Ciclismo
Delta del Ebro, ciclismo en horizontal
Humedales, flamencos, arrozales… y parada de almuerzo en nuestra jornada de ciclismo en el Delta del Ebro
No es el perfil, no es la dureza que pueda surgir, que la esconde, como veremos, es el horizonte, el paisaje, la variedad, la diferencia con «tierra firme», la singularidad de una tierra amenazada, pero preciosa, única y perfecta para un día de ciclismo.
Es el Delta del Ebro.
Fueron más de 90 kilómetros, sufriendo al final por un pinchazo, perfectos para conocer los sitios más emblemáticos de un trozo de tierra ganado al mar por el aporte de materiales durante miles de años.
90 kilómetros recomendados por nuestros amigos de Ebre Cycling, hablaremos de ellos más adelante, con salida y llegada en el SB Corona de Tortosa, la capital de la zona, en un trazado mixto en el que se aprecia, en primera persona y sobre la privilegiada visión que te da la bicicleta, las peculiaridades que tiene el Delta del Ebro para el amante del ciclismo.
90 kilómetros de ciclismo para hacer el mejor «tastet» del Delta, «tastet» en toda la acepción de la palabra, tanto del territorio como del producto de kilómetro 0.
Un recorrido que partió de Tortosa, resiguiendo el canal izquierdo del río, hasta llegar al mismo límite del Delta.
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Es una línea imperceptible en un principio, pero cuando avanzas por ella, te percatas de la singularidad geológica del lugar.
Tomando la carretera que bordea el Delta, de L´ Aldea a L´Ampolla, atravesamos Camarles, y paramos en la entrada de su Penya Ciclista, buscando el momento y la complicidad de la imagen.
Es esa línea, la que viene de Sant Carles de Ràpita, atraviesa Amposta y sigue hasta L´Ampolla, pasando por L´ Aldea y Camarles, la que nos da la visión certera de lo que es el Delta y lo que implica.
En la larga recta hasta L´Ampolla, a nuestra izquierda el paisaje es horizontal y chato, revestido de un hermoso verde ante el primer sol de la mañana, pero plano a más no poder, confundiendo la línea de tierra firme con cielo y el mar.
Eso es el Delta del Ebro, terreno ganado al mar por la propia lógica de la naturaleza, ofreciendo un espacio único para la bicicleta.
Los tramos ya por el Delta no esconden la placidez que la orografía indica.
Tuvimos la suerte de escoger un día algo nublado y con escaso viento, pero los continuos cambios de sentido de la ruta propician también cambios en la dirección del viento si éste sopla.
Como queda en el mapa: primero vamos dirección mar hasta Deltebre-San Jaume d´ Enveja y luego hasta el inicio de El Trabucador y la Tancada, para luego volver por la línea más al sur hasta el otro vértice del Delta, ya en Sant Carles de la Rápita.
Por el camino, el espacio que se nos abre es infinito, de vistas perdidas, construcciones típicas, grandes arrozales en un primer momento y luego humedales llenos de flamencos que seguro detendrán vuestra marcha, aunque sea un ratito.
Merece la pena parar y merece la pena tomarle el pulso a un lugar en el que te puedes exprimir en las largas rectas, un esfuerzo también muy psicológico, como disfrutar con la familia de un «slow cycling» merecido por la perfecta visión del lugar y el poquísimo tráfico que suele acontecer.
En el tramo anterior a Sant Carles, aún por el Delta, atravesaremos el Poblenou del Delta, un pequeño municipio con una arquitectura blanca muy singular fruto de la instalación de los agricultores de arrozales hace menos de un siglo.
Bonus Track…
Si trazáis esta misma ruta, o incluso si queréis dormir en el corazón del Delta y abordar con calma sus diferentes lugares, os recomendamos conocer Deltaic, un espacio de ecoturismo integrado 100 x 100 en el entorno, en el mismo centro de Deltebre.
En Deltaic tienen un coqueto comedor y un patio a la sombra para hacer la pausa en la ruta o tomarlo como kilómetro cero para salir en todas las direcciones del Delta.
Aquí hicimos parada más o menos en mitad del recorrido y degustamos platos hechos con producto del mismo Delta, como la tortilla de rovelló de xop, muy característico en este bello ecosistema por crecer en lo chopos de ribera, acompañado por un pan de semillas con tomate ecológico y aceite virgen extra de la zona.
De postre, el yogur natural se acompañó de frutas como fresas del propio huerto junto a naranjas y nísperos del mismo Delta y manzanas de Lleida.
Completamos el desayuno con un zumo «coldpress» de naranja local y un café ecológico.
Todo adquirido en comercios y entornos locales.
El precio de este desayuno ciclista oscila entre los 9 y 12€.
Porque si en algún sitio la bicicleta es perfecta para sumergirse en el entorno es en éste, ciclismo de proximidad, amable y 100% horizontal, honesto y disfrutón.
