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En el país de los ciegos Eufemiano fue el rey
Miremos unos años atrás, sobretodo estos últimos. Se suceden casos de dopaje, surgen nuevos nombres, positivos calibrados, otros soñados, algunos incluso insinuados. El ciclismo es un hervidero, un estercolero, diría yo, donde parece que la artimaña ajena nos conduce a justificar la propia.
Es realmente interesante lo que estos días se está diciendo en la sala donde se juzga la Operación Puerto y entronca con el prólogo de todo esto que fue la entrevista a Lance Armstrong hace ya un mes. Todos pensaban que lo hacían no era delito. Me refiero a reinsertarse su propia sangre. Sin embargo lo hacían a escondidas, en hoteles anónimos, en apartamentos, en sencillas viviendas de discretos barrios.
Lo curioso es que cómo Eufemiano y su red omnipresente sabían tratar a cada chico que caía en sus manos como si éste fuera el único que tuviera en nómina. No sé, pero Jan Ullrich por ejemplo debió pillarse un buen puteo cuando consciente de pagarle una buena pasta al ginecólogo canario, supo que quizá lo hizo en el convencimiento de que Eufe estaba en exclusiva con él, aplicándole un plus a su minuta.
Como bien recuerda Chema Rodríguez recuperando una columna firmada en su querido Meta 2Mil hace poco menos de diez años, la competición estuvo en manos de este médico que dijo mirar por la salud de sus pacientes y sin embargo en ocasiones podios enteros estuvieron bajo su influjo. Recuerden el tema de las bielas y Angel Casero que el semanario ciclista por excelencia sacó a relucir. Esa Vuelta de 2001 donde el mismo galeno administró la suerte de los dos mejores ciclistas, Casero y Sevilla. O la Vuelta a Suiza de 2006 en la que el podio entero, Ullrich, Koldo Gil y Jaksche figuró en las posteriores pesquisas de la Guardia Civil.
De cualquiera de las maneras lo en la sala donde se ciñen las formas e influencias de la Operación Puerto se constata una cosa. En el ciclismo todos están ciegos. Nadie sabe nada de lo que acontece en la habitación de al lado, y lo más preocupante, los directores y responsables de equipo son los primeros. Es decir Ivan Basso emprende una carrera hacia las cloacas del dopaje, Jaksche lo mismo, y costeando los importes él mismo sin que nadie en el equipo sepa o sospeche de ello. Eso sí, entra en contacto con Fuentes por su director, pero ahí acaba todo.
Ni siquiera llega a pensar si sus compañeros emprendieron idéntica decisión que él. Imaginemos que entre ellos no hay diálogo, que no tercia palabra. Una vez más lo de siempre, medias verdades y declaraciones incompletas. Se quejaba Jaksche de que los perjudicados son siempre los ciclistas. Que ellos pasan los controles y purgan el castigo. Sin embargo una vez más creemos que el principal perjudicado es el de siempre: el ciclismo.
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Denominación de origen Flandes: los flandriens
Así nació el producto más genuino de Flandes, los flandriens
El aire es viscoso y denso, casi tangible al tacto de nuestros dedos. Plomizo. Cunetas por donde rara vez asoma un rayo del sol. Humedad, frío que se clava en los huesos, que amilana el alma. Que atenaza. Flandes es una tierra vecinal, íntima, pero pasional, de flandriens. Lo que fueron zanjas impracticables hoy son tesoros que atraen a medio mundo por que evocan lo que fue este deporte en su esencia.
Dos semanas después de la sofisticada San Remo, la rural región flamenca surge de entre los adoquines.
Fue en 1993 cuando alguien en esa cuña alargada entre Valonia, Países Bajos y Francia se le ocurrió hacer algo así como la denominación de origen Flandes.
Ante el rodillo de la modernidad que aplacaba los adoquinados senderos frente a alisadas rutas, se quiso salvaguardar un testimonio largo y alto de lo que ha sido esta tierra desde hace cien años. un diminuto lugar que guarda la esencia ciclista mundial.
Lessines es una localidad cercana a Geraardsbergen, justo al sur.
Si la visionáis en Google Maps veréis a que su izquierda se erige una enorme cantera. Un poco más al este está Quenast, en la frontera con la proscrita región valona. Otro lugar reventado, una cantera lo delimita por el sur.
De ambos sitios surgen los perfectos y aristados bloques que componen las alfombras adoquinadas de lugares de culto como Berendries, Koppenberg, Bosberg,…. S
on esos pedrolos grises y abruptos sobre los que rebotan los mejores “flandriens” desde hace cien años.
