Giro de Italia
En Italia el ciclismo es Giro y mucho más
Cualquier paso que se dé por Italia evoca bicicleta, ciclismo, ciclistas…
Un grupo de hombres toman café en un pueblo del norte de Italia, cerca de Como, digamos que se llama Erba.
Es una pequeña población, una plaza central, con un campanario románico de estilo lombardo asomando por entre los tejados.
Oyen ruido, un altavoz en tono de carreras, notan movimiento.
El GiroE, la versión de bicicletas eléctricas del Giro de Italia, está en los prolegómenos del inicio de la etapa.
Los equipos se suceden por el podio de presentación, el speaker adorna de dignísimo italiano la escena, le confiere épica, leyenda…
Los hombres miran por la ventana del bar mientras uno hojea La Gazzetta, se preguntan sobre la hora a la que pasará el Giro, el grande, el original por sus calles, discuten el resultado de Courmayeur.
Richard Carapaz ha dado un zarpazo importante.
«Se le ve fuerte » dice uno.
Todos asienten que Vincenzo no lo va a tener fácil para un tercer Giro en su palmarés.
Es una tertulia de bar, de bar italiano, como en cualquier otro bar de la bota, principalmente en uno del norte, en Lombardía, Véneto o Piamonte, porque aquí el ciclismo es algo más.
El Giro de Italia es un calambre rosa que recorre Italia en el sentido que el organizador marca sobre el mapa.
Es la plasmación de un amor incondicional por este deporte.
El ciclismo es Italia, Italia es ciclismo
El recorrido de esa etapa lleva hasta Como, es por el norte de Milán, ahí donde la llanura lombarda trepa por los primeros estribos de los Alpes, estribos por cuya entraña surgen lugares preñados de magia, entre otros el lago de Como y los que rodean el lugar.
Un día antes la excursión por el Valle de Aosta, ese rincón afrancesado que se encaja entre Suiza y Francia, nos había descubierto la esencia del Giro de Italia más allá de la competición, los corredores, los puntos y los podios.
Cada pueblo, cada rincón, cada ventana, cada farola, cada zócalo, cada fuente, cada vallado, cada todo es susceptible de ser adornado, coloreado y tintado de rosa.
Es el «horror vacui» llevado al ciclismo, nada queda exento de ser tocado por el velo del Giro.
Por la noche castillos iluminados de rosa, por la mañana carteles y globos cuelgan por doquier.
El camino es una especie de Jabobeo hacia el teatro de Coumayeur, allí donde asoma el Montblanc con glaciares que parecen sostenidos por una mano invisible.
Un Jacobeo que no se marca por conchas y sí por bicicletas rosas que las entidades locales han pintado en el suelo o distribuido entre la gente que las cuelga donde se puedan colgar.
De por las angostas calles de Courmayeur, a tres kilómetros de la meta, emerge un grupo de niños en bicicleta.
Son bikers, pequeños aficionados que portan una banderita rosa que ondean con pasión, pasión de Giro de Italia.
Luego irán hasta la cima y tendrán la meta para ellos, para entrar como lo hará Richard Carapaz unas horas después.
Una periodista de la RAI los recibe, les pregunta por la experiencia y la emoción de ver el Giro en directo y haber trepado por las rampas de un lugar cuya belleza abruma y significado encoge, pues en breve los mejores ciclistas del mundo pasarán por él.
Niños en el Giro de Italia, sangre nueva, que rueda no pare.
La pasión no sólo se hereda, también se cultiva.
Coumayeur es una fiesta en medio de un paisaje que corta la respiración.
Suena música, se pone la sirena para alertar de los sorteos entre el público, música de suspense para poner en alerta del Giro que viene, de los favoritos, los capos que se están dando en la durísima subida a San Carlo.
Abajo, cada esquina del pequeño y selecto pueblo tiene algo relacionado con el Giro.
Arriba la caravana publicitaria entra como un elefante en una cacharrería, con ruido, música, alboroto.
«Il Giro d´Italia è divertimento» machaca el speaker.
Luego vendrán los corredores, las carreras, autógrafos, fotos… y el atasco de la bajada.
Cuando la caravana del Giro de Italia pasó por el arco de meta de Como, al día siguiente, la jornada había transcurrido con la mirada empañada por la humedad de un tiempo cambiante, a veces lluvia, a veces sol, y la emoción de atravesar sitios de la historia de Ghisallo o Sormano.
Como es famosa por muchas cosas.
Es Italia, pero bien podría pasar por un pueblo suizo más, por paisaje y paisanaje.