Ciclismo
Un mundial en Sallanches no puede ser fácil
Sallanches y un Mundial recuerdan la gran exhibición de Hinault
Quedan más de dos años, pero a nadie se le escapa el valor simbólico de que Sallanches vuelva a acoger el Mundial de ciclismo.
No se conoce el recorrido pero lo que está claro es que la subida de la Côte de Domancy va a volver a ser la gran protagonista.
Esta cuesta es corta pero matadora: son unos 2.5 km con una pendiente media que, según Procyclingmaps, llega al 9.4%. Ahora, siendo honestos, esa cifra está algo inflada.
Con mediciones más precisas, se habla de un 8.7% real. Lo que sí se mantiene es su dureza constante: arranca con un primer kilómetro al 7% y luego se estabiliza cerca del 10%, con picos del 12%.
O sea, ni un segundo para respirar hasta casi el final, donde afloja un poco en los últimos 600 metros.
Y si como decimos, todavía no se han revelado los recorridos completos para el Mundial de 2027 en Haute-Savoie, lo que ya está confirmado es que se correrá por el mismo circuito que aquel mítico de 1980, el de Sallanches.
La única diferencia será dónde estará la línea de meta: esta vez estará un poco más adelante, más cerca del arranque de la subida y más lejos de la bajada.
Todo esto fue presentado oficialmente, y aunque aún faltan detalles del trazado, se especula que podría haber una parte inicial en línea o un circuito más grande para mostrar la región, como se ha hecho en otras ediciones recientes.
Aunque, ojo, también existe la posibilidad de que se repita algo parecido a lo de 1980 y la Côte de Domancy se suba hasta 20 veces.
Sería una auténtica salvajada.
La comparación con el Mundial de Kigali en 2025 también está sobre la mesa.
Aunque ambos eventos tienen mucho desnivel acumulado, en Ruanda ese desnivel se reparte en rampas más cortas y no tan empinadas, lo cual abre la puerta a corredores más potentes.
En cambio, en Sallanches, todo dependerá de esa subida exigente que favorece claramente a los escaladores puros.
Pogacar se frota las manos…
Ciclismo
¿De verdad que Van Aert no ganará más monumentos?
Otra primavera más, y otra primavera con el contador de monumentos intacto para Wout van Aert
¿Qué le pasa al belga?
¿Qué sucede en ese corpachón para ir de más a menos y acabar disputando el podio?
Es terrible, pero cierto: nada cambia para Wout van Aert en lo único en lo que muchos queremos ver una suma en el casillero y en el palmarés, la vara de medir más obvia de la que podemos disponer.
Salió sinceramente reforzado del Tour de Flandes: fue de menos a más y llegó a ser incluso la rueda amiga de Mathieu van der Poel cuando Pogacar ya había volado.
Finalizó cuarto porque Pedersen y su archirrival son más rápidos, pero la vibra fue buena, desmontando la invisibilidad de Harelbeke y el disgusto de A Través de Flandes.
Otra cosa fue la París-Roubaix.
Fue con el papel de «tapado de lujo», con algunos incluso señalándolo como favorito no reconocido.
Luego vemos la carrera y es desesperante: no entra en ninguno de los movimientos clave de los dos favoritos, tiene problemas en una fase para seguir el ritmo de un grupo en el que Matthew Brennan corría como si llevara toda la vida en Roubaix.
Hay un momento me cuentan en Arenberg que la gente le supera por izquierda y derecha sin que pueda salir en cabeza del grupo principal.
Se rehízo en parte, pero los dos mejores ya habían partido hacía rato, y le tocó, cómo no, perseguir.
El estado de forma y el rendimiento de Wout van Aert —como hemos visto en varios pasajes de esta primavera— se hayan vuelto erráticos, como una especie de montaña rusa que sube y baja al capricho del viento.
Es como si la solidez que siempre lo había acompañado se hubiera esfumado. No sé si es por las lesiones y caídas que le están pasando factura —lleva la rodilla como un Cristo— o si la edad empieza a hacer lo suyo.
No obstante, si el dominio de Van der Poel y Pogacar no se eterniza, hay un terreno que suele acordarse de veteranos ilustres, incluso cuando ya no cuentan con ganar: las clásicas.
Y no descartaría que Wout van Aert vuelva un día y sume algún otro monumento.
Eso sí, con el estado de forma y el nivel mostrado en 2025, no aspiraría a mucho. Y no solo por los dos de cabeza, también por los que vienen por detrás.
Ciclismo
DEP Joaquín Galera
Hermano de Manuel Galera, Joaquín llegó a ganar una etapa del Tour
Poco a poco nuestros mayores se nos van y en este caso Joaquín Galera, una de las figuras más destacadas del pelotón español en los años sesenta y no era sencillo estar en este nivel, entonces el ciclismo español tenía muy buenos ciclistas. .
