Ciclismo en pista
Seis días de Gante, el concepto «bombonera» llevado al ciclismo
Así describe Iljo Keisse su relación con los Seis Días de Gante
Entre lo mucho que nos ha robado el 2020 están los Seis Días Gante, una prueba que debería haberse celebrado estos días y que hace un año pudimos disfrutar.
19Hoy queremos traer aquí las impresiones de un tío que es un espectáculo ver rodar y que ha crecido en esta carrera, Iljo Keisse…
Se trata de una de mis carreras favoritas, no es un objetivo inicial del equipo, pero su atmósfera es especial. Aquí me hice profesional donde hay que serlo primero, en la pista, y luego inicié mi periplo en la carretera.
Venir a Kuipke es volver a las raíces.
Mi padre entrenaba jóvenes pistards y yo me animé a probar. Cuando iba al cole me dejaban venir un rato a ver las carreras, hasta no muy tarde, pues tenía que ir a la escuela al día siguiente. Ahí estaba admirando los corredores, pidiendo autógrafos, cimentando mi amor por la pista.
El evento es único, en un recinto ya viejo, pero singular en un ambiente festivo, donde al que la gente se acerca y se toma unas cervezas y charla con amigos, mientras ve las carreras.
Los Seis Días de Gante es como volver a los setenta…
Debuté en el año 2003. Entonces los equipos eran de dos integrantes que competían juntos toda la temporada, no como ahora. Llegué a perder 38 vueltas en una edición que me tocó con un compañero nuevo.
Mi primer triunfo fue en 2005, con Mathew Gilmore, un ciclista al que había admirado en mis años de grada.
Con el tiempo me fui centrando en la carretera y aquí he venido a pasarlo bien, realmente bien. El año pasado competí con Cavendish, quien tuvo una caída muy fea la primera noche y eso nos sacó de competición. Fue la primera vez en diez años que no estuve en el podio.
Una cosa es segura, el año que viene volveré, éste ha sido imposible, y eso que tenía previsto competir con Michael Morkov. Con las grandes vueltas tan cercanas, hubiéramos llegado en un gran momento de forma.
©Luc Claessen / Getty Images
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Ruido, pasión y calambres de emoción cincelan la experiencia de los Seis Días de Gante
En el umbral del velódromo de Kuipke, en el Citadelpark, no lejos de las tres torres que marcan la silueta básica de Gante, lo primero que ves cuando entras es un cartel que reza «sold out» para los Seis Días de Gante.
En efecto, la carrera más famosa de ciclismo en pista en Bélgica es una locura que si entre semana rebosa de gente, el fin de semana echa el cierre, porque sencillamente no cabe nadie más.
Bienvenidos al ciclismo en Flandes, bienvenidos a los Seis Días de Gante, una de esas experiencias que conviene ver en directo y vibrar «in situ» porque si el ciclismo un día fue una casa de resonancia, el pequeño anillo de Kuipke es el continente.
Un velódromo en el que el recuerdo de Isaac Gálvez es lo primero que nos viene a la mente, su pérdida, hace trece años, la tremenda historia que sucedió a De Fauw, esas fatalidades que rara vez acontecen, pero que cuando pasan , quedan para para no moverse de la memoria.
Viendo el ambiente, la entrega del bien llamado respetable, podemos presentir, sin haberlo visto, el escalofrío que recorrió a los asistentes.
En la grada no se distinguen huecos, todos los asientos ocupados.
Gente de toda condición, familias, padres e hijos, abuelos con nietos, amigos, todas las edades, todos los aspectos, una pasión exacerbada.
Y un calambre de emoción que recorre la tribuna, los laterales, los peraltes en cada carrera, en cada crono que se rebaja, en cada pareja que sale a la pista.
Mientras, por los pasillos del viejo velódromo, la gente se apresta a apostar, colas en el mostrador y manos en alto con la apuesta, las planchas rezuman humo, hamburguesas van y vienen, se mezclan con frites, patatas fritas y algún hot dog.
En los Seis Días de Gante hay pasión en la grada e incondicionalidad en la pista.