Como es refinamiento, selección, por aquí no pisa cualquiera, sin embargo ello no resta un ápice de pasión por el Giro.
La plaza de la catedral está repleta de gente que corretea por entre los stands del village del Giro.
Sorteos, ruletas, quioscos de camisetas, es la atmósfera del Giro cayendo sobre la gente invadiéndolo todo.
Son días de frenesí por Italia, el país hecho por y para el ciclismo.
El Giro es la proa de una pasión que se dota de contenido todo el año, con cientos de eventos relacionados con la bicicleta, con el ciclismo, con el amor por los clásicos que demuestran en cada cosa que hacen.
El ciclismo en Italia es orfebrería del corazón, algo tan íntimo que no se entiende hasta que no lo ves…
Ciclismo antiguo
El Stelvio, un puerto de época imperial
Las herraduras del Stelvio vienen del imperio austrohúngaro
El Giro 2020 se va a jugar en gran parte en lo que pase entre el Stelvio y Laghi di Cancano con la sensación que nadie está por encima del resto de forma clara…
En todo caso el Giro va a tocar el cielo, el Stelvio, y el espectáculo va a ser tal, que merece la pena irnos a los inicios de los inicios de la montaña en el ciclismo.
Cuando el ciclismo quiso hollar las cumbres para gloria suya, pensó en las que hoy entendemos como grandes de todos los tiempos.
Aún resuenan aquellas palabras de Lapize: “Sois unos asesinos”.
Los destinatarios de tales soflamas fueron los organizadores del Tour que quiso pisar por primera vez los caminos pirenaicos.
Los improperios de Lapize eran lógicos.
Años de miseria exacerbada, en una Europa en puertas de su primera gran guerra.
Las carreteras no eran tales, eran pistas minadas de pedruscos como bidones y heces de ganado.
Se cubrían distancias inhumanas, además salpicadas de estos colosos.
Aquello no era ciclismo, era una tortura de diez horas un día sí y al siguiente también hasta que el cuerpo o la máquina dijeran basta.
Sin embargo aquello causaba estupor entre el público, era la moda, el perenne encanto de lo nuevo.
Hace unos años pude asistir a una interesantísima charla que presentaba un libro sobre la bicicleta desde el punto de vista de los ingenieros de puertos y caminos.
La edición del mismo, más de 300 páginas en encuadernado de tapa blanda, ancho lomo americano y paginado de perfecta calidad del mismo corrió a cargo de varios miembros del Colegio barcelonés de tal insigne profesión bajo el yugo de la pasión de la bicicleta.
Entre otros temas de extraordinaria profundidad, fui al de los puertos de montaña.
Entendía que como ingenieros de puertos tenían algo que decir.
Y lo hicieron: Dedicaron un capítulo que llevaba por nombre «¿Por qué los puertos suelen tener un 7% de desnivel medio?»..
Hay una explicación: su fecha de construcción.
Los puertos modernos contemplan ese desnivel, los anteriores no suelen respetarlo.
Actualmente tenemos puertos que siguen el mismo trazado original: Aubisque, Tourmalet, Izoard, La Madeleine, Pailères,… todos sobrepasan el siete por ciento, pues en su caso fueron trazados en el siglo XIX.
A finales del mentado siglo, ya se empezaba a hablar de racionalizar los porcentajes.
En el artículo titulado “Determinación de la pendiente máxima que conviene para salvar grandes alturas en las carreteras” la Revista de Obras Públicas iluminaba sobre la cuestión.
Se atisbaban puertos con tramos del ocho por cierto separados por breves “descansillos”.
Las carretas tiradas por mulas y los incipientes coches necesitaban estas facilidades si no querían despeñarse cuesta abajo y marcha atrás.
En estos parámetros se ubican Hautacam, Luz Ardiden, Plateau de Beille,…
Y sí.
El Passo dello Stelvio se instala entre los primeros
Su construcción es una obra de ingeniería formulada hace poco menos de doscientos años.
Urgía conectar el Imperio Austrohúngaro con la Lombardía.
La fábrica, ideada por Carlos Donegani, despierta tantos halagos como su dureza e innegable atractivo paisajístico y legendario, estas rampas las doblegó Fausto Coppi.
Sus 48 curvas de herradura por el eterno valle aupadas sobre sillerías empedradas de mampostería causan furor entre los fotógrafos.
Su trazado unía las ciudades de Bormio y Pratto Stevio, o lo que es lo mismo la Lombardía y el Trentino por cuestas cuyo desnivel supera los 1800 metros.