Nacido en 1940 en Baúl, una pedanía del municipio de Baza, en la provincia de Granada, Galera dejó una huella imborrable en el deporte nacional, tanto por sus logros sobre la bicicleta como por su compromiso con la memoria de su hermano.
Joaquín Galera fue ciclista profesional entre 1961 y 1972, y durante más de una década formó parte de equipos emblemáticos como Kas, Licor 43, Fagor, La Casera-Bahamontes y Karpy.
Su carrera internacional fue especialmente brillante en el Tour de Francia, prueba que disputó en cuatro ocasiones: 1964, 1965, 1966 y 1969. Su momento más recordado llegó en la edición de 1965, cuando se alzó con la victoria en la 16ª etapa entre Gap y Briançon, jornada en la que el mítico italiano Felice Gimondi vestía el maillot amarillo.
También participó en tres ediciones de la Vuelta a España, en los años 1965, 1970 y 1971, logrando su mejor resultado en 1970 con un destacado octavo puesto en la clasificación general. A lo largo de su carrera, Galera sumó importantes triunfos en competiciones nacionales, como el Campeonato de España de montaña y la prestigiosa Subida a Arrate en 1964. Un año más tarde, en 1965, amplió su palmarés con victorias en la Vuelta a los Valles Mineros y en la Subida al Naranco.
Más adelante, en 1968, se impuso en la exigente Subida a Urkiola, y en 1970 consiguió una victoria de etapa en la Vuelta a Andalucía.
Pero la vida de Joaquín Galera también estuvo marcada por la tragedia.
En 1972, su hermano menor, Manuel Galera, también ciclista profesional, falleció trágicamente durante la Vuelta a Andalucía tras sufrir una caída en el Puerto del Mojón, provocada por una avería en el cambio de su bicicleta.
En el libro de Secudario de Lujo, Jaime Mir nos explicó con pelos y señales aquella horrible caída.
Desde entonces, Joaquín mantuvo vivo su recuerdo organizando el Memorial Manuel Galera, una competición ciclista que se celebró ininterrumpidamente desde 1972 hasta 2004.
Por ella pasaron grandes nombres del ciclismo nacional como Óscar Sevilla y José María Jiménez, quienes también inscribieron su nombre en el palmarés de la prueba.
Con la muerte de Joaquín Galera, el ciclismo español pierde a un corredor combativo, un referente de su generación y una persona profundamente comprometida con los valores del deporte y la memoria.
Su legado, tanto en las carreteras como en el corazón de los aficionados, permanecerá intacto.
Ciclismo
Evenpoel vuelve tras casi dejarlo
Este viernes volvemos a tener Remco Evenepoel con dorsal a la espalda
Queda lejos aquella tarde de Lombardía, en los albores del otoño pasado, cuando Remco Evenepoel quedó segundo en la cuarta victoria de Pogacar en el monumento de otoño.
Estamos en la cuenta atrás: Remco Evenepoel vuelve a competir pasado mañana en la Flecha Brabanzona, marcando su primer regreso a las pistas en lo que va del 2025.
Pero detrás de esa vuelta hay una historia fuerte.
El ciclista belga reveló en redes sociales que pasó por uno de los momentos más duros de su vida después de un accidente en diciembre, cuando tuvo chocó contra la puerta de un camión.
Las heridas físicas fueron graves —fracturas en las costillas, el omóplato y la mano—, pero el golpe emocional fue aún peor.
Aunque por fuera se lo veía bien, entre cenas y eventos, por dentro estaba destruido. Remco confesó que llegó a pensar en dejar el ciclismo para siempre.
Dijo que se sintió hundido, tanto física como mentalmente, y que si no fuera por el apoyo de su familia y sobre todo de su esposa Oumi, probablemente hubiese colgado la bici.
Ahora, después de seis meses sin competir y un largo proceso de recuperación, se siente listo para volver.
Dice que no tiene grandes expectativas para el viernes, solo quiere recuperar el ritmo y volver a disfrutar.
Pero eso no significa que se lo pueda descartar fácilmente: ya ha demostrado en el pasado que sabe cómo volver con todo, como en 2020, cuando se cayó por un barranco y volvió más fuerte.
Su calendario post-lesión arranca con esta carrera en Bélgica, pero ya tiene en la mira otras clásicas importantes como la Amstel Gold Race, Flèche Wallonne y Lieja-Bartogne-Lieja, donde se verá las caras con Tadej Pogačar.
También planea correr el Tour de Romandía, el Critérium du Dauphiné y, por supuesto, el Tour de Francia, donde quiere mejorar su tercer puesto del 2024.
En resumen: Evenepoel pasó por un infierno, casi deja el ciclismo, pero ahora está de vuelta, con la mente más fuerte, el cuerpo recuperado y las ganas intactas.
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