Algunas de las estrellas vienen de la campaña de carretera, más relajadas, desconectadas de las exigencias del World Tour.
Ijko Keisse es un espectáculo en todos los sentidos.
Verle rodar sobre la bicicleta en la perfección, su larga espalda muere en sendos hombros donde surgen dos brazos angulados y poderosos fijados a los laterales del manillar.
Su pareja es Mark Cavendish, qué decir del amigo.
Cuando ambos buscan rebajar el crono de vuelta lanzada, la gente enloquece: primera vuelta y Keisse alza las manos, pide complicidad, la grada se entrega, la música sube, el ruido crece, resuena el lugar como una caja de sonidos, la pasión cotiza al alza, Keisse lanza a Cav, los 175 metros los hace a full… marca el mejor tiempo, por el momento, el ruido es ensordecedor.
Fuera tres o cuatro grados, dentro de Kuipke bochorno, calor, el público vibra al paso del ciclista en una danza infinita, una relación casi íntima.
Una actuación musical pone pausa en la locura de la noche central de los Seis Días de Gante.
Algunos aprovechan la tregua para ir al baño, para buscar comida, los que quedan se entregan al cantante, que musita en riguroso flamenco.
Es la comunión total.
La carrera de americana es vibrante.
Desde la misma zona de prensa, en la pelouse, ligeramente elevados, casi sentimos el corazón de los corredores sacando lo mejor de sí
Cada vuelta que se toma se celebra como un triunfo final.
Es una lucha sin cuartel donde los campeones del mundo Roger Kluge y Theo Reinhardt marcan el paso.
La suya es la pareja de referencia, corren a contrapié, porque el dúo Jasper De Buyst y Tosh Van der Sande manejan la carrera como les gusta, desde adelante.
Los dos, belgas, llevan la carrera por el borde, a la locura, sin complejos, ganan una americana preciosa, donde los 175 metros de cuerda propician vueltas dobladas cada pocos minutos.
Entrevista a Van der Sande tras su americana victoriosa
Son doce equipos para los Seis Días de Gante, doce parejas, cada una patrocinada por una firma diferente.
La carrera no es sólo competición.
La pelouse se queda pequeña de gente charlando, bailando, rebañando un hot dog, mientras se dejan el cuello siguiendo lo que pasa en la pista.
Fuera, ajenos al ruido, una carpa paralela se dispone a modo de «feria de abril» a la belga, con empresas recibiendo sus clientes y los VIP apurando una tabla de quesos regada por una buena cerveza entre carrera y carrera.
Los Seis Días de Gante son dignos de ver y apreciar, una de esas historias que al día siguiente encuentras en la prensa del lugar, que puede seguir en la mítica Sporza, por las noches, porque al mediodía te habían dado la Copa del Mundo ciclocross en Tabor.
Así son las cosas por estos lares, una ceremonia, un ritual casi social, que trenza el ciclismo como hilo conductor, como casi la excusa.
Por cierto que los Seis Días de Gante cayeron del lado de Kenny De Ketele y Robbe Ghys, es la cuarta corona para De Ketele, lejos aún de las once del legendario Patrick Sercu.
Ciclismo en pista
¿Por qué serían deseables más y mejores velódromos?
Un ciclista experimentado lo es más si pasa tiempo en los velódromos
La semana pasada recibí un wasap del periodista de TV3 Jordi Bentanachs avanzándome que aquella conversación que habíamos tenido en Horta antes de la pandemia, enero de 2022, sobre velódromos, iba a ver la luz, finalmente, el el Telenoticias del domingo por la noche.
Admito que la cosa quedó ahí, hasta que pude apreciar en persona el poder que sigue teniendo la televisión convencional, cuando el mismo domingo por la noche varias personas me escribieron diciéndome que me habían visto, que qué chulo y esas cosas.
Al margen de lo anecdótico, quiero felicitar a TV3, en concreto a Jordi, por acordarse de una realidad que un 99,9% de la gente ignora, pero que es cierta, y es que en los velódromos hubo un tiempo en el que era prestigioso estar y dejarse ver al albur de veladas de pista, en ambientes densos de humo y gritos.