Hoy esa conexión se hace por modernos túneles y el puerto ha quedado como un gran parte temático natural y al aire libre de la épica ciclista y humana, pues por aquí se vieron enormes combates de la primera Guerra Mundial, esa que dicen enterró los grandes imperios, pero a la que sobrevivió el Stelvio.
Para este artículo he necesitado la ayuda del libro “La ingeniería en la bicicleta” de Fundación Esteyco y especialmente el capítulo firmado por un loco de la bicicleta, Oriol.
Giro de Italia
La de Cortina es el tappone del Giro 2021
Lo que pase en Cortina será definitivo para el Giro 2021
Llegamos a la jornada más emblemática del Giro 2021, la de Cortina d´ Ampezzo.
Una etapa «marca Giro», sin discusión ni duda, sobre el papel es complicado poner en problemas Egan Bernal, pero la necesidad de empezar a apuntalar la carrera para cada uno puede dar con un desenlace inesperado.
Por de pronto la etapa de Cortina en el Giro 2021 es el prototipo de la corsa rosa.
Os dejamos con la impresión que nos causó el día de Cortina d´ Ampezzo hace tres meses, cuando presentaron el Giro 2021.
La etapa de Cortina es «marca Giro»
Para el Giro de Italia, año 2021, que finalmente hemos conocido, las lecturas son las de siempre, una carrera con perfume especial, recorrido que rara vez decepciona y unas perlas que rezuman lo de siempre singularidad o dicho de otra manera «marca Giro».
Por que más allá de lo que se concite en Turín en mayo, el trazado del Giro 2021 una cosa deja clara, hacer una gran vuelta en estos tiempos no es nada sencillo, lo que han tardado en desvelar el recorrido así lo evidencia, y que sea en Italia peninsular lo ratifica.
Hay varias etapas que merecen un capítulo a parte y atención a esa crono final, que el que esté por debajo de los treinta kilómetros no le quita atractivo alguno y la posibilidad de vuelco bajo la campana.
Como la Vuelta, el Giro 2021 acabará en el mismo test individual que desplazó a Purito por Hesjedal hace nueve años y a Hindley por Tao el pasado.
De cualquiera de las maneras hay etapas que sólo se pueden dar en el Giro.
Como esa de Lago Cancano de la última edición, cuando surgió el mejor Pello Bilbao, del Stelvio al final, por que en ese escenario de cansancio extremo y altura exagerada cualquier cosa puede pasar.
Así marcamos en rojo la jornada de Cortina d´ Ampezzo, una etapa tipo Giro, en este caso versión 2021, una etapa de gigantes en el mapa y la carretera.
Si hay algo que hace «marca Giro» es un trazado así
5700 metros de desnivel dispuestos en 212 kilómetros, en la entrada de la semana final, con las piernas finas y la general en el alero.
Se sale de Sacile, a treinta metros, y algunos lo harán tras hacer rodillo, pues ya de salida arranca hacia arriba.
Luego un terreno de nadie que pone el huevo y la gallina antes de la Marmolada, esa recta que mata a los más duros.
Entrará el Giro en terreno de 2000 metros y más, empalmará con el Pordoi, donde Olano firmó su mejor día de montaña y acabará con el durísimo Giau, en la misma cresta en la que Contador estuvo cerca de perder su primer Giro.
Menos de veinte kilómetros de bajada y la llegada a Cortina, emblema de los Dolomitas y de los amantes del esquí que será el ombligo del ciclismo, una vez más.
Las jornadas como ésta nos la describió no hace mucho Pello Bilbao, especialista en sobrevivir en el mar de la fatiga y exigencia extremas: no hay trampa ni cartón, lo que se ve es lo que hay y el Giro se ha especializado en etapas de este calibre, como la que ganara Mikel Nieve hace diez años, como la de Froome en Sestriere, la de Cancano el año pasado y otras tantas que cincelan lo más bonito de este deporte.
Llegarán de uno en uno.
Giro de Italia
#PodcastJS La guía turística del Giro de Italia (II)
Este Giro deja pocos hitos por tocar del norte turístico de Itala
La segunda semana del Giro de Italia la marca Perugia, a medio camino entre Roma y Florencia, una joya de universidad sólo para extranjeros para dar la salida a la jornada del sterrato.
Hablarán de favoritos, de cotas, de peligros por otros sitios, pero nosotros miramos el paisaje moldeado de la Toscana, fruto de los tiempos, de los millones que pasaron por aquí.