Pero… ¿qué es un flandrien?
Echando mano de literatura del lugar, encontramos una descripción muy exacta de la amplitud del término.
Amante del mal tiempo, su rostro está castigado, trabajado por los elementos.
El flandrien original llevaba en cruz el tubular, el último de estos fue, dicen Albéric «Briek» Schotte, un armario ropero de los años cuarenta con un físico que abrumaba con el cuchillo entre los dientes cuando olía el triunfo.
Aquellos personajes calzaban bicis de acero, plomizas y contundentes, de trece kilos y les gustaba saber que una «gélida brisa» les iba a acompañar por el recorrido.
Flandes, a diferencia de otras carreras, no paró ni siquiera por la ocupación nazi. S
u creador, del cual otros dieron cuenta de forma extensa, fue lo que en la época se llamaba un colaboracionista. Al punto fue su comunión con las fuerzas de ocupación que los cruces y cunetas flamencas se cerraron con policías alemanes esvástica en brazo. El diario que siempre alimentó su leyenda, el Het Nieuwsblad, tuvo que ver como otro, el Het Volk, emprendió una carrera del mismo nombre como respuesta a la alineación con el considerado enemigo en esas terribles fechas.
Aquí sin embargo, cuestiones políticas al margen, De Ronde son dos palabras mayúsculas que se impresionan en decenas de cajas de latas de Coca Cola en los supermercados.
Porque más de cien años no se cumplen todos los días y no desde en una carrera que hace de seña al mundo de una tierra que se conoce sobre ruedas finas y frágiles.
Foto tomada de Cycling in Flanders
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Bienvenidos a la nueva versión de www.joanseguidor.com
Aquí estamos, una vez más. El dominio www.joanseguidor.com a pleno pulmón. Hace poco menos de un año dimos el salto al mismo procedentes de blogger, a donde volvimos estas semanas por temas de estética y liposucción. Tras unos días por el universo Google, ese que te hace sentir pequeño, asustadizo y ridículo, volvemos a nuestra casa con renovada apariencia.
www.joanseguidor.com no cambia en exceso pero sí al menos que pone en valor y orden algunas de sus prioridades. La primera sobre todo lo demás, un cierto criterio a la hora de almacenar las entradas y acceder a las mismas. Incorporamos una sección que hace tiempo no apetecía potenciar bajo el nombre de PHOTO, siento el espejo de ese infinito filtro de matices que es el ciclismo. La misma historia que circula por doquier, contada con una foto desenfocada o inédita cambia radicalmente.
Por lo demás poco cambio. Blanqueo generalizado de los espacios, cierto criterio en la disposición de las secciones y el mismo espíritu de siempre, el que puso en liza Joan Seguidor hace cien años, contar lo que pasa sin contarlo directamente per sugiriendo, cosa que no es sencilla pero estimula.
A dos semanas escasas de que empiece el Tour aquí está nuestra nueva tarjeta de visita. Que los muchos lectores que a diario nos acompañan y nos profieren su cariño sigan ahí es nuestro motivo diario de trabajo. Nos ponemos a ello.
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Había ganas de Freire
Con el ritmo de vida que llevamos hoy, arrastrados por la dinámica diaria de las prisas, relojes y siempre mirando dos pasos más allá porque el siguiente ya no es urgente, pedir un momento de reflexión pausada es difícil. Traslademos eso al deporte y pensemos en un deportista retirado… Ex deportista… Candidato al olvido fulgurante.
No. Todos tenemos nuestro rinconcito de memoria para negar tal afirmación. «Yo sí me acuerdo de tal», «aquello es inolvidable»… Pero en general, el ayer cuenta poco. Particularmente, y en lo que nos ocupa aquí -el ciclismo-, el pasar página, sin más, en la carrera de un corredor como Óscar Freire me rebelaba. ¿De verdad va a dejar la bici y en dos años iba a ser sólo recuerdos de sus fieles seguidores, sólo?
La Milán-San Remo de 2010 fue el ‘click’ definitivo. Tiene que haber un libro que recopile para siempre las gestas de este fenómeno. Dos primeros contactos, con Arribas y López-Egea, me acabaron de convencer. Antonio Freire me dio, con su apoyo, el empujón definitivo. Y la primera charla con Óscar me responsabilizó a llevar el proyecto hasta el final. Esa sensación fue en aumento con el tiempo. La respuesta de la gente del ciclismo a cada petición para entrevistas, información, colaboración ha sido fenomenal… ¡Han sido decenas de contactos! No dejaba opción. La bio de Freire tenía que ser una realidad sí o sí.