?? Dels més de 40 velòdroms que van arribar a haver-hi a Catalunya només en queden sishttps://t.co/K35Jnwo763
— Esport3 (@esport3) March 7, 2022
Al mismo tiempo, lamento que mil cosas pasaran por delante, durante estos dos años, para sacar todo el material que Jordi ha desarrollado este tiempo, cierto que ha habido una pandemia, pero…
Aunque lo lamentaremos poco, pues hay cosas que no cambian, sea en Barcelona, Madrid o la China oriental, y el ciclismo en pista preocupa cero o casi cero.
Y es una pena, porque el reportaje mostró, primero el estado de los velódromos catalanes en la actualidad -el de Lleida necesita de una gravel más de una fixi de pista-, y luego que hay un núcleo duro, pequeñito, pero peleón que sigue ahí, en Mataró, Montroig y Tarragona dando lo mejor para meter el gusanillo a las nuevas generaciones -me hizo ilusión ver a Escobar, todo un doble medallista olímpico, Medina y Moreno, tanto tiempo después-.
Ni uno cubierto y habiendo ganado 3 medallas olímpicas no hay previsión, luego vienen todos a sacarse fotos… ?
Campos de césped artificial crecen como las setas…— sergi escobar (@losergiescobar) March 7, 2022
¿Por qué es importante un velódromo me preguntaréis?
Además de que algunos fueron testigo de grandes personajes e historias -Mataró con los Timoner- un velódromo bien utilizado sacaría a la calle cientos y miles de ciclistas experimentados a circular con mayor seguridad por los sitios.
Ciclistas que, si son pequeños, irían con la bicicleta en el ADN, porque la manejarían desde los inicios, pero además convencidos que la bicicleta sería una alternativa viable y eficaz en este mundo apretado por los sobrecostes de la energía.
En la pista, los niños y no tan niños aprenderían el manejo correcto de la bicicleta, potenciarían su estado físico, mejorarían reflejos y lo más importante, conocerían las sutilezas de una modalidad maravillosa que en el países que creemos referentes causa furor.
En definitiva abriríamos a puerta a una especialidad que merece más y mejor respeto que el apreciado en Tokio 2020, que está mucho más presente de lo que imaginamos, sin ir más lejos en las carreras del World Tour que tanto nos flipan, muchos pasan por la pista…
Lo hizo Flecha de joven, como nos cuenta en el podcast que hemos empezado a producir para Gobik, pero es que, como bien nos ha confirmado él mismo, Miguel Ángel López se pasó por el velódromo de BCN hace pocos días para mejorar lo que se pudiera mejorar sobre la cabra.
Dicho todo esto, y sumado a la posibilidad de generar eventos como el que pone huevo en Palma de Mallorca, la Champions League de pista, y por tanto generar riqueza, al margen de atraer selecciones y estrellas a entrenar, creo que tenemos un pequeño maná que deberíamos saber explotar y vender la necesidad de hacerlo.
Al menos ha salido en un telenoticias en hora punta con la confianza que no vuelva a tardar otros dos años en ver algo similar.
Ciclismo en pista
#PodcastJS Ciclismo en pista español: ¿Cómo salir de este pozo?
El ciclismo en pista español corre el peligro de caer en una depresión crónica
Cuánto hemos escrito ya del ciclismo en pista español, una desgracia mascullada hace años y ahora nos tiene en un desierto cuyo final no vemos y lo que es peor, ni siquiera intuimos, un barrizal sobre el peralte que nos impide avanzar…
Cuando se habla de la pista en este lado de los Pirineos hay dos opciones, empezar a repasar la horrenda gestión de la Real Federación Española de Ciclismo en los últimos veinte años o atisbar una solución que devuelva un brillo que costará mucho tiempo recuperar.
Si en Tokio 2020 ya vimos dónde estaba el ciclismo en pista español, con la sola presencia de Albert Torres y Sebastián Mora, el futuro inmediato no pinta nada halagüeño.
Dicho en otras palabras, el ciclismo en pista en España corre el peligro de caer en una depresión crónica en la que el consuelo de estar tocando fondo ni sirve ni servirá.
