiz decidió retirarse en 1958.
Su legado en el ciclismo español es enorme, pues fue el primero en lograr un podio en el Tour y abrió las puertas para que otros ciclistas españoles pudieran destacar en el ámbito internacional.
Por todo, Bernardo Ruiz fue un ciclista clave en la historia del ciclismo español, especialmente por su papel en el Tour de Francia, y su legado sigue muy vigente desde la expo que se le ha dedicado en su Orihuela natal.
Imagen: Córdoba Hoy
Ciclismo antiguo
DEP Emile Idée, el ganador de etapa del Tour de más edad
Fallecido a los 104 años, Emile Idée se hizo ciclista en plena Segunda Guerra Mundial
No hace mucho Federico Martín Bahamontes nos dejaba a los 95 años para dejar de ser el ganador de Tour vivo más viejo.
Estos días leemos que se ha ido Emile Idée, un exciclista francés de 104 años que con su etapa en el Tour de Francia a finales de la década de los 40, suponía el vínculo vivo más longevo con aquellos años de postguerra.
Como decimos, Emile Idée era el ciclista más veterano en ganar una etapa del Tour de Francia, y nos dejó a los 104 años en su casa, cerca de París.
Fue una figura destacada del ciclismo francés en los años 40, a pesar de que su carrera se vio interrumpida por la Segunda Guerra Mundial.
Idée se convirtió en profesional en 1942 -en plena Segunda Guerra Mundial y los nazis ocupando Francia- y destacó como especialista en contrarreloj.
Ganó varios Campeonatos Nacionales y el desaparecido GP Nations, considerado en su época como el título no oficial de contrarreloj mundial.
Durante su carrera de 12 años, corrió para equipos como Alcyon-Dunlop, La Perle–Hutchinson y Peugeot-Dunlop. Además, compartió pelotón con leyendas francesas como Louison Bobet y corredores internacionales como Fausto Coppi y Briek Schotte.
Incluso quedó segundo en la París-Roubaix de 1948, detrás del belga Rik van Steenbergen.
Uno de sus mayores logros fue ganar cinco veces el Critérium Nacional, una de las carreras por etapas más prestigiosas de Francia. También fue el ciclista más longevo de la primera edición del Tour de Francia tras la guerra, en 1947.
El momento cumbre de su carrera llegó en 1949, cuando ganó la etapa 13 del Tour de Francia en un sprint final en Nimes. En una entrevista, Idée recordó haber intimidado a un rival italiano durante esa escapada, diciéndole: «Si intentas atacar, te doy una buena paliza«.
Aunque no se sabe si el italiano le tomó en serio, Idée demostró ser el más rápido y se llevó su única victoria en el Tour.
Se retiró en 1952 y luego abrió varias tiendas de bicicletas, viviendo el resto de su vida en Melun, cerca de París.
Emile Idée será recordado no solo como un gran ciclista, sino como un testimonio viviente de una era crucial del ciclismo.
Imagen: Journal L´Union
Ciclismo antiguo
DEP Pascal Hervé
Para mí, Pascal Hervé fue uno de los mejores ciclistas que sucumbieron en el derrumbe del equipo Festina
Imagen: Ciclismo a fondo
Ciclismo antiguo
La primera Vuelta a España de la historia
Cincuenta inconscientes tomaron la salida de la primera Vuelta a España
Pues ya estamos en los noventa años desde la primera Vuelta Ciclista a España.
Fue por estas fechas que unos cincuenta descerebrados se ponían en marcha desde la madrileña Puerta de Hierro.
Eran pocos, muy buenos, duros como rocas e inconscientes.
Eran lo que a la historia le llamaríamos la prehistoria, pioneros e impulsores de un deporte que por esas fechas causaba furor, lanzaba hordas a las cunetas, paraba fábricas, daba recreo a los niños y se sentaba en cualquier tertulia de bar.
El 29 de abril de 1935 nacía la Vuelta a España
Hace ochenta años, en un país hecho trizas ideológicamente, con la República, la segunda, en plena revisión y en vísperas de un conflicto que muchos consideraron la primera entrega de la Segunda Guerra Mundial, quedaban escasos quince meses para la Guerra Civil.
Los ciclistas que tan temprano se reunieron en Madrid salieron dirección a Valladolid para completar la primera etapa.
Luego camino al norte, paseo por la cornisa cantábrica y paso obligado por el ombligo de la España republicana, Eibar, de donde curiosamente habían salido todas las bicicletas que se usaron en esa edición, pues traerlas de fuera con aquellas comunicaciones era imposible.
Eibar era esos días un semillero de cambios y continuas cábalas.
Acaban de dejar la armería, en crisis por muchos motivos, y se habían centrado en juntar los mismos tubos pero para dar forma a bicicletas.
En la salida de la Vuelta, de la primera Vuelta, hubo una especie de subasta para ver quién equipaba la mitad internacional del pelotón, representada por un puñado de belgas entre los que estaba la gran figura de la edición, Gustaaf Deloor.
BH ganó la partida y se llevó las estrellas europeas. Ganaron la Vuelta.
En el otro lado, estuvo el pelotón español, encabezado por Mariano Cañardo a los mandos de una Orbea, la otra gran fábrica eibarresa que compitió por las vedettes belgas. Cañardo no ganó la carrera, estadísticamente hablando, pero fue el personaje que juntó todo tipo de personas para chillarle en la cuneta y apretar gajos de tiza escribiendo «Viva Cañardo» contra las terribles carreteras del momento.
Siguiendo con la carrera ésta continuó en dirección a Zaragoza, a las huestes del Club Ciclista Iberia y su antiguo velódromo en el que ganó precisamente Mariano, antes de entrar en Barcelona, donde la gente acogió la carrera con la locura que sólo Cañardo, ídolo del lugar, podía despertar.
Posteriormente camino de Levante, Granada, Sevilla, Extremadura y vuelta a Madrid previo paso por Zamora, a donde Cañardo llegó montado en la bicicleta de un transeúnte porque la suya no daba abasto a pinchazos y averías.
Aquel ciclismo de hígado y sangre nos resulta lejano, mucho en el tiempo, incluso en la mentalidad, pero sin embargo era auténtico y en muchos sentidos envidiable, no en el papel del ciclista, que pasaba auténticos calvarios, pero sí en el del espectador.
Era el ciclismo de portadas, el de litros y litros de tinta vertidos en papel, el de palabras airadas entre seguidores,… un ciclismo que ochenta años después anhelamos
Y ya que nos alineamos con efemérides, decir que hará cuarenta primaveras nació Ciclismo a Fondo, la revista con la que crecimos y alimentamos los sueños ciclistas de niñez.
La decana cabecera surgió con un imberbe Perico ganando aquella Vuelta en la que casi nadie se pone de acuerdo cómo se resolvió más allá de la certeza del resultado. Podríamos incluso achacarlo a la niebla y confusión de Navacerrada.
Obviamente no puedo menos que recomendaros mi libro, que por cierto se abre con lo que pasó tal día como hoy hace casi noventa años…
Imagen: Hemeroteca El Mundo Deportivo
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