Estos días, aquella responsabilidad se está convirtiendo en orgullo. Afortunadamente, no era el único que pensaba así. Titano Ediciones apostó rápidamente por publicar el libro, los lectores se mostraban encantados con la idea y, hoy, ya con el libro en las librerías, la acogida es espectacular. Las presentaciones han demostrado que había ganas de Freire y si mi modesta aportación ayuda de alguna manera a que este genio no acabe de volver nunca del todo a su lámpara, estos tres años de trabajo habrán valido la pena.
Por Juanma Muraday, autor de “Oscar Freire, el genio del arco iris”
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El hueco de @ciclismo2005
Conocí el blog de Ciclismo 2005 durante el Tour de Francia de 2007, más o menos a la altura de los Pirineos. Para entonces la carrera ya no se sostenía con el positivo de Vinokourov y la inminente expulsión de Michael Rasmussen. Recuerdo cómo presentaba la previa de esa etapa que finalizó en el Aubisque. Algo así como “veré la etapa como quien presencia un documental de La 2 y sus animalillos”. No se pudo ser más gráfico. Entonces el autor de este sitio, siempre anónimo, siempre en bambalinas, ya tenía en Alberto Contador un objetivo de ardiente deseo.
Esta semana nos sorprendió la forma en cómo deshizo el camino que como el propio nombre del espacio indica arrancó hace ochos años. Fue a los males del ciclismo lo que la quimioterapia a ese horror llamado cáncer. Arrasaba con todo y en ocasiones no distinguía. Si éste se relaciona con tal médico y aquel es amigo de éste, ese médico le raciona el dopaje al tercero. ¿Por qué? Por que sí, por que no puede ser de otra manera, por que el mundo esa así, redondo y gira y gira.
No obstante tuvo sus niñas bonitas, Oscar Freire por ejemplo. Que nadie se lo tocara. Era un divo. No le recuerdo una mala palabra para con el cántabro ya retirado, y de gira en la presentación de su biografía. No cupo duda que Freire fue un grande, que jamás se le vinculó a nada raro, pero a otros tampoco y no mostró la misma contemplación. Por ejemplo Carlos Sastre. Recientemente en su ojito derecho parpadearon Nairo Quintana, Andrey Amador y Angel Madrazo, tres ciclistas integrados en un equipo que siempre fue diana de sus más ácidas entradas. En un término ambiguo se situaron Phiippe Gilbert y Denis Menchov. Con el resto habitualmtne se despachó.
Señaló e incluso emborrónó a más de uno. Me preguntaban que quizá ahí residiera el motivo de su cese en la escritura, que por cierto no estamos seguros de que sea definitivo. La verdad es que fueron tantos los charcos que abordó que algo debió tener de sólido para escribir con tal dureza y aguantar ocho años con un buen pelotón teniéndole ganas. Él en su capitulada despedida argumenta cansancio personal. Sólo él, dónde quiera que viva y esté lo sabe.
Mención a parte le despertaron los periodistas, especialmente su “linchado de cabecera” Carlos Arribas, la mejor pluma que describe este mundillo para un servidor. Arribas con sus humanas imperfecciones fue su bestia negra. Al resto repartió bien, a veces con razón -menuda fauna abunda-, pues el “pesebrismo” debe ser algo que entra en los manuales de facultad. A veces entró incluso más allá y describió a alguno como un retrasado mental. Sus entradas políticamente incorrectas sí le valieron algún aplauso internacional, tan decepcionados con el ocultismo mediático que rodea el deporte español. Hace poco lo describían como «una fuente increíblemente profunda de la verdad del dopaje en España».
Y es que ahí es donde se perdían sus buenas entradas, en las formas. La que se lió no hace mucho con las llamadas de Escuredo y Efuemiano. Y sólo es un ejemplo. Era sectario y duro, no admitía matices en muchos temas escabrosos. Con un servidor tuvo intercambio de tweets siempre correctos, pero a muchos les crujió con saña y en público, pues no eran pocos los que le siguieron. Sea como fuere se va un tipo que sinceramente creo que echaremos de menos, que manejó el lenguaje con terrible maestría y brutal pegada. No dejó indiferente y ahora se celebra y se lamenta a partes iguales su ausencia.
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