En este viaje de veinte años y pico, España ha sido una potencia mundial del ciclismo en pista en una apuesta que se demostró fructífera con las lejanas medallas de Atenas y Pekín.
Luis Román, desde Trackpiste y Jaume Mas, seleccionador nacional en Atenas 2004, son testigos directos del camino emprendido para llegar a la total desaparición del ciclismo en pista español del panorama internacional y nos han querido acompañar para intentar ver luz muy al final del túnel.
Imagen: Francisco Bandín – RFEC
Ciclismo
El ciclismo español sigue desconectado de la realidad
La pista como espejo del anacronismo en el que vive el ciclismo español
El otro día pudimos departir un buen rato con el seleccionador de carretera Pascual Momparler y Antonio Alix sobre una temporada en la que el ciclismo español ha transitado por la pista central del desierto
Incluso con la segunda plaza de Enric Mas en la Vuelta, a la que no le quitamos un ápice de valor, aunque el ciclista nos deje fríos, la campaña 2021 del ciclismo español ha sido muy mala y para muestra las tres grandes citas en las que se jugaban medallas en el terreno de países, Juegos, Europeo y Mundial.
La semana pasada se celebró el Europeo de ciclismo en pista que nos narraron el amigo Alix junto a Luis Román, una de las personas que más sabe de la materia en este lado de los Pirineos.
En la selección española compitió un barcelonés llamado Erik Martorell quien logró batir el récord de España de persecución, eso son 16 vueltas al velódromo, traducido rápido, cuatro kilómetros.
Martorell mejoró un registro que estaba vigente de ¡2004!, nada más y nada menos, 17 añazos después que Sergi Escobar lo marcara en el camino del podio de los Juegos de Atenas.
Ojo que entonces Sergi se la jugó con dos «Bradleys», Wiggins y Mc Gee, dos ciclistas que entonces, a diferencia del ilderdense, ya competían en equipos del máximo nivel.
Erik Martorell ha batido el récord de Sergi Escobar, y como el doble medallista olímpico, ve los días pasar sin entrar en un equipo del máximo nivel
Es decir, 17 años después el ciclismo español sigue sin evolucionar, lo que decíamos otras veces del concepto, de la necesidad de contemplar ciclistas que corran más de una modalidad, que mejoren en todas a bloque, que saquen lo mejor de una, para aplicarlo a otra, todo eso, no se valora.
Antes de seguir decir que los 4´14´´de Erik se miden con la barrera de los cuatro minutos que el americano Ashton Lambie se saltó no hace tanto, mejorando en un par de segundos el mejor registro de Filippo Ganna.
Sin querer despreciar lo que ha hecho Erik, que tiene un mérito enorme, mirad dónde está el ciclismo español y dónde el mundo en un registro que no es cualquier cosa, pues en la persecución individual se asienta la de por equipos que a su vez es el espejo del trabajo de un país con el ciclismo.
Erik Martorell compite en un equipo elite, es decir no profesional, y se juega los cuartos en un entorno cada vez más profesionalizado.
Su récord de España le dio para ser noveno en el Europeo de persecución.
A los pocos días debutó en la americana con Sebas Mora, no pudieron entrar en el top ten de una carrera llena de ciclistas World Tour.
Viendo la realidad de la pista en el ciclismo español, volvemos a la charla con Monparler, quien hablaba de la fobia que había en España por fichar ciclistas que alternaran velódromo y carretera.
Es increíble, pero cierto, a estas alturas sigue sucediendo que la pista continúa proscrita en el ciclismo español, hasta el seleccionador nos lo reconoció, en lo que significa un anacronismo aberrante, dada la profusión de pistards y otros especialistas en el ciclismo de carretera.
El Gran Piemonte lo ganó un inglés llamado Matthew Walls que viene de ser plata en el madison olímpico junto a Ethan Hayter, una de las grandes sensaciones del ciclismo británico.
En Tokio, por delante de ambos quedaron dos corredores del World Tour como Lasse Norman Hansen y Michael Morkov, fueron la pareja danesa, y por detrás Benjamin Thomas y Donovan Grondin, ciclistas de Groupama y Arkea, respectivamente.