En este viaje al norte pasamos de los mejores restos de Bizancio en occidente y la «invención» de Romeo & Julieta en Verona, a cementerios alemanes en los Dolomitas y los guardianes de la república veneciana.
Un viaje que acaba en Cortina d´ Ampezzo, allí de donde florecieron grandes alpinistas que rivalizan con nuestros queridos Patricia y Xoan, nuestros guías por el Giro de Italia.
Si queréis escuchar lo que dio de sí la primera semana…
Ciclistas
Tao Geoghegan en el imperio de Ineos
Sobre la suerte de Tao Geoghegan en el Team Ineos no hay nada escrito
Es curioso, lo decía Adrián García en Eurosport tras la victoria de Tao Geoghegan en el Giro, las vueltas que le hemos dado a la tricefalía del Ineos para el Tour y lo que la temporada nos está dando.
Si en Francia, Egan Bernal pasó de puntillas en la defensa de su dorsal uno, sin el concurso de Geraint y Froome, siendo Carapaz su mejor ciclista, en el Giro de Italia el plan a pie cambiado dejó a Geraint fuera de la quiniela casi sin salir de Sicilia y acabó coronando de rosa a Tao Geoghegan en Milán.
No contentos con un cuadro que parece el lado español del de las lanzas de Velázquez, la primera semana de la Vuelta concluye con Ricard Carapaz al frente de la carrera tras un día que nos recordó cuando la ronda hispana se disputaba en abril.
Lo veis, no hemos echado en falta el Tourmalet.
Está claro que Ineos Grenadier come en otra mesa y de otros platos, pero lo de este año está rompiendo los límites naturales de un equipo que años atrás fiaba su suerte al Tour y al resto de carreras no es que fuera a probar, aunque sí con un perfil mucho más bajo.
El Giro más inesperado de la historia tuvo un desenlace acorde al caos y desorden que reinó desde bien entrada la carrera, con los favoritos cayendo en serpentín y el salto de calidad de segundos y terceros espadas que, siendo sinceros, ninguno de nosotros hubiéramos puesto en un pronóstico hace tres semanas.
Un río revuelto que explica en qué nivel se manejan los británicos que vinieron a cambiar el ciclismo para hacerlo a su imagen y semejanza.
Con este Giro, caben once grandes en la vitrina de Brailsford, a saber siete Tours y un par de las otras dos grandes, un botín que se consolida en la décima campaña de los ingleses en todo esto y que amenaza con crecer con su líder ecuatoriano de la Vuelta.
¿Qué hará Tao Geoghegan en el Ineos?
Una pregunta en la que no va prevalecer su nacionalidad, ni siquiera su triunfo en el Giro, por que sencillamente está rodeado de estrellas y ciclistas ilustres.
Lo que en cualquier otro equipo te sirve la capitanía en bandeja, aquí te estimula a trabajar con la ilusión de sacar un día la cabecita entre tanto gallo.
Por que una cosa es el guión escrito a priori y otra la realidad, como bien se ha encargado de mostrar este rarísimo año.
En Ineos, las cosas funcionan en otro orden, sólo cabe ver este mismo Giro, en el que Rohan Dennis, un doble campeón del mundo contrarreloj defendió la suerte de su compañero como propia, mientras Filippo Ganna se hizo con cuatro etapas, abriendo la puerta a metas diferentes y más altas en el futuro.
En la Vuelta a España, Richard Carapaz lidera con Chris Froome en labores de doméstico y la sensación de que el ecuatoriano es, ahora mismo, el más fuerte de la carrera.
Lo indecente de la cuestión es que Ineos tiene capacidad de retener a Tao Geoghegan como ganador del Giro para llevarle el año que viene al Tour en labores de doméstico de lujo de quien se decida, como es capaz de traer a Dani Martínez o Adam Yates o mantener una base de gente del tipo Pavel Sivakov, sin menospreciar que Geraint Thomas sigue ahí y es una leyenda en vivo.
Es terrible, una pasada, y Tao supongo que será consciente, aquí hay topes y estos no te los marcan los directores, son tus propios compañeros que además de compartir hotel contigo en las carreras son competencia pura y dura, pues muchos de ellos pueden, en un momento determinado, hacerse valer y sacar palmarés o caché…
Pero ojo, no todo lo fiéis al presupuesto, también hay gestión, cuando la baraja se rompió con el hundimiento de Bernal en el Tour, nos preguntamos ¿hay plan B en Ineos? las semanas nos han demostrado que lo había y que se han sabido recomponer.
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