Es decir Erik Martorell se juega y se jugará los cuartos con ciclistas que compiten en los mejores circuitos.
Esta es la realidad, y no queramos mirar más allá, por que el crecimiento de ciclistas con prestigio en otras modalidades en la carretera es exponencial y los casos de éxito se acumulan en la mesa.
Sebas Mora y Albert Torres fueron fichados in extremis por Movistar, no sabemos si los renovarán, pero ya hubo periodistas de la cuerda de los azules que saltaron: «El fichaje de los pistards me deja frío».
Cuando ves estos tics, cuando lees los hilos de Sergi Escobar y lo que rodea al ciclismo español tienes una parte sustancian de porqué las cosas están de esta manera y no podían estarlo de cualquier otra…
Imagen: RFEC
Ciclismo en pista
Motivos para estar orgullosos de Torres & Mora
Hay que seguir apostando por Torres y Mora hasta París 2024
Quise esperar 24 horas para valorar la madison olímpica de Torres y Mora, que resume el 50% de la participación española en el velódromo de Tokio 2020, junto al omnium que Albert Torres finalizó décimo.
Sé que estos días de cuartos, quintos y sextos puestos, mucha gente que no está ducha en deportes que sólo interesan cada cuatro años se iría a la cama decepcionada por no ver más metales en el medallero.
Pero es que no es tan sencillo, lo hemos visto en el gran fondo del atletismo, en la marcha y maratón, cuando en los momentos finales se esfumaba una medalla que parecía a tocar, tras varias horas de competición bajo un calor que aplastaba.
Valorar esos puestos de diploma olímpica es algo que no es necesario, y sí obligatorio, pues esta gente se ha jugado los cuartos ante la excelencia del deporte mundial y se ha metido entre ellos, de tú a tú.
En este contexto sitúo el sexto puesto de Torres y Mora en el madison olímpico
Han corrido contra una nómina de rivales que asustaba, hicieron su apuesta en un buen momento, antes de cruzar la línea de las tres cuartas partes de competición, cuando el cansancio apremia y los marcajes podían jugar a su favor.
No salió bien, no se accedió al podio, pero ha sido un sexto puesto que estoy seguro jamás habrían firmado de inicio que, a su vez, habla bien a a las claras del nivel de la competición y lo bien que lo han hecho.
Como dijimos el otro día, estos chavales se han jugado los cuartos contra gente que lleva mucho vivido en el oficio, mucho competido en el más alto nivel.
Torres y Mora son dos pistards con buen palmarés, europeos y mundiales les contemplan, lograron la clasificación de forma más o menos holgada, pero es que delante había dinamita, y así resultó la carrera, nadie fue capaz de coger vuelta y se jugó todos a los sprints.
Cerrado el capítulo de Tokio nos preguntamos: ¿Y ahora qué?
Cuando el año pasado los juegos se aplazaron respiramos aliviados en el instante que Movistar les anunció su renovación, que ésta se produjera de nuevo, con vistas a París 2024 sería lo deseable.
De nada serviría una apuesta deprisa y corriendo, de cara a Tokio, firmada ocho meses antes de las fechas originales, si a esto no se le da continuidad.
Torres y Mora no serán los mejores ciclistas de carretera, no tienen el cartel de otros, pero son algo especial, el grano de mostaza sobre el que ahora mismo gira toda la pista española, la misma que un día daba buenas medallas, y mantenerlos en el negocio es capital, tanto para ellos como para que España vuelva a ser otra vez algo en el ciclismo en pista, un deporte que más allá de los Juegos es apreciado y seguido en no pocos sitios y que, a nuestro juicio, es el kilómetro cero de todo el ciclismo.
El trabajo fiado al largo plazo y bien hecho tiene resultado, mirad los Países Bajos, Dinamarca e Italia que le han comido un buen trozo de pastel a potencias hegemónicas como el Team GB o Australia.
Y no, no todo se asienta en dinero, talento, innovación y ver qué se hace por ahí fuera.
Ya vamos tardísimo para París 2024.
Imagen: Movistar TeamMovistar Team
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